Qué implicación tiene la aceptación del sur sufragio universal para la burguesía

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5.3 EL REINADO d Fernando VII: LIBERALISMO FRENTE A ABSOLUTISMO. EL PROCESO d INDEPENDENCIA d LAS COLONIAS AMERICANAS. Con el Tratado d Valençay (11-XII- 1813) entre Napoleón y Fernando VII, éste recupera los derechos a la Corona. Regresa a España, y en Abril d 1814 recibe el Manifiesto d los Persas, firmado x diputa2 absolutistas. El texto censura la labor d las Cortes d Cádiz y condena la soberanía nacional, pidiendo al Rey q se suprimieran las Cortes y las reformas aprobadas en ellas, incluida la Constitución d 1812. El 4 d Mayo, el rey promulga un Decreto (Decreto d Valencia), q anulaba las reformas aprobadas en las Cortes, incluida la Constitución d 1812. Se inicia el Sexenio absolutista (1814-1820). Comienza con la detención d los liberales + importantes y la disolución d las Cortes. Apoyado x la Iglesia y los grandes terratenientes, anuló la libertad d prensa, restablecíó la Inquisición y la Mesta, permitíó la vuelta d los jesuitas y restauró la sociedad estamental. El rey se enfrentó a problemas: inestabilidad del gobierno, crisis en Ha100da y oposición liberal, con pronunciamientos como los d Espoz y Mina, Porlier y Lacy. En 1820 triunfa el pronunciamiento d Riego en Cabezas d San Juan (Sevilla). Fernando VII restablecíó la Constitución 1812 iniciando el Trienio liberal (1820-1823). Se restablecieron las leyes aprobadas en Cádiz, como la eliminación d la Inquisición, abolición del régimen señorial, reanudan la desamortización. Se aprobó la Ley d Supresión d Monasterios, Reglamento d Instrucción Pública, primer Código Penal, división del territorio en 52 provincias, se instauró la Milicia Nacional y expulsan a los jesuitas.icamerales. Los exalta2 defendían el sufragio universal, la soberanía nacional y Cortes unicamerales. Hasta 1822 gobernaron los modera2, y después los exalta2. 


Los liberales se dividieron en 2 facciones: modera2 o doceañistas (antiguos diputa2 liberales d Cádiz e intelectuales ilustra2) como Argüelles y Martínez d la Rosa, y exalta2 o venteañistas (protagonistas d la revolución d 1820) como Mendizábal y Alcalá Galiano.

Los modera2 defendían el sufragio censitario, para limitar la soberanía nacional y Cortes bicamerales. Los exalta2 defendían el sufragio universal, la soberanía nacional y Cortes unicamerales. Hasta 1822 gobernaron los modera2, y después los exalta2. La oposición al régimen liberal venía del Rey, apoyado x parte del ejército, el clero y el campesinado. En 1822 se formó la Junta Absolutista en Bayona y en Cataluña se llegó a formar la Regencia d Urgel. Los 100 Mil Hijos d San Luís, ejército organizado x Francia x orden d la Santa Alianza (Congreso d Verona 1822), pusieron fin al régimen liberal, dando paso a la Década absolutista u ominosa (1823-1833). Aunque se restablecieron las instituciones d la monarquía absoluta, se evoluciónó hacia un reformismo moderado. Los liberales sufrieron represión y muchos se exiliaron. Hubo intentos d insurrección (Riego, Empecinado y Torrijos). Se llevaron a cabo reformas: creación del Consejo d Ministros y del Ministerio d Fomento. En Ha100da, López Ballesteros elaboró los 1ºs presupuestos generales del Estado, e impulsó la creación d un nuevo Código d Comercio, Tribunal d Cuentas, Banco d San Fernando (1829) y la Bolsa d Madrid (1831). 

El régimen tenía 2 enemigos: los liberales exalta2 y los realistas. Los realistas ultras se alinearon en torno a Carlos Mª Isidro, hermano y heredero a la corona. 


Fernando VII, la posibilidad d tener una hija, publica la Pragmática Sanción, derogando la Ley Sálica, permitiendo reinar a las mujeres. Carlos Mª Isidro rechazó el procedimiento y reclamó la vigencia d la Ley Sálica; así nace el problema del carlismo. Tras los sucesos d la Granja (1832), Fernando VII confirmó los derechos sucesorios d su hija Isabel, formando gobierno con Cea Bermúdez. Al morir Fernando VII, Mª Cristina hereda la corona en nombre d su hija Isabel, inicián2e la guerra civil o primera guerra carlista (1833-1840). Al tiempo se produce el proceso d independencia d las colonias americanas. Las causas q originaron la insurrección son múltiples: el reformismo borbónico del siglo XVIII, la extensión d las ideas ilustradas y liberales, la debilidad d España (Trafalgar e invasión napoleónica) y los intereses ingleses. Se distinguen 2 perio2: · Primera fase (1810-1815). La burguésía criolla, enriquecida y animada x la experiencia norteamericana y las ideas liberales, pretendían liberarse d las restricciones y el monopolio impuesto x España; promovíó Juntas y depuso a virreyes y capitanes generales, rechazando la autoridad d la Junta Central Suprema q buscaba apoyos en Inglaterra (doble juego, ayudaba contra los ejércitos napoleónicos y veía con buenos ojos el desorden en las colonias) y Esta2 Uni2. Estallan insurrecciones como la del cura Hidalgo en México, Simón Bolívar en Venezuela y José Francia en Paraguay. · Segunda fase (1816-1824). Reacción absolutista con Fernando VII, q no impidió la independencia d Argentina (1816), y acciones revolucionarias: Simón Bolívar libera Ecuador, Venezuela y Colombia; San Martín logra la independencia d Chile (1818), Iturbide la d México (1822), y Sucre la d Bolivia y Perú (Ayacucho 1824). Hacia 1825 solo Cuba y Puerto Rico, junto a Filipinas en Asía, permanecían en la corona española. 


Consecuencias: dejó la Ha100da al borde d la quiebra, el comercio se redujo y afectó + a Cataluña. España quedó relegada a un papel d potencia d 2º orden. Los nuevos esta2 fueron neocoloniza2 x Inglaterra y Esta2 Uni2. 

