La novela en la Generación del 98

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La novela en la Generación del 98: la crisis de fin de siglo se reflejó también en la novela, en los temas y en las formas. En los temas, o mejor en el enfoque general de la novela, se tiende al subjetivismo. En las formas se patenta la voluntad de renovar el estilo y las técnicas narrativas. Las primeras manifestaciones de la nueva sensibilidad se muestran en 4 novelas publicadas en 1902, firmadas por autores de la Generación del 98: Azorín, Unamuno, Baroja y Valle-Inclán. La novela de la Generación del 98 tiene rasgos característicos:

  • Es una novela configurada en torno a un personaje central, el protagonista, que suele representar las ideas y preocupaciones del autor.
  • El interés del argumento no reside tanto en la acción externa como en las decisiones y conversaciones de los personajes.
  • La realidad no se describe objetivamente sino a través de la sensibilidad del personaje central.

El existencialismo literario: la filosofía existencialista propiamente dicha se desarrollará, sobre todo, a raíz de la Segunda Guerra Mundial; en cambio, una literatura preocupada o angustiada por la condición humana (como la de Unamuno o Kafka) es anterior a las formulaciones filosóficas de Heidegger o Sartre. La crisis general de principios de siglo produjo inequívocos brotes de un desgarrigo existencial que se agudizan. Las preocupaciones filosóficas en la Generación del 98: cuestiones como el sentido de la existencia o el sentido del hombre son fundamentales en muchas de sus obras. Estos temas derivan de la influencia ejercida en todos ellos por los filósofos de la época, especialmente Schopenhauer, Nietzsche y Kierkegaard. Asimismo, algunas obras de Unamuno o Baroja son claros antecedentes del existencialismo europeo. Entre los rasgos destacados de la personalidad de Baroja figuran su visión pesimista de la vida y del mundo y su escepticismo radical acerca de la religión, la política y la sociedad. Kierkegaard es el precursor del existencialismo, por su filosofía del sufrimiento y la angustia. Schopenhauer se caracteriza por su profundo pesimismo y Nietzsche afirmó que Dios ha muerto. Se considera que representa el nihilismo, corriente de pensamiento que representa la desvalorización de los valores supremos. A raíz de la crisis de la razón, resurgimiento del sentimiento religioso. En los escritores del 98 en quienes se ve en ellos un precedente del existencialismo europeo. Estrechamente ligadas a este talante se hallan sus actitudes ante lo religioso. Los noventayochistas habían caído de jóvenes en un total agnosticismo y en un anticlericalismo virulento. Baroja, había de seguir manteniendo durante toda su vida un radical escepticismo y una incurable dogmatofagia.

La poesía de Unamuno

Unamuno coincidió con los autores del momento en el esfuerzo por liberar la lengua poética del énfasis retórico que había caracterizado la lírica romántica. La suya es una poesía de la vivencia y de la experiencia. En su poesía se distinguen tres grandes temas: la familia, la patria y la religión, además del paisajístico (en especial, de Castilla y Vizcaya) con el que se incorpora a la corriente noventayochista. Sus obras principales son: Poesías ( 1907), Rosario de sonetos líricos (1911), El Cristo de Velázquez (1920), De Fuerteventura a París (1925), Romancero del destierro (1928) y Cancionero, publicado póstumamente en 1953.

La poesía de A.Machado: del modernismo al noventayochismo

Es un poeta modernista y noventayochista. Su poesía sintetiza de modo armonioso el clasicismo de las formas, el simbolismo del mundo sensorial y la indagación en sus galerías interiores. Compuso varias obras: Soledades (1903), obra plenamente modernista, Soledades, galerías y otros poemas (1907), muestra un modernismo intimista centrado en lo que llamó los sentimientos universales: el tiempo, la muerte, Dios y el amor. En 1912 compuso Campos de Castilla la cual supone su integración en la generación del 98. En esta obra observa el mundo exterior para expresar de modo reflexivo el inconformismo y el desajuste con la realidad social, pero también trata la sublimación de un paisaje desmaterializado e idealizado, en el que puede seguir buscando el alma. Compuso después Nuevas Canciones (1924) obra breve en donde destaca una poesía sentenciosa. Luego escribe De un cancionero apócrifo en el cual mezcla prosa y verso; los poemas son unas composiciones de un nuevo y tardío amor. En los albores de la guerra civil compuso unos poemas que se conocen como poesía de guerra de la cual destacamos la elegía que compuso tras la muerte de Lorca. Estos poemas se editaron en su Poesía completa.

Pío Baroja

Fue un inconformista radical, mantuvo siempre una postura hostil hacia la sociedad. No creyó en Dios ni en la vida. Y, sin embargo, hay también en Baroja una inmensa ternura por los seres desvalidos o marginados. Defendió una novela abierta y la libertad absoluta para el escritor. Sus novelas se caracterizan por los siguientes rasgos:

  • Marcada presencia del narrador a través de comentarios y reflexiones (Baroja se permite expresar sus ideas filosóficas, literarias y políticas).
  • Novelas centradas en un personaje: activo y dominador o, pasivo y sin voluntad.
  • Acción y diálogos abundantes.
  • Descripciones impresionistas a base de pinceladas o unos pocos detalles físicos y psicológicos.
  • Prosa espontánea que ha llevado a los críticos a tacharlo de desaliñado e incluso incorrecto.

