La Influencia del Impresionismo en la Pintura Moderna
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La terraza de la noche en esta pintura, Van Gogh expresó sus nuevas impresiones de Francia meridional. La obra representa un café en la ciudad de Arlés. Van Gogh presenta la terraza de un elegante café situado en la plaza del Forum, en el centro de Arlés. Las luces del gas y de las estrellas iluminan la composición, especialmente la zona del melador, donde contemplamos las pequeñas mesas y las sillas con los clientes, así como ¡la camarera. Por la calle, más en penumbra, varias figuras pasean. El pintor se interesa por mostrar con detalle la terraza, empleando una pincelada suelta, sin dar minuciosidad pero sin saltarse los detalles, un estilo que había exhibido Goya unos 80 años antes. La zona de los adoquines está pintada empleando pequeños toques de pincel en forma de oruga, que caracterizarán buena parte de su obra. Las sombras de la luz de gas son moradas, recordando al Impresionismo en sus conceptos lumínicos. Los colores que tanto gustan a Vincent, el azul y el amarillo, llenan la composición mostrando la alegría que inunda el espíritu del artista, quien espera impaciente la llegada de Gauguin para formar una sociedad de artistas en la casa amarilla. Su creación es totalmente libre y crea lo que ve, inspirándose en la naturaleza.
Noche estrellada Esta famosa escena resulta una de las más vigorosas y sugerentes realizadas por Vincent. En pocas obras ha mostrado la naturaleza con tanta fuerza como aquí. Vincent se encuentra recluido en el manicomio de Saint-Rémy desde el mes de mayo de 1889 y muestra en sus imágenes lo que contempla desde su ventana. La noche le había atraído siempre - Café nocturno o La terraza del café - especialmente porque se trataba de una luz diferente a la que se había empleado hasta esos momentos. Es de destacar el tratamiento de la luz de las estrellas como puntas de luz envueltas en un halo luminoso a su alrededor, obtenido con una de las pinceladas más personales de la historia de la pintura: un trazo a base de espirales que dominan el cielo y los cipreses de primer plano, tomando como inspiración a Seurat y la estampa japonesa. Al fondo se aprecia la silueta de un pueblo con la larga aguja de la torre de la iglesia presidiendo el conjunto. Las líneas del contorno de los edificios están marcadas con gruesos trazos de tonos oscuros, igual que las montañas que recuerdan la técnica del cloisonnismo empleada por Gauguin y Bernard. Los tonos que Van Gogh utiliza son comunes a todas las obras de esta primavera del 89: malvas, morados y amarillos que muestran el estado de ánimo eufórico del artista, aunque da la impresión de predecir la grave recaída que tendrá Vincent en el mes de julio.
Impresión, sol naciente El único canal de exposición con que contaban los pintores en la Francia del siglo XIX era el Salón de París, vinculado a la Escuela de Bellas Artes, que contaba con un prestigioso jurado que seleccionaba las obras enviadas. El escándalo de 1863 - con la presentación del Desayuno en la hierba de Manet - motivó la creación del Salón de los Rechazados, que tenía más éxito entre los jóvenes creadores que el oficial al exhibir obras más modernas. Los pintores que se reunían en el Café Guerbois en torno a Manet decidieron crear un foro de exposición diferente a los oficiales, en el que pudieran mostrar sus obras todos los artistas independientes. Así surge la I Exposición de la sociedad anónima de artistas pintores, escultores y grabadores que tuvo lugar entre el 15 de abril y el 15 de mayo en las salas que el fotógrafo Nadar les prestó. El cuadro es una cascada de pinceladas sueltas que dan cierta sensación de instantánea improvisación. Al artista no le interesa el detalle, como así se aprecia en las barcas negras o en los fondos resueltos con nerviosos trazos grises, sino el instante de una escena en concreto. La sensación de movimiento acuoso se consigue de forma magistral mediante la discontinua plasmación de las pinceladas en la superficie y el reflejo anaranjado solar que evita en todo momento una proyección estrictamente lineal. Impresión, sol naciente es una obra que marca un hito en la historia del arte.