6.1 EL REINADO DE Isabel II (1833-1868): LA PRIMERA GUERRA CARLISTA. EVOLUCIÓN POLÍTICA, PARTIDOS Y CONFLICTOS. EL ESTATUTO REAL DE 1834 Y LAS CONSTITUCIONES DE 1837 Y 1845. El reinado de Isabel II (1833-1868) se divide en dos etapas: la minoría de edad (1833-1843) con las regencias María Cristina (1833-1840) y de Espartero (1840-1843); y el reinado efectivo (1843-1868) con la mayoría de edad. La minoría de edad de Isabel II (1833-1843), comenzó con el estallido de la Primera Guerra Carlista (1833-1840). La Guerra Civil tuvo lugar durante la regencia de Mª Cristina. Las causas fueron: La cuestión sucesoria, los carlistas apoyaban a Carlos María Isidro y por tanto la Ley Sálica, frente a Isabel II y la Pragmática Sanción; y el enfrentamiento ideológico, el carlismo defendía el Antiguo Régimen (“Dios, Patria y Rey”) y el mantenimiento de los fueros; y el liberalismo defendía la política centralizadora, soberanía nacional y división de poderes. La Primera Guerra Carlista estalló el 1 de Octubre con el Manifiesto de Abrantes y se desarrolló en tres fases: - Avance carlista (1833-1835). Se hicieron fuertes en Navarra y País Vasco, dirigidos por Zumalacárregui. - Repliegue carlista (1835-1837). Fracasan con las Expediciones Gómez y Real;


y son derrotados en Luchana (1836). - Triunfo isabelino (1837-1839). La división del carlismo facilitó el Convenio de Vergara (1839) entre Maroto y Espartero (abrazo de Vergara); pactando admitir militares carlistas en el ejército isabelino y mantener los fueros. El carlismo provocó la Segunda Guerra Carlista. (1846-1849), ante el fracaso de la boda entre Isabel II y Carlos VI. En las regencias (1833-1843), los gobiernos liberales desmantelaron el Antiguo Régimen gradualmente. Los liberales formaron dos partidos: Partido Moderado, continuistas doceañistas, defendían la soberanía compartida (Rey-Cortes), daban amplios poderes al rey y limitaban los derechos individuales; y el Partido Progresista, seguidores de los exaltados, defendían la soberanía nacional, limitaban el poder del rey. La regencia de Mª Cristina (1833-1840), se inicia con la fase moderada (1833-1835), transición entre el Estado absolutista de Fernando VII y el liberal de Isabel II, con reformistas como Cea Bermúdez. Ante la necesidad de apoyos, llamó a Martínez de la Rosa, liberal moderado. Se elaboró el ESTATUTO REAL (1834), Carta otorgada, reconocía Cortes bicamerales: Estamento de Próceres (designación real) y Estamento de Procuradores (sufragio restringido), no reconocía: soberanía nacional, división de poderes, ni derechos individuales; dejando el poder legislativo en el Rey. La insurrección en 1835 llevó a la revolución liberal (1835-1840). Mendizábal tomó medidas para desmantelar el Antiguo Régimen: libertad de imprenta, Ley de supresión de conventos y Decreto de Desamortización de los bienes del clero regular. Estas medidas provocaron su destitución. La regente intentó volver al moderantismo, lo que provocó el pronunciamiento en la Granja; entregando el Gobierno a los progresistas y restableciendo la Constitución de 1812.


El gobierno progresista de Calatrava eliminó el régimen señorial, el mayorazgo y el diezmo, restablecíó la Ley Municipal. La CONSTITUCIÓN DE 1837, consolidó el régimen constitucional; proclamaba la Soberanía Nacional (en la práctica compartida Rey-Cortes); división de poderes, Cortes bicamerales (Congreso por sufragio censitario y Senado de designación real. Reconocía derechos individuales, libertad de prensa, autonomía municipal, y la Milicia Nacional. Intentar modificar la Ley Municipal (1840), provocó la oposición progresista y de Espartero, y la salida de Mª Cristina. Tras el ministerio-regencia de Espartero, en 1841 las Cortes lo eligieron regente. Durante la regencia de Espartero (1840-1843), su autoritarismo (llegó a bombardear Barcelona) suscitó la oposición de progresistas y militares. Moderados y progresistas organizaron un pronunciamiento liderado por Narváez, que le obligó a dimitir.  Las Cortes proclaman la mayoría de edad de Isabel II con solo trece años, iniciando el reinado efectivo (1843-1868). A lo largo de sus tres fases se procedíó a la construcción del Estado liberal. En la Década moderada (1844-1854), Narváez acometíó distintas medidas: Suprimíó la Milicia Nacional y creó la Guardia Civil (1844); promulga la CONSTITUCIÓN DE 1845, más conservadora que la de 1837, soberanía compartida Rey-Cortes, Cortes bicamerales, con sufragio censitario para el Congreso, y Senado vitalicio de designación real; control de la Administración provincial y local; nuevo Código Civil y Penal; Reforma fiscal; y Concordato de 1851. Con el aumento del autoritarismo se funda el Partido Demócrata (1849). Reivindican el sufragio universal, Cortes unicamerales, libertad religiosa, instrucción primaria gratuita e intervención del Estado en ámbitos sociales. 


