El Modernismo y la Generación del 98: Explorando la Identidad Española

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El Modernismo

Línea Escapista (Parnasianismo)

La línea escapista, la más representativa del Modernismo, se caracteriza por la evasión a mundos exóticos y épocas antiguas. Los artistas, insatisfechos con su entorno, buscan refugio en la belleza de lo clásico, lo medieval, lo legendario, lo exótico y lo cosmopolita. La riqueza verbal y la imaginación les permiten crear estampas detalladas y evocadoras.

El erotismo y las conductas amorales también son frecuentes, reflejando un espíritu rebelde y antiburgués.

Línea Intimista (Simbolismo)

La línea intimista se centra en la intimidad del artista, a menudo marcada por la melancolía y la nostalgia. El malestar vital, provocado por la insatisfacción con el mundo, se refleja en el gusto por lo otoñal, lo crepuscular y lo decadente.

La Generación del 98

España: Dolor, Amor y Reflexión

España es el tema central de la Generación del 98. Los autores expresan una mezcla de dolor y amor por su país, rechazando la política del momento y la sociedad, pero exaltando una "España eterna y espontánea". Recorren y describen las tierras españolas, denunciando el atraso y la pobreza, pero también exaltando la belleza de los pueblos y el paisaje, especialmente Castilla.

La Historia también es objeto de reflexión. Los autores del 98 se interesan por la "Intrahistoria", la vida cotidiana de las personas que han hecho la historia profunda de España.

El amor a España se combina con un anhelo de europeización, buscando un equilibrio entre la apertura a Europa y la revitalización de los valores propios.

Preocupaciones Existenciales y Religiosas

Las preocupaciones existenciales ocupan un lugar importante en la temática de la Generación del 98. Influenciados por la crisis de fin de siglo, los autores se interrogan sobre el sentido de la vida, el tiempo y la muerte, expresando sentimientos de hastío y angustia.

En cuanto a la religión, los autores del 98 fueron agnósticos en su juventud. Baroja mantuvo su agnosticismo, mientras que Unamuno experimentó una lucha constante entre su razón y su fe. Azorín, por otro lado, adoptó posiciones católicas más tradicionales.

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