Pintura del Siglo XIX: Del Romanticismo al Post-impresionismo

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Romanticismo

El Romanticismo se caracteriza por la exaltación de lo pasional, con acciones violentas y sentimientos excesivos. Se rechaza la mesura, dejándose llevar por los arrebatos. Triunfan los excesos: la violencia, la angustia, el suicidio… Se pone de moda lo lúgubre, lo pintoresco y exótico. También hay exaltación de la libertad, el patriotismo y una revalorización de lo medieval.

  • Delacroix: En su primera obra, “La Barca de Dante”, declara la guerra al clasicismo suscitando violentas reacciones. Sus cuadros destacan por su colorido, fuerza, dinamismo y carácter exótico. Entre ellos: “La Matanza de Scio”, “La Muerte de Sardanápalo”, “La Libertad Guiando al Pueblo”, y obras inspiradas en su viaje a África como “Mujeres de Argel” y “Fiesta Nupcial Judía en Marruecos”. Sin olvidar sus pinturas de tema medieval y heroico, y las de caballos y luchas de animales inspirados en Rubens.
  • Géricault: Su obra “La Balsa de la Medusa”, de intencionalidad política y tono panfletario, es dramática y sombría, con una coloración sucia y terrosa, y escorzos que refuerzan el tono violento. “El Oficial de Coraceros” y “El Coracero Herido” son de tema militar. “La Carrera de los Caballos” y “El Derby de Epson” muestran su atracción por estos animales. Retratos, desnudos y paisajes completan su producción.
  • Reynolds: Retratista de moda de aristócratas y políticos, su estilo evolucionó de la estética vandykiana, clasicista, encantadora, minuciosa y preciosista, a otra inspirada en Hals y Rembrandt, de pincelada más suelta y colorido más rico.
  • Gainsborough: Con técnica abocetada y ensayo con el color en sus célebres “The Pink Boy” y “The Blue Boy”. Sus retratos son luminosos, idealizados, vaporosos, de ensueño, sobre todo los femeninos e infantiles. Gran pintor de paisajes, que gusta enlazar con personajes que quedan empequeñecidos en las grandes arboledas.
  • Constable y Turner: Máximos exponentes del paisaje romántico inglés. Su factura es suelta y abocetada, con pincelada rápida, gruesa, espesa y grasienta. El cielo es su fuente de inspiración. Las playas de Brighton y la Catedral de Salisbury son temas recurrentes. “El Carro de Heno”, quizás su mejor obra, representa la naturaleza apacible y poética, basada en la observación.
  • Turner: Con una visión directa de la naturaleza, acentúa su carácter dramático: cielos borrascosos, el movimiento del mar… Ejemplos: “Tempestad de Nieve”, “El Temerario Remolcado a su Último Fondeadero”, y “Lluvia, Vapor y Velocidad”, cuyo tema central, la humareda de una locomotora, abre las ventanas a una nueva pintura.

Realismo

En el siglo XIX, los pintores realistas utilizaron la crítica como vía de expresión.

  • Courbet: Máximo representante del realismo. Desde sus primeras obras, utiliza un lenguaje cotidiano, vulgar y caricaturesco. Obras como “Los Picapedreros” muestran su intención político-social. “El Entierro de Ornans” y sus “Bañistas” provocaron rechazo, solo superado por sus “Muchachas a la Orilla del Sena”. Su pintura es de rico colorido y pincelada suelta.
  • Millet: Su obra representa un mundo campesino, humilde y laborioso, con un sentimiento religioso. Conjuga el paisaje con las figuras, como en “Las Espigadoras” y “El Ángelus”.
  • Corot: Máximo representante del paisajismo francés. Le atrae el carácter mutable de la naturaleza. La pintura “a plein air”, los contrastes lumínicos y su exquisita elección de tonos le permiten producir obras como “El Tiber en Castel de Sant'Angelo”, “El Foro Romano”, “La Catedral”, “La Visita de Florencia desde Boboli”, “La Mujer de Azul” y “El Papa Corot”.

Impresionismo

En el nacimiento del Impresionismo, los pintores se interesan por las vibraciones lumínicas y los cambios atmosféricos. Una pintura al óleo, acuarela o pastel, que tiende hacia la disolución de la forma, de colorido vibrante y pincelada rápida y suelta, que se ocupa del paisaje, la danza, los caballos… Los impresionistas consideran la pintura como un pretexto para captar la luz y expresar la movilidad y transformación del universo, sustituyendo la imagen táctil por la visual.