La suspensión de las de las Cortes 1854 aumentó el descontento. El Bienio progresista (1854-1856), comienza con el pronunciamiento del general O´Donnell en Vicálvaro. En su retirada, se le une el general Serrano, y proclaman el Manifiesto de Manzanares. Isabel II encargó gobierno a Espartero. Restaura: Ley de Imprenta, Ley Electoral y Milicia Nacional. Elaboran la Constitución de 1856, non-nata. En economía aprobó la Desamortización de Madoz (1855) de bienes eclesiásticos, municipales y del Estado; Ley de Ferrocarriles (1855), Ley Bancaria (1856). La crisis le hizo dimitir. De 1856 a 1868 se alternan moderados y Uníón Liberal. O´Donnell, con su partido la Uníón Liberal, intentaba establecer un liberalismo centrista (ala derecha progresista y ala izquierda moderada); devolvería España el prestigio internacional. Narváez con los moderados se enfrentó a la sublevación de los sargentos del cuartel de S. Gil y al Pacto de Ostende (progresistas, demócratas y republicanos, querían destronar a la reina y convocar Cortes Constituyentes). La muerte de Narváez y O´Donnell, aisló a la reina. En Septiembre de 1868 Prim y Topete inician la sublevación “La Gloriosa”, dirigida por Serrano que provocó la caída de Isabel II y abríó la esperanza de un régimen democrático.  6.2 EL REINADO DE Isabel II (1833-1868): LAS DESAMORTIZACIONES DE MENDIZÁBAL Y Madoz. DE LA SOCIEDAD ESTAMENTAL A LA SOCIEDAD DE CLASES. A lo largo de las dos etapas del reinado de Isabel II (1833-1868): la minoría de edad (1833-1843) con las regencias de María Cristina (1833-1840) y de Espartero (1840-1843), y el reinado efectivo (1843-1868) con la


mayoría de edad; se realizaron reformas económicas de signo liberal, al tiempo que se produjo una auténtica revolución social. La Regencia de Mª Cristina coincidíó con la Primera Guerra Carlista. La guerra agravó la situación de la economía, ya que a los problemas estructurales se uníó el esfuerzo para financiar la guerra contra los carlistas. Las desamortizaciones se encuadran dentro de las reformas económicas de signo liberal que se acometieron en el reinado de Isabel II. Estas formaban parte de las medidas para liberalizar la tierra, junto a la supresión del mayorazgo y abolición del régimen señorial. Las desamortizaciones, consistían en la expropiación por parte del Estado, de tierras eclesiásticas y municipales (amortizadas o en manos muertas) para su venta en subasta pública. En compensación a la Iglesia, el Estado se hacía cargo de los gastos de culto y del clero. Las desamortizaciones se realizaron desde final del Siglo XVIII (Godoy, Cortes de Cádiz, Trienio Liberal), pero el verdadero proceso de desamortización se realiza con Mendizábal y Madoz. Tras el fracaso de la etapa moderada (1833-1835), y el inició la Revolución liberal (1835-1840), Mendizábal se propuso desmantelar el sistema legal del Antiguo Régimen, necesario para liberalizar el mercado de la tierra. Como medida previa Mendizábal 1835 disolvíó las


órdenes religiosas salvo las dedicadas a la enseñanza o cuidado de enfermos, y sus fincas pasaron a ser propiedad del Estado. La desamortización de Mendizábal (1837-1849), consistíó en la venta por subasta de las tierras expropiadas a la Iglesia o desamortización eclesiástica. Los objetivos fueron: sanear la Hacienda, financiar el Ejército y convertir a los nuevos propietarios en adeptos para la causa liberal frente al carlismo. Al tiempo que pretendía aumentar el número de propietarios, la producción y la riqueza. La desamortización de Madoz (1855-1867) de bienes municipales, del Estado y eclesiásticos. Ley de 1855, se inició durante el Bienio progresista, pretendía además de reducir la deuda pública, financiar la construcción de infraestructuras necesarias para modernizar la economía, fundamentalmente el ferrocarril. Provocó la ruptura con la Santa Sede y conflictos con la reina. La venta de las tierras en metálico supuso un incremento de recursos para el Estado que duplicó los ingresos con respecto a la anterior desamortización. Las consecuencias de las desamortizaciones fueron: incremento del número de terratenientes y puesta en cultivo de numerosas tierras abandonadas; y los grandes perdedores fueron: la Iglesia, los municipios y los campesinos, que vieron frustradas sus expectativas, apareciendo un numeroso


campesinado sin tierra (proletariado rural) convirtiéndose en un foco de conflictividad. También supusieron el distanciamiento con los moderados, una vez en el poder no devolvieron los bienes a la Iglesia, pero si ralentizaron su venta. En la sociedad, se produjo el paso de una sociedad estamental a una de clases. Con la configuración del Estado liberal, los estamentos desaparecieron al imponerse la igualdad jurídica, poniendo fin a los privilegios. Todos pagaban impuestos, eran juzgados por las mismas leyes, y gozaban teóricamente de los mismos derechos políticos. Así la población constituía una sola categoría jurídica, la de ciudadanos. Los ciudadanos quedaron definidos por la pertenencia a una clase social, siendo grupos abiertos y no cerrados como en el Antiguo Régimen. La nobleza, disminuyó y perdíó su influencia al perder sus privilegios, pero se adaptó a las circunstancias. Siguió presente en los altos cargos de la Administración, del Ejército y en política (Senado), y mejoró su situación económica (alta nobleza). Aprovecharon su nombre para entrar en consejos de administración, y aliarse con la burguésía financiera (matrimonios). El clero cambió con la revolución liberal; perdíó su principal fuente de ingresos, el diezmo, y el monopolio de la enseñanza. La Iglesia perdíó parte de sus bienes con las 


desamortizaciones, y las órdenes religiosas disminuyeron; se mostró enemiga del liberalismo, contraria a la tolerancia religiosa y separación Iglesia-Estado. La burguésía fue la gran protagonista, la supresión de privilegios permitíó legalmente la movilidad social, y las desamortizaciones la posibilidad de conseguir bienes. El progreso económico, favorecíó la aparición de una burguésía de negocios: banqueros, comerciantes, propietarios de tierras y de inmuebles urbanos, grandes profesionales y altos cargos del Estado. Fuera de las grandes urbes, se desarrolló una burguésía más modesta. Las clases medias constituían entre el 5% y 10% de la sociedad, eran propietarios de tierras, comerciantes, profesionales liberales y empleados públicos. Constituyeron un grupo influyente en el país. A finales del XIX, el sector primario era la mitad del PIB y 70% de la población activa. Con diferencias: minoría de grandes propietarios, y mayoría de pequeños y medianos propietarios, arrendatarios, aparceros y jornaleros. La revolución industrial aportó una nueva clase social, el proletariado industrial, en aumento, y que se nutría del éxodo rural y de los artesanos arruinados. 

