Moral gregaria

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Ética de Nietzsche


Nietzsche critica la moral tradicional, especialmente la judeocristiana. Para ello estudia la genealogía de los conceptos “bueno” y “malo”, mostrando que en un principio la idea de “bueno” iba unida a las de “poderoso”, “aristocrático”, “fuerte”, etc.
Por el contrario, “malo” significaba “despreciable”, “cobarde”, “débil”, etc. Estos significados surgieron de las relaciones de dominio entre los pueblos. La antítesis noble/plebeyo recoge el primitivo significado de la moral, lo que Nietzsche llama “moral de los señores”, cuyos valores nacen de la fuerza y de la afirmación de la vida.
De modo contrapuesto a la originaria forma de valorar, nace la llamada “moral de los esclavos” de la debilidad y el odio contra los poderosos. El hombre débil, que no puede descargar su fuerza contra el poderoso, necesita de una venganza imaginaria, y en virtud de este resentimiento considera “malvado” al que le perjudica y “bueno” a su opuesto. Los valores propios de esta moral son la obediencia, la compasión, la no violencia, la castidad, etc… valores todos ellos que nacen, no de la vida en expansión y crecimiento, sino de la vida enferma o decadente.En la cultura occidental la moral de los esclavos ha acabado imponiéndose sobre la moral de los señores, invirtiendo el sentido primitivo de los valores morales. Para Nietzsche, el judaísmo es el máximo exponente de esta inversión, por la cual el bueno o “amado de Dios” es el pobre, enfermo, débil, desgraciado, etc. El cristianismo extendió por todo el mundo la inversión judía de los valores, encarnada en la idea de un Dios sufriente que salva a los hombres, culpables de su muerte en la cruz y que solo pueden redimir esta culpa mediante la negación de la vida.Sin embargo, el ideal de la vida ascética es, en su sentido más profundo, nihilismo: rechazo de todo lo humano, lo sensitivo, lo material y corpóreo. La moral judeocristiana consiste en negaciones más que en afirmaciones.

Nietzsche rechaza la idea de una verdad moral objetiva

Es el hombre quien crea los valores, ya que, al conocer las cosas, las estima como buenas y malas. No obstante, podemos distinguir entre valores que nacen de la afirmación y crecimiento de la vida y otros que son propios de la vida decadente o enferma.

 Los primeros, que son los que Nietzsche pretende recuperar mediante una “transmutación de todos los valores”, son los propios del hombre dionisíaco, de la “moral de los señores”, mientras que los valores de la decadencia son los defendidos por la moral judeocristiana. Nietzsche expresa una idea clave: “el hombre es algo que debe ser superado”. A esta “superación del hombre” se le llama superhombre, pero es en realidad una forma nueva de ser hombre: el hombre creador de nuevos valores, orgulloso de sí mismo, definidor del bien y del mal. A falta de definiciones precisas, Nietzsche echa mano de las metáforas: el superhombre es como un niño que se mueve por la vida como si fuera un juego, sin prejuicios morales, sin cálculos utilitarios, valorando cada instante sobre todas las cosas.

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