Guerra del Pacífico (1879-1883): Causas, Desarrollo y Consecuencias
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La Guerra del Pacífico (1879-1883)
La Guerra del Pacífico, también conocida como Guerra del Salitre, fue un conflicto armado que se desarrolló entre 1879 y 1883. En este conflicto, la República de Chile se enfrentó a la alianza conformada por la República Peruana y la República de Bolivia.
Antecedentes
Artículo principal: Antecedentes de la Guerra del Pacífico
A mediados del siglo XIX, el desierto de Atacama adquirió un gran valor económico debido al descubrimiento de valiosos yacimientos de guano y, posteriormente, de salitre. Estos recursos tenían una alta demanda y un buen precio en el mercado internacional.
Existen discrepancias entre los historiadores bolivianos y chilenos respecto a si el territorio de la Audiencia de Charcas (inicialmente dependiente del Virreinato del Perú y luego del Virreinato del Río de la Plata) poseía o no litoral. Los bolivianos, basándose en diversos documentos, afirman que sí lo tenía, mientras que los chilenos lo niegan o lo cuestionan.
En 1825, al crearse la República de Bolivia (inicialmente denominada República de Bolívar), Simón Bolívar estableció una salida al mar por Cobija (Puerto La Mar). Sin embargo, gran parte de la explotación económica de esa zona costera fue llevada a cabo por empresarios chilenos en condiciones que, según algunos, eran muy ventajosas para ellos.
Antes del inicio de la guerra, los presidentes de las naciones involucradas eran Hilarión Daza en Bolivia, Aníbal Pinto Garmendia en Chile y Mariano Ignacio Prado en el Perú. Las Repúblicas de Bolivia y Chile habían firmado dos tratados de límites: el primero en 1866 (Tratado de límites de 1866 entre Bolivia y Chile) y el segundo en 1874, junto a un protocolo complementario de 1875 (Tratado de límites de 1874 entre Bolivia y Chile). Ambos tratados fueron ratificados y canjeados solemnemente en Santiago y en La Paz.
Según su preámbulo, el tratado de 1866 tenía como objetivo "poner un término amigable y recíprocamente satisfactorio a la antigua cuestión pendiente entre ellas sobre la fijación de sus respectivos límites territoriales en el desierto de Atacama y sobre la explotación de los depósitos de guano existentes en el litoral del mismo desierto". En su artículo I, se establecía que la frontera entre ambos países sería "en adelante el paralelo 24 de latitud meridional desde el litoral del Pacífico hasta los límites orientales de Chile". También se determinaba una medianería en favor de ambos países, entre los paralelos 23 y 25, sobre los productos provenientes de la explotación de los depósitos de guano y los derechos de exportación de los minerales extraídos en esa área.
El gobierno que derrocó a Mariano Melgarejo declaró nulos todos los actos del gobierno anterior, incluyendo los tratados de límites firmados con Chile y Brasil. Esta declaración generó tensiones con el gobierno chileno hasta la firma del Tratado de 1874, que reemplazó al de 1866. Este último tratado volvió a fijar como límite entre las Repúblicas de Chile y Bolivia "El paralelo del grado 24 desde el mar hasta la cordillera de los Andes en el divortia aquarum", estableciendo además, en el artículo IV, que los derechos de exportación que se impusieran sobre los minerales exportados en el territorio comprendido entre los paralelos 23 y 25 de latitud sur "no excederán la cuota de la que actualmente se cobra, y las personas, industrias y capitales chilenos no quedarán sujetos a más contribuciones de cualquiera clase que sean que las que al presente existen. La estipulación contenida en este artículo durará por el término de veinticinco años". Este tratado internacional era el vigente hacia 1879.
El 27 de noviembre de 1873, la Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta, una sociedad chilena formada por capitales chilenos y británicos, firmó un acuerdo con el gobierno boliviano que le autorizaba la explotación de salitre libre de derechos por 15 años, desde la bahía de Antofagasta hasta Salinas, incluyendo el Salar del Carmen. Dicho acuerdo no fue ratificado por el congreso boliviano, que en ese entonces se encontraba analizando las negociaciones con Chile, las cuales resultarían en el tratado de 1874.
Crisis e Inicio del Conflicto
En 1878, en medio de una crisis económica, las autoridades bolivianas buscaron reaccionar a los privilegios que el anterior gobierno había otorgado a los empresarios de la zona. En ese contexto, el congreso de Bolivia se dedicó al estudio del acuerdo celebrado por el gobierno en 1873.