6.3 EL SEXENIO DEMOCRÁTICO (1868-1874): LA CONSTITUCIÓN DE 1869. EVOLUCIÓN POLÍTICA: GOBIERNO PROVISIONAL, REINADO DE AMADEO DE Saboyá Y PRIMERA REPÚBLICA. El Sexenio Democrático español se enmarca en una Europa y un mundo cambiante: nuevas teorías y prácticas sociales (democracia, socialismo, anarquismo), nuevos idearios (abolicionismo), nuevas rutas comerciales (canal Suez), avances tecnológicos (telégrafo) y nuevos movimientos


culturales (Realismo y Naturalismo). En España los años anteriores a 1868 el malestar social y el desprestigio de Isabel II aumentaban. Tras el fracaso de la sublevación del cuartel de San Gil en 1866, Prim pactó en Ostende una alianza con el Partido Demócrata al que se unieron los republicanos, para promover el cambio de régimen y convocar Cortes Constituyentes. La revolución de Septiembre de 1868 se inició cuando el almirante Topete junto a Prim y Serrano, se sublevaron en Cádiz.Los sublevados en su manifiesto “España con honra” proclamaban la expulsión de la reina y el establecimiento de un Gobierno provisional constitucional que asegurara el orden y la regeneración política del país. Se formaron Juntas Revolucionarias en muchos puntos del país. El ejército leal a la reina fue derrotado en Alcolea (Córdoba), Isabel II se encontró sin apoyos y se exilió a Francia. Se formó un Gobierno provisional presidido por Serrano, formado por unionistas (Topete) y progresistas (Serrano, Sagasta, Figuerola, Zorrilla); tomaron medidas inmediatas como: disolución de las juntas locales revolucionarias, expulsión de los jesuitas, derogación del fuero eclesiástico y convocaron elecciones a Cortes constituyentes que dieron la mayoría a la coalición gubernamental. Las Cortes redactan la CONSTITUCIÓN


DE 1869, establecía la soberanía nacional, división de poderes: legislativo en las cámaras, ejecutivo en el rey a través de los ministros, y judicial en los jueces; consagraba derechos básicos (reuníón, asociación y expresión), y por primera vez libertad religiosa, sufragio universal masculino y la monarquía democrática como sistema de gobierno. El Gobierno aprobó: Ley Electoral, Ley de Matrimonios civiles, Juicios con Jurado, Ley Orgánica del Poder Judicial y reforma del Código Penal. Había una Constitución, pero España era una monarquía sin rey. Se instauró una regencia presidida por Serrano y Prim fue nombrado jefe de Gobierno. Aunque estaba descartada la vuelta de los Borbones, Cánovas del Castillo forma el Partido Alfonsino, en defensa de los derechos del hijo de Isabel II. Durante el año 1869 se produjeron varios problemas: comienza la guerra con Cuba, los carlistas se reorganizan en torno a Carlos VII, y se suceden levantamientos republicanos por todo el país. Prim se centró en la búsqueda de un rey (Leopoldo de Hohenzollern, duque de Montpensier, Fernando de Coburgo y Amadeo de Saboyá). En Octubre de 1870, Amadeo de Saboyá aceptó la Corona, con el consentimiento de las potencias europeas, en Noviembre las Cortes lo eligen Rey. Su breve reinado (1870-1873) fue debido a diversos factores: asesinato de


su valedor, Prim, el conflicto militar con Cuba, la oposición de las fuerzas monárquicas (el carlismo, con la tercera guerra carlista, y el Partido Alfonsino); a ello se uníó la oposición de la nobleza y burguésía; y las movilizaciones obreras y populares que reclamaban un régimen republicano. Amadeo I abdicó, Febrero de 1873, y las dos cámaras reunidas en una sola Asamblea, proclamaron la I República. La Asamblea, que había proclamado la I República, designó a Estanislao Figueras, presidente de una República unitaria, inmediatamente chocó con los republicanos federales. Su principal cometido era convocar Cortes Constituyentes que promulgasen una nueva Constitución. Se enfrentó con graves problemas: crisis de Hacienda, cuestión de Cuba y la Tercera Guerra Carlista. En su breve gobierno promulgó una amplia amnistía, abolíó la esclavitud en Puerto Rico y suprimíó las quintas. En las primeras elecciones triunfan los republicanos federales, proclamándose la República Democrática Federal, siendo Pi i Margall presidente. En los republicanos federales surgieron dos tendencias: transigentes querían conseguir el orden social y después construir la República Federal desde arriba; y los intransigentes, defendían la construcción desde abajo, y así vendría la paz social. Al tiempo estalló una revolución cantonal,


protagonizada por la clase media y trabajadores urbanos, comenzó en Cartagena extendíéndose al Sur y Levante. Al no poder aprobar la Constitución Pi i Margall dimitíó, le sucedíó Salmerón. Se limitó a restablecer el orden y reprimir los movimientos obreros. Dimitíó al no querer firmar unas penas de muerte contra revolucionarios. Emilio Castelar le sucedíó, intentó restablecer el orden. Su giro a la derecha le enfrentó a los intransigentes. El Golpe de Estado del general Pavía, Enero 1874, disolvíó las Cortes republicanas. 1874 fue de transición entre la I República y la Restauración borbónica, el poder pasó a Serrano (República autoritaria o dictadura del general Serrano), apoyado por liberales, como Topete y Sagasta, mientras que Cánovas intentaba el regreso de los Borbones. El pronunciamiento en Sagunto del general Martínez Campos, acabó con el Sexenio revolucionario, iniciando la Restauración. 7.1 LA RESTAURACIÓN BORBÓNICA (1874-1902): CÁNOVAS DEL CASTILLO Y EL TURNO DE PARTIDOS. LA CONSTITUCIÓN DE 1876. La Restauración de la monarquía borbónica en la persona de Alfonso XII va desde 1875 hasta la mayoría de edad de Alfonso XIII en 1902. Pero el verdadero artífice del sistema político de la Restauración fue Cánovas del Castillo, que consiguió establecer en España una monarquía liberal parlamentaria (no democrática), que haría posible la gobernabilidad del Estado durante casi cuarenta años. El proyecto político de Cánovas se gestó durante el Sexenio, cuando Cánovas al frente del Partido Alfonsino, consiguió que la reina en el exilio abdicara a favor de su hijo. Alfonso se educó en la academia de Sandhurst; y


