La Monarquía Hispánica: Consolidación y Desafíos de los Austrias

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Los Reyes Católicos y el Inicio de la Monarquía Hispánica

En 1469 se casaron Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, conocidos como los Reyes Católicos. Esta unión dinástica supuso la creación de la Monarquía Hispánica, aunque ambos reinos mantuvieron sus propias leyes e instituciones hasta 1714. Posteriormente, se anexionaron el Reino de Navarra y el Reino Nazarí de Granada.

Su hija, Juana I de Castilla (conocida como Juana la Loca), se casó con Felipe I de Castilla (Felipe el Hermoso), hijo del emperador Maximiliano I de Austria. Felipe I fue rey de España solo por unos meses, ya que falleció prematuramente.

El heredero al trono fue su hijo, Carlos I de España y V de Alemania, con quien se inició la dinastía de los Habsburgo en la Monarquía Hispánica, que perduraría por casi 200 años. Carlos I permaneció en España desde 1516 hasta 1520. Tras la muerte de su abuelo Maximiliano I, se marchó para ser coronado emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Su partida y la imposición de consejeros extranjeros provocaron las revueltas de las Comunidades en Castilla.

La idea imperial de Carlos I, que buscaba la unidad de Europa bajo la hegemonía cristiana, fracasó debido a varios factores:

  • La Guerra de las Comunidades (revuelta interna contra Carlos).
  • La oposición de Francia, que veía amenazada su hegemonía.
  • La amenaza constante del Imperio Otomano (turcos).
  • La ruptura de la unidad religiosa en Europa, con el surgimiento del protestantismo (nacido en Alemania) frente al catolicismo.

La Abdicación de Carlos I y la División del Imperio

En 1556, Carlos I abdicó del trono. Tras su abdicación, el vasto imperio se dividió: su hijo, Felipe II, heredó la Monarquía Hispánica (España, sus posesiones en Italia, Países Bajos y América), y su hermano, Fernando I, se convirtió en emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.

El Reinado de Felipe II: La Monarquía Hispánica como Potencia Mundial

Felipe II estableció la capital de la Monarquía Hispánica en Madrid, en parte por su ubicación geográfica central. Su principal objetivo fue consolidar la Monarquía Hispánica como la potencia hegemónica de Europa y defensora del catolicismo. Sus principales enemigos fueron Francia y el Imperio Otomano.

Para combatir la amenaza turca en el Mediterráneo, organizó una gran flota que, junto a la Liga Santa, obtuvo una decisiva victoria en la Batalla de Lepanto en 1571.

Uno de los mayores desafíos de su reinado fue la Revuelta de los Países Bajos, divididos entre el norte protestante y el sur católico. A pesar del envío de tropas, la intervención inglesa dificultó la pacificación total, llevando a una larga guerra.

En 1580, Felipe II logró la unión con Portugal, anexionando su corona tras la muerte del rey portugués sin descendencia, formando así la Unión Ibérica.

El Siglo XVII: Decadencia y Gobierno de los Validos

El siglo XVII marcó un período de decadencia para la Monarquía Hispánica. Durante este siglo, los reyes delegaron gran parte del poder en sus validos o ministros principales. Los más conocidos fueron el Duque de Lerma, valido de Felipe III, y el Conde-Duque de Olivares, valido de Felipe IV.

La Guerra de los Treinta Años y la Paz de Westfalia

Entre 1618 y 1648 se desarrolló la Guerra de los Treinta Años. Este conflicto, que enfrentó a las monarquías protestantes europeas contra la Monarquía Hispánica y el Sacro Imperio Romano Germánico (católicos), tuvo un impacto devastador.

Debido a las graves crisis económicas que asolaban España, la Monarquía Hispánica se vio obligada a negociar la Paz de Westfalia en 1648. Este tratado supuso:

  • La pérdida de las Provincias Unidas del Norte (Holanda) y su reconocimiento como estado independiente.
  • El fin de la hegemonía española en Europa y el inicio de la hegemonía francesa.
  • El fin de las guerras de religión en Europa, estableciendo el principio de cuius regio, eius religio (la religión del príncipe es la religión del territorio).

La Crisis de 1640: Revueltas y Secesiones

La Crisis de 1640 representó un grave intento de desmembración de la Monarquía Hispánica. En este contexto, Portugal logró su independencia.

En Cataluña, las leyes tradicionales prohibían el reclutamiento de soldados para batallas fuera del Principado. Sin embargo, el Conde-Duque de Olivares, en su afán por centralizar el poder y financiar la guerra, decidió reclutar tropas en contra de la voluntad de los catalanes. Esto provocó el envío de tropas a Cataluña y el estallido de una rebelión campesina contra la Monarquía Hispánica. Inicialmente, la revuelta tuvo éxito, llevando a Cataluña a ofrecer el título de Conde de Barcelona al rey de Francia, Luis XIII. No obstante, en 1652, las tropas españolas recuperaron Barcelona, y Cataluña fue reanexionada a la Monarquía Hispánica, aunque manteniendo sus fueros.

La Conquista y Organización de América

Hernán Cortés lideró la conquista de México, logrando alianzas con pueblos indígenas para luchar contra el Imperio Azteca. Por su parte, Francisco Pizarro conquistó el territorio del Imperio Inca en Perú.

Para organizar los vastos territorios americanos, se estableció un modelo administrativo basado en la creación de virreinatos (inicialmente dos: Nueva España y Perú).

La Corona de Castilla se negó a considerar a los indígenas como esclavos, estableciendo el sistema de la encomienda, por el cual se asignaba a un español (encomendero) un grupo de indígenas para su evangelización y protección, a cambio de su trabajo y tributo.

En el siglo XVI, el Papa Alejandro VI otorgó a los Reyes Católicos las Bulas Alejandrinas, que les concedían el derecho a colonizar América a cambio de la evangelización de los indígenas, lo que se intentó llevar a cabo, entre otros medios, a través del Requerimiento.

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