El Nacimiento de Venus y el Templete de San Pietro in Montorio: Dos Joyas del Renacimiento
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Nacimiento de Venus
Autor: Botticelli
Fecha: 1485
Localización: Galería de los Uffizi
Material: Témpera sobre lienzo
Dimensiones: 172,5 x 278,5 cm
Estilo: Renacimiento Italiano
El Nacimiento de Venus es una de las obras más famosas de Botticelli. Fue pintada para un miembro de la familia Médici, con el fin de decorar uno de sus palacios de ocio en el campo. El tema mitológico era habitual en estos emplazamientos campestres, surgiendo imágenes como la Primavera o Venus y Marte. Venus es la diosa del amor y su nacimiento se debe a los genitales del dios Urano, cortados por su hijo Cronos y arrojados al mar. El momento que presenta el artista es la llegada de la diosa, tras su nacimiento, a la isla de Citera, empujada por el viento como describe Homero, quien sirvió de fuente literaria para la obra de Botticelli.
Venus aparece en el centro de la composición sobre una enorme concha; sus largos cabellos rubios cubren sus partes íntimas mientras que con su brazo derecho trata de taparse el pecho, repitiendo una postura típica en las estatuas romanas de las Venus Púdicas. La figura blanquecina se acompaña de Céfiro, el dios del viento, junto a Aura, la diosa de la brisa, enlazados ambos personajes en un estrecho abrazo. En la zona terrestre encontramos a una de las Horas, las diosas de las estaciones, en concreto de la primavera, ya que lleva su manto decorado con motivos florales. La Hora espera a la diosa para arroparla con un manto también floreado; las rosas caen junto a Venus ya que la tradición dice que surgieron con ella.
Técnicamente, Botticelli ha conseguido una figura magnífica, aunque el modelado es algo duro, reforzando los contornos con una línea oscura, como si se tratara de una estatua clásica. De esta manera, el artista toma como referencia la Antigüedad a la hora de realizar sus trabajos. Los ropajes se pegan a los cuerpos, destacando todos y cada uno de los pliegues y los detalles. El resultado es sensacional, pero las pinturas de Botticelli parecen algo frías e incluso primitivas.
Esta obra se enmarca en el gusto por la cultura y el arte clásico, tomada como punto de referencia. Pero hay que considerar que no se trata de una simple exaltación pagana de la belleza femenina, sino también de la convicción cristiana del bautismo como nacimiento a una nueva vida. En este sentido, la venera sobre la que se eleva Venus es también un símbolo de Cristo. La idea de mezclar o unir los elementos de la Antigüedad clásica con el cristianismo es quizás el primero de los sellos de identidad del Renacimiento italiano de la Edad Moderna, es el Neoplatonismo. Según éste, el verdadero significado de la obra sería la demostración de que la belleza nace de la unión del espíritu con la materia, de la idea con la naturaleza.
Templete de San Pietro in Montorio
Localización: Roma
Fecha: 1502
Estilo: Renacimiento
La obra responde a un encargo de los Reyes Católicos españoles, Isabel y Fernando, que querían edificar un monumento de agradecimiento tras la unificación religiosa de la península, una vez conquistada la última taifa musulmana de Granada y realizada la expulsión de los judíos. Se levantó en el lugar en el que la tradición situaba el martirio de San Pedro, su crucifixión y posterior decapitación. Con ello, nos evoca ya en primer lugar a los martyriae paleocristianos, ya que envuelve arquitectónicamente el agujero de la roca en la que al parecer se situó la cruz.
Sobre la cámara subterránea, Bramante va a elevar un edificio realizado en piedra que consta de un cilindro coronado con una cúpula, que externamente va a estar envuelto por una columnata circular de orden toscano. Sobre la columnata, una diminuta balaustrada ciñe el cuerpo superior. Así vemos que el edificio es de clara inspiración clásica, ya que el pórtico exterior nos remite al tholos griego, lo mismo que el basamento escalonado o el entablamento con un friso de triglifos y metopas, en las que, por cierto, las escenas aluden al martirio del santo, y la estructura cilíndrica rematada en cúpula lo hace al Panteón de Roma. De igual manera, el uso del orden toscano, la simplicidad, la robustez, la sobriedad, la monumentalidad y la delimitación de la fachada única (pese al escalonado basamento, solo se accede por un lugar, potenciando así la idea de fachada principal) muestran la influencia romana en esta arquitectura que constituye un prototipo de edificio que tendrá un gran predicamento posterior. Es el templo platónico ideal, soñado por los filósofos cristianos neoplatónicos florentinos de la corte de los Médicis, tal y como lo imaginó Perugino en sus pinturas o lo pintó Rafael en su obra Los Desposorios de la Virgen.