Nietzsche: Transvaloración, Nihilismo y el Futuro de la Civilización Occidental

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Conceptos Fundamentales en la Filosofía de Nietzsche

1. Transvaloración

La transvaloración en Nietzsche tiene dos sentidos principales. Por un lado, se refiere a la rebelión de los esclavos en la moral, es decir, al cristianismo. Esta rebelión invirtió todos los valores de la moral heroica, convirtiéndolos en contravalores, en valores negativos. A su vez, exaltó a la dignidad de ideales supremos todo lo que un aristócrata despreciaba.

Por otro lado, la transvaloración de todos los valores es la propuesta positiva que Nietzsche sugiere para regenerar la cultura occidental. Se trata de una inversión de la inversión cristiana de los valores, un intento de volver a poner sobre sus pies la venerable moral de la aristocracia, yendo más allá del bien y del mal.

El superhombre (Übermensch) es el antinihilista por excelencia. En primer lugar, no cree en una finalidad metafísica en el mundo; el superhombre sólo es posible después de la muerte de Dios. En segundo lugar, obsequia a su voluntad de poder, permitiéndola que elija los medios o valores que aseguren su ascenso, pues los valores son siempre medios, no fines. El fin es la voluntad de poder misma. La cultura occidental está ya madura para ensayar una transvaloración de la transvaloración cristiana de los valores, es decir, para volver a respirar el aroma fuerte y saludable, el aire de alturas de la moral de los héroes homéricos.

2. Nihilismo

El nihilismo es la condición que vive el hombre cuando es incapaz de hallar valores que orienten fructíferamente su vida. Puede adoptar dos formas principales: querer la nada y no querer.

  • Querer la nada: Es la forma cristiana del nihilismo. Consiste en encumbrar valores contrarios a la vida, hacer de la moral una contranaturaleza.
  • No querer: Es el pesimismo que se deriva de una moral naturalista obsesionada por la analgesia y que padece la evidencia desmoralizadora de que la felicidad, tal y como ella la concibe, es un fruto que tiende a marchitarse con el tiempo.

Nietzsche plantea que los nihilistas son los que poseían la convicción de que en el mundo habita una finalidad; la pérdida de esta convicción genera dos tipos de nihilismo:

  • Nihilismo pasivo: Se aparta con aprensión de cualquier valor sin combatirlo, se prohíbe tanto decir sí como decir no, sólo desea no desear.
  • Nihilismo activo: Es la actitud del león que niega y destruye todo valor trascendente, pero es incapaz de fabricarse un sentido.

3. El Futuro de la Civilización Occidental y la Voluntad de Poder

La concepción del futuro de la civilización occidental deriva en la falta de una finalidad, un camino que guíe y responda a la enfermedad del progreso. Se trata de la inconsciencia de la vida ante la meta de la autosuperación sin valores verdaderos. Las dinámicas de la moral y la ética no encajan en la nueva forma de pensamiento del mundo; se necesita un superhombre.

La relación entre el futuro de la civilización occidental y la voluntad de poder radica en su denominador común. A través de este pensamiento de obtener más y más potencia y aptitud, se lleva a una racionalización que afecta a la sociedad en las formas de producción, hacia un mayor progreso a través de un pensamiento calculador y utilitarista. A través de esa estructura de la vida humana, la voluntad de poder, que sería la superación de nuestras propias resistencias, permite pasar el límite de lo humano. Se relaciona con el eterno retorno a través de que la vida, sumado con la voluntad de poder y la cultura de occidente, lleva a que el progreso y la enfermedad de la racionalización sea una variable constante de repetición.

4. Cristianismo, Socratismo y el Papel de Cristo

El cristianismo representa para Nietzsche una doctrina que lleva a una vida decadente, ya que rechaza la lucha del desafío de vivir. Esto conduce a una debilidad del hombre, categorizando los conceptos de la culpa, el mal y el pecado bajo un filtro para someter al hombre.

El socratismo representa para Nietzsche el proyecto de un heroísmo falso, una predicación para ocultar la decadencia contra los valores del hombre que tiene por naturaleza.

El papel de Cristo se puede interpretar a través de la idea del eterno retorno, como se ejemplifica en la anécdota de la acera que se levanta repetidamente. Esto sugiere un ciclo constante de eventos, similar a la repetición de patrones en la historia y la vida.

5. Ética en Nietzsche

Nietzsche aborda la ética desde diferentes perspectivas. Sus obras tocan los ámbitos de la metaética, la ética normativa y la ética descriptiva.

En lo referente a la metaética, Nietzsche puede ser clasificado como un escéptico moral. Afirma que todas las sentencias éticas son falsas, porque cualquier tipo de correspondencia entre sentencias morales y hechos es ilusoria. Esta afirmación forma parte de aquella otra más general según la cual no existe una verdad universal, pues ninguna corresponde a la realidad más que de una forma aparente. Las afirmaciones éticas son meras interpretaciones parciales sobrepuestas a la realidad, fundamentalmente ininterpretable.

En la disyuntiva entre ética normativa y ética descriptiva, distingue entre la moral de señor y la moral de esclavo. Aunque reconoce que es muy difícil encontrar un ejemplo real de alguien que mantenga una u otra moral pura, las presenta en contraste:

  • Interpretación de lo "bueno" y lo "malo" en oposición a la interpretación de lo "bondadoso" y lo "malvado".
  • Moral de la aristocracia frente a la moral del rebaño, de los esclavos, los oprimidos.
  • Determinación de valores independientemente de fundamentos predeterminados (Naturaleza) por oposición a valores establecidos sobre fundamentos determinados previamente (Cristiandad).

Estas ideas fueron elaboradas en su libro La genealogía de la Moral, en el cual introdujo el concepto clave del resentimiento como base de la moral del esclavo.

La frase "Dios ha muerto", puesta en boca de un personaje en La gaya ciencia y luego por Zaratustra, no proclama una muerte física, sino un final natural a la creencia en Dios. Nietzsche no dio argumentos para el ateísmo, sino que observó que sus contemporáneos vivían como si Dios estuviera muerto. Creía que esta "muerte" minaba los fundamentos de la moral y que acabaría por desembocar en el nihilismo y relativismo moral. Para evitar esto, él creía en la revaluación de los fundamentos de la moral para comprender mejor los motivos y orígenes subyacentes de los primeros. De esta manera, los individuos podrían decidir por sí mismos si un valor moral es obsoleto o quieren realmente tomar ese valor como cierto.

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