Para Bolivia, el contrato firmado en 1873 con la Compañía de Salitres y Ferrocarril de Antofagasta aún no estaba vigente, ya que, según la constitución boliviana, los contratos sobre recursos naturales debían ser aprobados por el congreso. Esto se hizo por la Asamblea Nacional Constituyente boliviana mediante una ley, el 14 de febrero de 1878, a condición de que se pagara un impuesto de 10 centavos por quintal de salitre exportado por la compañía.
Asamblea Nacional Constituyente de Bolivia. Ley de 14 de febrero de 1878
Desde la perspectiva de Chile, el cobro del impuesto de 10 centavos por quintal exportado violaba el artículo IV del tratado de 1874. Por ello, dicho impuesto encontró una gran resistencia por parte de los propietarios de la empresa afectada y una cerrada defensa de su causa por parte del gobierno de Santiago, lo que desencadenó un conflicto diplomático.
El 17 de noviembre de 1878, el gobierno de La Paz ordenó al prefecto del departamento de Cobija que hiciera efectivo el impuesto de 10 centavos establecido por la ley de 14 de febrero. Posteriormente, el 1 de febrero de 1879, el gobierno de Hilarión Daza rescindió el contrato, suspendiendo los efectos de la ley de 14 de febrero de 1878, y decidió reivindicar las salitreras detentadas por la Compañía de Salitres y Ferrocarriles de Antofagasta y rematar estas últimas para cobrar los impuestos impagos desde febrero de 1878. El remate estaba programado para el 14 de febrero de 1879.
Gracias a los archivos de la Compañía de Salitres y Ferrocarriles de Antofagasta, se sabe que en Chile no existía interés en ir a la guerra por salvar a la compañía, a pesar de que muchos políticos y ministros importantes eran accionistas minoritarios de la compañía. Sin embargo, la decisión sería otra en caso de que se remataran efectivamente las salitreras, lo que, según la visión del presidente de Chile Aníbal Pinto, supondría la violación efectiva del tratado.
En Chile, la decisión de ir a la guerra se tomó la mañana del 11 de febrero, cuando en una sesión especial del gabinete chileno se recibió un telegrama del norte, conteniendo textualmente un mensaje del ministro plenipotenciario de Bolivia: "Anulación de la ley de febrero, reivindicación de las salitreras de la compañía". Esto gatilló la decisión del presidente Aníbal Pinto de ordenar la ocupación de Antofagasta, que se verificó el 14 de febrero de 1879, con la penetración de las tropas chilenas al interior del litoral boliviano (véase Carta del presidente de Chile, a su embajador ante el gobierno de La Paz). Ante esta situación, el 27 de febrero, Hilarión Daza decretó el estado de sitio en Bolivia.
El Perú, que había suscrito el Tratado de Alianza Defensiva de carácter secreto con Bolivia en 1873, al que Argentina no se había adherido, trató de persuadir al gobierno de La Paz para someterse a un arbitraje con la misión Quiñones, figura que se encontraba estipulada en el protocolo complementario de 1875, toda vez que se trataba de un "problema tributario" y no territorial. El gobierno peruano, para mediar en el conflicto, envió a su ministro plenipotenciario José Antonio de Lavalle a Chile. La misión del diplomático fracasó y, en lugar de ello, el gobierno de Chile denunció al plenipotenciario peruano la existencia de un "Tratado Secreto" firmado con Bolivia. Lavalle leyó el tratado al canciller chileno Fierro y explicó que no era ofensivo a Chile.
El 1 de marzo, el gobierno de Bolivia declaró cortado todo comercio con Chile. El 15 de marzo, Chile inició preparativos para ocupar más al norte del paralelo 23. Con ello, el 23 de marzo tuvo lugar la batalla de Calama, en la que las fuerzas chilenas vencieron a un grupo de civiles bolivianos. El 5 de abril de 1879, Chile le declaró la guerra al Perú y a Bolivia.
La revisión y el análisis del tratado secreto de alianza llevan a historiadores peruanos a la conclusión de que el Perú aún tenía la opción de decidir si la agresión a Bolivia era real o si el asunto merecía un arbitraje, lo que "era preferible", según la cláusula pertinente. Esta misma interpretación dice que a raíz de la penetración de tropas chilenas en territorio boliviano y el poco interés del gobierno de Chile en "una salida diplomática", y a la declaratoria de guerra que le hace el gobierno chileno el 5 de abril, es que Perú se siente ligado a Bolivia por el tratado recíproco de defensa, y entra asimismo en la contienda, declarando el casus foederis.
