El Misterio del Asesinato en Brac: Revelaciones de Marcelle Fabré

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Marcelle Fabré es la hija de un exconvicto, el cual fue acusado del asesinato de Bertrand, un guardabosques de la ciudad de Brac, en Francia. La historia comienza cuando Marcelle decide ir a Brac a investigar sobre este injusto hecho. ¿Por qué injusto? Bueno, hace un tiempo atrás, Marcelle había salido con su padre a pasear en bote, cuando de repente se da cuenta de que su padre no ocupaba, como todos, la mano, solo ocupaba tres dedos. Marcelle le tomó las dos manos y fue ahí cuando notó claramente que los dos últimos dedos de la mano derecha estaban rígidos. Seguramente no se había dado cuenta antes porque, con el paso de los años, su padre habría aprendido a disimular esto y a vivir con ello.

Al darse cuenta, Marcelle comienza a hacerle una serie de preguntas a su padre, Jean, las cuales fueron del por qué tenía este defecto. Su padre, el cual podría haber inventado cualquier excusa, comienza en un tono titubeante a contarle la historia:

La Historia de Jean

Sucedió hace mucho tiempo, cuando yo tenía diecinueve años, justo después de la guerra. Por aquel entonces, yo vivía en un pueblo del sur, en Brac. El guardabosque de la finca de Bidernais (el mayor terrateniente de la zona) fue asesinado. Bidernais ofreció una recompensa a quien encontrara al asesino, pero no encontraron a un asesino solo, sino que a tres: yo y dos amigos más, los cuales serían considerados mis cómplices.

Bueno, fuimos arrestados e interrogados en un edificio en el centro del pueblo, justo frente a la escuela. Había dos policías; uno de ellos, llamado Butard, era el peor. Él había desempeñado un papel importante en la resistencia y sabía cómo hacer hablar a la gente: después de que uno había sido maltratado por unos días, ya era capaz de confesar lo que sea. Nosotros resistimos durante cinco días, y después, solo para que nos dejaran tranquilos, admitimos todo e incluso firmamos. Luego fuimos juzgados y sentenciados, por mi parte, a diez años de cárcel. Mis amigos, por considerarlos cómplices, su cadena fue más corta, pero uno de ellos no aguantó más de dos años y se suicidó.

Después de estos hechos, Bidernais echó a mis padres y a los padres de mis amigos de su finca. Cuando por fin salí de la cárcel, a los nueve años, ya que tuve buena conducta, nos trasladamos a París, donde mi madre, a los tres años, murió. Mi padre había muerto por una enfermedad a los pulmones mientras yo estaba en la cárcel.

La Investigación de Marcelle

Marcelle quedó muy sorprendida al saber de esta historia y no dudó en comenzar a averiguar más sobre estos hechos. Durante mucho tiempo le preguntó a su padre pequeños datos sobre cómo, dónde, etcétera, había sido asesinado el guardabosques. Al fin y al cabo, lo que reunió fue lo siguiente:

  • La noche de Nochevieja, su padre se dirigía al pueblo donde se había citado con unos amigos en el café, antes de partir a la fiesta en la casa de Bidernais, la cual se daba todos los años entre los arrendatarios y sus familias de las tierras a las que a él le pertenecían.
  • Jean tomó el camino de El Barranco del Lobo: mientras iba por ahí, a medio camino encontró un bulto oscuro en la tierra. Al acercarse, enseguida reconoció a Bertrand; este estaba muerto.
  • Salió corriendo despavorido, y de repente se encontró con uno de sus amigos, le contó toda la historia, y este lo acompañó hasta el lugar.
  • Jean le propuso avisar a la policía, pero su amigo rechazó la idea argumentando que lo mejor era fingir que no lo había visto, ya que de lo contrario creerían que eran culpables.

Cuando iban a emprender la marcha, se encontraron con Victor, el cual tenía una deficiencia mental. Victor no notó el cadáver, pero sí estaba muy entusiasmado con los faisanes que traía el amigo de Jean, Hubert. Retomaron la marcha hacia el café y luego hacia la fiesta de Bidernais. A medida que avanzaba el tiempo, la cara de Bidernais se notaba más preocupada, ya que su buen amigo Bertrand no llegaba. Jean se fue muy preocupado, ya que todos se habían dado cuenta de que Bertrand no había asistido a la fiesta.

Al día siguiente, apareció Butard en el café, le dio unas palmaditas en el hombro a Jean y se lo llevó a dar un paseo. El arma de Jean fue encontrada entre los arbustos, no muy lejos de donde había encontrado el cuerpo de Bertrand, pero claro, Jean recordó que hace unos días Bertrand se había ofrecido a limpiar su arma, y a este se le había olvidado pedírsela de vuelta, ya que la caza no era de su mayor interés.

