Manifestaciones Artísticas y Diversidad Cultural en la Edad Media

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EPÍGRAFE 4.5: MANIFESTACIONES ARTÍSTICAS

El arte románico: es el primer gran estilo europeo tras la caída de Roma. Su manifestación más importante fue la arquitectura religiosa, a la que quedan supeditadas en gran medida la escultura y la pintura. Sus ejemplos se encuentran a todo lo largo del Camino de Santiago. La gran aspiración de la arquitectura románica era construir edificios sólidos y duraderos, que evitaran en lo posible el riesgo de incendios. La solución consistió en sustituir las cubiertas de madera por estructuras de piedra abovedadas: en la nave central más alta y más ancha, se usaba la bóveda de medio cañón reforzada por arcos fajones; y en las naves laterales, la bóveda de arista. Pero el enorme peso de la cubierta exigía utilizar robustos sistemas de soporte (gruesos muros reforzados por contrafuertes exteriores, pilares y columnas interiores de gran anchura) y explica la escasez de puertas y ventanas para no debilitar el muro. La planta más frecuente de las iglesias fue la de cruz latina.

En cuanto a la escultura, la más importante era la que estaba vinculada a los edificios religiosos. Se caracteriza por el tratamiento antinatural de los motivos y la simplificación de escenas y figuras, ya que se trata de transmitir la idea esencial de las cosas, y no de imitar su apariencia real. Dentro de la pintura, destaca sobre todo la mural de las iglesias, ya que las grandes superficies de muros continuos y bóvedas ofrecían un amplio espacio, ideal para la representación de temas religiosos. Las representaciones son simples y antinaturales, y los colores se aplican en tonos uniformes delimitados por trazos negros que definen los elementos del motivo.

Los monjes cistercienses (siglo XII) introdujeron un arte nuevo que acabó imponiéndose.

El gótico: fue la manifestación de una nueva visión del mundo más optimista y un espíritu religioso más amable, con un creciente interés por la naturaleza y el hombre como creaciones bellas de Dios.

La arquitectura gótica, en sus comienzos, no supuso una ruptura radical con el románico, sino una evolución lógica del mismo, a partir de la incorporación de un nuevo elemento: el arco apuntado, del que surge la bóveda de crucería. El arco apuntado permitía elevar la altura del edificio y la bóveda de crucería dirigía los empujes de la cubierta hacia puntos concretos desde donde eran desviados, por medio de arbotantes, a los contrafuertes exteriores, rematados en pináculos. El muro ya no tenía por qué ser tan sólido y se podían abrir amplios ventanales, que propiciaron el desarrollo de grandes vidrieras policromadas. En la escultura, las figuras se hicieron más naturales y humanizaron sus gestos y actitudes. La pintura mural, en las iglesias, tendió a desaparecer en favor de la vidriera. En cambio, experimentó un notable desarrollo la pintura sobre tabla, que en su versión monumental produjo la aparición de retablos colocados tras el altar.

El arte mudéjar: es una manifestación genuinamente hispana, que se da en la arquitectura y en algunas artes menores desde finales del siglo XII hasta el XVI. En él se combinan estructuras arquitectónicas románicas o góticas con materiales o elementos propios del arte islámico: se emplea el ladrillo como material fundamental, las cubiertas con armadura o madera, arcos herradura o polilobulados y abundante decoración de carácter geométrico.

EPÍGRAFE 4.4: PENÍNSULA IBÉRICA EN LA EDAD MEDIA: DIVERSIDAD CULTURAL: CRISTIANOS, MUSULMANES Y JUDÍOS

Durante la Edad Media, la Península fue espacio de convivencia de tres culturas: musulmana, judía y cristiana. Esta convivencia tuvo frecuentes situaciones de intolerancia, pero también periodos armoniosos en los que el trasvase de elementos culturales entre los tres grupos fue fluido. Los reinos cristianos a la cultura de la Europa cristiana fue absoluta, aún de manera más acentuada, si cabe, a partir del siglo XI con la apertura del Camino de Santiago.

ALTA EDAD MEDIA: Hasta el siglo X, la España islámica fue culturalmente muy superior a los reinos cristianos. En la España cristiana, el saber se redujo al ámbito eclesiástico de raíz monástica. Los monasterios asumieron la tarea de preservar y transmitir la cultura a partir de la copia y conservación de los libros. Entre los principales centros de saber destacaron: San Millán de la Cogolla (La Rioja), Silos (Burgos), Ripio (Lleida) y San Juan de la Peña (Huesca). En todos había una biblioteca, un scriptorium, donde los monjes copiaban los libros y una escuela monástica.

PLENA EDAD MEDIA (XI-XIII): En el XI tiene lugar el descubrimiento de los restos del apóstol Santiago y el nacimiento de la ruta Jacobea de peregrinación, a través de la cual llegarían los modos culturales del otro lado de los Pirineos, como el arte románico y los cantares de gesta, que harían disminuir la influencia de la cultura árabe en la Hispania cristiana. En el siglo XII, surgen las escuelas catedralicias ligadas a las catedrales y al propio renacimiento de la vida urbana. En las escuelas monacales y catedralicias se empezaron a escribir obras en romance para ser leídas ante el pueblo llano. Surgieron dos estilos o formas de escribir: el Mester de clerecía, con lenguaje más culto y metro bien medido cuando se escribía en verso; y el Mester de juglaría, de lenguaje más llano y menos formalista. Las más antiguas de las conservadas son: en castellano y en verso del mester de clerecía, las de Gonzalo de Berceo (Los milagros de Nuestra Señora) y, del mester de juglaría, el Poema del Mío Cid. Otro elemento cultural sobresaliente de ese periodo lo constituyen los centros de traducción del árabe, en los que se produjo un fecundo intercambio entre intelectuales de las tres culturas y a los que acudían eruditos de toda Europa. Parece ser que el primer centro ya apareció en el siglo XI en el Monasterio de Ripoll, destacando después los de Zaragoza, Tudela, Tarazona y, especialmente, Toledo, que en el siglo XIII y con el mecenazgo del monarca Alfonso X el Sabio, alcanzaría un gran prestigio. A lo largo del siglo XIII, irían surgiendo las primeras universidades por iniciativa real: Palencia (1212), Salamanca (1218), Valladolid (a mediados de siglo), Lérida (1279) y Lisboa (1288).

BAJA EDAD MEDIA (XIV-XV): En esta época decae la influencia cultural musulmana. Destaca la progresiva importancia que van adquiriendo las lenguas romances, que relegarán al latín a un uso exclusivamente eclesiástico y culto.

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