La historiografía chilena, en cambio, afirma que el pacto es defensivo en la forma, pero ofensivo en el fondo, por lo que considera la mediación de Perú después de la toma de Antofagasta como una forma de ganar tiempo mientras se realizaban preparativos de guerra. Además, declaran motivos de más largo alcance para que la guerra terminara en un conflicto entre Chile y Perú, que sería, según esta visión, una enemistad que tendría raíces en la época de las Colonias, y exacerbadas en la independencia y en la Guerra contra la Confederación Perú-Boliviana.
Por otra parte, la historiografía peruana afirma que las relaciones coloniales eran de cooperación y comercio entre los puertos del Callao y Valparaíso. Luego de proclamada la Independencia del Perú, ambos gobiernos suscribieron el 23 de diciembre de 1822 un tratado de Liga, Alianza y Confederación, que establecía principalmente una alianza militar entre el Perú y Chile, el cual se complementó el 26 de abril de 1823 con un tratado de Auxilios, que reglamentaba el financiamiento de la campaña libertadora. Aunque posteriormente el gobierno peruano no reconoció dicha deuda, en 1839, con la derrota de la Confederación Perú-Bolivia, el Perú pagó a Chile la deuda contraída por el servicio prestado por el ejército chileno en la campaña restauradora y la independencia, así como reconoció las acciones de los oficiales de Chile otorgándoles premios y condecoraciones del ejército del Perú por reunificar el Perú y derrotar a Andrés de Santa Cruz, reconociendo a Chile como aliado del Perú. Esta alianza volvería a fortalecerse en 1866 durante la Guerra Hispano-Sudamericana, en la cual las escuadras navales de ambos países combatieron juntas a la Armada Española en el Combate naval de Abtao. Tras el Combate del Callao y el retiro de la flota europea de aguas americanas en octubre del mismo año, el ministro chileno en el Perú, Marcial Martínez, en cumplimiento de una ley dada por el congreso de su país, confirió al presidente peruano Mariano Ignacio Prado (el mismo en 1879) los despachos de General de División en el Ejército Chileno. Esto ha llevado a la historiografía peruana a afirmar la existencia de intereses económicos y políticas expansionistas en la clase dirigente chilena de ese entonces como verdadero motivo del estallido de la guerra.
Campaña Naval
Campaña naval de la Guerra del Pacífico
Al comienzo de la guerra, era evidente que, antes de cualquier operación militar en un terreno tan difícil como el desierto de Atacama, debía ganarse el control de los mares.
El poder de la escuadra chilena se basaba en las fragatas blindadas gemelas Cochrane y Blanco Encalada, de 3.560 toneladas, con 6 cañones de 250 libras de avancarga, 2 de 70, y 2 de 40 libras, blindaje de 9 pulgadas y una velocidad de 11 millas a su máxima capacidad. El resto de la escuadra estaba formada por las siguientes naves de madera: las corbetas Chacabuco, O’Higgins y Esmeralda, la cañonera Magallanes y la goleta Covadonga.
La escuadra peruana basaba su poder en la fragata blindada Independencia y el monitor Huáscar. La Independencia desplazaba 3.500 toneladas, tenía un blindaje de 4½ pulgadas, 2 cañones de 150 libras, 12 de 70, 4 de 32, 4 de 9 libras, y un andar de once millas a su máxima capacidad. El monitor Huáscar desplazaba 1.745 toneladas, tenía un blindaje de 4½ pulgadas, 2 cañones de 300 libras de avancarga ubicados en la torre giratoria, y alcanzaba 11 millas de velocidad a su máxima capacidad, con lo cual posiblemente era la nave de combate más moderna de la marina de guerra del Perú. Completaban la escuadra peruana los monitores fluviales Atahualpa y Manco Cápac, la corbeta de madera Unión y la cañonera de madera Pilcomayo. Bolivia no contaba con buques de guerra.
El puerto peruano de Iquique fue bloqueado por parte de la armada chilena. En el Combate naval de Iquique, el 21 de mayo de 1879, el monitor Huáscar, al mando del capitán de navío Miguel Grau Seminario, logró hundir a la corbeta chilena Esmeralda, al mando del capitán de fragata Arturo Prat Chacón, quien, al morir durante el combate, se convirtió en el mayor héroe naval chileno. El mismo día, la fragata Independencia se enfrentó con la goleta Covadonga, cuyo comandante, el capitán de corbeta Carlos Condell de la Haza, la llevó por zonas de poco fondo haciéndola encallar en Punta Gruesa. El resultado del día en Iquique y Punta Gruesa caló hondo en la opinión pública de ambos países. Los combates navales de Iquique y Punta Gruesa le dieron una victoria táctica al Perú: el bloqueo del puerto de Iquique fue levantado y las naves chilenas fueron hundidas o abandonaron el área. Sin embargo, la victoria tuvo un altísimo costo estratégico; durante el combate de Punta Gruesa, la marina de guerra del Perú registró la pérdida de una fragata blindada de 3.500 toneladas al intentar infructuosamente capturar una nave de madera de 630 toneladas. La pérdida de la fragata blindada Independencia, la mayor nave de la escuadra de la marina de guerra del Perú, representó un golpe irreparable para ésta.
