La edafosfera
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1. El suelo: composición, textura y estructura
· El suelo es una delgada capa superficial de materiales sueltos, en la que se asienta la vegetación;
en su formación intervienen los procesos geológicos externos y los seres vivos; posee componentes
inorgánicos y orgánicos.
El espesor del suelo puede estar entre menos de 1 cm y varios metros; en muchos suelos típicos
es de unos cuantos dm o algo más de 1 m. Como indica la definición, los procesos geológicos externos,
y en particular la meteorización, son necesarios para que se forme un suelo: gracias a ellos la roca se
altera y se disgrega, dando lugar a material suelto. Pero también es necesaria la acción de los seres
vivos, cuyos restos, más o menos transformados, son parte del suelo.
La ciencia que estudia el suelo es la Edafología (o Pedología). Por analogía con otras esferas
(atmósfera, geosfera, biosfera,...) se ha llamado Edafosfera a la capa (no continua) que comprende el
suelo. La edafosfera, además de ser una capa con características propias, es una interfase entre biosfera
y geosfera.
Composición del suelo
En un suelo se distinguen varios tipos de componentes:
· Los componentes minerales sólidos son fragmentos inorgánicos, procedentes de roca más o
menos alterada, que pueden tener distintos tamaños:
- Los elementos gruesos tienen más de 2 mm de diámetro.
- Dentro de los elementos finos se encuentran...
la arena (diámetro entre 2 y 0.05 mm,
el limo (entre 0.05 y 0.002 mm),
la arcilla (menos de 0.002 mm de diámetro).
· Si dejamos aparte los seres vivos del suelo (microorganismos, raíces de plantas,...), los
componentes orgánicos están representados por la materia orgánica que procede de los restos de
organismos.
- Los restos relativamente recientes, poco o nada transformados, que todavía se pueden reconocer
bien, constituyen la llamada capa de hojarasca (además de hojas también hay ramas, raíces y
otros).
- El resto de la materia orgánica del suelo, más transformada por los microorganismos, recibe el
nombre de humus; es de color oscuro y contiene compuestos nitrogenados, hidrocarburos,... y
sustancias más estables frente a la degradación, como ácidos húmicos, ácidos fúlvicos y
huminas. El humus se mezcla íntimamente con los constituyentes inorgánicos del suelo, y se
establecen enlaces entre componentes orgánicos e inorgánicos que dan lugar a complejos; los
complejos arcillo-húmicos son importantes en la estructura del suelo, movilidad de elementos
minerales y nutrición vegetal, etc.
· Los componentes líquidos constituyen la llamada disolución del suelo (agua con distintos solutos,
principalmente sales). Ocupa parte de los poros dejados por la fracción sólida, y es fundamental
para la nutrición de las plantas.
· Los componentes gaseosos, con un volumen normalmente semejante al de la fracción líquida,
también ocupan parte de las cavidades que quedan en el suelo. Se trata de aire que suele estar
saturado de humedad, con [CO 2] claramente superior a la del aire atmosférico libre.
Textura y estructura del suelo
La textura de un suelo se refiere al tamaño de las partículas minerales que lo constituyen. Se
puede expresar indicando las proporciones de arcilla, limo, arena y elementos gruesos que contiene el
suelo (o cada uno de sus horizontes).
Según la textura, hablamos de suelos arenosos, arcillosos,... Cuando existe una proporción
adecuada de partículas de diferentes tamaños, decimos que es un suelo franco.
La estructura del suelo se refiere a la formación de agregados por unión de las partículas del
suelo, pues los coloides pueden aglomerar las partículas. Estos agregados, más o menos cohesionados,
pueden tener diferentes formas: laminar, prismática, en bloques angulosos, etc. Otros suelos no
presentan agregados definidos (teniendo, por ejemplo, aspecto pulverulento o masivo).
La porosidad y la permeabilidad son dos propiedades del suelo que están muy relacionadas con
la textura y la estructura, y también con el comportamiento del agua en el suelo y la disponibilidad de
la misma para las plantas. La porosidad es el porcentaje de volumen del suelo ocupado por poros. La
permeabilidad (hídrica) es la capacidad del suelo para que el agua pase a través de él.
En un suelo de textura arcillosa, por ejemplo, la porosidad puede ser muy elevada; pero los
poros son muy pequeños y no están interconectados, con lo que la permeabilidad es muy baja, así como
la aireación. En un suelo de textura arenosa, aunque la porosidad total sea más baja, los poros son de
mayor tamaño e interconectados, con lo que la permeabilidad es muy elevada, pero la capacidad de
retención de agua es baja.
2. Nociones generales sobre la formación del suelo (edafogénesis)
Los procesos de formación del suelo constituyen la edafogénesis. El suelo se forma a partir de
un material originario (roca madre): puede ser una roca que originalmente se encontraba en el mismo
sitio donde se forma el suelo (material autóctono), o puede ser material procedente de otro lugar, que
ha sido transportado y depositado (alóctono, como los depósitos aluviales). El material originario es
afectado por los siguientes procesos edafogenéticos:
1º. Un proceso de descomposición y alteración de la roca madre. La meteorización, tanto física como
química (hidrólisis, hidratación, oxidación, carbonatación, disolución), es fundamental para la
edafogénesis; ya se ha visto en el tema de la Geosfera y hay que repasarla.
2º. Un proceso cíclico de formación y mineralización de humus, a partir de los restos orgánicos
(principalmente vegetales) depositados sobre el suelo. Por acción de animales (lombrices, larvas de
insectos) y sobre todo microorganismos (bacterias, hongos), se produce la descomposición de la
hojarasca, obteniéndose compuestos que pueden sufrir mineralización (transformación en sustancias
minerales, inorgánicas) o humificación (transformación en otros compuestos orgánicos, generalmente
más estables, que se incorporan al suelo constituyendo el humus). A su vez, los compuestos húmicos se
van mineralizando, aunque este proceso puede ser muy lento para algunos componentes del humus.
3º. Un proceso de transporte de la materia soluble y coloidal del suelo a través de su propio perfil, con
la consiguiente formación de horizontes de lavado (eluviación) y de acumulación (iluviación).
Los procesos de edafogénesis conducen a la formación de un suelo, más o menos maduro, con
un perfil característico. Ver en la figura correspondiente el esquema de los procesos edafogenéticos y
su relación con el perfil.
El perfil del suelo
Como consecuencia de los procesos de formación de suelo (edafogénesis), se diferencian en el
mismo una serie de capas horizontales, llamadas horizontes. El conjunto de los horizontes constituye el
perfil del suelo. Se puede observar si se excava un hoyo de paredes verticales donde se vea el aspecto
que presenta el suelo.
En un suelo maduro, evolucionado, se distinguen típicamente los siguientes horizontes:
1. Horizonte A, de color generalmente oscuro por su riqueza en materia orgánica (humus) * . Puede
haber perdido componentes por eluviación (lavado). En él se distinguen todos o algunos de los
siguientes subhorizontes:
a) Subhorizonte A 00, de hojarasca. Hojas y otros restos vegetales perfectamente identificables,
en la parte más superficial.
b) Subhorizonte A 0, orgánico con humus bruto, es decir, materia orgánica en la que ya no se
identifican los restos, pero con un aspecto bastante grumoso y menos transformada que en el
humus elaborado. Es el subhorizonte de color más pardo-negro y el que contiene mayor
porcentaje de materia orgánica (excepto el anterior).
c) Subhorizonte A 1, orgánico-mineral. La materia orgánica (humus elaborado) está mucho más
incorporada al suelo, con la fracción coloidal mineral. La coloración es parda, pero menos
oscura que la del subhorizonte anterior, y no tiene tanta materia orgánica.
d) Subhorizonte A 2, eluvial o de lavado. Es el más claro de los subhorizontes A. Ha perdido,
por lavado, parte de los elementos minerales (arcillas, óxidos de hierro,...), que han sido
arrastrados hacia abajo.
2. Horizonte B. El típico horizonte B es iluvial o de acumulación. Presenta color menos oscuro que el
A. En él se produce acumulación (iluviación) de elementos minerales, como arcillas u óxidos. Otras
veces, si no se produce acumulación, en lugar de horizonte B se forma un horizonte, llamado (B),
de alteración; se diferencia del horizonte C (ver lo que sigue) por un mayor grado de alteración de
la roca madre. Otras veces, si al nivel del horizonte B existe agua permanente, se forma en su lugar
un horizonte G, hidromorfo. Es el horizonte de los suelos gley, que puede presentar coloración
verdosa si contiene hierro reducido.
3. Horizonte C, roca madre. Se trata del material originario del que procede la fracción mineral del
suelo, que puede estar algo alterado pero bien reconocible.