desde allí, tras el golpe del general Pavía (Enero 1874), hizo publicar el Manifiesto de Sandhurst (redactado por Cánovas), presentando la restauración de la monarquía constitucional como la única solución a los problemas de España. En Diciembre de 1874, el general Martínez Campos protagonizó el pronunciamiento militar en Sagunto, restableciendo la monarquía. Serrano dimitíó, Cánovas inició un gabinete-regencia, y en Enero Alfonso XII lo confirmó en el Gobierno. Durante el reinado de Alfonso XII (1875-1885), Cánovas del Castillo establecíó las bases para conseguir la estabilidad política en España.  Los objetivos políticos del sistema canovista se centraron en: · Pacificación del país. El Ejército, protagonista político del s. XIX, debía volver a los cuarteles y servir al Estado con independencia de quien gobernara. Finalizando la Tercera Guerra Carlista (1876) y la de Cuba (Paz de Zanjón 1878). · Bipartidismo. Inspirado en el modelo inglés: alternancia en el gobierno de dos partidos y consolidación de sus instituciones fundamentales, monarquía y Parlamento. En España los progresistas solo habían accedido al poder mediante pronunciamientos. Para evitarlo y conseguir estabilidad, era necesario que los liberales se turnaran en el poder. Los dos partidos que se turnaron fueron: el Partido Conservador, antiguos moderados, unionistas y católicos (Uníón Católica), liderados por Cánovas; y el Partido Liberal, formado por progresistas, demócratas y republicanos moderados, liderados por Sagasta. El Partido Conservador estaba apoyado por la burguésía financiera y latifundista, y la aristocracia; y el Partido Liberal x la burguésía industrial


y comercial, funcionarios y profesionales liberales. Los dos partidos aceptaron turnarse en el gobierno. Para conseguirlo, era necesario el fraude electoral, que funcionaba así: el rey encargaba la formación de gobierno al partido que le tocase, se disolvían las Cortes y se convocaban elecciones, desde el Ministerio de la Gobernación se ponía en marcha el “Encasillado” (lista de diputados provinciales que debían salir elegidos y habían elaborado los gobernadores civiles). La lista se impónía mediante presión, compra de votos de los caciques, amenazas, y si no era suficiente se manipulaba el censo, o las actas de resultados. Estas prácticas antidemocráticas en el sistema caciquista, eran conocidas como “pucherazo”. · Constitución de 1876. Era necesaria para legitimar el régimen, convocándose elecciones a Cortes por sufragio universal masculino, y estas de mayoría conservadora la redactaron y aprobaron. Inspirada en la de 1845 pero con novedades de la de 1869. Establecía la soberanía compartida Rey-Cortes. No existía un clara división de poderes: el legislativo es compartido Rey- Cortes bicamerales, Congreso elegido por sufragio censitario y Senado parte de elección real y otra mediante un sistema indirecto por las corporaciones y los mayores contribuyentes; el ejecutivo lo tiene el rey que elige al jefe de Gobierno, es jefe del Ejército y tiene amplias facultades (sanciona leyes, disuelve las cámaras, convoca nuevas elecciones y un derecho a veto en cada legislatura; y el judicial en los tribunales. Derechos y libertades como los de 1869. Religión oficial la católica, aunque tolerando otros cultos. En el reinado de Alfonso XII (1875-1885) el gobierno lo ejercíó básicamente el Partido Conservador, salvo entre 1881- 1884 que gobernó Sagasta con un partido no del todo estructurado. 


Cánovas restablecíó el Concordato con la Santa Sede, restituyó a militares depuestos, y eliminó a los alcaldes y gobernadores civiles nombrados en el Sexenio. Promulgó la Ley Electoral (1876), Ley de Imprenta (1879), fin de la libertad de cátedra y prohibíó asociaciones obreras.  En 1885 muere Alfonso XII, iniciándose la regencia de Mª Cristina de Habsburgo (1885-1902) con el Pacto de El Pardo, respetando el turno de partidos y garantizando el sistema canovista, pero aumentando la corrupción política. El Partido Liberal tendría un mayor peso legislativo en la Regencia, en el Parlamento largo (1885-1890) promulgaron: Código Comercio (1885), Ley de Asociaciones (1887), Ley del Jurado (1888), Código Civil (1889), Ley del Sufragio Universal (1890). Ya en 1893, elaboran el proyecto de Estatuto de Cuba y Pueto Rico que no se aprobó, y en 1895 se iniciaba la insurrección que llevaría a la Guerra de Cuba. El turnismo se mantuvo en toda la regencia, incluso durante la Guerra de Cuba y la muerte de Cánovas (1897).  7.2 LA RESTAURACIÓN BORBÓNICA (1874-1902): LOS NACIONALISMOS CATALÁN Y VASCO Y EL REGIONALISMO GALLEGO. EL MOVIMIENTO OBRERO Y CAMPESINO. La Restauración borbónica (1874-1902) se basó en el sistema político ideado por Cánovas del Castillo, el turno de partidos, apoyado en la Constitución de 1876 que lo posibilitaba. Dos partidos políticos protagonizarían el turnismo, Partido Conservador y Partido Liberal; que se fortalecíó con la firma del Pacto de El Pardo a la muerte de Alfonso XII, manteniendo el sistema a lo largo de la Regencia de Mª Cristina (1885-1902), superando momentos críticos como la Guerra de Cuba y la muerte de Cánovas en 1897 a manos de un anarquista. La oposición al sistema político de la Restauración, no supo aprovechar ni la corrupción del sistema,