La única persona que habló a favor de Jean y sus amigos fue Therese Ponti, una maestra tranquila, la cual no había estado durante los acontecimientos, pero a su vuelta se enteró de todo y nunca pudo creer que Jean o los otros dos fueran culpables.

El Viaje de Marcelle a Brac

Ahora volvemos a la parte en donde Marcelle decide ir a Brac. El nombre Therese Ponti había tomado un carácter de heroísmo, y decidió ir a visitarla. ¡Qué sorpresas trae la vida! La hija de Jean Fabre, el hombre del cual estuvo enamorada tanto tiempo y al cual defendió en el juicio, vendría a visitarla. Apenas se vieron, se sintieron conectadas por algo, e inmediatamente comenzaron su plan.

Marcelle se quedaría en casa de Therese, en donde se haría pasar por su sobrina, y no revelarían su apellido. Marcelle trabajaría en la granja de la familia Bress. Ahí tenían un restaurante, del cual era dueña Matilde, la novia de Bertrand, pero cuando este murió, al tiempo se fue de Brac y conoció a Maurice, con el cual se casó. En ese mismo restaurante trabajaba Daniel, un niño muy atento y cariñoso, el cual se enamoró de Marcelle en cuanto la vio.

En un principio, todo fue normal, hasta que un día empezaron a llegar unas cartas anónimas a todos los habitantes del pueblo que habían tenido alguna relación cercana con los hechos que habían ocurrido referente a la muerte del guardabosques. Estas cartas fueron escritas y enviadas por Marcelle, la cual pretendía refrescar la memoria de muchos de los cuales habían culpado a su padre.

Al parecer, había mucha más gente involucrada en este caso, pero las cartas conmovieron a los ciudadanos de Brac y alzaron varias opiniones que antes no se habían dado. Ahora, se notaba más gente que creía que los jóvenes no eran culpables, pero ¿por qué no hablaron antes? La razón era que antes dependían de Bidernais, y al que lo contradecía, lo ponían de patitas en la calle, como lo hizo con Therese Ponti.

El Encuentro con Paul

A la vuelta de un viaje a Valence, Marcelle conoció a Paul, por el cual sintió una gran atracción, pero luego se decepcionó al saber que era nieto de Bidernais. Ese hombre al cual tanto odiaba era el abuelo de un joven atento y guapo. Paul también sintió una atracción muy fuerte por Marcelle, porque, aparte de ser muy simpática, era una niña bastante guapa. Paul y Marcelle siguieron teniendo encuentros, pero Marcelle no podía olvidar el apellido de su amado.

Un día, llegó un periodista a Brac, el cual quería hacer un reportaje sobre el asesinato de Bertrand. Marcelle no sabía por qué Matilde se había puesto tan nerviosa con el asunto del reportaje, entonces, una noche, Matilde se sentó junto a Marcelle y le dijo:

"Yo tengo un hijo: no lo he visto desde hace mucho tiempo, y nadie sabe que existe. Bueno, Maurice, mi esposo, sabe, y por eso a veces me pega, dice que le da vergüenza y no me deja verlo. También dice que por eso es que nosotros no tenemos hijos, dice que si tuviéramos hijos, todo sería distinto. Yo no pienso lo mismo, y cuando le doy mi punto de vista, me golpea. Yo tenía dieciocho años y era la prometida de Bertrand, pero a él lo mataron y yo estaba embarazada de él y me fui. Di a luz a un bebé fuerte y hermoso, y se lo entregué a un matrimonio sin hijos, así mi hijo tendría más posibilidades con ellos. Me enviaron una foto de él, su nombre es Henri, cuando tenía cinco años. Ocho años después, me casé con Maurice. Hubo un acuerdo con los padres adoptivos de Henri, el cual era que no me pondría en contacto con él hasta que ellos murieran. Hace unos meses atrás recibí una carta de la madre de Henri, la cual decía que su padre había muerto y que ella misma se hallaba muy enferma. Me dio la dirección de Henri, el cual vive en Nyons."

La Tragedia de Therese Ponti

Un día, Daniel llegó corriendo a casa de la señora Bres, dando una terrible noticia: Therese Ponti fue encontrada muerta. Ettiene, el cartero, fue a su casa y nadie le respondió; luego se asomó por la ventana y la vio sobre la mesa. Rompió el vidrio, la movió y estaba muerta. Marcelle no sabía qué hacer, no lo podía creer. Fue a casa de Therese y se encontró con un cuaderno, en el que estaba escrito en medio de la página una sola palabra: Es. Esa fue su última palabra, eso fue lo último que alcanzó a dejarle a Marcelle; la rabia y la pena se mezclaron en un solo sentimiento de amargura.