Además de los subhorizontes señalados, pueden existir otros. Por ejemplo, el subhorizonte A p es
antrópico, se forma cuando se somete el suelo a tecnología agrícola. Un subhorizonte B t es de
acumulación de arcilla. Un subhorizonte ca (cualquiera que sea el horizonte del que forma parte) es
muy rico en carbonato cálcico, y un subhorizonte sa es salino.
Por la presencia de unos u otros horizontes se puede saber el grado de evolución del perfil:
El perfil tipo (A)C corresponde a suelos muy poco evolucionados (suelos minerales brutos).
El perfil tipo AC es propio de suelos poco evolucionados (suelos poco diferenciados con
* Cuando este horizonte está muy poco desarrollado se habla de horizonte (A).
materia orgánica).
El perfil tipo A(B)C es de suelos evolucionados (suelos evolucionados por alteración).
El perfil tipo ABC es característico de suelos muy evolucionados (suelos evolucionados por
alteración y emigración).
3. Factores de edafogénesis
Son los factores que influyen en la formación y evolución de un suelo. Pueden determinar el
tipo o la intensidad de los procesos edafogenéticos que tendrán lugar. Mencionamos a continuación los
más importantes.
· Roca madre o material originario. Diversas características de la roca madre, como la resistencia a
la meteorización, los minerales que presente y los que se puedan formar por alteración, etc.,
condicionan el tipo de suelo que se forme. Ya se ha hablado, además, de la diferencia entre
materiales autóctonos y alóctonos.
· Clima. Es quizá el factor más importante en la edafogénesis. Se ha dicho que un mismo tipo de
roca madre puede dar, bajo distintos climas, distintos suelos; pero distintos tipos de roca madre bajo
el mismo clima dan lugar al mismo suelo. El clima influye directamente en la temperatura y
humedad del suelo; condiciona los procesos de meteorización que ocurrirán, así como los procesos
de formación de humus y mineralización. Además, indirectamente, el clima influye en la
vegetación.
· Topografía. La posición topográfica tiene una influencia importante. En pendientes más o menos
fuertes la erosión puede ser muy importante y los suelos que se forman son inmaduros; además, la
orientación de la ladera influye en la radiación solar recibida, temperatura del suelo, vegetación,
etc. También la posición topográfica está relacionada con las condiciones de drenaje.
· Organismos vivos. Los animales pueden contribuir, por ejemplo, a la mezcla de materiales del
suelo (animales cavadores) y a la descomposición de los restos orgánicos (lombrices,...). Los
microorganismos (bacterias, hongos,...) son fundamentales en las transformaciones de la materia
orgánica (mineralización, humificación). Los vegetales contribuyen a la meteorización
(meteorización biótica), aportan materia orgánica que se transformará e incorporará al suelo, y
tienen numerosos efectos indirectos, como la disminución de la erosión.
· Tiempo. Es también un factor fundamental. Los procesos edafogenéticos deben actuar durante un
determinado tiempo para que se forme un suelo estable, más o menos maduro. El tiempo necesario
varía, pero prácticamente siempre está muy por encima de la duración de la vida humana, pudiendo
ser de siglos o milenios. Esto hace que debamos considerar el suelo, a muchos efectos, como un
recurso no renovable.
4. Tipos de suelos
Existen diversas clasificaciones de suelos que no vamos a estudiar. Siguiendo una clasificación
tradicional, distinguiremos entre suelos zonales, intrazonales y azonales.
A) Los suelos zonales tienen una estrecha relación con las zonas climáticas. Son suelos totalmente
desarrollados, cuyas características y evolución están dominadas por el clima y la vegetación.
B) Los suelos intrazonales también son suelos desarrollados, pero en ellos algún factor local (roca
madre, topografía) se impone sobre el clima y la vegetación, determinando las características del
suelo.
C) Los suelos azonales son suelos inmaduros, que tienen una evolución incompleta por falta de
tiempo. Pueden continuar desarrollándose y dar lugar a suelos zonales o intrazonales.
A) Suelos zonales
A1. Suelos de la zona polar
En estas zonas, la acción atmosférica sobre las rocas está impedida por el hielo. En el dominio
periglaciar, encontramos un manto de derrubios sobre la roca madre. La parte superior de este manto
es el mollisuelo, y la parte inferior, permanentemente helada, es el permafrost.
A2. Suelos de la zona templada
- Los podzoles son suelos de áreas frías con influencia marítima. Tienen perfil de tipo ABC, con
importante lixiviación, que da lugar a un subhorizonte A 2 de aspecto ceniciento y a que se
acumule humus en el horizonte B.
- Los suelos pardos son propios de la zona templada con temperaturas medias y lluvias
estacionales. La vegetación corresponde a praderas o a bosques caducifolios. Tienen perfil de
tipo ABC, con los horizontes A y B de color pardo y a menudo mal delimitados.
- Los suelos rojos son típicos de zonas templadas cálidas y con alternancia muy marcada de
estaciones húmedas y secas. No presentan horizontes netamente diferenciados, y el color rojo se
debe a óxidos de hierro; se forman en todo tipo de rocas.
A3. Suelos de zonas intertropicales
- Los suelos lateríticos son de zonas intertropicales, con temperaturas altas y precipitaciones
abundantes. La intensa meteorización descompone los silicatos alumínicos, que se transforman
en sílice, alúmina y bases alcalinas (laterización). Como las precipitaciones son abundantes, las
bases son arrastradas a niveles más bajos, mientras que la alúmina y óxidos de hierro forman
unos acúmulos que, unidos a arcillas, dan lugar a lateritas. El espesor de estos suelos puede ser
de varios metros, y el horizonte B es rico en hidróxidos de hierro y aluminio (bauxita,
limonita,...), de color rojo.
A4. Suelos de la zona peridesértica
- Se caracterizan por la emigración de carbonato o sulfato cálcico, que asciende a los niveles
superficiales. En los suelos grises la precipitación es inferior a los 200 mm, y , debido al
ascenso por capilaridad, aparecen en la superficie costras de yeso (y sal o caliza). En los suelos
con corteza las precipitaciones son algo mayores, pero también aparece una corteza superficial
o subsuperficial.
A5. Suelos de estepa
- Se desarrollan en regiones, tanto frías como cálidas, donde la precipitación es del orden de 500 mm.
Los Chernozem o suelos negros se caracterizan por el escaso lavado, y son buenos para la agricultura
de cereales. Tienen perfil de tipo AC, con color negro en la parte superior del horizonte A, y pardo
amarillento con concreciones calcáreas en la parte inferior. La roca madre suele ser rica en carbonatos.
B) Suelos intrazonales
B1. Suelos cálcicos o rendzinas
Se caracterizan por formarse sobre roca madre calcárea. Por lo tanto, tienen elevado contenido en
carbonato cálcico.
B2. Suelos silíceos o rankers
Se caracterizan por formarse sobre rocas cristalinas (granitos, gneises) o silíceas. Son más pobres que
las rendzinas.
B3. Suelos salinos
Se caracterizan por su riqueza en sales solubles. Están los suelos alcalinos, saturados en sodio y
magnesio y con pH elevado (solonetz), y los suelos salinos en sentido estricto, no saturados en sodio o
magnesio (solonchak).
B4. Suelos hidromorfos
Se encuentran en zonas saturadas de agua. Son los suelos de turbera y los suelos gley.
C) Suelos azonales
C1. Litosoles
Son los suelos delgados y rocosos de regiones montañosas.
C2. Regosoles
Se forman a partir de materiales de aluvión recién depositados, o de dunas.
5. Degradación del suelo
Concepto. Factores de degradación
El suelo es un recurso fundamental, necesario para la vida vegetal y, por lo tanto, para el
cultivo. Diferentes causas hacen que se pierda (erosión) o sufra otros procesos de degradación.
En general, se llama degradación del suelo a cualquier proceso que altera la composición o las
propiedades del suelo (o que causa su pérdida), disminuyendo su capacidad para sustentar biomasa
vegetal y, en relación con el hombre, disminuyendo su capacidad para producir bienes o servicios.
Los procesos de edafogénesis son lentos. Conducen a un suelo maduro, estable, en equilibrio
con las condiciones climáticas o con otros factores (roca madre, vegetación, etc.). Los procesos de
degradación alteran este equilibrio y empobrecen el suelo, alterando sus propiedades: disminuyen su
espesor, su contenido en nutrientes, en materia orgánica, cambian la textura,... En definitiva, decrece su
capacidad para sustentar determinada vegetación (natural o cultivada).
Diferentes tipos de factores pueden llevar a la degradación del suelo:
· Factores Naturales
- Climáticos. Por ejemplo, vientos constantes o lluvias torrenciales llevarán a una erosión más
intensa del suelo.
- Características edáficas. Unos suelos se degradan con más facilidad que otros; por ejemplo, los
suelos poco permeables facilitarán la escorrentía superficial, y con ella la erosión. Los suelos
con abundancia de material arenoso suelto sufrirán con mayor intensidad la erosión eólica.
También el tipo de suelo influirá en la retención de los contaminantes en el mismo.