ni la pasividad de la población. Lo compónían las fuerzas políticas no integradas en el sistema, que eran: · Carlistas. Tras su derrota en 1876 divididos en dos grupos, los que rechazaban el régimen, liderados por Ramón Nocedal; y los liderados por Vázquez de Mella que formarían un partido y lucharían dentro de la legalidad. · Republicanos. Estaban muy desunidos. Castelar lideraba a los posibilistas, colaboraron con el partido de Sagasta. Salmerón y Pi i Margall estaban divididos en su concepción de la República: Salmerón defendía una República unitaria, y Pi i Margall una federal. Ruiz Zorrilla y su grupo eran partidarios de la lucha armada. · Nacionalismos y regionalismo. Surgieron como oposiciones nuevas al sistema de la Restauración, alcanzando un gran desarrollo en los años finales del Siglo XIX. Sus objetivos eran: creación de instituciones propias o autonomía administrativa, y en otros lograr la independencia. Esto supónía un modelo de Estado descentralizado, opuesto al centralista del sistema canovista. Destacaron: - Nacionalismo catalán. En los años treinta se había iniciado el movimiento literario y cultural, la Renaixença. Pero el catalanismo político se inicia en la Restauración con el republicano federal Almirall, que fundó el Centre Catalá (1882) demandando una mayor autonomía. En 1891 se crea la Uníó Catalanista que promovíó las Bases de Manresa, recogía el primer programa del catalanismo e incluía un proyecto de Estatuto de Autonomía. En 1901 se formó el primer gran partido catalanista, la Lliga Regionalista, liderada por Prat de la Riba y Francesc Cambó.  Partido conservador que aspiraba a una autonomía de Cataluña, apoyado por sectores de las clases medias y altas y vinculado a la industria local. Durante las dos primeras décadas del Siglo XX fue el principal partido catalán. - Nacionalismo vasco. 


No tuvo su origen en movimientos culturales, nacíó más tarde que el catalán pero evoluciónó rápidamente. Reivindicó los fueros perdidos; criticó la industrialización, el capitalismo y los inmigrantes porque fracturaban la sociedad tradicional vasca; dentro de una línea de pensamiento católica y antiliberal. 1895 Sabino Arana funda el Partido Nacionalista Vasco, con un apoyo inicial escaso por su radicalismo antiespañol e independentista. Desde 1898, osciló desde el independentismo a la integración autónoma en el Estado español. - Regionalismo gallego. El nacionalismo gallego tuvo un desarrollo más lento y un menor arraigo social. Como en Cataluña, a mediados de siglo junto al movimiento cultural O Rexurdimento hay unos tímidos planteamientos políticos. Durante la Restauración el galleguismo político se inicia, cuando Manuel Murguía funda la Asociación Regionalista Gallega. Pero el regionalismo gallego tuvo menor implantación social que el catalán y vasco. - Otros regionalismos: andaluz y valenciano, inician su andadura, con un menor peso político y social. · El movimiento obrero y campesino. Con la Restauración las asociaciones obreras pasaron a la clandestinidad hasta la aprobación de la Ley de Asociaciones (1887). El movimiento obrero y campesino estaba escindido en dos corrientes, anarquista y socialista. Desde 1879 nacen organizaciones católicas como el Círculo Católico de Obreros. Los anarquistas se reorganizaron con la fundación de la Federación de Trabajadores de la Regíón Española-FTRE (1881). Mayor presencia en Cataluña, Aragón, Valencia y Andalucía; las divisiones internas y la represión, les llevó a final de los ochenta a un activismo sindical y reivindicativo, y una minoría se radicalizó (Mano Negra). Los socialistas, refugiados en torno a la Asociación del Arte de Imprimir,


presidida por Pablo Iglesias en 1874. En 1879 fundan el PSOE; y en 1888 la Uníón General de Trabajadores como sindicato del partido; cuyo objetivo era mejorar las condiciones de vida y de trabajo de los obreros, mediante la negociación, las demandas al poder político y la huelga. PSOE y UGT, fueron hasta comienzos del Siglo XX minoritarios, comparados con los anarquistas. Hasta 1900 gran parte de las acciones sindicales estaban penalizadas como delito y fueron duramente reprimidas.   7-3 EL PROBLEMA DE Cuba Y LA GUERRA ENTRE ESPAÑA Y Estados Unidos. LA CRISIS DE 1898 Y SUS CONSECUENCIAS ECONÓMICAS, POLÍTICAS E IDEOLÓGICAS. Los restos del Imperio colonial español, tras la pérdida de la América continental a principios del Siglo XIX, consistían en las dos grandes islas del Caribe, Cuba y Puerto Rico; Filipinas, en el Pacífico Occidental, y un conjunto de islotes y pequeños archipiélagos dispersos por este océano. Cuba y Puerto Rico presentaban unos rasgos coloniales muy peculiares: situadas en las cercanías de Estados Unidos, tenían una economía basada en la agricultura de exportación, principalmente azúcar y tabaco; aportaban a la economía española importantes beneficios, debido a las leyes arancelarias que impónía la metrópoli. Eran un mercado cautivo, obligado a comprar harina y textiles a la metrópoli, e impedidas de exportar azúcar a Europa desde 1870; y privadas de toda capacidad de autogobierno. La dependencia de España se mantuvo por el papel que la metrópoli cumplía con sus tropas y administración, asegurando la explotación esclavista que beneficiaba a una reducida oligarquía. En Filipinas, la población española era escasa, y los capitales invertidos no eran importantes. La soberanía se había mantenido tres siglos gracias a la fuerza militar y a la presencia de


órdenes religiosas. La relación con la metrópoli se centró, en la explotación de recursos agrarios y en la presencia de clérigos y misioneros. En 1868 comenzaron en Cuba movimientos independentistas, con la sublevación popular dirigida por Céspedes, iniciada con El grito de Yara, luchando por la abolición de la esclavitud y por la autonomía política. Estos movimientos sintieron el estímulo de Estados Unidos, con la abolición de la esclavitud tras la Guerra de Secesión. La Guerra de los Diez Años (1868-1878), concluyó con la Paz de Zanjón, por la que el general Martínez Campos se comprometíó a dar a Cuba cierto autogobierno. Los resultados de la Paz de Zanjón fueron escasos. Surgíó el Partido Liberal Cubano (1878) representando sectores de la burguésía criolla buscando más autogobierno; pero la Guerra Chiquita (1879-1880) puso de manifiesto el descontento por la Paz de Zanjón y avivó el independentismo. En 1892, José Martí fundó el Partido Revolucionario Cubano partidario de la independencia, y el mismo año en Filipinas José Rizal fundó la Liga Filipina. La propuesta de una nueva ley autonómica para Cuba (1895) llegó tarde y la Guerra independentista se endurecíó con José Martí, Máximo Gómez y Antonio Maceo. España envió a Martínez Campos, pero fracasó; asumíó el mando el general Weyler, y a pesar de los éxitos iniciales, no impidió la lucha armada. En Filipinas fue ejecutado Rizal, pero Aguinaldo mantuvo la insurrección. En 1897 desaparece Cánovas, los líderes de Cuba y Filipinas están en estrecha relación con Estados Unidos, ya que tenía intereses económicos en la zona. Sagasta cree necesario reconocer una amplia autonomía, pero Estados Unidos se implica en el conflicto, y la voladura del acorazado Maine (15 Febrero 1898) sirvió de pretexto para una declaración de guerra (Guerra hispano-Americana), que


