Judaísmo: Creencias, Tradiciones y Textos Sagrados

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Judaísmo

Dios

El judaísmo se caracteriza por la creencia en un Dios único, que se reveló a su pueblo. Esta revelación no implica una manifestación física, sino una comunicación con ciertos individuos, a quienes encargó la tarea de transmitir su palabra.

La revelación de Dios es, ante todo, la revelación de su nombre. Es una revelación oral. Dios habla, es el Verbo. Y los hombres, los patriarcas, los profetas a los que se manifestó, transmiten su palabra.

Esta es la Tradición. Posteriormente, los escribas la plasmaron por escrito, dando lugar al Libro de la palabra, la Biblia.

El nombre de Dios es impronunciable. Le pertenece a Él y se confunde con su identidad. Por eso, durante siglos, el hombre no lo nombró. En las tradiciones más antiguas, se le designa con el término “El” (similar a Alá), que significa príncipe o héroe. Ante su aparición, el hombre se postra en la tierra, se cubre el rostro y se mantiene aparte.

Se le considera el creador de todas las cosas: el cielo, la tierra, las aguas, la luz, los vegetales, los animales salvajes y los domésticos, y finalmente, “creó al hombre a su imagen, varón y mujer”. Él hizo todas las cosas y vio que todo era “bueno”.

Su carácter esencial es ser un Dios que habla, desde Adán hasta Moisés, desde Isaías hasta Amós. En cada ocasión va renovando sus promesas, estimulando al pueblo y quejándose de él.

Es el que da vida. Tanto si aparece a Noé como si se manifiesta a Abraham, lo hace para prometerles fecundidad y “numerosa descendencia”. Le proporciona a su pueblo “una tierra ancha y excelente, que mana leche y miel”.

Es un Dios de justicia. Yahvé recompensa a “los que le temen”. “Nada les falta a los que buscan a Yahvé”. Pero “su rostro está contra los que obran mal”; “castiga la falta de los padres en los hijos y en los nietos”.

Es el Dios que libera, como en el caso del pueblo de Egipto.

Iniciadores/Fundadores

El judaísmo no tiene un único fundador, sino que se basa en las enseñanzas de grandes patriarcas y profetas como Abraham, Moisés e Isaías.

Principal Mensaje

Dios es el todopoderoso y compasivo que ha establecido una alianza con el pueblo judío y volverá al final de los tiempos como el Mesías para hacer justicia.

La Muerte

En la hora escogida por Dios, los muertos serán llamados de nuevo a la vida.

Libros Sagrados

El libro sagrado del judaísmo es la Torá, constituida por los cinco libros del Pentateuco. Es el centro de la revelación, la ley. Este término debe comprenderse en dos acepciones:

  • En sentido propio, es un conjunto de prescripciones sociales, morales y religiosas: un código, unos “mandamientos” cuyo corazón está constituido por el Decálogo.
  • En sentido religioso, esa ley habla de Dios; es su palabra, su llamada a la santidad. Esta santidad es la vocación del pueblo elegido. Es la práctica de la justicia al servicio de la humanidad.

Como todo texto religioso, la Torá y sus libros tienen una historia. Han dado lugar a interpretaciones y añadidos que han suscitado corrientes distintas. Aunque emana de Dios, no puede completarse, corregirse ni amputarse.

La Mishná es la lectura o la enseñanza redactada en hebreo. Comprende seis secciones que forman 63 tratados y 123 capítulos. Las seis secciones u “órdenes” (sanedrim) están consagradas a las semillas (reglamentos y bendiciones), a las estaciones (fiestas), a las mujeres, a los daños, a los objetos consagrados y a las cosas puras. El estudio de la Mishná forma parte íntegramente de los deberes religiosos que conducen a la salvación, puesto que es conocimiento de la voluntad de Dios. A partir de la Mishná, el gran rabino y filósofo Maimónides formuló un resumen de las creencias judías: el Libro de los preceptos.

El Talmud fija la enseñanza dada por los rabinos palestinos (tannaim) o, más tarde, por los de Babilonia (amoraim). Por eso se distingue entre el Talmud de Jerusalén, acabado en el siglo IV, y el Talmud de Babilonia, impreso por primera vez en Venecia en 1520. Reúne dos secciones distintas: las reglas de la existencia que permiten santificar toda la vida, la “halaká”, y una especie de predicación, un conjunto de comentarios y de sentencias, la “haggadá”. En seis tratados, como la Mishná, ofrece una síntesis de la revelación y de las leyes que engloban la totalidad de la vida judía.

La Torá es tan importante que el judío piadoso no se separa físicamente de ella. La lleva sobre sí bajo la forma de filacterias, pequeñas cajas de cuero negro que contienen pasajes de la Escritura. Se las ata alrededor del brazo izquierdo y alrededor de la cabeza con cintas de cuero negro. Excepto el día del sábado, se llevan las filacterias durante los servicios religiosos de la mañana.

Moral

Esta fe, centrada por completo en la ley, se prolonga y se encarna en un conjunto de mandamientos que regulan todos los actos del judío creyente. El fundamento de esta moral es el Decálogo de las Tablas de Moisés. Pero, a partir del Pentateuco, se le fueron añadiendo una serie de prescripciones relativas a la vida diaria, desde el amanecer hasta la noche, a la alimentación, el matrimonio, los funerales, las purificaciones, etc. Se señalan hasta 613. También es sabido que algunos rabinos refinan y complican excesivamente estas obligaciones y prohibiciones.

Más simplemente, David enuncia once virtudes: la rectitud, la justicia, la verdad, el horror a la maledicencia, a la malicia, a la injuria, el desprecio por el impío, la estima del justo, el respeto a los juramentos, el préstamo sin interés y la incorruptibilidad. Isaías las reduce a seis, y Miqueas a tres. Finalmente, Habacuc condensa toda esta moral en el Decálogo.

Comunidad de Creyentes - Iglesia

El judaísmo se organiza en una comunidad de creyentes en la que existen doctores de la ley o rabinos, pero no sacerdotes. Los servicios religiosos se llevan a cabo en la sinagoga.

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