La novela y el teatro en el siglo XX

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La novela a partir de los 90:

A principios de la década de los 60 empiezan ya a manifestarse signos de cansancio respecto al realismo anterior. Además, hay que tener en cuenta que por estas fechas empiezan a publicarse en España las obras de los narradores Hispano-Americanos. Así, por ejemplo, en 1966 se publica 'La ciudad y los perros' de Mario Vargas Llosa y en 1967 'Cien años de soledad' de Gabriel García Márquez. Esta ruptura que los escritores latinoamericanos hacen respecto del realismo anterior no supone un alejamiento de la realidad, sino que abordan dicha realidad desde perspectivas y ángulos mucho más ricos estéticamente hablando. Como muy bien dijo Julio Cortázar, el primer deber de un escritor revolucionario es ser revolucionario como escritor. En nuestro país hay una novela que inaugura el cambio de estética, se trata de 'Tiempo de silencio' de Luis Martín Santos. A partir de este momento, algunos autores que habrán comenzado su andadura dentro de los moldes realistas y clásicos van a escribir novelas más o menos experimentales, tal es el caso de Miguel Delibes con 'Cinco horas don Mario'.

La novela española desde 1975 hasta nuestros días:

Así como en la década de los 50 el realismo social se había decantado por los en perjuicio de la calidad formal y así como la década de los 60 el afán de experimentación había acabado desplazando el interés de muchas novelas hacia un puro despliegue formal. Pues en la década de los 70 los narradores van a tratar de encontrar un cierto equilibrio entre forma y contenido. Si hay algo que define a los narradores de las últimas épocas es el hecho de que vivimos en una época dominada por el eclecticismo. Así, por ejemplo, observamos las distintas tendencias. Una línea muy fecunda lo constituye la llamada novela lírica o prosa poética que centra el máximo interés del relato en la calidad poética de cada página, ej: 'Mortal y rosa' de Francisco Umbral o 'La lluvia amarilla' de Julio Llamazares. También se cultiva la llamada novela histórica con recreaciones más o menos fieles de acontecimientos históricos, tal es el caso de 'La verdad sobre el caso Savolta' de Eduardo Mendoza o 'Soldados de Salamina' de Javier Cercas. También se sigue cultivando la novela de intriga o policiaca, así por ejemplo destacan las obras de Pérez Reverte 'La tabla de Flandes' o Antonio Muñoz Molina 'Plenilunio'.

Teatro sigloXX

El género teatral, en cuanto que es un espectáculo, está sometido a unos condicionamientos comerciales muy fuertes y por eso tanto en el terreno histórico existen fuertes resistencias a todo aquello que se salga de los cauces convencionales. Antes de la guerra civil encontramos dos tendencias. La del teatro tradicional y la del teatro innovador. Dentro del teatro tradicional encontramos las siguientes tendencias:

  • La comedia burguesa o de salón: es un tipo de comedia que sigue la línea de Echegaray y cuyo representante máximo es Jacinto Benavente, el cual constituye un buen exponente de las limitaciones del momento. Se inicia con una obra atrevida 'El nido ajeno' que fue un fracaso total. Benavente optó por unas obras críticas pero más atemporadas 'La noche del sábado' y 'Los intereses creados'.
  • Teatro en verso: se cultiva también un tipo de teatro escrito en verso con rasgos modernistas y vinculado a una ideología conservadora tradicional. Los autores más representativos son Jacinto Villaespesa y Eduardo Barquina.
  • Teatro cómico: está muy de moda las comedias costumbristas de ambiente castizo. Destacan los hermanos Álvarez Quintero, los cuales presentan en sus obras una Andalucía típica y tópica. Algunos títulos 'El patio' y 'El genio alegre'. Por su parte, Carlos Arniches recrea en sus obras el ambiente madrileño 'El santo de la Isidra'. Sin embargo, Arniches a partir de 1919 inicia una interesantísima andadura teatral que denominó tragedia grotesca cuya máxima obra es 'La señorita de Trevélez'.
  • Teatro innovador: dentro de los autores que pretenden hacer cosas diferentes encontramos una primera generación de escritores 98 que hacen algunas incursiones con dudosos resultados. Tal es el caso de Unamuno que una vez más utiliza este género para expresar sus eternos conflictos existenciales. Su obra más representativa es 'El otro'. Azorín también hace experimentos donde plasma su eterna obsesión por el paso del tiempo, su obra 'El invisible'. Por su parte, Valle Inclán es el que realiza uno de los experimentos más interesantes dentro del siglo XX. Tras unas primeras obras ambientadas en su Galicia natal, en 1920 inicia una trayectoria que él calificó como de esperpento con su famosa obra 'Luces de bohemia' en la famosa escena duodécima. Según el crítico Pedro Salinas, el esperpento deforma la realidad para hacérnosla ver en toda su pequeñez y falsedad y para así hacernos una radiografía moral de la sociedad. Otras obras significativas son 'Los cuernos de don Friolera' o 'La hija del capitán'. Por otro lado, la segunda generación coincidente con las vanguardias tiene como máximo exponente a Federico García Lorca, el cual se adelanta en gran medida a su tiempo porque hace un teatro concebido como un espectáculo completo, en donde los elementos extratextuales tienen una importancia decisiva. En sus obras plantea lo que el crítico Ruiz Ramón denominó como enfrentamiento entre principio de autoridad y de libertad.

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