se desarrolló en el Caribe y Filipinas. Las derrotas de Cavite y Manila en Filipinas; y Santiago en Cuba, llevaron a la Paz de París el 10 de Diciembre de 1898, España reconocía la independencia de Cuba y cedía a Estados Unidos Puerto Rico, Filipinas y la isla de Guam. En 1899 España vendía al Imperio alemán las islas Coralinas, las Marianas (excepto Guam) y Palaos. La pérdida de las últimas colonias fue conocida como él desastre del 98 y tuvo importantes consecuencias, destacan: · Ideológicas.

Se produjo una crisis de la conciencia nacional, apareciendo un movimiento intelectual y crítico, el regeneracionismo, que rechazaba el sistema político y social de la Restauración, al considerarlo una lacra para el progreso de España. Entre sus representantes destacan Joaquín Costa, Almirall... El regeneracionismo tuvo su vertiente literaria con la Generación del 98 (Unamuno, Baroja…) · Económicas. La derrota supuso la pérdida del mercado colonial, iniciándose una política proteccionista. La industria se recuperaría pronto; y la repatriación a España de los capitales situados en América, propiciaron el desarrollo de la banca española. · Políticas. Con una propuesta de reforma y modernización: el llamado regeneracionismo político que representaban políticos de diferentes partidos; en el Conservador Francisco Silvela, y en el Liberal José Canalejas. En política internacional, España dejó de ser un Imperio, iniciando una intervención en África. · Otras consecuencias: el desprestigio militar, lo que traería graves consecuencias en el Siglo XX; crecimiento del movimiento obrero, protagonizando sucesos como con sucesos como la Semana Trágica de Barcelona (1909); y mayor empuje y protagonismo de los nacionalismos periféricos.


8.1 EVOLUCIÓN DEMOGRÁFICA Y MOVIMIENTOS MIGRATORIOS EN EL Siglo XIX. EL DESARROLLO URBANO. El Siglo XIX experimentó importantes transformaciones sociales en la transición del Antiguo Régimen a la Edad Contemporánea. Dichas transformaciones están relacionadas con el desarrollo del nuevo régimen liberal y los cambios económicos que España experimentaría a lo largo del siglo. La evolución demográfica durante el Siglo XIX estuvo marcada por un crecimiento estable de la población, frente al estancamiento general de siglos anteriores. La población del XIX se caracterizó por: · Crecimiento moderado (11 mll. En 1800 y 18 mll. En 1900), lento comparado con países de nuestro entorno de mayor crecimiento económico que llegaron a duplicar su población. · Las causas del escaso crecimiento, estaba en la persistencia de un régimen demográfico antiguo (salvo Cataluña que inició la transición al régimen demográfico moderno): altas tasas de natalidad y mortalidad, es decir crecimiento vegetativo bajo. La tasa de natalidad española, al finalizar el siglo era del 34%, de las más altas de Europa. Pero relacionada con la muy elevada mortalidad, era insuficiente para permitir un fuerte crecimiento de la población, como en países desarrollados. La mortalidad descendíó a lo largo del siglo, al final del mismo se situó en un 29%, la segunda más alta de Europa después de Rusia; y la esperanza de vida no llegaba a los 35 años. Esta situación demográfica en España fue debida a tres causas fundamentales: - Crisis de subsistencias, hasta doce a lo largo del Siglo XIX. Observando la relación entre escasez de trigo y aumento de la mortalidad. Crisis que se pueden relacionar con las malas condiciones climáticas, el atraso técnico de la agricultura, y un deficiente sistema de


transportes y comunicaciones. - Epidemias periódicas. Aunque la peste había desaparecido en el Siglo XVIII, se produjeron de cólera tifus y fiebre amarilla. - Enfermedades endémicas. Una parte de la mortalidad del siglo debe atribuirse a enfermedades como la viruela, tuberculosis, sarampión, escarlatina y difteria. · Movimientos migratorios, dentro de la Península y a ultramar (Argentina, Cuba). · Crecimiento de las ciudades, éxodo rural, principalmente hacia Barcelona, Madrid, País Vasco y costa peninsular es decir zonas industriales. Aunque la población era predominantemente rural. Los movimientos migratorios, fueron una variable demográfica del Siglo XIX, relacionados con los cambios económicos y sociales del Siglo XIX. Cabe diferenciar entre: · Migraciones internas. Sobre todo en la segunda mitad de siglo, quizás por el asentamiento de la sociedad liberal, la superpoblación rural provocada por el impacto del proceso desamortizador en el sector agrario, la mejora de los transportes y la búsqueda de una vida mejor en las ciudades. Cabe distinguir entre la migración estacional, sujeta a trabajos esporádicos, y la definitiva en un nuevo espacio. Los destinos principales fueron Barcelona, País Vasco y Madrid. Núcleos relacionados con la industria, que demandaban proletariado industrial. · La migración exterior. Se incrementó en este siglo, mayoritariamente a América. Esta migración estaba relacionada con las malas condiciones internas, con la atracción de estos lugares y relación con emigrantes anteriores. Galicia, Asturias y Canarias fueron las regiones de más tasa de emigración. Algunos consiguieron hacer las Américas, formando un gran patrimonio económico. Muchos retornaron, los denominados indianos, tras hacer fortuna y colaborar en el desarrollo de sus lugares de