- Sustrato litológico. La naturaleza o la estructura de los materiales sobre los que se encuentra el
suelo pueden favorecer determinados procesos como deslizamientos, coladas de barro, etc., y
con ello la pérdida de suelo.
- Topografía. Por ejemplo, la pendiente influye obviamente en la intensidad de la erosión hídrica.
- Cobertura vegetal. También es claro que un suelo con poca cobertura vegetal se erosionará con
mayor facilidad.
· Factores Antrópicos
- La deforestación, por distintas causas, da lugar a que el suelo quede descubierto, favoreciendo
la erosión.
- El pastoreo excesivo tiene un efecto parecido.
- Las prácticas agricolas inadecuadas, como roturar con los surcos a favor de la pendiente, o en
terrenos con pendiente acusada (roturación de terrenos marginales), o la utilización abusiva de
fertilizantes y pesticidas, también contribuyen de forma evidente a la erosión u otras formas de
degradación del suelo. Incluso el abandono de tierras de cultivo puede favorecer la
degradación, al quedar el suelo (temporalmente) descubierto.
- La extensión inadecuada del regadío favorece la degradación del suelo, por ejemplo por
salinización. La sobreexplotación de acuíferos puede dar lugar asimismo a salinización.
Tipos de degradación del suelo
· Degradación biológica del suelo. Adopta principalmente las formas siguientes:
- Degradación de la cubierta vegetal, sobre todo por actividades antrópicas (aclareos, cultivos,
quema de arbustos, pastoreo excesivo, incendios, explotación forestal,...).
- Disminución del contenido en materia orgánica por roturación y puesta en cultivo de suelos
naturales en zonas áridas.
- Adición de microorganismos patógenos al suelo, procedentes de las explotaciones ganaderas.
En realidad, podemos considerar esto como contaminación biológica del suelo.
· Degradación física. Consiste en la alteración de las propiedades físicas del suelo (textura,
estructura, porosidad, permeabilidad,...). Puede producirse compactación, encostramiento,
reducción de la permeabilidad, falta de aireación, degradación de la estructura; muchos de estos
efectos están relacionados con una disminución de la porosidad.
· Salinización. Consiste en el enriquecimiento del suelo en sales más solubles que el yeso, siendo las
principales los cloruros y sulfatos de Na y Mg. En ocasiones, además de salinización se produce
alcalinización, lo que da lugar a suelos con un pH muy elevado (mayor de 8.5)
Existen suelos que son salinos por circunstancias naturales (solonchaks, p.ej.). La mayor parte
de las veces, las sales que se acumulan en un suelo proceden, directa o indirectamente, del mar.
Disueltas en el agua del mar pueden llegar a los suelos próximos a la orilla y acumularse en ellos.
Pero, en otros muchos casos, estas sales, que en principio se encontraban en las aguas marinas, han
quedado atrapadas o retenidas en sedimentos que luego formarán rocas sedimentarias (como las
margas); estos procesos se favorecen al evaporarse intensamente las aguas marinas en condiciones
de aridez. Cuando las rocas ricas en sales se meteorizan, las sales son liberadas, pueden
transportarse y acumularse en los suelos. En zonas como la nuestra, la aridez climática también
puede favorecer la acumulación de sales cerca de la superficie del suelo por ascensión capilar y
evaporación.
La salinidad de un suelo condiciona completamente las posibilidades de desarrollo de la
vegetación: son relativamente pocas las especies de plantas, llamadas halófitas, capaces de vivir en
suelos salinos (tienen adaptaciones como la capacidad de acumular sales en sus tejidos o la
presencia de glándulas excretoras de sal). Son también, por lo tanto, muy limitadas o nulas las
posibilidades de cultivo en estos suelos.
Hasta ahora nos hemos referido a salinidad edáfica por causas naturales; pero la acción humana
también puede provocar la salinización de los suelos. Los principales factores antrópicos que
conducen a salinización de los suelos son la agricultura de regadío, la sobreexplotación de acuíferos
y actividades mineras.
· Contaminación química. En un sentido restringido, se refiere a la adición al suelo de sustancias
químicas (procedentes de actividades humanas) que pueden llevar a su degradación. Puede
producirse de forma directa, sobre todo por fertilizantes y pesticidas. Indirectamente puede deberse
a actividades industriales, ganaderas (purines) u otros vertidos de residuos.
Los principales agentes contaminantes de los suelos son restos de pesticidas, nitratos, fosfatos,
residuos orgánicos procedentes de la ganadería, efluentes procedentes de almacenamiento de
forrajes, residuos de determinadas industrias (azucareras, etc.), amoniaco procedente de la
ganadería, metales en los residuos ganaderos.
Los pesticidas pueden ser metabolizados por organismos del suelo, pueden quedar retenidos en
el mismo (disminuyendo su fertilidad) o pasar a la solución acuosa del suelo (y, a través de ella, a
los organismos). Algunos procesos de descomposición natural de pesticidas pueden dar lugar a
productos tan tóxicos o más que el original.
Los fertilizantes aportan al suelo compuestos de nitrógeno y de fósforo, cuyo principal efecto es
la alteración de los ciclos biogeoquímicos. Los nitratos y fosfatos pueden pasar además a las aguas
continentales, contribuyendo a su contaminación y, en particular, dando lugar a eutrofización.
Además, los fertilizantes llevan cantidades variables de metales pesados (As, Cd, Co, Pb, Cu,
Ni,...), que tienen poca movilidad y se acumulan en los horizontes superficiales del suelo, pasando a
las plantas. (Otra fuente de metales pesados, Pb concretamente, en algunos suelos puede ser la
caza).
Además de pesticidas y fertilizantes, en el suelo se pueden depositar otros agentes
contaminantes, de diversas procedencias. Sulfatos (lluvia ácida) que causan acidificación del suelo,
componentes orgánicos volátiles de la atmósfera, y otros gases atmosféricos, residuos industriales y
ganaderos que llegan con las aguas, residuos químicos procedentes de vertederos,...
* Erosión, tanto erosión hídrica como erosión eólica, aunque se ha estudiado más la primera. Por su
importancia, dedicaremos a la erosión del suelo un apartado especial.
Erosión del suelo
La erosión del suelo consiste en una pérdida gradual del material que constituye el suelo, al ir
siendo retiradas (disgregadas, arrancadas y transportadas) las partículas que lo forman.
Los procesos erosivos constituyen un impacto negativo que lleva a la degradación y pérdida del
suelo. En este sentido, hay que tener en cuenta dos características:
· Son procesos progresivos, pues se intensifican con el tiempo por retroalimentación positiva. En
efecto, la ausencia o escasez de vegetación favorece la erosión, la cual empobrece el suelo y por lo
tanto provoca ausencia o escasez de vegetación.
· Debemos considerarlos procesos irreversibles. La velocidad de erosión es muy superior a la
velocidad de formación del suelo, por lo que éste no se recupera.
Hay que distinguir entre los procesos de erosión natural, que tiene lugar sin intervención
humana, y los de erosión antrópica o erosión acelerada por el hombre. Las velocidades de ambos
pueden ser muy diferentes, y las dos características anteriores se aplican sobre todo a la erosión
acelerada por el hombre, que es la que provoca, con diferencia, mayores pérdidas de suelo.
Las principales causas de la erosión antrópica, es decir, las principales actuaciones humanas
que desencadenan o favorecen la erosión del suelo, son la agricultura, la ganadería y, en general,
otras actuaciones que supongan deforestación, como incendios o talas.
Erosión hídrica
Se debe al agua, y sobre todo al agua procedente de la lluvia, que da lugar a aguas de arroyada
(escorrentía superficial)† . La erosión hídrica se puede dar de diferentes formas:
· Erosión por salpicadura. Se debe al impacto de las gotas de lluvia sobre la superficie del suelo. Las
partículas se desplazan y se pueden producir pequeños “cráteres” de impacto.
· Erosión laminar. Tras caer la lluvia, podemos considerar que en un primer tramo el agua (con las
partículas que lleva) se mueve pendiente abajo como una lámina. Así, la erosión laminar consiste
en la pérdida de una capa más o menos uniforme de suelo en un terreno inclinado. Afecta sobre
todo a las partículas disgregadas por salpicadura.
· Erosión en arroyaduras (surcos), cárcavas y barrancos. En realidad, son tres grados de desarrollo
de un mismo proceso, sin que exista límite bien establecido entre ellos. Las irregularidades del
terreno y el mayor caudal hacen que el flujo (antes laminar) pase a ser concentrado. Si la fuerza del
agua supera la resistencia del suelo se forman canales, y luego crecen rápidamente, ya que cuando
se ha formado un canal el flujo es más rápido. Los surcos o arroyaduras son del orden de
centímetros; las cárcavas son de decímetros a metros, y los barrancos son de varios metros o
incluso decenas de metros. Los efectos de esta forma de erosión son muy evidentes, y conducen a
una rápida degradación del terreno.
