Historia del Ballet: Evolución y Desarrollo desde el Renacimiento hasta el Siglo XIX

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Orígenes del Ballet y Primeras Manifestaciones

El ballet o danza clásica es el nombre específico dado a una forma concreta de danza y su técnica. Según las épocas, los países o las corrientes y el espectáculo coreográfico puede incluir: danza, mímica y teatro (de orquesta y coral), personas y maquinaria.

El ballet está considerado como una de las Artes Escénicas.

Su origen está en los espectáculos que se hacían en el Renacimiento Italiano, para entretener a la corte. Eran espectáculos que se hacían durante las comidas y cenas y que incluían canciones, poesía y danza, bailada por los propios cortesanos. Después se desarrolló en Francia. Le Ballet Comique de la Reine fue el primer ballet completo que se interpretó en París en 1581, bailado por aristócratas amateurs en los salones del palacio y como la mayor parte del público lo veía desde las galerías superiores lo más importante eran las líneas y la formación.

La Danza del Siglo XV

Durante esta época surgió una danza secreta llamada la danza de la muerte, propiciada por la prohibición de la iglesia y la aparición de la Peste Negra. Nacida como danza secreta y extásica durante los siglos XI y XII, la danza de la muerte comenzó como respuesta a la Peste Negra. Esta danza se extendió desde Alemania a Italia en los siglos XIV y XV y ha sido descrita como una danza a base de saltos en la que se grita y convulsiona con furia para arrojar la enfermedad del cuerpo.

Ballet Renacentista

La actitud de la Iglesia Cristiana hacia la danza durante toda la Edad Media fue ambivalente. Por un lado, encontramos el rechazo de la danza como catalizadora de la permisividad sexual, lascivia y éxtasis por líderes de la Iglesia. Por otro lado, antiguos Padres de la Iglesia intentaron incorporar las danzas propias de las tribus del norte, celtas, anglosajones, galos, etc. en los cultos cristianos. Las danzas de celebración estacional fueron a menudo incorporadas a las fiestas cristianas que coincidían con antiguos ritos de fin del invierno y celebración de la fertilidad con la llegada de la primavera. A principios del siglo IX, Carlomagno prohibió la danza, pero el bando no fue respetado. La danza continuó como parte de los ritos religiosos de los pueblos europeos, aunque camuflados con nuevos nombres y nuevos propósitos.

El advenimiento del Renacimiento trajo una nueva actitud hacia el cuerpo, las artes y la danza. Las cortes de Italia y Francia se convirtieron en el centro de nuevos desarrollos en la danza gracias a los mecenazgos, a los maestros de la danza y a los músicos que crearon grandes danzas a escala social que permitieron la proliferación de las celebraciones y festividades. Al mismo tiempo, la danza se convirtió en objeto de estudios serios y un grupo de intelectuales autodenominados la Pléyade trabajaron para recuperar el teatro de los antiguos griegos, combinando la música, el sonido y la danza. En la corte de Catalina de Medici nacieron las primeras formas de ballet de la mano del genial maestro Baltasar de Beauyeulx. Baltasar dirigió el primer ballet de corte, una danza idealizada que cuenta la historia de una leyenda mítica combinando textos hablados, montaje y vestuario elaborados y una estilizada danza de grupo. En los siglos siguientes, el ballet se convirtió en una disciplina artística reglada y fue adaptándose a los cambios políticos y estéticos de cada época. Las danzas sociales de pareja como el minuet y el vals comenzaron a emerger como espectáculos dinámicos de mayor libertad y expresión.

Ballets de cour (ballet de Corte) es el nombre dado a los ballets realizados en los siglos XVI y XVII en la corte. Jean-Baptiste Lully es considerado el compositor más importante de la música para ballet de corte y fue decisivo para el desarrollo de la forma. Luis XIV, como director de la Real Academia de Música, trabajó con Pierre Beauchamp, Molière, Philippe Quinault y la señorita De Lafontaine, la primera mujer bailarina profesional.

El rey francés Luis XIV establece la Academie Royale de Danse, la primera organización profesional de ballet. Los aristócratas dejan de bailar y los espectáculos son interpretados por profesionales, al principio sólo hombres (bailaban con máscaras los papeles femeninos) y luego también las mujeres. En el siglo XVIII, la bailarina francesa Marie Camargo y su rival Marie Sallé comienzan a acortar sus faldas y a utilizar zapatos sin tacón para bailar e incluso utilizar túnicas griegas. En este mismo siglo, Anne Heinel es la primera mujer que consigue hacer una doble pirueta. Poco a poco las palabras se van eliminando del ballet y se va trabajando más la expresión dramática. El ballet en puntas comienza a desarrollarse a finales de este siglo, todavía las bailarinas se ponían en puntas sólo durante unos instantes, no se habían inventado las zapatillas de puntas. Es ya en el siglo XIX cuando se inicia el ballet romántico con La Sílfide y el trabajo en puntas. A partir de aquí ya están fijadas las bases del ballet actual. Irán surgiendo distintas técnicas en distintos países.

Siglo XVII

Louis XIV fundó la Real Academia de Danza, que es actualmente el Ballet de la Ópera de París, en 1661. Juan Bautista Lully, compositor italiano, estaba al servicio de la corte francesa, jugó un rol muy importante estableciendo la dirección hacia donde se encaminaría esta actividad artística durante el siglo siguiente. Respaldado y admirado por el Rey Luis XIV, Lully solía incluir en su elenco a los reyes. El título Rey del Sol, mediante el cual aún hoy en día se hace referencia a los monarcas franceses, se originó en el Ballet de la Nuit (1653), para el rol que interpretaba el Rey Luis XIV.

Siglo XVIII

En el siglo XVIII destacaron las bailarinas Marie Ann Camargo y María Sallé quienes, entorpecidas en el baile por lo incómodo de los vestuarios, pelucas y tacones, decidieron acortar sus faldas y adoptar el uso de zapatillas sin tacón para mejorar la ejecución de sus saltos y piruetas.

Siglo XIX

La Sílfide fue la primera coreografía que inauguró la era de los llamados Ballets Románticos. Entre los más importantes ballets románticos destacan Giselle (música de Adolphe Adam y coreografía de Jean Corelli), El diablo cojo (1836), entre otros.

En la segunda mitad del siglo XIX, la calidad de los espectáculos de ballet comenzó a descender. Sólo en Rusia se mantuvo un alto nivel en la práctica y espectáculos de este arte, gracias al trabajo del coreógrafo francés Marius Petipa, quien era el director de coreografía del Ballet Imperial Ruso.

Petipa perfeccionó el ballet con argumento largo y fue el autor de los famosos ballets de Tchaikovsky: El Cascanueces, La Bella Durmiente, El Lago de los Cisnes, etc. Los ballets de Tchaikovsky fueron casi todos rechazados en sus primeras presentaciones y su música no era agradable al oído del público.

Bibliografía

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