La novela después de la Guerra Civil

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TEMA 5. La narrativa española desde la posguerra hasta finales de los años 60.


1. NARRATIVA DE POSGUERRA


El legado y corrientes narrativas que dejaron los noventayochistas y novecentistas se rompíó con la Guerra Civil, que politizó absolutamente toda la literatura, y en el caso de la narrativa, se usó de manera tendenciosa al servicio de ambos bandos. Tras la victoria de la Guerra Civil por el bando nacional, que la inició con un Golpe de Estado, y la posterior instauración de la Dictadura del general Franco, se sufríó una cruel represión de la libertad de expresión para camuflar la falta de apoyos de una Europa sumida en la II Guerra Mundial-. Desde entonces, la literatura se rehumanizó y durante este periodo solo era concebible una literatura comprometida.


A lo largo de los años 40, la narrativa en la Península se dividía en dos corrientes: la idealista o “arraigada” y la del Realismo existencial o más “desarraigada”.

La novela idealista se cultivó agrupándose en una vertiente evasiva, que evitaba toda alusión a la Guerra, que no tuvo éxito, y una política, que ensalzaba los valores del Franquismo. En esta última, destacó Torrente Ballester, autor de Javier Mariño. Historia de una conversión, en el que un chico enamorado de una comunista en Francia decide apoyar al Franquismo cuando llegó a España. El escritor se separó enseguida de esta corriente con la crítica satírica al Régimen con El Golpe de Estado de Guadalupe Limón, en el que recrea el Golpe de Estado de 1936 en Hispanoamérica y con personajes ficticios, y posteriormente, se uníó al experimentalismo con La saga/fuga de J.B.
y al Realismo actual con Filomena, a mi pesar.

Por otro lado, de forma contemporánea, la corriente del Realismo existencial aludía a la soledad, la frustración o la muerte, y cuyas historias estaban protagonizadas por personajes marginados, desarraigados y angustiados. La estética perdíó importancia también.

Podemos clasificar en este grupo a las tres novelas más influyentes de este periodo: La familia de Pascual Duarte, de Camilo José Cela, que inaugura el tremendismo en la literatura mostrando los aspectos más duros de la vida y relatando la historia con excesiva crudeza; Nada, de Carmen Laforet, en la que se muestra la resignación y los rencores ocultos en la Barcelona de posguerra con un estilo desnudo; y La sombra del ciprés es alargada, de Miguel Delibes, una obra intimista y que refleja una gran preocupación psicológica.


Mientras tanto, en el exilio, Ramón J. Sender trató el tema de la Guerra Civil y España en Réquiem por un campesino español”; Francisco de Ayala destacó con Muertes de perro, una obra con escasa trama y estilo irónico, y Rosa Chacel también escribíó novelas como Memorias de Leticia Valle”. Sin embargo, el autor más destacado fue Max Aub, que comenzó a cultivar las vanguardias aunque cuando se exilió, se uníó a la poesía social con un ciclo histórico-novelesco acerca del conflicto español: los 'campos', al que pertenece, entre otros, El laberinto mágico”.


2. NARRATIVA DE LOS AÑOS CINCUENTA


En los años 50, el bando capitalista de la Guerra Fría establecíó con España relaciones internacionales cuando se pidió entrar en la ONU, y tras el ligero cumplimiento de la petición de rebajar los índices de censura y represión, y el plan Marshall pactado con EEUU, lo consiguió en 1955. A partir de ahora, la mayor represión estaba llevada a cabo por parte de la Iglesia. Por ello, la literatura pudo avanzar lentamente, surgiendo el Realismo social como corriente dominante, y la primera obra fue La colmena, de Camilo José Cela. Esta novela intentaba renovar la narrativa desde una perspectiva objetivista y de Realismo crítico, basado en  el del Siglo XIX.


Los temas del Realismo social estaban relacionados con el reflejo de España: la vida en el campo y la ciudad, el mundo laboral, la Guerra Civil y la burguésía de la época; y en general, las novelas mostraban una solidaridad con los humildes, disconformidad con la sociedad española y un anhelo de cambio.

Con respecto a las técnicas estéticas, el Realismo social se caracterizó por el personaje colectivo o representativo, la importancia de las descripciones y anécdotas, la estructura lineal, un argumento poco importante, un narrador objetivo, un tempo menor al de un día, porque en la época no era agradable observar el paso del tiempo, y el uso de un lenguaje sobrio y claro.

En este periodo destacó el autor Rafael Sánchez Ferlosio con una obra que engloba las carácterísticas anteriores en una nueva tendencia llamada 'conductismo': El Jarama”. La principal distinción es su objetivismo en grado máximo, y habla de un día de ocio de un grupo de amigos madrileños en el río Jarama, con un triste incidente final.



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