· Erosión subsuperficial o en túnel (sufosión, piping). La existencia de galerías de animales o de
grietas subsuperficiales favorece la circulación de agua por debajo de la superficie del suelo y el
progresivo arrastre de partículas. Posteriormente se manifiesta en superficie, pudiendo producirse
hundimientos.
· Otras formas de erosión son los movimientos en masa, como los deslizamientos del terreno o las
coladas de barro.
Factores que influyen en la erosión hídrica
Veremos algunos de los más importantes:
· Climáticos. Como la intensidad y frecuencia de las precipitaciones. Más importante que la cantidad
total de agua caída es la máxima intensidad que alcanza la lluvia (es distinto que 40 mm de lluvia se
repartan uniformemente en 12 horas a que caigan en media hora).
· Morfológicos. Se refieren a la forma de la ladera, la inclinación (que favorece la escorrentía
superficial), la longitud de la pendiente (que favorece el flujo concentrado).
· Edáficos. Características del suelo, como la susceptibilidad a la erosión o la velocidad de
infiltración.
· Hidrológicos. Tipo de flujo y velocidad del flujo.
· Cubierta vegetal. Actúa como pantalla, interceptando la lluvia. Además, es importante para la
sujeción del suelo, e influye sobre las propiedades del mismo.
· Factores humanos. El uso del suelo, tipo de cultivo y forma de llevarlo a cabo, características de las
vías de comunicación y urbanizaciones, y otros. Muchas actividades humanas pueden favorecer la
erosión acelerada del suelo, como sobrepastoreo, roturación, deforestación, laboreo mal practicado,
algunas actividades deportivas, construcción de edificios y vías de comunicación.
Erosión eólica
Es menos importante que la hídrica en la mayoría de las zonas, pero se da, y a veces se han
subestimado sus efectos y se ha estudiado poco.
Hay que recordar los procesos de deflación y abrasión eólica que se vieron en el tema de la
† También es importante la escorrentía subsuperficial (que provoca erosión en túnel), así como el agua que se infiltra,
empapando el suelo (que puede dar lugar a movimientos de ladera).
Geosfera. La erosión eólica se da, por supuesto, en zonas con vientos más o menos intensos y
frecuentes. Se ve favorecida en suelos secos, disgregados y con poca o nula cubierta vegetal; también
influye la rugosidad del suelo, y la topografía.
6. Consecuencias de la erosión
La erosión del suelo, especialmente la erosión acelerada por intervención humana, tiene
importantes consecuencias negativas:
· En primer término, conduce a reducción de la fertilidad del suelo (intensificada por
retroalimentación positiva, como ya hemos visto). Esto lleva a un menor rendimiento de los
cultivos y a un aumento de los costes de la agricultura.
· Cuando los procesos erosivos se prolongan o se agravan, la degradación es cada vez mayor y da
lugar a una pérdida irreversible del suelo, con repercusiones para la agricultura, ganadería y en
general para la vegetación.
· La erosión del suelo contribuye de manera sustancial a la desertificación, proceso que se tratará
después.
· Otras consecuencias son indirectas, pero no menos importantes. La erosión del suelo aporta
materiales que, transportados y depositados, colmatarán los embalses, pudiendo también
contaminarlos. Asimismo, esos materiales podrán depositarse en numerosos puntos de los sistemas
de drenaje, tanto natural como artificial; también pueden afectar a la producción de energía
hidroeléctrica. Por otro lado, al perderse el suelo se favorece la escorrentía superficial y aumenta la
frecuencia y gravedad de las inundaciones.
En la conferencia de Nairobi (1977) se llegó a la conclusión de que la actividad humana es
responsable del 87 % de las pérdidas de suelos. La erosión no afecta por igual a todas las zonas: las
zonas tropicales han sufrido especialmente sus efectos, y en la cuenca mediterránea es la amenaza más
grave para los suelos agrarios. Además, en lugar de remitir, en los últimos años se ha observado un
incremento de pérdidas de suelo.
Se ha estimado que las pérdidas tolerables de suelo podrían variar entre 2 y 12.5 Tm·ha -1·año -1
(según el tipo de suelo). En España, el 25.8 % del suelo presenta problemas graves de erosión (pérdidas
de más de 100 Tm·ha -1·año -1 ). Además, el 26.7 % del suelo sufre erosión importante o moderada
(pérdidas de 50-100 Tm·ha -1·año -1 ).
7. El problema de la desertificación en áreas mediterráneas
Los procesos de degradación de suelos (y, consecuentemente, de ecosistemas) inducidos por el
hombre pueden llevar a que en una zona se establezcan condiciones similares a las del desierto, dadas,
sobre todo, por la incapacidad de sustentar vida vegetal o animal: llamamos a esto desertificación. En
cambio, reservamos el término desertización para los procesos naturales que dan lugar a que una zona
se transforme en desierto.
La desertificación (definida en la Conferencia de Nairobi, 1977) está directamente relacionada
con la erosión y otros procesos de degradación del suelo (biológica, física, química,...). España es el
país europeo con mayor riesgo de desertificación, sobre todo por erosión del suelo.
Para entender las causas de la desertificación hay que tener en cuenta las causas de degradación
de suelos que se han visto antes. Por lo tanto, la agricultura y la ganadería (y, en particular, prácticas
inadecuadas) estarán entre las principales causas de desertificación, junto con otros factores que lleven
a la eliminación de la cubierta vegetal. También pueden contribuir a la desertificación prácticas
inadecuadas en relación con el uso del agua, como la sobreexplotación de acuíferos.
Entre las consecuencias de la desertificación algunas se refieren a la pérdida o degradación de
valores naturales y biodiversidad. Otras son socioeconómicas: grandes pérdidas, pobreza, hambre,
migraciones,...
En documentos de la Comunidad Europea se considera que por debajo de los 600 mm anuales
de precipitación se puede iniciar la desertificación; que ésta se favorece por climas extremados (con
importantes sequías y lluvias fuertes) como los que se dan en muchas zonas del Sureste español; que la
intensa e incorrecta ocupación humana del área mediterránea durante milenios contribuido a acelerar el
proceso de erosión del suelo y a crear condiciones favorables para futuros e irreversibles procesos de
desertificación; y que la situación se agrava por la presión que ha ejercido el ser humano sobre el medio
ambiente, sobre todo en los últimos decenios (concentración de poblaciones, intensificación agrícola,
mecanización,...). Probablemente, la situación se hará aún más vulnerable con los cambios climáticos
debidos al efecto invernadero industrial que se prevén.
La rehabilitación de suelos que sufren desertificación presenta graves dificultades cuando el
proceso está avanzado; por algo se ha considerado la desertificación como irreversible. Debe llevarse a
cabo un análisis de los recursos físicos de la zona y estudiar su historia medioambiental; a continuación
identificar los posibles usos futuros de la tierra (teniendo en cuenta suelo, clima, recursos hídricos,...); y
posteriormente diseñar y ejecutar un programa de rehabilitación. Para evitar la desertificación será
necesario tomar medidas contra la erosión y otras formas de degradación de suelos.
8. Medidas para la regeneración y protección de suelos
Se pueden tomar diversas medidas. Unas son de carácter preventivo, otras persiguen la
regeneración de los terrenos ya afectados por erosión u otras formas de degradación.
· Ordenación del territorio. A cada zona hay que asignarle un uso compatible con sus características.
Hay áreas que no son aptas para el cultivo, o para otras actividades que supongan eliminación de la
cubierta vegetal, porque eso aceleraría la erosión.
· Prácticas adecuadas de cultivo. Muchas prácticas inadecuadas pueden llevar a una mayor erosión y
pérdida: labrar en el sentido de máxima pendiente, dejar el suelo descubierto durante buena parte
del año, regadío no apropiado,... Los cultivos en pendiente revisten especial peligro, por lo que en
numerosas ocasiones deben establecerse terrazas. También es aconsejable una rotación adecuada de
cultivos.
· Revegetación. Medida fundamental. Debe realizarse en terrenos degradados, para su recuperación;
en cultivos abandonados; en riberas de ríos donde se ha perdido la vegetación natural; en taludes de
carreteras y otras construcciones, etc. Hay que tener siempre en cuenta las características del
terreno, así como las características climáticas de la zona y la vegetación natural de la misma.
Revegetación no siempre significa repoblar con árboles; a veces son más adecuados los arbustos o
herbáceas.
· Construcciones (diques, muros) para evitar el retroceso de los barrancos.
· Medidas contra la erosión eólica: reforestación, barreras cortaviento.
· Construcciones (carreteras, urbanizaciones,...) adaptadas a la geomorfología; realización de
drenajes adecuados y muros de contención.
· Otras medidas: vigilancia contra incendios, control de la ganadería (sobrepastoreo), limitación de
actividades (p.ej., vehículos todoterreno en zonas de interés natural,...).