Paul supo de la noticia y de inmediato fue a casa de Therese a ver a Marcelle. La invitó a cenar a su casa, así no se sentiría sola. Marcelle acudió a casa de Paul, en donde le contó toda la verdad y le dijo su apellido. La noticia sorprendió a Paul; ahora entendía por qué Marcelle era tan arisca a veces con él, pero a pesar de todo, su opinión no cambió y le dijo a Marcelle que la apoyaría en todo sentido.

Mientras recorría el cuarto de Paul, Marcelle vio una foto en la que aparecían dos gemelos, uno muy alegre y otro serio. Marcelle reconoció los ojos y la sonrisa; había visto esa expresión en otra foto. ¡Claro, en la foto de Henri! Vio detrás de la foto y decía: Michel y Leon. Eran el padre y el tío de Paul. El tío de Paul, Leon, ahora estaba mal de la cabeza, por lo tanto se encontraba en una clínica mental en Valence.

La Verdad Revelada

Marcelle fue inmediatamente a casa de Matilde y le exigió que le contara la verdad. Matilde dijo:

"Está bien, mi hijo no es de Bertrand, mi hijo es de Michel. Cuando Bertrand se enteró, la tarde de la fiesta, actuó serenamente, muy extraño, ya que era bastante celoso, pero me dijo que citara a Michel, porque quería que se reunieran los dos solos. Yo sabía que ya no contaba con casarme con Bertrand. Michel acudió a la cita, pero cuando volvió no me dijo nada, excepto que si me casaría con él. Al otro día de la fiesta, me enteré que Bertrand se había muerto. El viejo Bidernais sabía que yo en realidad estaba embarazada de su hijo, por lo tanto me dio dinero y me dijo que me fuera del pueblo. Michel también sabía de ese hijo, pero nunca se interesó, solo hace unos diez años, en una ocasión que le tuve que pedir dinero para el taller de mi hijo, ya que es alfarero. Esa era la historia."

Ahora Marcelle realmente comprendía el nerviosismo de Matilde cuando vino el periodista. No quería que la historia saliera a la luz, no solo por su esposo, sino que también podía causar un gran cambio en los juicios emitidos contra su padre y sus amigos. Marcelle se fue a Nyons, después de haber convencido a Matilde, a ver a su hijo. Marcelle le contaría toda la verdad y juntos sacarían a la luz este nuevo hallazgo.

Al llegar a Nyons, golpeó en la alfarería y de repente le abre el periodista. Se sorprendió, pero al preguntarle el nombre, le dijo: Henri Tabert. Marcelle quedó asombrada. Lo que pasó fue que Henri tenía un amigo que era periodista, le recopiló información y de paso averiguó más sobre la muerte de su padre, y luego su amigo redactó y publicó el reportaje, lo cual volvió a causar estragos en Brac.

Después de que Marcelle no omitió ningún detalle de la historia, se fue junto a Henri a Brac. Él vería a su madre y Marcelle aclararía todo y encontraría al culpable, que hasta el momento, y según las sospechas de Matilde, era Michel, el padre de su amado Paul, ya que este era el último que lo había visto en vida.

En el camino se encontraron con Paul, a quien Henri le dijo secamente toda la verdad. Paul corrió a ver a su padre y a interrogarlo sobre toda la verdad. Henri se encontró con su madre, y enseguida se fueron a casa de los Bidernais. En cuanto a Marcelle, esta se fue a casa de Therese. Ahí se encontró con Helen, la mejor amiga de Therese.

Helen le contó que Therese había ido el día anterior a su muerte a Valence, para hablar con Leon. Este le había contado toda la verdad, la cual fue la siguiente: Michel le contó a Leon sobre la citación de Bertrand en la noche, y Leon le dijo que no acudiera. Michel le hizo caso, pero lo que pasó es que Leon fue en su lugar: como eran gemelos, seguramente Bertrand se confundió y atacó a Leon. Este se defendió y encontró el arma de Jean, con la cual le disparó a Bertrand. Stefan, el perro de Bertrand, mordió a Leon, dejándole una marca de por vida. Leon escondió el arma y el cuerpo lo dejó en el camino; ahí fue cuando lo vio Jean. El reloj de Bertrand nunca fue encontrado, y eso fue porque Leon lo metió en un muro de piedras, lo escondió bajo una de ellas. La piedra era la novena de arriba hacia abajo y la número cincuenta si se cuenta desde la puerta.

Al saber esto, Marcelle corrió a casa de Bidernais, y afortunadamente estaban todos reunidos. Les contó, y Michel no lo podía creer. Afirmaba que su hermano estaba loco, que siempre inventaba tonterías, pero Paul corrió al muro y encontró el reloj debajo de la piedra. Marcelle se sintió tan aliviada, ya que ahora sí que había comprobado que su padre era libre, libre al fin.

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