  • Manet: Artista rebelde y viajero, que copió a los grandes maestros. “Almuerzo en el Campo” y “Olimpia”, inspirados en “El Concierto Campestre” de Giorgione y en una Venus de Tiziano, causaron escándalo por la identidad de las modelos.
  • Monet: Se formó en la academia suiza, con Jongkind y Gleyre, para finalmente dejarse seducir por Manet. En sus ensayos sobre “El Desayuno…” se aprecia una pincelada suelta, gusto por los colores puros e interés por la luz. La figura humana termina por desaparecer, sustituida por el paisaje. “Impression, soleil levant” es su gran obra, con técnica rápida y suelta, desaparición de colores oscuros, fragmentación del tono, vibraciones y reflejos. Más tarde pintará “La Estación de Saint-Lazare”, donde interesa el humo, la luz que se filtra y el color. En sus últimos años, pintará las “Ninfeas”, alejándose de la realidad hacia una pintura abstracta que intenta captar el tiempo.
  • Pissarro: Estudió en París, pero se instaló en el campo, lo que influyó en su pintura por su deseo de captar los efectos de luz sobre la naturaleza. A su vuelta a Francia, realiza numerosos paisajes, Louveciennes o Pontoise, con trazos firmes, colorido vivo y composiciones densas. El hombre siempre está presente en sus paisajes. Más tarde, en París, pinta vistas urbanas como “La Rue de Saint-Lazare”, “La Avenida de la Ópera”, “La Plaza del Teatro Francés”… Su obra abarca diferentes técnicas, paisajes y retratos.
  • Sisley: Pintó las luces y sombras del bosque de Fontainebleau, con cierta melancolía y tono poético. Su pintura es tranquila, serena, delicada en su percepción.
  • Renoir: Buscó nuevas soluciones lumínicas y técnicas, sin abandonar su interés por la figura humana, en la que busca volumen, alegría y sensualidad refinada. Funde paisaje con figuras, con colorido de tonos cálidos, como en “Le Moulin de la Galette”, “El Columpio” y “El Palco”. Más adelante, adopta una pintura académica, lisa y fría, en su periodo “agrio”, con “Bañistas”. Sus desnudos femeninos, “Las Señoritas al Piano” o “La Familia del Artista”, son algunas de sus mejores obras. Ensayó la escultura, con una labor rebosante de alegría, gracia, optimismo y vitalidad, con dulzura e inocencia en el tratamiento de los niños. Obras importantes: “Coco”, “Venus Victoriosa Arrodillándose”, “Los Hijos de Caillebotte”.
  • Degas: Gran habilidad para el dibujo, como en “Jóvenes Espartanos” y “Desgracias de Orleans”. Se interesó por composiciones al aire libre, con temas triviales y motivos pasajeros. Su pincelada no es tan rápida, disuelta y agitada como la de otros impresionistas, y los paisajes no le interesan. Le atraen las escenas de interior, figuras femeninas, el mundo de las candilejas, la danza y las carreras de caballos. Se interesa por el retrato, juega con los planos, quizá por influencia de la fotografía, y el deseo de claridad preside sus composiciones, con gran luminosidad gracias al pastel.

Neoimpresionismo

Las dificultades de los impresionistas para encontrar un espacio propio provocaron la ruptura entre ellos, cristalizando en el Neoimpresionismo.

  • Seurat: Abanderado del movimiento, lo que le llevó a disputas con los impresionistas. Su obra “El Baño” fue rechazada, mientras que “Un domingo por la tarde en la isla de la Grande Jatte” se expuso en la última muestra impresionista. Su pintura busca la armonía basándose en el color, el tono y la línea.

Post-impresionismo

  • Cézanne: Los problemas lumínicos y tonales son sustituidos por la búsqueda del volumen, la masa y la geometría, a base de contrastes de color. Obras con figuras: “Jugadores de Cartas”, “Muchacho del Chaleco Rojo” y “Retrato de Madame Cézanne”. Más tarde, se interesa por el paisaje, “Montaña de Saint Victoire”, y elabora bodegones con formas geométricas, convirtiéndose en precursor del Cubismo.
  • Gauguin: Interés por lo arcaico y primitivo, pinta con colores yuxtapuestos, tintas planas, luces sin sombras y formas simplificadas, con influencia del grabado japonés. Pintura simbolista, de colores vivos y brillantes, que refleja estados anímicos. En las Islas Marquesas, se casó con una indígena, inspirándole obras como “El Cristo Amarillo”, “Mujeres en la Playa” y “El Mercado”.
  • Van Gogh: De obras con colorido sombrío e intencionalidad crítica y moralizante, evoluciona hacia una pintura luminosa y deslumbrante, con amarillos, verdes y azules, como en “Los Girasoles” y “Los Campos de Trigo”. Esta visión optimista se rompe en una crisis que le lleva a la locura, plasmada en “La Habitación de Vincent”, “Los Cipreses bajo la Luna” y sus autorretratos. Su pincelada es suelta, espesa y pastosa.
  • Toulouse-Lautrec: Se mueve por el mundo de los cabarets, espectáculos, carreras y circo. Dibuja su primer cartel para el Moulin Rouge, iniciando sus series de litografías y “afiches”, mostrando un mundo nocturno, frenético, caricaturesco y sórdido. Obras como “El Baile del Moulin Rouge”, “El Baile de la Goulue” y los retratos de “Jane Avril” e “Yvette Guilbert”. Su pintura es expresiva y realista, con movimiento frenético y dibujo fluido.

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