El Legado Literario de la Generación del 98: Una Renovación Cultural en España
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Temas del 98
El tema de España es central en la obra de la Generación del 98. En sus páginas se mezclan el dolor y el amor por España, los rechazos críticos y la exaltación. Rechazaron la política del momento y exaltaron una España eterna y espontánea; de ahí su interés por el paisaje, la vida de los pueblos y nuestra historia.
Las tierras de España fueron recorridas y descritas por ellos con esa misma mezcla de dolor y amor. Junto a su visión del atraso y la pobreza, encontraremos una exaltación lírica de los pueblos y del paisaje, sobre todo de Castilla, en la que vieron la médula de España. De ahí su atracción por lo austero de las tierras castellanas.
La historia es otro de los campos de sus meditaciones. Si al principio rastreaban sobre todo en el pasado las raíces de los males presentes, cada vez más buscaron los valores permanentes de Castilla y de España, tanto en los tesoros de la cultura como en los hombres. Por debajo de la historia eterna, les atrajo lo que Unamuno llamó intrahistoria, es decir, la vida callada de los millones de hombres sin historia que, con su labor diaria, han hecho la historia más profunda. El amor a España se combinó con un anhelo de europeización.
Las preocupaciones existenciales ocupan un lugar muy importante en la temática noventayochista. Hay que situarlas en la crisis de fin de siglo. Ellos mismos o sus personajes se interrogaron sobre el sentido de la existencia humana, sobre el tiempo, sobre la muerte, etc. Son frecuentes los sentimientos de hastío de vivir o de angustia. Se ha visto en ellos un precedente del existencialismo europeo.
Estrechamente ligado a ello está el problema religioso. Los noventayochistas fueron agnósticos en su juventud. En tal postura se mantendría Baroja toda su vida. Unamuno, en perpetua lucha entre su razón y su sed de Dios, fue un temperamento profundamente religioso, pero angustiado y fuera de la ortodoxia católica. Azorín y Maeztu adoptaron con el tiempo posiciones católicas tradicionales.
Renovación Estética. El Estilo
Los autores del 98 contribuyeron decisivamente en la renovación literaria de principios del siglo XX. Reaccionaron por igual contra el retoricismo o el prosaísmo de la literatura anterior. Del siglo XIX admiran a Bécquer y tienen a Larra como un precursor. Destaca también la preferencia por algunos clásicos, como Fray Luis, Quevedo y Cervantes, de quienes adoptaron interpretaciones personalísimas, como la del Quijote.
Otro rasgo común es el gusto por las palabras tradicionales y terruñeras, palabras que se van perdiendo, sobre todo en las grandes ciudades. Pusieron en circulación un enorme caudal léxico que recogieron en los pueblos o retomaron de los clásicos.
El subjetivismo se manifiesta en el tono lírico de muchas de sus páginas, henchidas del sentir personal. En sus visiones del paisaje es difícil diferenciar lo visto de la manera de mirar: paisaje y alma, realidad y sensibilidad, llegan a fundirse indisolublemente.
Cabe destacar las innovaciones en los géneros literarios. El grupo del 98 contribuyó al desarrollo del ensayo moderno, haciéndolo apto para recoger las más variadas reflexiones o vivencias. La novela se enriqueció con nuevas técnicas. Menor eco tuvieron ciertos intentos de renovar el teatro, dejando aparte el caso singularísimo de Valle-Inclán.
Modernismo: Definición
Desde finales del siglo XIX, tanto en Europa como en América, surgen corrientes de ideas de tipo disidentes o inconformistas. En España, las ansias de renovación se producen en la decadencia política y el marasmo social. Al principio se llamó modernistas a todos los escritores animados por tales impulsos innovadores. Posteriormente, se reservó este término a los que se preocupaban especialmente por los valores estéticos y hacían gala de posturas cosmopolitas. Se llamó Generación del 98 a otros autores que se dedicaban a profundizar en los temas humanos o analizar, con actitud crítica, la penosa realidad española.
La Poesía Modernista: Sus Orígenes
Los primeros signos de renovación poética aparecen a finales del siglo XIX, tanto en España como en Hispanoamérica. La primera corresponde a los autores americanos: hacia 1890, Rubén Darío y otros adoptaron provocadoramente el calificativo de modernistas. En Hispanoamérica vuelven los ojos a otras literaturas, tales como la norteamericana, la inglesa, la italiana o la francesa.
Influencia Francesa: Parnasianismo y Simbolismo
Las principales influencias corresponden a dos movimientos: el parnasianismo, que encabeza la escuela, había lanzado su famosa divisa: "el arte por el arte". Interesa también señalar la preferencia por ciertos temas como los mitos griegos, la evocación de tiempos pasados o la evasión hacia ambientes exóticos.
El simbolismo es una corriente que está representada por grandes poetas como Verlaine, Rimbaud o Mallarmé. Los simbolistas no se contentan con la belleza externa ni la perfección formal, se proponen ir más allá de lo sensible. La realidad encierra significaciones profundas o afinidades inesperadas con los estados de ánimo, y el poeta se propondrá descubrirlos y transmitirlos al lector.