Otto von Bismarck: Canciller de Hierro y fundador del Estado alemán moderno

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Otto Eduard Leopold von Bismarck-Schönhausen, príncipe de Bismarck y duque de Lauenburg

más conocido como Otto von Bismarck (Schönhausen, 1 de abril de 1815 - Friedrichsruh, 30 de julio de 1898), fue un estadista, burócrata, político y prosista alemán, considerado el fundador del Estado alemán moderno. Durante sus últimos años de vida se le apodó el «Canciller de Hierro» por su determinación y mano dura en la gestión de todo lo relacionado con su país, que incluía la creación de un sistema de alianzas internacionales que aseguraran la supremacía de Alemania, conocido como el Reich.

Estudios y carrera política

Estudió Derecho y, a partir de 1835, trabajó en los tribunales de Berlín y Aquisgrán, actividad que abandonó tres años más tarde para dedicarse al cuidado de sus posesiones territoriales. En 1847 entró a formar parte del parlamento prusiano, donde muy pronto se convirtió en líder de la ala conservadora. Se enfrentó duramente a la revolución de 1848, y por esa época comenzó a perfilar lo que sería su principal objetivo político: la unificación de Alemania y la creación del Reich desde preceptos autoritarios y antiparlamentarios.

Política interior y exterior

La política interior de Bismarck se apoyó en un régimen de poder autoritario, a pesar de la apariencia constitucional y del sufragio universal destinado a neutralizar a las clases medias (Constitución federal de 1871). Inicialmente gobernó en coalición con los liberales, centrándose en contrarrestar la influencia de la Iglesia católica (Kulturkampf) y en favorecer los intereses de los grandes terratenientes mediante una política económica librecambista; en 1879 rompió con los liberales y se alió con el partido católico (Zentrum), adoptando posturas proteccionistas que favorecieran el crecimiento industrial alemán. En esa segunda época centró sus esfuerzos en frenar el movimiento obrero alemán, al que ilegalizó aprobando las Leyes Antisocialistas, al tiempo que intentaba atraerse a los trabajadores con la legislación social más avanzada del momento.

En política exterior, se mostró prudente para consolidar la unidad alemana recién conquistada: por un lado, forjó un entramado de alianzas diplomáticas (con Austria, Rusia e Italia) destinado a aislar a Francia en previsión de su posible revancha; por otro, mantuvo a Alemania apartada de la vorágine imperialista que por entonces arrastraba al resto de las potencias europeas.

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