Es innata la virtud en Platón

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LA CIUDAD JUSTA


! Una vez conocidos los resortes que harían posible la  construcción política de la ciudad, es necesario incidir en el  carácter marcadamente ético de esta: el destino de la  ciudad está en manos de la virtud, tanto del dirigente como del ciudadano; es decir, que tanto gobernantes como gobernados han de ser virtuosos, porque sin virtud -como dirá después su discípulo Aristóteles- no hay ciudad, sin
virtud no es posible establecer la justicia, que es el leitmotiv de toda ciudad. Ahora bien, establecer la justicia por medio de la institucionalización de la virtud es cosa de armonía. De hecho Platón concebía la justicia como armonía. Pero, ¿en qué había de consistir exactamente esa armonía? Platón afirma que en la equiparación armónica entre el alma y el estado. Tengamos en cuenta que según la antropología platónica todo individuo es poseedor de un alma, en la cual están presentes tres grandes principios: la racionalidad, la irascibilidad y el apetito. De igual manera que la suerte de vida de cada alma individual depende de la armonía entre esos principios, la suerte del Estado dependerá de la armonía de las virtudes: la virtud propiade la racionalidad es la sabiduría y prudencia; la virtud que reside en la irascibilidad es el valor y fortaleza; mientras que la parte apetitiva del alma se hace virtuosa mediante la templanza. Pues bien, según Platón, la justicia social solo se lograría haciendo corresponder armónicamente aquellos principios del alma con sus respectivas virtudes en el desempeño de las correspondientes funciones sociales. De este modo: los individuos en los que imperara la parte apetitiva del alma no podrían llegar más lejos en su tarea social que la de formar parte de la clase productora, es decir, artesanos, labradores, etc.Aquellos otros cuya virtud fuese el valor y fortaleza, porque en ellos predominaba la parte irascible
del alma, podrían ascender al nivel de guardianes de la ciudad. Por último, en la capa más alta de responsabilidad estarían los gobernantes, en este caso los individuos más racionales o sabios y prudentes, esto es, los filósofos, según Platón.  Por tanto, la filosofía de Platón aludía a la necesidad de una armonía ética del individuo (armonía entre las partes del alma) en correspondencia con una armonía política y social (armonía entre las distintas virtudes de cada uno con los diferentes estamentos que componen la sociedad). Así, según fuese la capacidad de que dispusiese, cada uno estaría encargado de una función distinta: el gobierno para los sabios, la defensa para los fuertes y la producción para los más hábiles y también menos dotados en las virtudes anteriores.

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