origen. El desarrollo urbano fue considerable durante el Siglo XIX, pero no alcanzó las cotas de los países industrializados europeos. Entre 1850 y 1900 España duplicó su nivel de urbanización, mientras países como Alemania lo multiplicó por cuatro; España mantuvo unos niveles en la media de los países mediterráneos. El crecimiento urbano estuvo ligado a las transformaciones por el liberalismo, por la industrialización, y sobre todo por las desamortizaciones que favorecieron un trasvase de población del campo a la ciudad. El éxodo rural, provocó que a mediados de siglo, hubiese un desfase entre población y estructuras urbanas. La expansión urbana obligó al desarrollo de las infraestructuras: abastecimiento de agua y alcantarillado, empedrado de calles, iluminación y transporte, cambiando las condiciones de habitabilidad de las mismas. En los procesos de reorganización urbana tuvo especial importancia los ensaches, como el Cerdá en Barcelona, el de Carlos Mª de Castro en Madrid. Otras ciudades los tomaron como modelo, el caso de Zaragoza, Bilbao, San Sebastián y Valencia. Los ensanches impulsaron el negocio inmobiliario, generando mano de obra que permitía absorber a los inmigrantes procedentes del mundo rural. 

8.2 LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL EN LA ESPAÑA DEL Siglo XIX. EL SISTEMA DE COMUNICACIONES: EL FERROCARRIL. PROTECCIONISMO Y LIBRECAMBISMO. LA APARICIÓN DE LA BANCA MODERNA. La economía del s. XIX se caracterizó por un crecimiento lento y un atraso respecto a países europeos. Hasta 1840 estuvo estancada; comenzando una recuperación que llevó a un lento crecimiento en el último tercio del siglo. En todos los países avanzados de Europa, la Revolución industrial requirió previamente una revolución agrícola, que en


España no se produjo: los excedentes de la agricultura eran insuficientes para garantizar un crecimiento elevado de la población, la demanda campesina de bienes industriales fue muy reducida, y la transferencia de población de la agricultura a la industria fue insignificante. España pretendíó impulsar, como otros países europeos, el proceso de Revolución industrial, para transformar la vieja estructura económica, esencialmente agrícola, en otra nueva, basada en el desarrollo de la industria y el comercio. Pero el resultado final quedó lejos de lo que se pretendía. La industrialización española fue tardía e incompleta, hasta mediados del XIX era artesanal y local. El despegue comenzó en la Década moderada, en los cincuenta tuvo un periodo de crisis (desamotizaciones y subida del algodón) y en el último cuarto inició la recuperación hasta 1898. Hacia 1839 la industria textil catalana era el único sector que había iniciado la industrialización, gracias al proteccionismo e innovaciones tecnológicas (maquinas de hilar, telares mecánicos a vapor y después selfactinas). La Ley de Relaciones Comerciales con las Antillas (1822) le favorecíó; el 98 la frenó hasta 1906. La industria siderúrgica inició su desarrollo en Málaga (1830-1850), a mediados de siglo se desarrolló en Asturias (La Felguera;) en 1880 se desplazó a Vizcaya (capital mixto y sistema Bessemer), donde aparecieron dos empresas: Altos Hornos de Vizcaya y de Bilbao (fusionadas en 1902), teniendo la primacía del acero. Otras industrias: agroalimentaria, química, papelera y minera. Esta última se impulsó a través de la Ley de Minas (1868) liberalizando el sector, desde 1870 crecíó enormemente: La Carolina, Riotinto, Almadén… Un sector deficiente fue la energía. Con la Revolución industrial el carbón se empleó masivamente, pero el


español era escaso, de mala calidad y caro. Comenzó el desarrollo de nuevas fuentes de energía (petróleo y electricidad), aunque con escasos efectos sobre la economía española al ser explotados por sociedades extranjeras y exportadas. España quedó relegada a uno de los últimos puestos europeos debido a: inexistencia de un mercado nacional y escasez de capitales españoles. Las consecuencias: predominio de capital extranjero, limitada a la industria periférica (catalana y vasca) y poco competitiva, lo que obligaba al proteccionismo.  Era necesario modernizar los transportes y comunicaciones para impulsar la economía. Hasta finales del XVIII el transporte era caro y lento. Durante el Bienio progresista se impulsó el ferrocarril, con la Ley General de Ferrocarriles-1855, apoyado con la Desamortización de Madoz y la Ley de Bancos y Sociedades de Crédito; posibilitando la entrada de capital extranjero (francés), desgravando la importación de materiales y dando subvenciones. Las consecuencias de la ley: concesiones a compañías extranjeras, el escaso capital privado invirtió en ferrocarril y no en industria, al final había ferrocarril y pocos productos que transportar, acarreando una crisis que paralizó el avance hasta 1876. Como efectos negativos del ferrocarril, se pueden señalar el diferente ancho de vía y el estar centrado en Madrid. Otros avances en el sector: extensión de la navegación a vapor y modernización de correos y telégrafos. En el comercio, el mercado interior, hasta mediados de siglo, hacía frente a obstáculos geográficos y trabas legales (gremios, portazgos, pontazgos y peajes), su abolición y mejora en los transportes, facilitó la unificación del mercado nacional. 


El comercio exterior, a pesar de la pérdida de la América continental, aumentó; pero la balanza comercial fue deficitaria (exportaban materias primas y productos semielaborados e importaban industriales). Frente a la primacía industrial británica, los países europeos trataron de proteger sus nacientes industrias. España practicó una política proteccionista (fabricantes de algodón catalanes, cerealistas castellanos e industriales siderúrgicos vascos). Pero los defensores del librecambismo, querían reducir la intervención del Estado, dejando al mercado libre. España pasó de un alto proteccionismo (Arancel de 1826), a una reducción a mediados de siglo, a una política relativamente librecambista (Arancel Figuerola-1869), volviendo al proteccionismo en la Restauración. El sector financiero jugó un papel básico en la industrialización y economía. Con Fernando VII se creó el Banco de S. Fernando (1829) y la Bolsa de Madrid (1831). La Ley de Bancos y Sociedades de Crédito (1856) inició la modernización del sistema bancario; nace el Banco de España (1856) y entidades como el Banco de Santander (1857), Banco de Bilbao (1857) y Banco Hipotecario (1872). Pero hasta los años treinta circulaban monedas distintas obstaculizando el comercio. En 1868 se instauró la peseta como moneda oficial, logrando la unidad monetaria.  

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