· El suelo es una delgada capa superficial de materiales sueltos, en la que se asienta la vegetación;
en su formación intervienen los procesos geológicos externos y los seres vivos; posee componentes
inorgánicos y orgánicos.
El espesor del suelo puede estar entre menos de 1 cm y varios metros; en muchos suelos típicos
es de unos cuantos dm o algo más de 1 m. Como indica la definición, los procesos geológicos externos,
y en particular la meteorización, son necesarios para que se forme un suelo: gracias a ellos la roca se
altera y se disgrega, dando lugar a material suelto. Pero también es necesaria la acción de los seres
vivos, cuyos restos, más o menos transformados, son parte del suelo.
La ciencia que estudia el suelo es la Edafología (o Pedología). Por analogía con otras esferas
(atmósfera, geosfera, biosfera,...) se ha llamado Edafosfera a la capa (no continua) que comprende el
suelo. La edafosfera, además de ser una capa con características propias, es una interfase entre biosfera
y geosfera.
Composición del suelo
En un suelo se distinguen varios tipos de componentes:
· Los componentes minerales sólidos son fragmentos inorgánicos, procedentes de roca más o
menos alterada, que pueden tener distintos tamaños:
- Los elementos gruesos tienen más de 2 mm de diámetro.
- Dentro de los elementos finos se encuentran...
la arena (diámetro entre 2 y 0.05 mm,
el limo (entre 0.05 y 0.002 mm),
la arcilla (menos de 0.002 mm de diámetro).
· Si dejamos aparte los seres vivos del suelo (microorganismos, raíces de plantas,...), los
componentes orgánicos están representados por la materia orgánica que procede de los restos de
organismos.
- Los restos relativamente recientes, poco o nada transformados, que todavía se pueden reconocer
bien, constituyen la llamada capa de hojarasca (además de hojas también hay ramas, raíces y
otros).
- El resto de la materia orgánica del suelo, más transformada por los microorganismos, recibe el
nombre de humus; es de color oscuro y contiene compuestos nitrogenados, hidrocarburos,... y
sustancias más estables frente a la degradación, como ácidos húmicos, ácidos fúlvicos y
huminas. El humus se mezcla íntimamente con los constituyentes inorgánicos del suelo, y se
establecen enlaces entre componentes orgánicos e inorgánicos que dan lugar a complejos; los
complejos arcillo-húmicos son importantes en la estructura del suelo, movilidad de elementos
minerales y nutrición vegetal, etc.
· Los componentes líquidos constituyen la llamada disolución del suelo (agua con distintos solutos,
principalmente sales). Ocupa parte de los poros dejados por la fracción sólida, y es fundamental
para la nutrición de las plantas.
· Los componentes gaseosos, con un volumen normalmente semejante al de la fracción líquida,
también ocupan parte de las cavidades que quedan en el suelo. Se trata de aire que suele estar
saturado de humedad, con [CO 2] claramente superior a la del aire atmosférico libre.
Textura y estructura del suelo
La textura de un suelo se refiere al tamaño de las partículas minerales que lo constituyen. Se
puede expresar indicando las proporciones de arcilla, limo, arena y elementos gruesos que contiene el
suelo (o cada uno de sus horizontes).
Según la textura, hablamos de suelos arenosos, arcillosos,... Cuando existe una proporción
adecuada de partículas de diferentes tamaños, decimos que es un suelo franco.
La estructura del suelo se refiere a la formación de agregados por unión de las partículas del
suelo, pues los coloides pueden aglomerar las partículas. Estos agregados, más o menos cohesionados,
pueden tener diferentes formas: laminar, prismática, en bloques angulosos, etc. Otros suelos no
presentan agregados definidos (teniendo, por ejemplo, aspecto pulverulento o masivo).
La porosidad y la permeabilidad son dos propiedades del suelo que están muy relacionadas con
la textura y la estructura, y también con el comportamiento del agua en el suelo y la disponibilidad de
la misma para las plantas. La porosidad es el porcentaje de volumen del suelo ocupado por poros. La
permeabilidad (hídrica) es la capacidad del suelo para que el agua pase a través de él.
En un suelo de textura arcillosa, por ejemplo, la porosidad puede ser muy elevada; pero los
poros son muy pequeños y no están interconectados, con lo que la permeabilidad es muy baja, así como
la aireación. En un suelo de textura arenosa, aunque la porosidad total sea más baja, los poros son de
mayor tamaño e interconectados, con lo que la permeabilidad es muy elevada, pero la capacidad de
retención de agua es baja.
2. Nociones generales sobre la formación del suelo (edafogénesis)
Los procesos de formación del suelo constituyen la edafogénesis. El suelo se forma a partir de
un material originario (roca madre): puede ser una roca que originalmente se encontraba en el mismo
sitio donde se forma el suelo (material autóctono), o puede ser material procedente de otro lugar, que
ha sido transportado y depositado (alóctono, como los depósitos aluviales). El material originario es
afectado por los siguientes procesos edafogenéticos:
1º. Un proceso de descomposición y alteración de la roca madre. La meteorización, tanto física como
química (hidrólisis, hidratación, oxidación, carbonatación, disolución), es fundamental para la
edafogénesis; ya se ha visto en el tema de la Geosfera y hay que repasarla.
2º. Un proceso cíclico de formación y mineralización de humus, a partir de los restos orgánicos
(principalmente vegetales) depositados sobre el suelo. Por acción de animales (lombrices, larvas de
insectos) y sobre todo microorganismos (bacterias, hongos), se produce la descomposición de la
hojarasca, obteniéndose compuestos que pueden sufrir mineralización (transformación en sustancias
minerales, inorgánicas) o humificación (transformación en otros compuestos orgánicos, generalmente
más estables, que se incorporan al suelo constituyendo el humus). A su vez, los compuestos húmicos se
van mineralizando, aunque este proceso puede ser muy lento para algunos componentes del humus.
3º. Un proceso de transporte de la materia soluble y coloidal del suelo a través de su propio perfil, con
la consiguiente formación de horizontes de lavado (eluviación) y de acumulación (iluviación).
Los procesos de edafogénesis conducen a la formación de un suelo, más o menos maduro, con
un perfil característico. Ver en la figura correspondiente el esquema de los procesos edafogenéticos y
su relación con el perfil.
El perfil del suelo
Como consecuencia de los procesos de formación de suelo (edafogénesis), se diferencian en el
mismo una serie de capas horizontales, llamadas horizontes. El conjunto de los horizontes constituye el
perfil del suelo. Se puede observar si se excava un hoyo de paredes verticales donde se vea el aspecto
que presenta el suelo.
En un suelo maduro, evolucionado, se distinguen típicamente los siguientes horizontes:
1. Horizonte A, de color generalmente oscuro por su riqueza en materia orgánica (humus) * . Puede
haber perdido componentes por eluviación (lavado). En él se distinguen todos o algunos de los
siguientes subhorizontes:
a) Subhorizonte A 00, de hojarasca. Hojas y otros restos vegetales perfectamente identificables,
en la parte más superficial.
b) Subhorizonte A 0, orgánico con humus bruto, es decir, materia orgánica en la que ya no se
identifican los restos, pero con un aspecto bastante grumoso y menos transformada que en el
humus elaborado. Es el subhorizonte de color más pardo-negro y el que contiene mayor
porcentaje de materia orgánica (excepto el anterior).
c) Subhorizonte A 1, orgánico-mineral. La materia orgánica (humus elaborado) está mucho más
incorporada al suelo, con la fracción coloidal mineral. La coloración es parda, pero menos
oscura que la del subhorizonte anterior, y no tiene tanta materia orgánica.
d) Subhorizonte A 2, eluvial o de lavado. Es el más claro de los subhorizontes A. Ha perdido,
por lavado, parte de los elementos minerales (arcillas, óxidos de hierro,...), que han sido
arrastrados hacia abajo.
2. Horizonte B. El típico horizonte B es iluvial o de acumulación. Presenta color menos oscuro que el
A. En él se produce acumulación (iluviación) de elementos minerales, como arcillas u óxidos. Otras
veces, si no se produce acumulación, en lugar de horizonte B se forma un horizonte, llamado (B),
de alteración; se diferencia del horizonte C (ver lo que sigue) por un mayor grado de alteración de
la roca madre. Otras veces, si al nivel del horizonte B existe agua permanente, se forma en su lugar
un horizonte G, hidromorfo. Es el horizonte de los suelos gley, que puede presentar coloración
verdosa si contiene hierro reducido.
3. Horizonte C, roca madre. Se trata del material originario del que procede la fracción mineral del
suelo, que puede estar algo alterado pero bien reconocible.
Además de los subhorizontes señalados, pueden existir otros. Por ejemplo, el subhorizonte A p es
antrópico, se forma cuando se somete el suelo a tecnología agrícola. Un subhorizonte B t es de
acumulación de arcilla. Un subhorizonte ca (cualquiera que sea el horizonte del que forma parte) es
muy rico en carbonato cálcico, y un subhorizonte sa es salino.
