La Mentira Política: Una Crítica a la Desidia Ciudadana

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La Mentira en la Política

Estamos ante un texto expositivo-argumentativo, un artículo de opinión, en el que la intención del autor es convencer a los lectores de su punto de vista, la necesidad de una visión crítica y de denuncia contra el cinismo del que se hace gala entre la clase política. Por lo tanto, podemos decir que la función predominante en el texto es la conativa o apelativa, ya que pretende que el receptor reaccione, salga de su estado de resignación y de cómoda aceptación de todo lo que oye y ve, y actúe, denunciando y criticando la mentira, tan presente en el mundo de la política. De ahí que predominen los siguientes rasgos lingüísticos: la inclusión del lector a través del uso de la primera persona del plural: “somos engañados” (l.17), “estamos dispuestos” (l.1), además de términos generalizadores a través del determinante posesivo “nuestra complicidad” (l.17), o de numerosos términos de carácter sinonímico, que aluden a la clase política: “la vida pública española” (lín.8,9), “la vida política” (l.5), “los políticos” (l.7), “los embusteros” (l.15), “el panorama político está lleno de individuos que han sido pillados con la trola en la boca” (l.16), alusión despectiva a los casos concretos de corrupción de mayor trascendencia pública en la actualidad; “nadie dice la verdad” (l.6), donde desvaloriza abiertamente a nuestra clase política;  “todos” (l. 1), “la sociedad”(l.13).

La pretensión del autor es, pues, responsabilizar a los lectores de su pereza y “desidia cívica” (l.18), es decir, de su falta de compromiso ideológico.

Análisis de la Función Expresiva y Poética

Dado que se trata de un artículo de opinión, es evidente la intención del autor de expresar su punto de vista desde una perspectiva original y propia. De ahí que desarrolle tanto la función expresiva como la poética, esta última solo presente en el primer párrafo, a través del paralelismo (l.2), de los símiles (lín.3,8,11) y de la aliteración de la consonante p: “pesan como el plomo” (l.4).

Los rasgos lingüísticos propios de la función emotiva son: el empleo de la primera persona del singular: “estoy hablando” (l.3), “lamento” (l.8), con clara intención irónica; afirmaciones rotundas: “Lo cierto es que (…) la vida pública española ha adquirido un tono general de mentira estridente” (lín.8,9); adjetivos valorativos, mediante los cuales el autor censura el cinismo del que alardean los políticos sin escrúpulos morales: “desalentadora sensación” (l.6), “buenos farsantes” (l. 12), “tan fácil” (l.8), “tan campantes” (l.16), reforzados ambos por el adverbio cuantificador “tan”; o  a través del adverbio modal “difícilmente soportable” (l.11), aunque su crítica, afirma, “se está convirtiendo en un lugar común” (l. 8). Se sirve incluso de juegos de palabras; “más veracidad que en muchas verdades”, “mentira creíble”, “verdad increíble” (lín.3,11,12).

Figuras Retóricas y Recursos Literarios

Por otro lado, se aprecia el uso de importantes figuras retóricas. Destacan especialmente las comparaciones entre el escritor, el mago y el político, entre España y el resto de países occidentales o la comparación irónica entre la crítica política y “pegar a un niño” (l.8), o la importancia de las falsedades que “pesan como el plomo” (l.4), comparación personificada muy acertada. Destacamos un disfemismo en el término “embusteros” (l.15);  una hipérbole: “en la España de hoy no dice nadie la verdad ni aunque lo maten” (l. 8), donde el pronombre añade un interesante matiz irónico, lo mismo que otras frases del texto como: “aquí a los embusteros no se les piden cuentas” (l. 15): la ironía descansa en el deíctico; “han sido pillados con la trola en la boca y que siguen sus carreras tan campantes” (l.16), evidente paradoja; y las metáforas “asomarse a la televisión” (l.5), escenario de la mentira política, además de otras metáforas que adquieren cierto carácter sinestésico: “áspero rifirrafe” (l.5), “mentira estridente” (l.9).

Análisis de la Connotación y el Uso del Lenguaje

Connotados de forma positiva están los términos “mago” y “escritor”, cuya “mentira” es calificada de “artística”, puesto que su “ficción” es “poética”, frente a la connotación negativa que acompaña a los políticos, denominados despectivamente como “individuos” (l.15), “los embusteros” (l.15), que ni siquiera  se esfuerzan en ser “buenos farsantes” (l.12), cuya moral de medro es aludida irónicamente como “sus carreras”, con el doble sentido manifiesto de esta palabra (l.16).

