Nacionalismos y Regionalismos Periféricos en España (siglo XIX-XX)
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Los planteamientos nacionalistas y regionalistas periféricos
A. Planteamientos y causas
La identidad española estaba formada por una diversidad de territorios con sus lenguas propias, su cultura, su economía, sus instituciones o su pasado histórico. Estas no desaparecieron con la creación del estado liberal centralista y uniforme, sino que evolucionaron y se reactivaron cultural y políticamente al llegar al siglo XIX. Por otro lado, la creación del estado liberal, al centralizarse y uniformizarse, no fue capaz de integrar las identidades.
Durante la Restauración, se impulsó la idea conservadora, católica y castellana: la tesis de una nación basada en la fe y la patria. Esta reacción frente a la involución centralista de 1874 viene acompañada de otra causa: la diferenciación creciente de las estructuras sociales y económicas. Cataluña y País Vasco tenían un desarrollo industrial y bancario con una burguesía acomodada y un grupo de intelectuales que defendían sus intereses y la autonomía de su región.
B. El catalanismo
El centralismo anuló las aspiraciones de los catalanes y se recogió hacia su país, dando origen al renacimiento. En 1868-74, durante el Sexenio Revolucionario, Cataluña afirmaba tener una personalidad propia y aspiraba a tener instituciones políticas y administrativas. Llegó la Restauración y emergieron una pluralidad de grupos y asociaciones. Más tarde, se establecen acontecimientos históricos catalanes y se asientan las bases de la futura política catalana. Entre los sectores conservadores y burgueses aparecen: Puig i Cadaflach, Duran i Ventosa, etc.
Al finalizar el siglo, existe un amplio sentimiento catalanista, pero todavía es un sentimiento regionalista y se acepta la pertenencia a España, aunque se reivindica un poder político para Cataluña dentro del Estado. El desastre de 1898 hizo entrar en crisis las relaciones del Estado con los regionalismos e hizo mutar el regionalismo en nacionalismos, y el catalanismo recoge una fuerza política: con las aspiraciones de Polavieja en el gobierno de Silvela y la entrada como ministro. El catalanismo pretende regenerar la periferia. La burguesía catalana se alía con los defensores del catalán en una coalición catalana que triunfaba en las elecciones y que será núcleo del primer partido catalán conservador, la Lliga Regionalista, cuyo fin era conseguir la autonomía dentro del Estado español. Importante Pompeu Fabra para las normas de la ortografía catalana en 1913.
C. El nacionalismo vasco
El territorio vasco parte de la existencia de fueros, que suponen instituciones propias como las Juntas Generales, leyes propias, finanzas, etc. Estos derechos no se perdieron con la paz de Vergara y la situación de privilegio se mantuvo hasta 1876; en ese momento, la derrota de la tercera guerra carlista supuso el fin de la pérdida de la autonomía para el País Vasco y Navarra. Aunque conservaron cierto grado de autonomía financiera con los conciertos económicos, los vascos vieron frustradas sus aspiraciones foralistas y generó un sentimiento de resentimiento hacia el gobierno.
El nacionalismo vasco estuvo estimulado por el catalán y su base y fundamento fue el carlismo. Su componente social se basó en la clase media y campesina. Tenía un carácter confesional y conservador. Este sentimiento se aceleró por el crecimiento económico y el cambio social y se plasmó en una pluralidad de grupos, personalidades y asociaciones. Se creó el primer partido vasco en forma inicial del Partido Nacionalista Vasco. Desde este año, empezarán a participar en las elecciones municipales, la diputación y el congreso.
D. Galleguismo
Este movimiento tuvo sus figuras centrales apoyadas por Pardo Bazán. La conciencia del resurgir político se activó con la república federal y continúa con escritores federalistas y su proyecto de constitución gallega en 1887. El interés por conseguir una política específicamente gallega gana defensores. Se crea una lucha entre el caciquismo y por la redención de los foros; esta lucha se transforma en rechazo al parlamento.
E. Valencianismo y andalucismo
Se fundamenta el renacimiento con Teodoro Llorente, Constantí Llombart, Félix Pizcueta y Vicente Querol. Hay una línea conservadora definida por el primero, literaria y burguesa, que se desentiende del movimiento político, defiende la unidad de España y se une a los Juegos Florales de 1879. El segundo se preocupa por la proyección política valencianista y está más interesado por los logros de los colegas de Cataluña. En este tiempo, solo algunos escritores tratan temas del resurgir de la identidad valenciana. En el siglo XX aparecen entidades de carácter regionalista y minoritarias que organizaron la primera asamblea regionalista valenciana.
Blas Infante promovió la apertura de centros andaluces y publicó El Ideal Andaluz en el que se reivindicaba la personalidad única de Andalucía y la creación de la Mancomunidad Andaluza.