Nombres de oradores romanos

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TITO LIVIO (59 ac-17 dc):


Su historia de Roma “Ad urbe condita libri” estaba formada por 142 libros, de los que se conservan 36. Abarca desde los orígenes de Roma hasta el gobierno de Augusto.
Tiene una finalidad ética y pragmática, con un profundo sentimiento moralista.

Desea expresar la gloria del pueblo romano.
Prima la exaltación de Roma sobre todo, el amor a la patria y la profunda religiosidad más que el rigor científico. Tito Livio sólo selecciona la versión más verosímil de los hechos, sin buscar la verdad, sino buscando plasmar el pasado heroico.

VIRGILIO (épica):


Estudió retórica y filosofía, pero su vocación poética se vio plasmada en sus tres obras: “bucólicas” (composiciones líricas de tema pastoril donde se expresa el amor a la tierra); “Geórgicas” (poema didáctico para atraer a los romanos al campo) y la “Eneida”.

La Eneida es la gran epopeya nacional, escrita para glorificación del pueblo romano, de Augusto y su gens (vinculada con Troya). Es un intento de Augusto para la restauración moral y cívica de los romanos; y de equipararse con el mundo griego.

VIRGILIO (lírica):


Las primeras poesías son para agradar a Augusto. Se recoge la herencia neotérica en la perfección formal e innovación técnica, aunque superada.

Son 10 poemas de tema pastoril, tomando a Teócrito como modelo de motivos poéticos, escenas, nombres de pastores… en territorio romano, con paisajes de su niñez.

Los poemas pares son narrativos y los impares diálogos, Su agumento, aunque nuevo, alude alegóricamente a hechos y personajes coetáneos. Hay un clasicismo formal, en sintonía con el gobierno de Augusto.

PLAUTO:


Único autor realmente popular del teatro latino, del que se conservan 21 comedias, cuyo género es la “fábula palliata” (comedias de tema griego basadas en la comedia Nueva).

Trata el mundo del hombre de a pie, seres sin relevancia social o política. Van precedidas de un prólogo que narra el argumento y pide benevolencia y aplausos.

Su argumento son comedias de enredo con final feliz. Supo interpreta felizmente las aspiraciones, inquietudes y frustraciones del hombre llano. Los esclavos son protagonistas de situaciones donde se burla y engaña a las clases acomodadas.


HORACIO (65-8 ac):



Horacio comprendíó los aspectos socio-políticos, lierarios y morales de la época del mismo modo que Ovidio los ideales de Augusto. De su obra destacan lo épodos y las odas:

“Épodos”: 17 composiciones breves de tono satírico inspiradas en Aquíloco. A él le debemos el tópico del beatus ille (épodo II), alabanza a la vida campesina en boca de un usurero.

“Odas”: su obra cumbre. Son 104 composiciones repartidas en IV libros. Algunas son de carácter ligero (poemas de amor y amistad); otras de tono más serio (obras por encargo que exaltan algún personaje o acontecimiento público). Su popularidad se debe a la perfección de su acabado, resultado de gran esfuerzo y elaborado refinamiento. Su aparente facilidad se debe a que e el mundo y las cosas corrientes y las describe sin artificios. También aquí nos deja el tópico del carpe diem (oda XI).

Otra de sus obras es el Carmen saeculara.

CICERÓN (106-43 ac):


Una de las figuras más visibles en el Renacimiento cultural de Roma en el s. I ac fue Marco Tulio Cicerón. Fue el hombre de cultura que súperó el antagonismo griego y romano recogiendo las ideas helénicas adaptándolas y adecuándolas a la tradición romana.

Para entender su importancia, tenemos que entender su biografía: nacíó en el seno de una familia de agricultores conocidos y con posibles, aunque no patricia. Esto explica su conservadurismo en cuestión de tradiciones y respeto a las costumbres así como su carrera política: tuvo que recorrer el “cursus honorum” al no tener antepasados que hubieran sido magistrados.

Su obra comprende discursos políticos y judiciales así coo obras retóricas.

   Políticos: Catilinarias (contra Catilina) y Filípicas (contra Marco Antonio).

   Judiciales: Verrinas (contra el ex gobernador de Sicilia Verres) y En defensa del poeta Archia.

   Retóricas: Brutus (historia de la elocuencia en Roma), De oratore y orator (formación del orador y la técnica del discurso).

A finales del s. I, su legado es rescatado por Quintiliano en su tratado Instituo Oratoria, mediante el cual se vuelve al modelo clásico y se preocupa por la formación del orador.

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