Platón: Idealismo Político y Teoría del Conocimiento

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Continuación Examen 1

4. Continuación: Idealismo Político en Platón

Todas las acciones cuentan. La postura política de Platón es claramente idealista. Un pensamiento político se considera 'idealista' porque, entre otras cosas, no se preocupa tanto de las circunstancias de la acción como de los principios que la orientan. Los idealistas tienden a considerar que son los principios, y no las consecuencias de una acción política, lo que marca el valor de esta acción. Para un idealista, es la buena teoría lo que marca la buena política. Además, los idealistas tienden a considerar que la buena política deriva de un gobernante sabio, o de un filósofo-rey, capaz de hacer la síntesis de saber y poder.

Podríamos comparar esta tesis con otras dos muy importantes también en el contexto del pensamiento político: la de Aristóteles en Grecia y la de Maquiavelo en el Renacimiento.

Aristóteles se dio cuenta de que el idealismo político de Platón estaba equivocado porque una ciudad solo puede ser feliz y próspera si está unida y si todos los ciudadanos van a una, pero Platón no acabaría teniendo una sola ciudad sino tres diferentes, porque al dividir la sociedad en tres clases sociales (gobernantes -u hombres de oro-, defensores de la ciudad -u hombres de plata- y obreros -u hombres de bronce-), cada una de estas clases sociales buscaría su propio provecho.

Pero si en toda la historia del pensamiento encontramos un autor contrario al idealismo en política y que considera nefasto gobernar según principios sin atender a las consecuencias de las acciones, este es Maquiavelo. En el Renacimiento italiano, Maquiavelo inaugura la tendencia del llamado 'realismo político' y defiende que el gobernante, para ser virtuoso, debe aprender a no ser bueno, si es necesario. Adaptarse a las circunstancias para conseguir lo que se quiere puede significar, por ejemplo, mentir o ser desleal. Con la tendencia a creer que todo hombre es malo por naturaleza y que no se puede confiar en la buena intención del gobernante, por más sabio que sea, Maquiavelo, a diferencia de Platón, separa lo moralmente bueno de lo políticamente bueno.

5. ¿Cree que Platón tiene razón cuando defiende que los más sabios deben gobernar? Razone la respuesta. [2 puntos]

Hoy en día, y de entrada, la democracia, y no la aristocracia, es considerada en todo el régimen más deseable porque garantiza la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, mientras que en la teoría de Platón cada clase social tenía una educación y unas leyes diferentes. De todas maneras, aunque la polis griega y la época de Platón tienen poco que ver con nuestras sociedades actuales, la afirmación de Platón que los más sabios son los que han de gobernar no se puede descalificar directamente y, como mínimo, debe hacernos reflexionar.

De entrada, parece que no está mal pensar que la persona que gobierne debe ser una persona informada, que sepa qué pasa en su entorno, inteligente y astuta y, también, una persona que sea equilibrada y justa. Porque si no está informada puede errar, si no es inteligente y astuta se puede dejar engañar y si no es equilibrada y justa puede ser un tirano, casos, todos estos, claramente indeseables.

Pero en la democracia no buscamos tampoco el hombre más sabio, si buscáramos eso no haríamos elecciones sino exámenes complicados -como las oposiciones a jueces y notarios- o, ¿por qué no?, test de inteligencia. Las democracias son regímenes de opinión pública y, por tanto, se vota a aquella persona que considero capaz de gestionar mejor los intereses de todos de acuerdo con mi opinión particular. No es necesario poseer ningún 'alma' especial para ser un buen gobernante: las mejores democracias son aquellas que garantizan que cualquier persona, con independencia de sus apellidos, de su dinero o de su nivel de estudios, puede representar las opiniones de la mayoría.

Además, tampoco podemos presuponer ingenuamente que quien conoce el bien necesariamente lo hará. Saber qué es el bien y actuar de acuerdo con el bien son cosas muy diferentes. Por lo tanto, sabiduría y bondad, que para Platón son inseparables y necesarias para el buen gobierno, no están en realidad intrínsecamente unidas. Y seguramente esta discordancia con la afirmación de Platón se da porque el régimen político imaginado por el autor de La República es demasiado idealista para nosotros.

