México mutilado

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Mexico mutilado

ANALISIS

El general Antonio López de Santa Anna, varias veces presidente de México, es el principal personaje de esta novela, que trata sobre el periodo histórico (1846-1848) en que México vio reducida a la mitad su extensión territorial por la presión expansionista de Estados Unidos, por la ambición y traiciones de quienes detentaban el poder, y porque para entonces ya se perfilaba en el horizonte con mayor nitidez que la historia de la nación no podía dejar de ser la de las grandes traiciones y el deshonor de unos cuantos con poder para que todos sufrieran las consecuencias.

México mutilado es un grito de denuncia, de rabia, de impotencia. ¿Por qué los mexicanos hemos hablado tan escasamente de la guerra de 1846 contra Estados Unidos? ¿Por qué nos hemos negado a evaluar los alcances de la catastrófica derrota que tuvo como resultado, entre otros males, la pérdida de la mitad del territorio nacional? ¿Por qué no nos atrevemos a ver la herida agusanada por la que supuramos hasta la fecha? Con su conocida prosa vertiginosa ?un tobogán que nos lleva hasta las mismas entrañas de México?, Francisco Martín Moreno nos revela cómo conspiraron, en contra de su propio país, los altos jerarcas de la iglesia, distinguidos generales, presidentes de la República, destacados criollos, aristócratas, empresarios, periodistas, gobernadores, diputados y senadores. ¿La letra del himno nacional debería ser: Mexicanos, salvese el que pueda...? ¿Qué aprendimos de la guerra y de la traumática experiencia? ¿Acaso hoy, a casi 160 años, los mexicanos somos más unidos, más cultos, más preparados y hemos disminuido la distancia que nos separa de Estados Unidos? Por lo visto nadie repara en que quien no conoce su historia está condenado a repetirla, con todas sus funestas consecuencias. Sin duda, los intereses creados fueron de tal magnitud que resultó más conveniente esconder la realidad que echar luz sobre nuestro pasado para desenmascarar, de una vez y para siempre, a los auténticos enemigos de México. México mutilado, una novela política, nos arroja en pleno rostro las explicaciones que nunca se atrevieron a darnos.

OPINIÓN Y CRÍTICA

La historia generalmente no es como se nos cuenta y este libro es una denuncia a la guerra ocurrida en los Estados Unidos de América México por la anexión de Tejas, Nuevo México y California la cual se libró obviamente a favor de los Estados Unidos ya que México no tenía los recursos ni bélicos ni económicos para librar una batalla así. En esta guerra que fue de 1846 a 1848 jugo un papel muy importante el gobernante de aquel tiempo que era Antonio López de Santa Anna quien con sus múltiples mascaras incluyo a gobernantes, militares y a la Iglesia para que la mitad del país fuera arrebatada, y como no iba a ser arrebatada si las personas que lucharon iban por la fuerza y la mayoría indígenas que solo tenían para sobrevivir ¿con que fuerza se iba a luchar? ¿con que lealtad? La Iglesia jugo un papel importante ya que se vendió para convencer a gente del pueblo de abstenerse e luchar, si todos somos hermanos, ¿para qué derramar sangre? y así en un ambiente de chantajes, corrupción y un sinnúmero de canalladas existe este legado que se dejó por un tratado de paz risorio que aún resuena en el México actual.

  CONCLUSIONES

Pues a mí el libro me pareció ameno, entretenido y agradable. Es verdad que en momentos Moreno parece haber creado una parodia en vez de una referencia histórica, pero creo que no abusa de ello, y finalmente te deja con un buen sabor de boca y con la necesidad de investigar y aprender mucho más.

En resumen, "México mutilado" es una buena obra a secas, desgraciadamente más entretenida y visceral que otra cosa; con buenos referentes históricos y donde lo mejor que se puede sacar es la necesidad de conocer un poco más.



La novela histórica ha dado mucho que hablar, desde la aparición de "Azteca" de Gary Jennigs. La más reciente "México mutilado", de Francisco Martín Moreno; genera una expectativa impresionante, pues la simple idea de leer la guerra contra Estados Unidos, en que la nación perdería más de la mitad del territorio atrajo a propios y extraños.

La novela inicia en 1846, y el narrador se sitúa en una especie de testigo omnipresente e invisible, recurre tanto a reuniones de la Casa Blanca como a las fincas de Santa Anna en Veracruz; lee el London Times, el Siglo XIX y el Washington Post; se pregunta y se responde con un lenguaje totalmente impensable para la época; y narra con una especie de furia por todo y por todos, sin dejar en claro quien fue el culpable de la perdida territorial. Santa Anna, la Iglesia católica, los monarquistas que se resistían a desaparecer (y que a la larga, triunfarían), los generales golpistas, la religión y los fueros, el dilema entre el centralismo y el federalismo, la forma conformista de pensar del católico mexicano (si, en ese orden) y la falta de una visión de nación, conforman la lista de villanos (de este lado del Río Bravo); del otro lado, el Presidente Polk, sus generales, el destino manifiesto, la visión expansionista y la forma progresista de pensar del norteamericano protestante (si, en ese orden); completan el cuadro. Santa Anna es insultado una y mil veces sobre la forma de actuar y la complicidad de los demás hace por unos breves instantes que el despojo fue tal vez lo más consensuado en la primera mitad del siglo XIX, la prosa es buena a medias y la forma en que utiliza los sustentos históricos y narra la historia es menor a la que pudo haberse logrado, pues la visión actual de los hechos es más que notable, y algunas inconsistencias políticas dan al traste con la intención original. "¿Cómo fue posible que muchos estados de la Federación se hubieran abstenido de enviar recursos económicos, soldados y armas para defender a la patria invadida, con el argumento de que el problema no era suyo…?" (México era entonces una república centralista, no se puede hablar ni de estados, ni de Federación, ni de envío de recursos, así como tampoco de asumir el problema que era competencia del centro).

Y  además la unión de Texas a los Estados Unidos y la ambición de ese país de apoderarse de territorio mexicano provocaron la guerra con los Estados Unidos. El límite de Texas era el río Nueces, pero al unirse a los Estados Unidos de América los tejanos dijeron que su frontera llegaba hasta el río Bravo (o Grande), más al sur. México protestó, pero los estadounidenses ocuparon el territorio entre los dos ríos. Hubo enfrentamientos entre soldados mexicanos y norteamericanos, y con ese pretexto los Estados Unidos declararon la guerra a México. El desenlace fue contundente, la pérdida de casi dos millones y medio de kilómetros cuadrados (que actualmente conforman los estados de California, Arizona, Nevada, Utah, Nuevo México y Colorado) y una indemnización de 30 millones de dólares

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