Por la presencia de unos u otros horizontes se puede saber el grado de evolución del perfil:
El perfil tipo (A)C corresponde a suelos muy poco evolucionados (suelos minerales brutos).
El perfil tipo AC es propio de suelos poco evolucionados (suelos poco diferenciados con
* Cuando este horizonte está muy poco desarrollado se habla de horizonte (A).
materia orgánica).
El perfil tipo A(B)C es de suelos evolucionados (suelos evolucionados por alteración).
El perfil tipo ABC es característico de suelos muy evolucionados (suelos evolucionados por
alteración y emigración).
3. Factores de edafogénesis
Son los factores que influyen en la formación y evolución de un suelo. Pueden determinar el
tipo o la intensidad de los procesos edafogenéticos que tendrán lugar. Mencionamos a continuación los
más importantes.
· Roca madre o material originario. Diversas características de la roca madre, como la resistencia a
la meteorización, los minerales que presente y los que se puedan formar por alteración, etc.,
condicionan el tipo de suelo que se forme. Ya se ha hablado, además, de la diferencia entre
materiales autóctonos y alóctonos.
· Clima. Es quizá el factor más importante en la edafogénesis. Se ha dicho que un mismo tipo de
roca madre puede dar, bajo distintos climas, distintos suelos; pero distintos tipos de roca madre bajo
el mismo clima dan lugar al mismo suelo. El clima influye directamente en la temperatura y
humedad del suelo; condiciona los procesos de meteorización que ocurrirán, así como los procesos
de formación de humus y mineralización. Además, indirectamente, el clima influye en la
vegetación.
· Topografía. La posición topográfica tiene una influencia importante. En pendientes más o menos
fuertes la erosión puede ser muy importante y los suelos que se forman son inmaduros; además, la
orientación de la ladera influye en la radiación solar recibida, temperatura del suelo, vegetación,
etc. También la posición topográfica está relacionada con las condiciones de drenaje.
· Organismos vivos. Los animales pueden contribuir, por ejemplo, a la mezcla de materiales del
suelo (animales cavadores) y a la descomposición de los restos orgánicos (lombrices,...). Los
microorganismos (bacterias, hongos,...) son fundamentales en las transformaciones de la materia
orgánica (mineralización, humificación). Los vegetales contribuyen a la meteorización
(meteorización biótica), aportan materia orgánica que se transformará e incorporará al suelo, y
tienen numerosos efectos indirectos, como la disminución de la erosión.
· Tiempo. Es también un factor fundamental. Los procesos edafogenéticos deben actuar durante un
determinado tiempo para que se forme un suelo estable, más o menos maduro. El tiempo necesario
varía, pero prácticamente siempre está muy por encima de la duración de la vida humana, pudiendo
ser de siglos o milenios. Esto hace que debamos considerar el suelo, a muchos efectos, como un
recurso no renovable.
4. Tipos de suelos
Existen diversas clasificaciones de suelos que no vamos a estudiar. Siguiendo una clasificación
tradicional, distinguiremos entre suelos zonales, intrazonales y azonales.
A) Los suelos zonales tienen una estrecha relación con las zonas climáticas. Son suelos totalmente
desarrollados, cuyas características y evolución están dominadas por el clima y la vegetación.
B) Los suelos intrazonales también son suelos desarrollados, pero en ellos algún factor local (roca
madre, topografía) se impone sobre el clima y la vegetación, determinando las características del
suelo.
C) Los suelos azonales son suelos inmaduros, que tienen una evolución incompleta por falta de
tiempo. Pueden continuar desarrollándose y dar lugar a suelos zonales o intrazonales.
A) Suelos zonales
A1. Suelos de la zona polar
En estas zonas, la acción atmosférica sobre las rocas está impedida por el hielo. En el dominio
periglaciar, encontramos un manto de derrubios sobre la roca madre. La parte superior de este manto
es el mollisuelo, y la parte inferior, permanentemente helada, es el permafrost.
A2. Suelos de la zona templada
- Los podzoles son suelos de áreas frías con influencia marítima. Tienen perfil de tipo ABC, con
importante lixiviación, que da lugar a un subhorizonte A 2 de aspecto ceniciento y a que se
acumule humus en el horizonte B.
- Los suelos pardos son propios de la zona templada con temperaturas medias y lluvias
estacionales. La vegetación corresponde a praderas o a bosques caducifolios. Tienen perfil de
tipo ABC, con los horizontes A y B de color pardo y a menudo mal delimitados.
- Los suelos rojos son típicos de zonas templadas cálidas y con alternancia muy marcada de
estaciones húmedas y secas. No presentan horizontes netamente diferenciados, y el color rojo se
debe a óxidos de hierro; se forman en todo tipo de rocas.
A3. Suelos de zonas intertropicales
- Los suelos lateríticos son de zonas intertropicales, con temperaturas altas y precipitaciones
abundantes. La intensa meteorización descompone los silicatos alumínicos, que se transforman
en sílice, alúmina y bases alcalinas (laterización). Como las precipitaciones son abundantes, las
bases son arrastradas a niveles más bajos, mientras que la alúmina y óxidos de hierro forman
unos acúmulos que, unidos a arcillas, dan lugar a lateritas. El espesor de estos suelos puede ser
de varios metros, y el horizonte B es rico en hidróxidos de hierro y aluminio (bauxita,
limonita,...), de color rojo.
A4. Suelos de la zona peridesértica
- Se caracterizan por la emigración de carbonato o sulfato cálcico, que asciende a los niveles
superficiales. En los suelos grises la precipitación es inferior a los 200 mm, y , debido al
ascenso por capilaridad, aparecen en la superficie costras de yeso (y sal o caliza). En los suelos
con corteza las precipitaciones son algo mayores, pero también aparece una corteza superficial
o subsuperficial.
A5. Suelos de estepa
- Se desarrollan en regiones, tanto frías como cálidas, donde la precipitación es del orden de 500 mm.
Los Chernozem o suelos negros se caracterizan por el escaso lavado, y son buenos para la agricultura
de cereales. Tienen perfil de tipo AC, con color negro en la parte superior del horizonte A, y pardo
amarillento con concreciones calcáreas en la parte inferior. La roca madre suele ser rica en carbonatos.
B) Suelos intrazonales
B1. Suelos cálcicos o rendzinas
Se caracterizan por formarse sobre roca madre calcárea. Por lo tanto, tienen elevado contenido en
carbonato cálcico.
B2. Suelos silíceos o rankers
Se caracterizan por formarse sobre rocas cristalinas (granitos, gneises) o silíceas. Son más pobres que
las rendzinas.
B3. Suelos salinos
Se caracterizan por su riqueza en sales solubles. Están los suelos alcalinos, saturados en sodio y
magnesio y con pH elevado (solonetz), y los suelos salinos en sentido estricto, no saturados en sodio o
magnesio (solonchak).
B4. Suelos hidromorfos
Se encuentran en zonas saturadas de agua. Son los suelos de turbera y los suelos gley.
C) Suelos azonales
C1. Litosoles
Son los suelos delgados y rocosos de regiones montañosas.
C2. Regosoles
Se forman a partir de materiales de aluvión recién depositados, o de dunas.
5. Degradación del suelo
Concepto. Factores de degradación
El suelo es un recurso fundamental, necesario para la vida vegetal y, por lo tanto, para el
cultivo. Diferentes causas hacen que se pierda (erosión) o sufra otros procesos de degradación.
En general, se llama degradación del suelo a cualquier proceso que altera la composición o las
propiedades del suelo (o que causa su pérdida), disminuyendo su capacidad para sustentar biomasa
vegetal y, en relación con el hombre, disminuyendo su capacidad para producir bienes o servicios.
Los procesos de edafogénesis son lentos. Conducen a un suelo maduro, estable, en equilibrio
con las condiciones climáticas o con otros factores (roca madre, vegetación, etc.). Los procesos de
degradación alteran este equilibrio y empobrecen el suelo, alterando sus propiedades: disminuyen su
espesor, su contenido en nutrientes, en materia orgánica, cambian la textura,... En definitiva, decrece su
capacidad para sustentar determinada vegetación (natural o cultivada).
Diferentes tipos de factores pueden llevar a la degradación del suelo:
· Factores Naturales
- Climáticos. Por ejemplo, vientos constantes o lluvias torrenciales llevarán a una erosión más
intensa del suelo.
- Características edáficas. Unos suelos se degradan con más facilidad que otros; por ejemplo, los
suelos poco permeables facilitarán la escorrentía superficial, y con ella la erosión. Los suelos
con abundancia de material arenoso suelto sufrirán con mayor intensidad la erosión eólica.
También el tipo de suelo influirá en la retención de los contaminantes en el mismo.