Examen 2

1. Explique brevemente -alrededor de 40-80 palabras- las ideas principales del texto y cómo aparecen relacionadas. [2 puntos]

En este fragmento, Platón nos explica que a través de la reminiscencia se puede alcanzar el conocimiento de lo que en realidad es, alejándose de la apariencia. El filósofo es la persona que, en un continuo proceso de reminiscencia, está más cerca de la divinidad, es decir, del mundo de las ideas, y más lejos del mundo sensible, por lo que es rechazado, injustamente, por el resto de hombres.

3. Caracterizar otra concepción de idea diferente de la que aparece en el texto. Compararla con la que aparece en el texto. [3 puntos]

Según la noción de idea que se desprende del texto, las ideas no pertenecen a este mundo sensible y material en que vivimos, sino que provienen de un mundo superior y modélico; de un mundo perfecto y de carácter divino. Según Platón, la idea tiene una entidad superior a la de cualquiera de las cosas del mundo sensible en que vivimos. Las ideas son los modelos inteligibles de las cosas, son perfectas e inmutables y solo se llega a ellas a través de la razón: como dice el texto, es la reminiscencia -el recuerdo- la que permite que nos demos cuenta de que las cosas sensibles son solo apariencias o copias de las cosas que realmente son y que ya habíamos visto, es decir, de las ideas. Las ideas, pues, son para Platón la fuente del conocimiento verdadero. En cambio, las cosas materiales solo son copias de las ideas. El puro conocimiento sensible de las cosas materiales nos aporta un conocimiento insuficiente, unilateral, y por tanto, falso; las sensaciones sin la idea solo generan opinión, no ciencia.

Las tesis de Platón generaron una corriente que, en la época moderna, se llamó racionalista y que está representada básicamente por Descartes que, reelaborando la tesis de Platón, creía que las ideas preexisten a los individuos o son innatas en ellos. Pero hay dos grandes tradiciones filosóficas que han criticado en profundidad el platonismo a la hora de analizar el concepto de idea. Nos referimos a las afirmaciones de Aristóteles en el mundo griego y a las del empirismo de Hume en el siglo XVIII, que resumiremos a continuación.

La superioridad absoluta que Platón otorgó a las ideas separadas de la materia fue rechazada de manera radical por su discípulo Aristóteles. Según Aristóteles, las ideas no se pueden separar de las cosas materiales. La idea de hombre, por ejemplo, resulta inseparable de 'Pedro', 'Luis' o 'Juan' y de hecho no existiría ni sería comprensible sin la existencia real de 'Pedro', 'Luis' o 'Juan', porque una idea expresa la 'sustancia' común 'hombre' por encima de los accidentes que separan a los diversos humanos (ser alto o bajo, gordo o delgado, rubio o moreno). No hay ideas sin cosas materiales en las que se fundamentan. En cada uno de los humanos está la idea de hombre y sin la existencia de los humanos no habría idea de hombre. Básicamente, para Aristóteles una idea es una construcción intelectual que se elabora por abstracción a partir de considerar que las diversas cosas tienen sustancialmente -es decir, en profundidad- en común. Es por eso que se suele llamar 'realista' la posición aristotélica, en la medida que las ideas no existen fuera de la realidad material de la que derivan. Aristóteles considera que sin sentidos corporales y sin captación sensible de las realidades materiales no habría idea: no hay una separación entre lo sensible y lo inteligible, sino que la sensibilidad lleva al entendimiento y a la elaboración de conceptos, por ello, según Aristóteles, el rechazo platónico de la importancia de los sentidos le condena a que las ideas sean unas puras abstracciones mentales desencarnadas.

En el pensamiento moderno, en el siglo XVIII, la polémica sobre qué entendemos por 'idea' fue retomada por el filósofo empirista escocés David Hume. Hume distingue entre ideas e impresiones y, al contrario de lo que sostiene Platón, dice que el único conocimiento inmediato es el que proviene de la experiencia sensible, las ideas no son más que imágenes débiles que tenemos de las impresiones cuando las pensamos o las recordamos. Por lo tanto, para Hume es a partir de las impresiones (primarias) que tenemos ideas derivadas de las impresiones. De manera que las ideas no son ningún modelo de las cosas materiales sino una copia de las impresiones, que son más vivas. En Hume, pues, las ideas dejan de ser primeras en el tiempo (en Platón las habíamos visto antes cuando nuestra alma estaba en el cosmos noetós y solo las hemos de recordar), y ya no son la fuente de conocimiento ni, por supuesto, no se encuentran en ningún mundo separado del material, sino en la mente del hombre, que las obtiene a través de las impresiones que recibe de las cosas sensibles.

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