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POESÍA EXISTENCIAL


Tras la Guerra Civil se inicia la dictadura franquista y el exilio de muchos intelectuales españoles. La literatura se sume en un profundo aislamiento, atenazada por la censura política e ideológica. Solo dos posturas aparecen como posibles: o se aprueba y acepta la nueva situación o se refleja la desesperanza en el presente y en el futuro.Según Dámaso Alonso, en la poesía de posguerra existen dos caminos: el de la poesía arraigada, la de los poetas conformes con el mundo que les había tocado vivir y que aprobaban la nueva situación, y el de la poesía desarraigada, la de aquellos que mostraban su disconformidad con el mundo circundante y su desasosiego existencial.

Poesía arraigada

En las revistas Escorial y Garcilaso publicaron los poetas afines al régimen franquista: L. Rosales, L. Panero, Ridruejo o José García Nieto. En sus poemas se alejan de la innovación formal y prefieren las formas métricas clásicas y los temas tradicionales. Expresan una visión del mundo optimista y esperanzada que contrasta con la realidad del momento.

Poesía desarraigada

Con la publicación deSombra del paraíso de Aleixandre e Hijos de la ira de Dámaso AlonsoSus preocupaciones, de corte existencial. Esta poesía refleja la vivencia individual del ser humano en tiempos de angustia y dolor.Se inscribirán la revista Espadaña y  los primeros libros de Blas de Otero, Celaya y José Hierro.
Blas de Otero busca con angustia a Dios, intensifica la agónica soledad del poeta. En otros poemas la búsqueda del amor presenta un desesperado anhelo de realización vital y un camino para salvarse de la angustia. Predominan las formas clásicas, en especial el soneto, y el lenguaje es desgarrado, con predilección por las rupturas rítmicas. Las primeras obras de Celaya (Tranquilamente hablando y Las cosas como son) se inscriben en la poesía existencialista con una lengua prosaica. En su primer libro, Tierra sin nosotros, José Hierro expresa con tono nostálgico y dolorido la amargura por las ilusiones no cumplidas y manifiesta sus ansias de vivir. Sus siguientes obras (Con las piedras, con el viento) muestran su dolor existencial con un lenguaje cada vez más personal y maduro.

LA POESÍA SOCIAL DE LOS AÑOS 50

En tono a 1950 la poesía existencial evoluciona hacia la poesía social, se pasa de expresar la angustia individual a manifestar la solidaridad con los demás.
Esta poesía pretende mostrar la verdadera realidad del ser humano y del país. Es un medio para cambiar la sociedad. Los temas son la alienación, la injusticia y la solidaridad. El estilo es sencillo, cercano al lenguaje coloquial, a veces prosaico y muy expresivo.

Testimonian, protestan y denuncian la situación social. Exigen justicia y paz para España

Blas de Otero publica Pido la paz y la palabra, obra que supera la crisis existencial y la agonía individual y que da cabida a la preocupación social por España y a la solidaridad con los que sufren. Se pasa a tonos más transparentes y más sencillos  se advierte una profunda renovación formal. Predominan el verso libre y los metros cortos. En castellano y Que trata de España siguen la misma línea social y se caracterizan por la esperanza y anhelos de paz y convivencia fraterna.
Gabriel Celaya en Las cartas boca arriba y en Cantos iberos muestra una evolución hacia una lengua más coloquial y una poesía de tonos beligerantes, de incitación y de arenga en muchas ocasiones. Para él, la poesía es un arma cargada de futuro, un acto de solidaridad con los que sufren a la vez que una huida con los lujos esteticistas y la neutralidad.
José Hierro en Quinta del 42se abre al dolor a los demás y escribe poemas que lindan con la poesía social. En Cuánto sé de mí continúa con una poesía realista y narrativa que se plasma en sus reportajes.En los años 60 y 70 estos escritores cambiaron su manera de escribir poesía y optaron por una poesía experimental, preocupada por la renovación y el enriquecimiento de la lengua poética.


EL GRUPO POÉTICO DE LOS 50

Compartirá la misma versión crítica de la realidad y preocupación por los problemas de la colectividad. Forman este grupo los poetas nacidos entre 1925 y la Guerra Civil: Ángel González, José Agustín Goytisolo, Jaime Gil de Biedma, José Ángel Valente y Claudio Rodríguez.

Se pasa a hablar de la poesía como experiencia o poesía como conocimiento.
Estos autores cultivan temas como la intimidad, el paso del tiempo, la evocación a la niñez, el amor y el erotismo, la amistad, la soledad y la muerte. Existe una preocupación ética sobre la situación española y una crítica a la injusticia y falta de libertad que se vive en España, aunque se hace desde una perspectiva irónica o satírica.
También se muestra una preocupación por la lengua poética y con ello un gran rigor expresivo y formal.  Predomina un aire conversacional y antirretórico y la búsqueda de la naturalidad los lleva a lo narrativo y al uso de una lengua familiar. En la métrica predomina el verso libre, aunque también se utilizan estrofas clásicas. Además de la huella de Luis Cernuda, se perciben influencias de poetas europeos como T. S. Eliot o Cavafis que dan cambio culturalista a sus poemas (carácterística de los Novísimos, grupo posterior).

Jaime Gil de Biedma es el escritor cuya influencia personal y poética fue más significativa en sus compañeros de grupo poético y en los poetas jóvenes posteriores. Es el mejor representante de la poesía como experiencia. En sus obras (Compañeros de viaje, Moralidades, Poetas póstumos) domina un tono confesional y un lenguaje antirretórico.                                                    

La primera obra de Claudio Rodríguez, Don de la ebriedad, choca con la poesía social del momento. Lo fundamental es el fervor lírico ante la vivencia inmediata y el contacto del poeta con la tierra y el mundo campesino. Su estilo se caracteriza por una concentración expresiva y la musicalidad de los endecasílabos. La búsqueda de la armónía personal con el cosmos sigue en libros como Conjuros o Alianza y condena.

Ángel González es el ejemplo más claro de la poesía social al nuevo estilo poético. Perdura en él un compromiso social, pero la crítica y la denuncia se expresan a través de la ironía y del humor ácido. El lenguaje sutil con juego de palabras y el tono conversacional predominan en sus obras: Áspero mundo, Sin esperanza, con convencimiento o Tratado de urbanismo.     

José Ángel Valente es el principal defensor de la poesía como conocimiento de una realidad cuya relevación se produce en la creación poética. Es el más intelectual y simbolista del grupo. En sus poemas parte de la vida cotidiana o de una situación social inmediata, pero trasciende hacia ámbitos del conocimiento mediante una depuración externa del lenguaje. Ejemplo de todo ello en: A modo de esperanza y Poemas a Lázaro.

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