literatura

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Las innovaciones narrativas de principios de siglo las marcan los novelistas de la Generación del 98, pero también tenemos muestras de narrativa modernista. Los novelistas de principios de siglo se mueven en el contexto de crisis política, económica y moral que se vivía a finales del XIX, agudizado por la pérdida de las últimas colonias españolas en Cuba, Puerto Rico y Filipinas en 1898 (el Desastre del 98); y el agotamiento de los temas y las formas de la literatura del siglo anterior. En este panorama, encontramos dos reacciones: la evasión modernista, que encontramos en las primeras novelas de Valle-Inclán, y la narrativa del 98, comprometida con los problemas de la época representada por Unamuno, Azorín y Baroja.

I. LOS TEMAS DE LA LITERATURA DEL 98


Reflejan todo lo anterior de forma muy crítica en sus escritos, pero sus posturas van evolucionando en el tiempo. En su juventud, se adhirieron a planteamientos políticos revolucionarios de la época, como el marxismo o el anarquismo. Azorín, Baroja y Ramiro de Maeztu publican en 1901 un Manifiesto en el que denuncian las lacras que sufre el país (atraso, caciquismo, analfabetismo) pero no ven resultados a corto plazo, lo que les conduce al desengaño y al abandono de las posiciones radicales. Con el tiempo, persiste en estos autores la preocupación por el país, aunque la actitud será más contemplativa y filosófica.

Es esta fase la más productiva literariamente y gira en los temas:


1. La preocupación por España, desde planteamientos reformistas y patrióticos (Unamuno), escépticos y pesimistas (Baroja) y percepción impresionista o lírica (Azorín). De esta preocupación surgen subtemas:

• Hay en todos ellos una voluntad de descubrir el alma y la esencia de España a través de su paisaje, en especial el de Castilla, en el que descubren el espíritu austero y sobrio del hombre castellano.

• La historia, pero no la de los grandes hombres o acontecimientos, sino la del hombre anónimo y la vida cotidiana, a lo que Unamuno llamó “intrahistoria”.

• La literatura, rescatando a autores medievales como Berceo, Rojas o Manrique, y a clásicos olvidados como Gracián o, del Siglo XIX, a Larra. Especial interés muestran por Cervantes y el Quijote, donde ven reflejadas fielmente las conductas españolas.


2. El tema existencial, que abarca la preocupación por el sentido de la vida, los conflictos psicológicos o los problemas de la religiosidad. Las diferentes actitudes varí́an desde la angustia y la obsesión por la inmortalidad de Unamuno, la preocupación por la caducidad de lo terrenal de Azorín o la incredulidad religiosa de Baroja. Ante la imposibilidad de encontrar significado a la existencia, el mensaje de los textos literarios revela frustración y desesperanza.

II. INNOVACIONES EN LA NARRATIVA


Los escritores del 98 cultivaron sobre todo el ensayo y la novela. En esta última presentan innovaciones no solo en el estilo, sino en la forma de narrar. En el lenguaje literario, se rechaza la retórica y la grandilocuencia, a favor de la sobriedad y la claridad. Al mismo tiempo, quiere enriquecer el castellano buscando en las raí́ces populares. Otra es el subjetivismo, se desvela el sentir personal del escritor sobre todo a la hora de mirar el paisaje que se convierte en símbolo de la sensibilidad personal. En cuanto a la narrativa, iniciaron un camino innovador, rasgos:

• Pierden importancia la historia y el argumento. El relato siempre parte de una idea que se quiere transmitir, y las acciones y personajes están subordinados a ella.

• La novela se centra en el mundo interior del protagonista. La acción se sustituye por la percepción y la realidad externa se diluye a favor del retrato interior del personaje.

• La narración no tiene capítulos ni linealidad. Suele fragmentarse en estampas y la fragmentación, la elipsis, los saltos temporales, contribuyen a la indeterminación de los hechos narrados.

• El narrador tiende a diluirse e importa el diálogo en el que los personajes mantienen una dialéctica que sirve como batalla de ideas.  

III. AUTORES. Miguel DE Unamuno cultivó todos los géneros literarios, y con mayor intensidad el ensayo y la novela. Defiende la novela como cauce para plantear problemas existenciales, de ahí́ que ni el argumento ni los caracteres de los personajes importen. Es fundamental el diálogo para tratar de resolver contradicciones y reflexionar sobre: la existencia de Dios, la inmortalidad o el determinismo. Entre ellas:
Amor y pedagogía, que mezcla lo trágico y lo cómico para demostrar que la ciencia no puede salvar al hombre de sus angustias;
Niebla, donde Unamuno muestra todas sus angustias religiosas y existenciales, La tía Tula, donde la protagonista presenta obsesión de maternidad; y San Manuel Bueno, mártir, la historia de Don Manuel, cura de aldea, que se debate entre propagar la mentira consoladora (la fe) o la verdad amarga (la soledad del hombre).

PÍO BAROJA cultiva la narrativa (novela y cuento). Defiende una novela abierta y “sobre la marcha”. Baroja compone sus relatos a través de una serie de episodios dispersos, unidos, por la presencia de un personaje central. La mayor parte de los personajes barojianos son seres inadaptados, que se oponen al ambiente y a la sociedad en la que viven, incapaces de demostrarlo, acaban frustrados y destruidos. El escepticismo barojiano, un mundo sin sentido, su falta de fe en el ser humano le llevan a rechazar cualquier posible solución vital, y le lleva a un individualismo pesimista. Baroja hizo nueve trilogías y una tetralogía. Entre ellas:
Zalacaín el aventurero, La busca y El árbol de la ciencia.

VALLE-INCLÁN cultivó todos los géneros y fue un importante dramaturgo del Siglo XX, además tiene una producción narrativa que va del Modernismo al Esperpento. Modernista es su ciclo de las Sonatas (Sonata de primavera, estío..), protagonizadas por el Marqués de Bradomín, nos narra en primera persona sus aventuras amorosas en ambientes aristocráticos, exóticos y lejanos. Su etapa esperpéntica -que inició en el teatro con Luces de bohemia-
La lleva a la novela en El ruedo ibérico, una trilogía incompleta de un retrato muy ácido de la época de Isabel II que es una burla.

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