- Sustrato litológico. La naturaleza o la estructura de los materiales sobre los que se encuentra el
suelo pueden favorecer determinados procesos como deslizamientos, coladas de barro, etc., y
con ello la pérdida de suelo.
- Topografía. Por ejemplo, la pendiente influye obviamente en la intensidad de la erosión hídrica.
- Cobertura vegetal. También es claro que un suelo con poca cobertura vegetal se erosionará con
mayor facilidad.
· Factores Antrópicos
- La deforestación, por distintas causas, da lugar a que el suelo quede descubierto, favoreciendo
la erosión.
- El pastoreo excesivo tiene un efecto parecido.
- Las prácticas agricolas inadecuadas, como roturar con los surcos a favor de la pendiente, o en
terrenos con pendiente acusada (roturación de terrenos marginales), o la utilización abusiva de
fertilizantes y pesticidas, también contribuyen de forma evidente a la erosión u otras formas de
degradación del suelo. Incluso el abandono de tierras de cultivo puede favorecer la
degradación, al quedar el suelo (temporalmente) descubierto.
- La extensión inadecuada del regadío favorece la degradación del suelo, por ejemplo por
salinización. La sobreexplotación de acuíferos puede dar lugar asimismo a salinización.
Tipos de degradación del suelo
· Degradación biológica del suelo. Adopta principalmente las formas siguientes:
- Degradación de la cubierta vegetal, sobre todo por actividades antrópicas (aclareos, cultivos,
quema de arbustos, pastoreo excesivo, incendios, explotación forestal,...).
- Disminución del contenido en materia orgánica por roturación y puesta en cultivo de suelos
naturales en zonas áridas.
- Adición de microorganismos patógenos al suelo, procedentes de las explotaciones ganaderas.
En realidad, podemos considerar esto como contaminación biológica del suelo.
· Degradación física. Consiste en la alteración de las propiedades físicas del suelo (textura,
estructura, porosidad, permeabilidad,...). Puede producirse compactación, encostramiento,
reducción de la permeabilidad, falta de aireación, degradación de la estructura; muchos de estos
efectos están relacionados con una disminución de la porosidad.
· Salinización. Consiste en el enriquecimiento del suelo en sales más solubles que el yeso, siendo las
principales los cloruros y sulfatos de Na y Mg. En ocasiones, además de salinización se produce
alcalinización, lo que da lugar a suelos con un pH muy elevado (mayor de 8.5)
Existen suelos que son salinos por circunstancias naturales (solonchaks, p.ej.). La mayor parte
de las veces, las sales que se acumulan en un suelo proceden, directa o indirectamente, del mar.
Disueltas en el agua del mar pueden llegar a los suelos próximos a la orilla y acumularse en ellos.
Pero, en otros muchos casos, estas sales, que en principio se encontraban en las aguas marinas, han
quedado atrapadas o retenidas en sedimentos que luego formarán rocas sedimentarias (como las
margas); estos procesos se favorecen al evaporarse intensamente las aguas marinas en condiciones
de aridez. Cuando las rocas ricas en sales se meteorizan, las sales son liberadas, pueden
transportarse y acumularse en los suelos. En zonas como la nuestra, la aridez climática también
puede favorecer la acumulación de sales cerca de la superficie del suelo por ascensión capilar y
evaporación.
La salinidad de un suelo condiciona completamente las posibilidades de desarrollo de la
vegetación: son relativamente pocas las especies de plantas, llamadas halófitas, capaces de vivir en
suelos salinos (tienen adaptaciones como la capacidad de acumular sales en sus tejidos o la
presencia de glándulas excretoras de sal). Son también, por lo tanto, muy limitadas o nulas las
posibilidades de cultivo en estos suelos.
Hasta ahora nos hemos referido a salinidad edáfica por causas naturales; pero la acción humana
también puede provocar la salinización de los suelos. Los principales factores antrópicos que
conducen a salinización de los suelos son la agricultura de regadío, la sobreexplotación de acuíferos
y actividades mineras.
· Contaminación química. En un sentido restringido, se refiere a la adición al suelo de sustancias
químicas (procedentes de actividades humanas) que pueden llevar a su degradación. Puede
producirse de forma directa, sobre todo por fertilizantes y pesticidas. Indirectamente puede deberse
a actividades industriales, ganaderas (purines) u otros vertidos de residuos.
Los principales agentes contaminantes de los suelos son restos de pesticidas, nitratos, fosfatos,
residuos orgánicos procedentes de la ganadería, efluentes procedentes de almacenamiento de
forrajes, residuos de determinadas industrias (azucareras, etc.), amoniaco procedente de la
ganadería, metales en los residuos ganaderos.
Los pesticidas pueden ser metabolizados por organismos del suelo, pueden quedar retenidos en
el mismo (disminuyendo su fertilidad) o pasar a la solución acuosa del suelo (y, a través de ella, a
los organismos). Algunos procesos de descomposición natural de pesticidas pueden dar lugar a
productos tan tóxicos o más que el original.
Los fertilizantes aportan al suelo compuestos de nitrógeno y de fósforo, cuyo principal efecto es
la alteración de los ciclos biogeoquímicos. Los nitratos y fosfatos pueden pasar además a las aguas
continentales, contribuyendo a su contaminación y, en particular, dando lugar a eutrofización.
Además, los fertilizantes llevan cantidades variables de metales pesados (As, Cd, Co, Pb, Cu,
Ni,...), que tienen poca movilidad y se acumulan en los horizontes superficiales del suelo, pasando a
las plantas. (Otra fuente de metales pesados, Pb concretamente, en algunos suelos puede ser la
caza).
Además de pesticidas y fertilizantes, en el suelo se pueden depositar otros agentes
contaminantes, de diversas procedencias. Sulfatos (lluvia ácida) que causan acidificación del suelo,
componentes orgánicos volátiles de la atmósfera, y otros gases atmosféricos, residuos industriales y
ganaderos que llegan con las aguas, residuos químicos procedentes de vertederos,...
* Erosión, tanto erosión hídrica como erosión eólica, aunque se ha estudiado más la primera. Por su
importancia, dedicaremos a la erosión del suelo un apartado especial.
Erosión del suelo
La erosión del suelo consiste en una pérdida gradual del material que constituye el suelo, al ir
siendo retiradas (disgregadas, arrancadas y transportadas) las partículas que lo forman.
Los procesos erosivos constituyen un impacto negativo que lleva a la degradación y pérdida del
suelo. En este sentido, hay que tener en cuenta dos características:
· Son procesos progresivos, pues se intensifican con el tiempo por retroalimentación positiva. En
efecto, la ausencia o escasez de vegetación favorece la erosión, la cual empobrece el suelo y por lo
tanto provoca ausencia o escasez de vegetación.
· Debemos considerarlos procesos irreversibles. La velocidad de erosión es muy superior a la
velocidad de formación del suelo, por lo que éste no se recupera.
Hay que distinguir entre los procesos de erosión natural, que tiene lugar sin intervención
humana, y los de erosión antrópica o erosión acelerada por el hombre. Las velocidades de ambos
pueden ser muy diferentes, y las dos características anteriores se aplican sobre todo a la erosión
acelerada por el hombre, que es la que provoca, con diferencia, mayores pérdidas de suelo.
Las principales causas de la erosión antrópica, es decir, las principales actuaciones humanas
que desencadenan o favorecen la erosión del suelo, son la agricultura, la ganadería y, en general,
otras actuaciones que supongan deforestación, como incendios o talas.
Erosión hídrica
Se debe al agua, y sobre todo al agua procedente de la lluvia, que da lugar a aguas de arroyada
(escorrentía superficial)† . La erosión hídrica se puede dar de diferentes formas:
· Erosión por salpicadura. Se debe al impacto de las gotas de lluvia sobre la superficie del suelo. Las
partículas se desplazan y se pueden producir pequeños “cráteres” de impacto.
· Erosión laminar. Tras caer la lluvia, podemos considerar que en un primer tramo el agua (con las
partículas que lleva) se mueve pendiente abajo como una lámina. Así, la erosión laminar consiste
en la pérdida de una capa más o menos uniforme de suelo en un terreno inclinado. Afecta sobre
todo a las partículas disgregadas por salpicadura.
· Erosión en arroyaduras (surcos), cárcavas y barrancos. En realidad, son tres grados de desarrollo
de un mismo proceso, sin que exista límite bien establecido entre ellos. Las irregularidades del
terreno y el mayor caudal hacen que el flujo (antes laminar) pase a ser concentrado. Si la fuerza del
agua supera la resistencia del suelo se forman canales, y luego crecen rápidamente, ya que cuando
se ha formado un canal el flujo es más rápido. Los surcos o arroyaduras son del orden de
centímetros; las cárcavas son de decímetros a metros, y los barrancos son de varios metros o
incluso decenas de metros. Los efectos de esta forma de erosión son muy evidentes, y conducen a
una rápida degradación del terreno.