Él mismo organizó sus novelas en trilogías (grupo de tres novelas que gira en torno al mismo tema, destacan: La tierra vasca, La lucha por la vida, La raza y El mar.). Podemos distinguir tres etapas en su producción literaria:

  1. PRIMERA ETAPA: Es la etapa de mayor creatividad y vitalismo. Pertenecen a ella obras como Camino de perfección; la trilogía La lucha por la vida (que incluye La busca); El árbol de la ciencia; Zalacaín el aventurero o Las inquietudes de Shanti Andía … Son las novelas en las que se refleja mejor la personalidad de Baroja, y las que expresan más claramente el espíritu del Grupo del 98 y la crisis de fin de siglo. Presentan una serie de personajes que intentan buscar sentido a su existencia; algunos son seres en conflicto consigo mismos y con el medio, que acaban sucumbiendo; otros son hombres de acción que sueñan con la libertad.
  2. SEGUNDA ETAPA: En esta época decae la capacidad creadora de Baroja que repite los moldes narrativos anteriores e incluye en sus narraciones abundantes divagaciones ideológicas. Lo más interesante de este periodo es la serie Memorias de un hombre de acción, que cuenta las aventuras de un antepasado del autor, Eugenio de Avinareta, conspirador y guerrillero del siglo XIX.
  3. TERCERA ETAPA: Baroja ya no creó nada nuevo. Desaparecen de sus escritos la fuerza crítica y los ataques a la sociedad. Tampoco aparecen héroes de acción. De esta última época destacan sus memorias, tituladas Desde la última vuelta del camino, escritas con una gran sinceridad.

Miguel de Unamuno

Sus novelas se centran en el conflicto íntimo de los personajes, debido con frecuencia a las relaciones familiares. En ellas desarrolla sus temas obsesivos: la afirmación de la personalidad, la lucha contra el instinto, el deseo de dominio sobre los demás, la muerte, la existencia de Dios... Para ello interviene en el relato, dialoga con sus personajes, los convierte en símbolos, interpela al lector... En 1914 publica Unamuno la que, sin duda, es su mejor novela: Niebla (subtitulada nivola, nombre que el autor daba a sus obras por considerarlas distintas) Lo que más sorprende al lector de esta obra es la utilización del conocido juego vida-literatura: Augusto Pérez, el protagonista de la novela, se enfrenta con su creador en un ambiente de confusión entre lo que es verdad y lo que es ficción. Unamuno también se sintió atraído por el tema de la lucha entre hermanos, por la historia bíblica de Caín y Abel. Este motivo fratricida sirve de base a su novela Abel Sánchez Tras La tía Tula, que tiene como tema central las ansias de maternidad de una mujer virgen, Unamuno publica San Manuel Bueno, mártir: en esta obra aparecen todos los motivos que, recurrente e insistentemente, habían ido apareciendo en sus novelas anteriores: la lucha agónica del individuo en este mundo, el creer y el aparentar creer, la soledad, los problemas de la fe, la vida como sueño... Cuenta la historia de un cura de pueblo que ha perdido la fe, pero que aparenta tenerla para que sus feligreses mantengan intactas sus creencias religiosas.

José Martínez Ruiz “Azorín”

Sus ideas políticas y religiosas evolucionan desde un anarquismo juvenil al conservadurismo de su madurez. Su filosofía se centra cada vez más en una obsesión por el tiempo, por la fugacidad de la vida… En su obra se observa una íntima tristeza, una melancolía que fluye mansamente junto a un anhelo de apresar lo que permanece por debajo de lo que huye, o de fijar en el recuerdo las cosas que pasaron. En definitiva, Azorín vive para evocar, es un contemplativo. Cultivó el ensayo y la novela, y prácticamente borra las fronteras entre ambos géneros; aunque puso el subtítulo de novela a unos quince libros, estos apenas se distinguen de sus ensayos. Las principales cualidades de su estilo son la precisión y la claridad. De ahí el empleo de la palabra justa y de la frase breve; en sus descripciones se observa una técnica miniaturista, por la atención al detalle, y se anulan el movimiento y el tiempo, la narración se fragmenta en instantáneas que configuran cuadros o fotografías que dispersan la atención del lector.. Sus novelas de esta época son de dos tipos:

  1. Aquellas en las que predominan los elementos autobiográficos y de impresiones suscitadas por el paisaje. El protagonista es Antonio Azorín (del cual tomará su seudónimo), personaje de ficción que se convierte en la conciencia de su creador. Estas novelas son un pretexto para desarrollar las experiencias vitales y culturales del autor. A ella pertenecen La voluntad, Antonio Azorín y Las confesiones de un pequeño filósofo.
  2. En otras, Azorín abandona los elementos autobiográficos, si bien continúa reflejando sus propias inquietudes a través de personajes míticos: la fatalidad, la obsesión por el tiempo, el destino, etc. Una muestra de ello es Doña Inés. A esta misma etapa pertenece Don Juan, basada en la conversión cristiana del mito.

Aunque no es objeto de especial atención, destacamos también a Ramón Mª del Valle- Inclán: comenzó su carrera en el Modernismo, pero irá evolucionando hacia su gran creación, el esperpento (más logrado en sus obras teatrales). Al Modernismo se adscriben las Sonatas (de primavera, de estío, de otoño y de invierno) el protagonista es el Marqués de Bradomín, un donjuán “feo, católico y sentimental”. Novelas que ofrecen rasgos del esperpento: Tirano Banderas (que inicia, en cierto modo, la “novela de dictador”), El ruedo ibérico

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