El Llamado de Jesús: Discipulado y Misión en el Siglo XXI

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El Llamado de Jesús: Seguimiento y Misión

Pedro, Andrés, Santiago el Mayor, Juan, Felipe de Betsaida, Bartolomé, Tomás, Mateo, Santiago el Menor, Judas Tadeo, Simón el Cananeo y Judas Iscariote.

“Ven y sígueme”. Jesús llamó a los discípulos y ellos, al instante, dejando todo, “le siguieron”. Seguir a Jesús significa que Él se ha convertido en todo para ellos. Más concretamente, significa:

  • Seguir al maestro.
  • Vivir con él.
  • Aceptar sus enseñanzas.
  • Renunciar a todas las cosas.

¿Qué ha pasado en el interior, en la conciencia del discípulo ante la invitación de Jesús?

La invitación de Jesús es una opción que no permite dar marcha atrás. Es una exigencia dura, que impresionó incluso a los discípulos. El camino de Jesús es el mismo que debe realizar el discípulo, decidido a seguirlo. No existen dos caminos, sino uno solo: el que recorrió el Maestro. Jesús se pone de los suyos y a cada uno pide que haga lo que él mismo ha hecho. Les dice: yo he venido para servir; así, quien quiera ser como yo, sea servidor de todos. Jesús pide que elijan valientemente su mismo camino. Renunciar al propio proyecto para acoger el de Dios. Hay que escoger entre ser y tener, entre una vida plena y una existencia vacía.

¿Cómo podemos seguir hoy a Jesús?

1. Honrar y adorar

Seguir a Jesús tiene que ver con reconocer a Jesucristo como único Señor por encima de todas las cosas. La oración y la celebración de los sacramentos es fundamental.

2. Identidad

Seguir a Jesús tiene que ver con entender y transformar quién eres. Un famoso dijo una vez: “Nos convertimos en aquello que deseamos”. No importa quién seas ni dónde estés, lo importante es acoger la llamada del Señor.

3. Comunidad y propósito

Seguir a Jesús tiene significa vivir su misión con los demás, formar una comunidad. Esta comunidad en la que podemos amar y ser amados.

El Concilio Vaticano II (11 de octubre de 1962 - 8 de diciembre de 1965)

El gran acontecimiento de los últimos años en el ámbito de la Iglesia fue el Concilio Vaticano II, convocado por el Papa San Juan XXIII y seguido y clausurado por el Papa Beato Pablo VI. Se pretendió que fuera una especie de puesta al día de la Iglesia, renovando en sí misma los elementos y revisando la forma de sus actividades. Adaptándose al mundo moderno, el Concilio se convocó con el fin principal de:

  • Promover el desarrollo de la fe católica.
  • Lograr una renovación moral de la vida cristiana de los fieles.
  • Adaptar la disciplina eclesiástica a las necesidades y métodos de nuestro tiempo.
  • Lograr la mejor interrelación con las demás religiones, principalmente las orientales.

Los 16 Documentos del Concilio Vaticano II

1. Cuatro Constituciones

  • Constitución Dogmática Lumen gentium, sobre la Iglesia: la Iglesia es el Pueblo de Dios, en el cual los cristianos son responsables y solidarios. María es Madre en la Iglesia.
  • Constitución Dogmática, Dei Verbum, sobre la divina revelación: propone la doctrina auténtica sobre la revelación y su transmisión.
  • Constitución Sacrosanctum Concilium, sobre la sagrada liturgia: Proveer a la reforma y el fomento de la liturgia.
  • Constitución pastoral Gaudium et spes, sobre la Iglesia en el mundo actual: la Iglesia se siente íntima y realmente solidaria del género humano y de su historia.

2. Nueve Decretos

  • Decreto Christus Dominus, sobre el oficio pastoral de los obispos: Los obispos participan en el cuidado de todas las iglesias.
  • Decreto Presbyterorum Ordinis, sobre el ministerio y vida de los presbíteros: Los sacerdotes, cooperadores de los obispos, son servidores de Cristo y de sus hermanos para la palabra de Dios, el don de los sacramentos y la constitución de la Iglesia.
  • Decreto Optatam totius, sobre la formación sacerdotal: A toda la comunidad cristiana incumbe el deber de suscitar vocaciones.
  • Decreto Perfectae caritatis, sobre la adecuada renovación de la vida religiosa: Volver a las fuentes evangélicas y participar en la vida de la Iglesia son las condiciones de vitalidad de las órdenes religiosas.
  • Decreto Apostolicam actuositatem, sobre el apostolado de los seglares: Los laicos tiene, por su unión con Cristo, el derecho y la responsabilidad de ser apóstoles.
  • Decreto Orientalium Ecclesiarum, sobre las Iglesias orientales católicas: La variedad en la Iglesia no daña su unidad, sino que manifiesta su riqueza espiritual
  • Decreto Ad gentes divinitus, sobre la actividad misionera de la Iglesia: La Iglesia debe insertarse en todos los grupos humanos respetando sus condiciones sociales y culturales.
  • Decreto Unitatis redintegratio, sobre el ecumenismo: Promover la restauración de la unidad entre todos los cristianos.
  • Decreto Inter mirifica, sobre los medios de comunicación social: Prensa, cine, radio, TV, deben contribuir a la justicia y a la verdad.

3. Tres Declaraciones

  • Declaración Dignitatis humanae, sobre la libertad religiosa: Se exige que el hombre en su actuación goce y use de su propio criterio y de libertad responsable, no movido por coacción, sino guiado por la conciencia del deber.
  • Declaración Gravissimum educationis, sobre la educación cristiana de la juventud: Todo hombre tiene derecho a la educación. La familia es la primera responsable.
  • Declaración Nostra aetate, sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas: La Iglesia mira con estima las demás religiones, porque contienen una parte de verdad. Rechaza toda discriminación racial o religiosa.

Vocabulario

  • Discípulo: (origen latino) persona que sigue una determinada doctrina. El concepto se aplica a los cristianos por tener en común con los discípulos de Jesús el seguimiento y la misión de anunciar su evangelio.
  • Apóstol: la persona escogida por Jesús como testigo de su palabra y resurrección. El apóstol es enviado por Jesús a anunciar la Buena Noticia a todo el mundo y ser sus testigos.
  • Seguidor: la persona que sigue a una persona o una doctrina y es partidario.
  • Vocación: la inclinación a cualquier estado, carrera o profesión. Término del latín. La vocación religiosa es la llamada de Dios a entregarse a la vida religiosa.

San Agustín: Libro La Ciudad de Dios (De civitate Dei contra paganos)

En el libro V San Agustín nos enseña que la felicidad es un don que Dios concede y que por medio de su poder él nos proporciona todos los bienes. Debemos agradecer a Dios todos los bienes que nos ha dado. San Agustín reprocha a los que creen que el cristianismo es el causante de la caída del Imperio.

En el libro VI San Agustín afirma que es incorrecto adorar a los dioses falsos creados por el hombre. La verdadera religión es obra de Dios y es a él a quien debemos pedir el don de la vida eterna.

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