El almuerzo de los remeros. Renoir también sintió una especial atracción hacia las escenas de la vida cotidiana como Le Moulin de la Galette, los Paraguas o este Almuerzo de remeros, escenas cargadas de alegría y vitalidad. Para la creación de El almuerzo de los remeros, Auguste Renoir pasó todo un verano ambientándose en Chatou. Con un sombrero adornado con flores, en primer plano a la izquierda, la joven costurera Aline Charigot, que más tarde se convertirá en esposa de Renoir, juega con su pequeño perro. A su lado, de pie y con sombrero de paja, Alphonse Fournaise, propietario del restaurante. Detrás de él, a la derecha, su hija Alphonsine escucha atentamente, apoyada en la baranda, al barón Raoul Barbier, antiguo oficial de la caballería e íntimo amigo de Renoir, que se halla sentado de espaldas. El hombre sentado a horcajadas sobre su silla que se encuentra en primer plano a la derecha es el artista Gustave Caillebotte, talentoso pintor aunque más conocido como mecenas. A su derecha se halla sentada la actriz Ellen Andrée, que habitualmente posaba para Renoir, y el hombre que se inclina hacia Ellen es el periodista italiano Maggiolo. Detrás de estos, en segundo plano, aparece un trío formado por Eugéne-Pierre Lestringuez, con bombín, amigo de Renoir muy interesado en las ciencias ocultas; el periodista Paul Lhote, reputado seductor, y la actriz Jeanne Samary. En el centro, y al fondo del lienzo, encontramos un grupo entre el que, sentada a la mesa, Angele, la modelo favorita de Renoir, es sorprendida bebiendo de su copa. Detrás de ella, de pie, el hijo del propietario del restaurante fuma un cigarro y conversa con el financiero Charles Ephrussi, que lleva sombrero de copa y fue incluido con posterioridad en la pintura. En este cuadro, Renoir capturó una gran cantidad de luz. Como se puede apreciar, la mayor cantidad de luz viene de la gran abertura en el balcón, detrás del hombre en camiseta y sombrero. Las camisetas de ambos hombres en el fondo y el mantel de mesa actúan en conjunto para reflejar esa luz y enviarla a través de toda la composición. Un perfecto bodegón de botellas, frutas, platos y copas preside la composición, demostrando Renoir su facilidad para ese género. Las figuras se sitúan bajo un toldo que evita la entrada de la luz solar, provocando sombras coloreadas típicas del Impresionismo. Entre el toldo y los arbustos, se distinguen algunas embarcaciones y los reflejos del Sena. A diferencia de otros impresionistas, Renoir ha utilizado en esta pintura el color negro; sin embargo, podemos observar que no hay espacio en todo el cuadro que no esté tocado por la luz. La factura es cuidadosa, destacando el perfecto dibujo de las figuras con el que resalta su volumen, mientras que el fondo está más abocetado. La luz tomada directamente del natural, la disposición de las figuras en la escena, los rostros de los personajes muy realistas y la sensación de vida que se respira en el conjunto hacen de esta obra una de las más atractivas del pintor. La jovialidad de la escena, su asombroso realismo, están realzados por la dinámica de la composición; ningún elemento del cuadro parece estático: los rostros de los personajes conversando, sus actitudes gestuales, los pliegues del mantel y la ropa, el viento que mueve los arbustos y el toldo.
Características del Impresionismo
- Gusto por el paisaje: La práctica generalizada del paisaje de los impresionistas dio lugar a importantes consecuencias, como la implantación definitiva de la pintura a “plein air”, al aire libre, y la fijación del interés en los aspectos más efímeros y fugaces de la naturaleza, el mar, el cielo, las nubes, el sol, etc.
- Realismo: La captación de trozos de vida, el intento de aprehender el mundo visible tal como se ve, es decir, en su fugacidad.
- Teoría del color: En cuanto al color, conocen las teorías de la descomposición de la luz al pasar por un espacio prismático. Los impresionistas pintaban con colores puros, y los mezclaban directamente en el cuadro, mediante una sutil técnica de juego de colores primarios y complementarios, para que sea el ojo del espectador el que genere el color resultante. Es una de las esencias de la pintura impresionista, dando como resultado una paleta de colores clara, muy luminosa, imprescindible para pintar al aire libre.
- Nula relevancia del dibujo: Éste servía en la pintura tradicional sobre todo para definir la forma y configurar el volumen del objeto, aspectos que no interesan a estos pintores, ya que se centran en la captación de lo cambiante, lo fugaz, a base de la luz, que hace que la forma sea en ocasiones confusa, imprecisa.
- Pincelada suelta: Rápida, casi descuidada, a base de toques más o menos densos y largos, ya que la mancha pastosa y gruesa traduce mejor las vibraciones de la atmósfera, que al fin y al cabo es el principal asunto que les interesa.
- Luz: Otra de las señales de identidad del movimiento es la luz. Así, siguiendo las teorías de Constable, afirman que los objetos solo se ven en la medida que la luz incide sobre ellos. Por tanto, estudian el color como una modalidad de la luz y la pintura como un entretejido de tonalidades luminosas.
- Influencias: Dos de las grandes influencias del Impresionismo fueron la fotografía y la estampa japonesa.