Pinturas de goya relacionadas con el esperpento

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CARACTERÍSTICAS DEL ESPERPENTO Y SU REFLEJO EN “LUCES DE BOHEMIA”


El esperpento de Valle-Inclán no es solo un género literario, sino una estética y, en consecuencia, una visión del mundo, a la cual llega el escritor desde unas concretas circunstancias históricas españolas y una determinada posición crítica. Este caldo de cultivo ideológico y estético coincide con un movimiento general europeo que cuestiona la literatura y la sociedad anteriores: primero el Modernismo y, años después, la vanguardia (el futurismo italiano, el dadaísmo francés, autores como Jarry o Kafka, y, especialmente, el expresionismo alemán).El esperpento supone una deformación o descoyuntamiento de la realidad, empleado como único modo de reflejar críticamente la realidad. Con ello, además, se provoca una toma de conciencia directa del carácter absurdo de la realidad.Valle deja traslucir los principios del esperpento en la escena
XII de “Luces de bohemia”, durante la agonía de Max Estrella. El poeta ciego explica que la tragedia española no es tragedia en el sentido clásico, sino que se expresa a través de una estética sistematicamente deformada, que ya había utilizado Goya en sus pinturas. “Los héroes clásicos –dice- han ido a pasearse en el callejón del gato”, una callejuela madrileña cuyas paredes lucían espejos cóncavos y convexos que distorsionaban las imágenes que reflejaban.Con esta analogía, Valle intenta dar una idea de qué pretende con el esperpento. “La deformación deja de serlo cuando está sujeta a una matemática perfecta. Mi estética actual es transformar con matemática de espejo cóncavo las normas clásicas”. Remite, consciente o inconscientemente, al procedimiento creativo de descomposición y recomposición visual del cubismo, herramienta literaria que utilizará para retratar esa “deformación grotesca de la civilización europea” que, para Max Estrella, era España.Por lo tanto, el esperpento resulta ser un procedimiento estético que utiliza el humor y el distanciamiento para deformar sistemáticamente


la realidad (personajes, lugares, situación socio-política, ambiente cultura…). De esta forma se desmitifica y se evidencia lo absurdo y ridículo de la existencia. El punto de vista de valle-
Inclán es el de demiurgo, creador que muestra a sus criaturas-creaciones desde una perspectiva superior.
Su finalidad es mostrar esta esencia ridícula a través de la exageración de lo grotesco y horrible presente en una sociedad igualmente grotesca, violenta, maliciosa…Esta mirada superior es una de las tres maneras de ver el mundo desde un punto de vista estético que el escritor explicó en una entrevista.En primer lugar, el narrador, de rodillas contempla desde abajo a los protagonistas de las historias. Por ejemplo, los héroes homéricos: Aquiles, Héctor… son seres superiores, excelsos… En segundo lugar, el narrador de pie, a la misma altura que los personajes de las novelas. En Shakespeare, los personajes muestran virtudes y defectos del ser humano común. Podemosidentificarnos con ellos. Hamlet, por ejemplo, encarna el paradigma de la duda obsesiva, y es mencionado por cierto, en la escena XIV, por Darío y Bradomín. Y, por último, el narrador elevado en el aire, superior a sus personajes, que son criaturas inferiores tratadas a veces con ironía. Muestras de este tipo son Quevedo, Cervantes, Goya y evidentemente el esperpento.Teniendo en cuenta todo esto, los personajes de “luces de bohemia”, al ser ridículos y grotescos, no pueden hacer sentir ningún tipo de identificación y no están a la altura ni de la tragedia ni de la épica. Valle no quiere escribir una tragedia. Lo evita conscientemente al decidir que Max muera en la escena XII, contraviniendo el habitual clímax final de la tragedia clásica (Edipo, Hamlet…) Aunque, sin embargo, sí queda un poso trágico en el espectador. Max y el resto de personajes no son gloriosos o ejemplares, sino ridículos, aunque no dejan de representar la miseria moral, un rasgo muy humano.La formas en que cristaliza la estética del esperpento en esta obra puede ser: o bien en los comportamientos de los personajes: don Latino es mezquino y resulta ridículo al intentar aparentar haber


vivido la bohemia de parís; el empeñista se muestra indiferente ante la muerte del niño (escena XI), el borracho del bar de Pica Lagartos se burla de todo, Basilio Soulinake resulta imperdonablemente insensible en la escena del velatorio. O bien en la descripción de lugares: la librería de Zaratustra es una “cueva”, la buñolería un “antro”… Y de personajes: Zaratustra es abichado, giboso, un fantoche; los modernistas aparecen como greñudos impertinentes, pedantes y mediocres imitadores del gran Rubén Darío (los Epígonos del Parnaso Modernista). Valle también recurre a la animalización de los personajes, como, al describir a don Latino como “perro cobarde”, que “muge”, “cabestro”, o a Rubén como “cerdo triste”.Por último, nuestro autor también trata temas de cierta trascendencia con un tono humorístico y disparatado. En la escena II donGay y Max hablan de las diferencias entre el anglicanismo y el catolicismo o entre Inglaterra y España; don Filiberto y Dorio de Gadex lucen su ingenio absurdamente hasta que el primero se enfada a raíz de un comentario irrespetuoso hacia García Prieto, etc.Todo esto aderezado con un lenguaje trabajadísimo, tanto en las acotaciones como en los diálogos, que utiliza un léxico degradante y peyorativo, lleno de madrileñismos, términos calos, giros expresivos sorprendentes y humorísticos (“cráneo privilegiado”) y lleva a cabo un juego de contraste en los registros lingüísticos al mezclar términos cultos en conversaciones triviales o al intentar algunos personajes vulgares hablar formalmente.


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