Obras Maestras de la Arquitectura y Escultura: Coliseo, Notre Dame, El Condottiero y Cúpula de Santa María de las Flores

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El Coliseo: Un Icono de la Roma Imperial

El Coliseo, originalmente conocido como Anfiteatro Flavio, es un imponente anfiteatro ubicado en el corazón de Roma. Su construcción se llevó a cabo entre los años 70 d.C. y 80 d.C. Este colosal recinto servía como escenario para diversos espectáculos romanos, tales como luchas entre gladiadores, recreaciones de batallas y cacerías de animales. Con un aforo que alcanzaba las 50,000 personas, el Coliseo se mantuvo en uso durante aproximadamente 500 años. Hoy en día, se erige como el monumento más emblemático de Roma y un testimonio perdurable del ingenio romano.

La arquitectura romana, a diferencia de la griega, se distingue por la creación de espacios abovedados y cupulados, otorgándole una personalidad única. Esta arquitectura es eminentemente funcional, especialmente evidente en las obras públicas de ingeniería civil, con una clara herencia etrusca. Los materiales empleados en la construcción del Coliseo incluyen bloques de travertino, ladrillo y piedra de toba. El mármol también juega un papel destacado en la ornamentación de la obra.

En el Coliseo, se aprecian varias características distintivas del arte romano, como la incorporación de nuevos materiales, innovadoras técnicas constructivas y una mayor diversidad tipológica de edificios. En condiciones climáticas adversas, se desplegaba un toldo llamado *Velenium* para proteger a los espectadores. Además, debajo de la arena, existía una intrincada red de pasadizos que facilitaban el tránsito de luchadores, animales y personal.

La fachada del Coliseo alcanzó gran éxito gracias a la armonía visual generada por la disposición de las columnas. Estas eran de orden dórico, caracterizado por un capitel en forma de almohadilla y un friso que alternaba triglifos y metopas. El exterior del Coliseo integra los tres órdenes arquitectónicos clásicos: dórico en el primer piso, jónico en el segundo y corintio en el tercero. Para realzar su magnificencia, todo el exterior estaba originalmente revestido con planchas de mármol. Finalmente, cabe destacar que el piso de la arena, situado sobre los subterráneos, estaba hecho de madera.

Notre Dame: Joya del Gótico Francés

La Catedral de Notre Dame de París es, sin lugar a dudas, uno de los símbolos más reconocidos de la ciudad. Aunque no es la catedral más grande de Francia, sí es una de las obras de arte gótico más notables. Su fachada principal, orientada hacia el oeste, se abre a la plaza de Notre Dame. Sus dimensiones son impresionantes: 130 metros de largo, 48 metros de ancho y una altura de 69 metros.

La construcción de esta catedral se inició a instancias del obispo de París y presenta los mismos elementos constructivos que otras grandes catedrales de la época. La catedral posee una planta de cruz latina dividida en cinco naves, y el crucero está coronado por una aguja muy estilizada que acentúa la verticalidad del edificio. El ábside presenta una girola y capillas radiales. Se aprecian las innovadoras técnicas constructivas de la época: la bóveda de crucería, los arbotantes y los contrafuertes rematados con pináculos.

La fachada se divide en tres calles y tres cuerpos, predominando el sentido del ritmo y la proporción geométrica. En el primer nivel, encontramos la portada, que sigue siendo el lugar ideal para la escultura. En el segundo nivel, destaca un rosetón flanqueado por ventanas con decoración en tracería. Finalmente, el tercer nivel presenta una arquería formada por arcos apuntados que aporta ritmo y movimiento a la fachada.

La arquitectura gótica se caracteriza por su verticalidad y luminosidad, por los avances técnicos que permiten perforar los muros y sustituirlos por vidrieras de colores, y por el predominio del vano sobre el muro.

El Condottiero: Un Retrato Ecuestre del Renacimiento

El Condottiero es una escultura monumental de bulto redondo, realizada en bronce en 1453 por Donatello para la plaza de la Basílica de San Antonio de Padua, Italia. El material, resistente a las inclemencias del tiempo, permite su ubicación al aire libre. La escultura fue creada mediante la técnica del vaciado en bronce.

Las características principales de la obra son el naturalismo y el realismo en la representación del caballo, sus arreos y los detalles de la armadura del caballero. La escultura exhibe una tendencia a la monumentalidad; su tamaño y perspectiva responden al lugar donde se ubica. Está concebida para ser contemplada por todos desde la plaza. Así, el caballero y el caballo no están representados a proporciones exactas, pero sí lo parecen desde el punto de vista del espectador. Se aprecia un movimiento contenido y apacible.

Entre las características más destacadas se encuentran el equilibrio, la anatomía y la proporción. La referencia clásica se evidencia en la vestimenta romana del caballero. Estilísticamente, la obra se relaciona con la escultura romana, inspirándose en la estatua ecuestre de Marco Aurelio. El naturalismo, así como la serenidad del jinete y del caballo, son típicos del *Quattrocento*.

Se trata de un retrato realizado para glorificar al personaje representado, en este caso, resaltando las virtudes del militar, quien con gesto austero conduce el caballo sin violencia, pero con autoridad. La posición del bastón de mando le otorga importancia al caballero, denotando su alta posición. El caballero se mueve lentamente en la plaza, en una marcha de conquista, unido al caballo que avanza firmemente y sin excitación. El rostro del Condottiero es el de un hombre de edad avanzada. Se aprecia perfectamente la rigidez del cuerpo. El Condottiero se alza sobre una especie de muro o nicho construido con mármol.

Finalmente, la escultura renacentista se caracteriza por el gran naturalismo de las obras y el estudio del cuerpo humano, reflejando el antropocentrismo de la época.

Cúpula de Santa María de las Flores: Una Proeza de Brunelleschi

La cúpula de Santa María de las Flores, en Florencia, es una cúpula apuntada rematada por una gran linterna. Su estructura, construida con ladrillos sobre una base octogonal, está compuesta por dos cascarones paralelos. Tanto el interior como el exterior son apuntados. La capa interior, al tener un radio menor, se cierra antes. La anchura de la segunda capa aumenta con la altura. Entre ambas capas se encuentra un espacio de aire con los nervios y anillos que forman la estructura de la cúpula. Se utilizó piedra en las bases de las capas interna y externa.

La cúpula está formada por 24 nervios de ladrillos dispuestos en forma de espina de pez. Los ocho nervios que recorren los vértices de la cúpula son los principales, ya que soportan el peso de la estructura. La linterna, con sus 16 metros de altura, es una pieza clave en el conjunto arquitectónico. Abierta a los vientos, está diseñada específicamente para una cúpula apuntada. La cúpula se levanta sobre un cimborrio octogonal que distribuye su peso.

Cabe destacar que la cúpula de Florencia es uno de los pocos monumentos que, desde su construcción, se han considerado perfectos. El interior de la cúpula es semiesférico, contrarrestando los empujes de la misma. Brunelleschi tuvo que recurrir a esta solución, ya que el diámetro era muy amplio. Una cúpula completamente semiesférica se desplomaría hacia el interior, y una cúpula únicamente apuntada sufriría un destino similar. Una característica notable es que la cúpula está influenciada por la del Panteón romano.

Finalmente, las características de la escultura renacentista son las siguientes: la simetría, el canon, el estudio de la perspectiva y el empleo de las técnicas clásicas.

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