La Libertad y el Utilitarismo según John Stuart Mill: Felicidad, Participación y Representación
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Revisión del Utilitarismo: La Libertad como Bien
Mill acepta el principio básico del utilitarismo: las acciones son buenas si promueven la felicidad y malas si producen lo opuesto. Entiende la felicidad como el placer y la ausencia de dolor, y la infelicidad como el dolor y la privación del placer.
Mill profundiza en el concepto de felicidad. No se trata de la mayor felicidad individual (egoísmo ético), ni de la felicidad general en detrimento del individuo (altruismo). La felicidad general es un bien para todos, incluyendo al propio individuo. Mill postula que todo hombre busca la felicidad como fin último.
A diferencia de Bentham, Mill no ve la libertad solo como una condición para expresar deseos, sino como algo esencial para el desarrollo humano. La felicidad no es solo placer, sino un fin complejo que incluye verdad y virtud. Requiere libertad, dignidad, seguridad y el desarrollo de las facultades humanas.
Junto al principio de utilidad, Mill introduce principios secundarios como guías de acción. Estos principios ayudan a la elección racional y prudente.
En su obra On Liberty (1859), Mill defiende la libertad de pensamiento y expresión:
- La opinión contraria puede ser verdadera, nadie es infalible.
- Incluso si es falsa, la controversia fortalece la comprensión de la verdad.
Mill critica el fanatismo y la tiranía de la opinión mayoritaria. La libertad permite el desarrollo de la individualidad, esencial para el bienestar. Se debe poder elegir entre diversos estilos de vida, siempre que no afecten a los demás. La interferencia solo se justifica para la autoprotección o para evitar daños a terceros.
Mill argumenta que, aunque casi todos los actos afectan a otros, solo se deben sancionar los resultados perjudiciales, no las conductas diferentes. La tolerancia y la autonomía personal se basan en el optimismo de Mill sobre el progreso humano.
Elitismo y Participación
Para Mill, las instituciones políticas educan al pueblo. Las minorías educadas deben tener un papel destacado para evitar la tiranía de la mayoría. Mill busca un gobierno de personas independientes, con motivos elevados, rechazando el gobierno de clase.
En Consideraciones sobre el Gobierno Representativo (1861), Mill propone:
- Un sistema de representación proporcional para dar voz a las minorías.
- La ampliación del sufragio, incluyendo a las mujeres.
- Exclusión de analfabetos, pobres asistidos y quienes no sepan de números.
- Un voto plural que dé más peso a las personas con estudios.
Mill considera el gobierno representativo como el mejor, ya que fomenta las cualidades individuales (morales, intelectuales y activas) y las aprovecha para el bien común. Rechaza el despotismo, incluso el democrático, porque anula la voluntad individual.
El gobierno representativo es ideal porque:
- Las personas gestionan sus propios intereses.
- La prosperidad aumenta con la diversidad de facultades.
Mill propone una comisión de expertos para elaborar leyes, que luego votaría el parlamento. No menciona los partidos políticos, viéndolos como representantes de intereses de clase. Confía en que la parte inteligente del electorado elegirá a los mejores.
Mill defiende un cierto elitismo con el voto plural y el papel de las minorías educadas. Sin embargo, no promueve la apatía política ni la estabilidad a través de la lealtad ideológica.
Algunos autores ven a Mill como un defensor de la democracia participativa, que enfatiza el desarrollo de las capacidades morales del ciudadano.
El modelo de Mill asume que la élite cultivada actuará altruistamente, educando al pueblo y promoviendo la participación hasta que su propio papel sea innecesario.