Modelos de Argumentación: Formal, Material y Pragmática
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Concepto de Argumentación
Existen tres modelos principales de argumentación: formal, material y pragmática. Manuel Atienza propone un concepto general de la argumentación que abarca los elementos comunes a estos tres modelos.
La argumentación se manifiesta en diversos contextos, como el derecho, la retórica y los medios de comunicación. Argumentar implica un uso específico del lenguaje; a través de este, podemos describir, prescribir (dar órdenes), preguntar, responder, etc. Sin embargo, la argumentación se distingue por su objetivo de resolver un problema proporcionando razones. Se utiliza el lenguaje para solucionar conflictos y abordar una variedad de cuestiones, como qué acción tomar, cómo actuar o qué consejo ofrecer a alguien que lo solicita.
El argumento puede ser abstracto o concreto, desde un consejo a un amigo hasta una ley general y abstracta. Puede originarse a partir de una hipótesis o un problema real, pero siempre con el propósito de ofrecer una solución. Atienza diferencia entre la actividad de argumentar y el resultado de la argumentación. La estructura del argumento da forma al resultado, presentándolo como una solución al problema planteado.
Por ejemplo, se podría argumentar que, dado que cualquier medida que combata el crimen debe adoptarse y que la pena de muerte combate el crimen, entonces se debe adoptar la pena de muerte. En este caso, el argumento para solucionar el problema del crimen es la aplicación de la pena de muerte.
Argumentar como actividad abarca todo el proceso desde que se plantea el problema hasta que se alcanza el resultado, siguiendo un esquema argumentativo. Argumentar como resultado, en cambio, se refiere al producto final. La argumentación es una actividad racional, no solo porque persigue un objetivo, sino también porque existen criterios que permiten distinguir las buenas argumentaciones de las malas.
Modelos o Concepciones de la Argumentación
Existen tres modelos o concepciones principales de la argumentación:
1. Argumentación Formal
Este es el modelo más clásico y tradicional. Se centra en la resolución de problemas formales, que no tienen una relación directa con la realidad o, al menos, la relación con la realidad es indiferente. Lo importante es que la estructura del argumento sea correcta. Se busca demostrar que la tesis, o lo que se defiende, se infiere lógicamente de las premisas de las que se parte. Este tipo de argumentación es típico de la lógica. No importa si las premisas son correctas, justas o morales, sino que la forma del argumento sea válida. Por lo tanto, si se aceptan las premisas, la conclusión es necesariamente verdadera. Los criterios de corrección, que determinan la validez del argumento, en la argumentación formal son las reglas de inferencia lógica.
2. Argumentación Material
Este modelo presenta más desafíos, tanto teóricos como prácticos. Los problemas teóricos surgen al intentar explicar un acontecimiento o fenómeno, o al predecir un hecho. También se argumenta sobre problemas prácticos, relacionados con lo que se debe hacer o lo que otra persona debe hacer. La argumentación material busca demostrar que las premisas de las que se parte son verdaderas y están fundamentadas. Se pretende convencer, mediante la argumentación, de que los sucesos o hechos han ocurrido de cierta manera (en el caso de un problema teórico) o de que actuar de cierta manera es correcto (en el caso de un problema práctico). Se pasa de la validez del argumento a la veracidad o validez de las premisas. Mientras que en la argumentación formal los enunciados no están interpretados, en la argumentación material se busca la verdad de las premisas y su validez. Los criterios de corrección en este modelo son las reglas o normas que permiten demostrar la veracidad o no de las premisas, como las reglas científicas, las reglas de la experiencia, las reglas técnicas y, especialmente, las normas morales. Peter Singer es un autor que aborda la argumentación moral.
3. Argumentación Pragmática
La argumentación pragmática se refiere al uso pragmático del lenguaje, donde este adquiere nuevas funciones, como persuadir a los demás para conseguir un objetivo. Se trata de una dimensión de la argumentación en la que se interactúa con los demás. Se busca persuadir o convencer, obtener algo de los demás, lo que la convierte en una dimensión más social de la argumentación. No solo importa la corrección formal del argumento o la corrección de las premisas, sino también convencer a otros. Las circunstancias y el contexto influyen en la argumentación y en lo que se dice.
La argumentación pragmática se puede subdividir en:
- Dialéctica: Se caracteriza por un diálogo entre dos o más personas, donde uno expone sus tesis y el otro responde, generando un proceso de propuesta y respuesta.
- Retórica: Se enfoca en persuadir al auditorio. Se trata de convencer, utilizando técnicas y estrategias para influir en la audiencia. A menudo, la retórica se asocia con una concepción negativa, ya que puede utilizarse para convencer de algo, independientemente de su veracidad. Sin embargo, la retórica idealmente debería buscar convencer de lo verdadero.
Relación entre los Modelos de Argumentación
Los tres modelos de argumentación no están separados, sino que se relacionan continuamente. Para persuadir a los demás, a menudo es necesario demostrar que los argumentos son verdaderos (argumentación material), están bien construidos y son coherentes (argumentación formal) y son adecuados para el público (retórica). Incluso, a veces, es necesario rebatir los argumentos del interlocutor (dialéctica). Por ejemplo, un juez debe justificar por qué sus argumentos son correctos (argumentación material). Cabe destacar que la argumentación pragmática es ampliamente utilizada por los abogados.