Además, se aprecia un uso deliberado de adverbios de negación y de nexos coordinantes negativos “ni”, que inciden en la idea negativa del acto de “mentir”. Otros adverbios que adquieren cierta relevancia son: “momentáneamente” (l.2) aludiendo a que es aceptable el acto de mentir en la creación poética, porque es un acto lúdico pactado tácitamente entre el autor y el lector, bien diferente a la mentira política “difícilmente soportable” (lín.9,10), porque “aquí” (lín,12,15), “ya” (l,12), “en la España de hoy”  (l.6) es exhibida “sin pudor” (l.12), de ahí que sea casi obligado objeto de crítica por parte del autor, tal y como señala con la locución adverbial temporal “de nuevo” (l.7).

Es destacable,  unida a la idea de negación que esbozábamos anteriormente, la utilización de prefijos que redundan en esta idea: “increíbles” (l.13), “inevitable” (l.14), “desalentadora” (l.6); del grado comparativo “más veracidad que” (p.3), “pesan como el plomo” (l.4), del comparativo sintético “mejor” (l.11).

Los coloquialismos refuerzan el tono irónico, tan determinante en este texto, al caracterizar a la deleznable clase política:“rifirrafe” (l.5), “meterse con ellos” (l.7), “con la trola en la boca” (l.16), “soltar mentiras” (l.12), “ser pillados” (l.16), “pedir cuentas” (l.15), “seguir tan campante” (l.16).

Objetivo del Texto y Uso del Lenguaje

En definitiva, el objetivo del texto, que no es otro que convencernos del punto de vista del autor, utiliza todos los mecanismos que le ofrece el lenguaje: la exhortación al receptor, ciertos datos objetivos, la reflexión sobre diversos lenguajes (artístico, político) y, por supuesto, la belleza y originalidad del texto.

Rasgos Morfosintácticos y Pragmático-Textuales

En lo referente a las características morfosintácticas y pragmático-textuales de este texto observaremos lo siguiente: la abundancia de sustantivos abstractos: “mentira” (lín.3,911,12), “ficción” (l.4), “falsedades” (l.4), “veracidad” (l.3), “verdades (lín.3,6,12), “belleza” (lín.2,17), “emoción” (l.2), a veces en forma de doblete léxico: “aburrimiento” (l.18) y “desidia” (l.18). En cuanto a los verbos, señalar el predominio del verbo “ser”; de tiempos verbales como el presente actual, puesto que esta situación política es coetánea al lector: “engaña” (l.1), “pesan”, “tienen” (l.4), “hay” (l.3), dice (l.6), “resulta” (l.9), “parece” (l.13), “importa” (l.13), “piden” (l.15), “siguen” (l.16); el pretérito imperfecto de indicativo (presente del pasado) al reactualizar la cita de Aristóteles: “decía” (l.11), “era” (l.11); el pretérito perfecto compuesto (pasado reciente) “han sido pillados” (p.16), “se ha resignado” (l.14) que prolonga dichas acciones pasadas en el presente; el presente de subjuntivo: “maten” (l.6), “fuera”(l.14), con matices indudablemente expresivos, así como también se utilizan perífrasis verbales aspectuales durativas: “estoy hablando” (l.2), “se está convirtiendo” (l.7), que hacen la acción extensible en el tiempo. Cobran una importante significación en el texto los infinitivos: “sentir” (l.2), “crear” (lín.2,17), donde se ensalza la recreación deliberada de la belleza literaria, frente al enojoso espectáculo de “asomarse” a la televisión (l.5) para “asistir” a la vida política española (l.5), con la intención de “criticarla” (l.7), de “meterse con los políticos” (l.7), con sus deleznables actuaciones, frente a la generalizada actitud de la sociedad que se “resigna” al engaño político. Los participios adquieren una significación positiva, a comienzos del texto: “dispuestos” (l.1) y “embaucados” (l.2), puesto que se refieren a la ficción literaria, admitida libremente por el lector; pero desacredita al político el participio “pillado con la trola en la boca” (l.16), y al ciudadano, que admite ser “engañado”, con su “complicidad” culpable.

Conclusión

Como conclusión, podemos reiterar que este texto aborda un tema actual, posee un marcado carácter subjetivo, ya que pretende criticar la abulia general de nuestra actual sociedad frente a la mentira, tan extendida y consentida, logrando así un texto de gran inmediatez y con una evidente capacidad de divulgación.

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