· Erosión subsuperficial o en túnel (sufosión, piping). La existencia de galerías de animales o de
grietas subsuperficiales favorece la circulación de agua por debajo de la superficie del suelo y el
progresivo arrastre de partículas. Posteriormente se manifiesta en superficie, pudiendo producirse
hundimientos.
· Otras formas de erosión son los movimientos en masa, como los deslizamientos del terreno o las
coladas de barro.
Factores que influyen en la erosión hídrica
Veremos algunos de los más importantes:
· Climáticos. Como la intensidad y frecuencia de las precipitaciones. Más importante que la cantidad
total de agua caída es la máxima intensidad que alcanza la lluvia (es distinto que 40 mm de lluvia se
repartan uniformemente en 12 horas a que caigan en media hora).
· Morfológicos. Se refieren a la forma de la ladera, la inclinación (que favorece la escorrentía
superficial), la longitud de la pendiente (que favorece el flujo concentrado).
· Edáficos. Características del suelo, como la susceptibilidad a la erosión o la velocidad de
infiltración.
· Hidrológicos. Tipo de flujo y velocidad del flujo.
· Cubierta vegetal. Actúa como pantalla, interceptando la lluvia. Además, es importante para la
sujeción del suelo, e influye sobre las propiedades del mismo.
· Factores humanos. El uso del suelo, tipo de cultivo y forma de llevarlo a cabo, características de las
vías de comunicación y urbanizaciones, y otros. Muchas actividades humanas pueden favorecer la
erosión acelerada del suelo, como sobrepastoreo, roturación, deforestación, laboreo mal practicado,
algunas actividades deportivas, construcción de edificios y vías de comunicación.
Erosión eólica
Es menos importante que la hídrica en la mayoría de las zonas, pero se da, y a veces se han
subestimado sus efectos y se ha estudiado poco.
Hay que recordar los procesos de deflación y abrasión eólica que se vieron en el tema de la
† También es importante la escorrentía subsuperficial (que provoca erosión en túnel), así como el agua que se infiltra,
empapando el suelo (que puede dar lugar a movimientos de ladera).
Geosfera. La erosión eólica se da, por supuesto, en zonas con vientos más o menos intensos y
frecuentes. Se ve favorecida en suelos secos, disgregados y con poca o nula cubierta vegetal; también
influye la rugosidad del suelo, y la topografía.
6. Consecuencias de la erosión
La erosión del suelo, especialmente la erosión acelerada por intervención humana, tiene
importantes consecuencias negativas:
· En primer término, conduce a reducción de la fertilidad del suelo (intensificada por
retroalimentación positiva, como ya hemos visto). Esto lleva a un menor rendimiento de los
cultivos y a un aumento de los costes de la agricultura.
· Cuando los procesos erosivos se prolongan o se agravan, la degradación es cada vez mayor y da
lugar a una pérdida irreversible del suelo, con repercusiones para la agricultura, ganadería y en
general para la vegetación.
· La erosión del suelo contribuye de manera sustancial a la desertificación, proceso que se tratará
después.
· Otras consecuencias son indirectas, pero no menos importantes. La erosión del suelo aporta
materiales que, transportados y depositados, colmatarán los embalses, pudiendo también
contaminarlos. Asimismo, esos materiales podrán depositarse en numerosos puntos de los sistemas
de drenaje, tanto natural como artificial; también pueden afectar a la producción de energía
hidroeléctrica. Por otro lado, al perderse el suelo se favorece la escorrentía superficial y aumenta la
frecuencia y gravedad de las inundaciones.
En la conferencia de Nairobi (1977) se llegó a la conclusión de que la actividad humana es
responsable del 87 % de las pérdidas de suelos. La erosión no afecta por igual a todas las zonas: las
zonas tropicales han sufrido especialmente sus efectos, y en la cuenca mediterránea es la amenaza más
grave para los suelos agrarios. Además, en lugar de remitir, en los últimos años se ha observado un
incremento de pérdidas de suelo.
Se ha estimado que las pérdidas tolerables de suelo podrían variar entre 2 y 12.5 Tm·ha -1·año -1
(según el tipo de suelo). En España, el 25.8 % del suelo presenta problemas graves de erosión (pérdidas
de más de 100 Tm·ha -1·año -1 ). Además, el 26.7 % del suelo sufre erosión importante o moderada
(pérdidas de 50-100 Tm·ha -1·año -1 ).
7. El problema de la desertificación en áreas mediterráneas
Los procesos de degradación de suelos (y, consecuentemente, de ecosistemas) inducidos por el
hombre pueden llevar a que en una zona se establezcan condiciones similares a las del desierto, dadas,
sobre todo, por la incapacidad de sustentar vida vegetal o animal: llamamos a esto desertificación. En
cambio, reservamos el término desertización para los procesos naturales que dan lugar a que una zona
se transforme en desierto.
La desertificación (definida en la Conferencia de Nairobi, 1977) está directamente relacionada
con la erosión y otros procesos de degradación del suelo (biológica, física, química,...). España es el
país europeo con mayor riesgo de desertificación, sobre todo por erosión del suelo.
Para entender las causas de la desertificación hay que tener en cuenta las causas de degradación
de suelos que se han visto antes. Por lo tanto, la agricultura y la ganadería (y, en particular, prácticas
inadecuadas) estarán entre las principales causas de desertificación, junto con otros factores que lleven
a la eliminación de la cubierta vegetal. También pueden contribuir a la desertificación prácticas
inadecuadas en relación con el uso del agua, como la sobreexplotación de acuíferos.
Entre las consecuencias de la desertificación algunas se refieren a la pérdida o degradación de
valores naturales y biodiversidad. Otras son socioeconómicas: grandes pérdidas, pobreza, hambre,
migraciones,...
En documentos de la Comunidad Europea se considera que por debajo de los 600 mm anuales
de precipitación se puede iniciar la desertificación; que ésta se favorece por climas extremados (con
importantes sequías y lluvias fuertes) como los que se dan en muchas zonas del Sureste español; que la
intensa e incorrecta ocupación humana del área mediterránea durante milenios contribuido a acelerar el
proceso de erosión del suelo y a crear condiciones favorables para futuros e irreversibles procesos de
desertificación; y que la situación se agrava por la presión que ha ejercido el ser humano sobre el medio
ambiente, sobre todo en los últimos decenios (concentración de poblaciones, intensificación agrícola,
mecanización,...). Probablemente, la situación se hará aún más vulnerable con los cambios climáticos
debidos al efecto invernadero industrial que se prevén.
La rehabilitación de suelos que sufren desertificación presenta graves dificultades cuando el
proceso está avanzado; por algo se ha considerado la desertificación como irreversible. Debe llevarse a
cabo un análisis de los recursos físicos de la zona y estudiar su historia medioambiental; a continuación
identificar los posibles usos futuros de la tierra (teniendo en cuenta suelo, clima, recursos hídricos,...); y
posteriormente diseñar y ejecutar un programa de rehabilitación. Para evitar la desertificación será
necesario tomar medidas contra la erosión y otras formas de degradación de suelos.
8. Medidas para la regeneración y protección de suelos
Se pueden tomar diversas medidas. Unas son de carácter preventivo, otras persiguen la
regeneración de los terrenos ya afectados por erosión u otras formas de degradación.
· Ordenación del territorio. A cada zona hay que asignarle un uso compatible con sus características.
Hay áreas que no son aptas para el cultivo, o para otras actividades que supongan eliminación de la
cubierta vegetal, porque eso aceleraría la erosión.
· Prácticas adecuadas de cultivo. Muchas prácticas inadecuadas pueden llevar a una mayor erosión y
pérdida: labrar en el sentido de máxima pendiente, dejar el suelo descubierto durante buena parte
del año, regadío no apropiado,... Los cultivos en pendiente revisten especial peligro, por lo que en
numerosas ocasiones deben establecerse terrazas. También es aconsejable una rotación adecuada de
cultivos.
· Revegetación. Medida fundamental. Debe realizarse en terrenos degradados, para su recuperación;
en cultivos abandonados; en riberas de ríos donde se ha perdido la vegetación natural; en taludes de
carreteras y otras construcciones, etc. Hay que tener siempre en cuenta las características del
terreno, así como las características climáticas de la zona y la vegetación natural de la misma.
Revegetación no siempre significa repoblar con árboles; a veces son más adecuados los arbustos o
herbáceas.
· Construcciones (diques, muros) para evitar el retroceso de los barrancos.
· Medidas contra la erosión eólica: reforestación, barreras cortaviento.
· Construcciones (carreteras, urbanizaciones,...) adaptadas a la geomorfología; realización de
drenajes adecuados y muros de contención.
· Otras medidas: vigilancia contra incendios, control de la ganadería (sobrepastoreo), limitación de
actividades (p.ej., vehículos todoterreno en zonas de interés natural,...).