Pese a su condición de inferioridad numérica, el comandante del Huáscar mantuvo en jaque a toda la escuadra chilena durante seis meses. Entre las acciones más destacadas de las llamadas correrías del Huáscar se cuentan: el primer combate naval de Antofagasta (26 de mayo de 1879) y el segundo combate naval de Antofagasta (28 de agosto de 1879). El punto culminante fue la captura del vapor Rímac, el día 23 de julio de 1879. En esta acción, Grau no sólo capturó dicho buque, sino también el regimiento de caballería Carabineros de Yungay, el cual se encontraba a bordo. Este hecho causó una crisis en el gobierno chileno que provocó la renuncia del almirante Juan Williams Rebolledo. Tras la renuncia de Williams, el mando de la escuadra chilena fue entregado al comodoro Galvarino Riveros Cárdenas, quien se abocó a dar caza al Huáscar.
El combate decisivo de la campaña naval tuvo lugar en Punta Angamos, el día 8 de octubre de 1879. En este combate, el monitor Huáscar fue finalmente capturado por la armada de Chile, a pesar del intento de hundirlo por parte de su tripulación. Durante el combate, murió su comandante, Miguel Grau Seminario, convirtiéndose a su vez en el héroe patrio del Perú. El combate naval de Angamos marcó el fin de la campaña naval de la Guerra del Pacífico.
Campaña Terrestre
Artículo principal: Campaña terrestre de la Guerra del Pacífico
Obtenida la superioridad naval, las tropas del ejército chileno iniciaron una serie de maniobras militares en las provincias de Tarapacá, Tacna y Arica. Las batallas de Pisagua, Tacna, y Arica, fueron victorias chilenas en 1880. La batalla de Tarapacá fue una victoria aliada, pero ésta no cambió el curso de los acontecimientos a favor de los aliados, pues Bolivia se retiró de la guerra después de la batalla del Alto de la Alianza en Tacna, y Chile siguió luchando contra el Perú.
La capital, Lima, entonces una ciudad aristocrática, vivía desconectada del resto de Perú y subestimó completamente la situación bélica, lo que contribuyó a desestabilizar completamente su clase política y a evitar una preparación efectiva para enfrentar el desembarco chileno al sur de la ciudad. En enero de 1881, las tropas chilenas entraron en Lima después de las batallas de San Juan y Miraflores. En esta última, la propia población civil defendió sin éxito la ciudad cuando el ejército chileno atacó tres de los doce reductos. Luego de la batalla hubo incendios y saqueos en los poblados de Chorrillos y Barranco.
Las fuerzas chilenas establecieron su autoridad y se impusieron cupos de guerra a la población limeña. Se impuso el orden en la ciudad, en las zonas de ocupación, y se restablecieron las actividades. Sin embargo, este orden no evitó la salida de objetos y bienes científicos o culturales, tales como instrumentos, herramientas, mobiliario y libros, algunos de los cuales fueron enviados a Chile, terminando otro tanto en manos de privados, de ambos países.
El dictador Nicolás de Piérola Villena se retiró de la capital para pretender seguir gobernando desde el interior del país, quien fue sustituido por un gobierno civil a cargo de Francisco García Calderón, que se negó a firmar la entrega del Departamento de Tarapacá.
Sin posibilidades de firmar la paz, el jefe de la ocupación chilena, vicealmirante Patricio Lynch, estableció su cuartel militar en el Palacio de Pizarro en Lima y dirigió el combate contra la resistencia peruana en la sierra, en lo que se denomina la Campaña de la Breña o de la sierra, enfrentando abundantes actos de sedición en la misma ciudad y luego una resistencia claramente organizada.
Después de los enfrentamientos en San Juan y Miraflores, el entonces coronel peruano Andrés Avelino Cáceres y otros, como el capitán José Miguel Pérez, decidieron llegar a los Andes Centrales para organizar y reiniciar la resistencia al ejército de ocupación chileno. Para ello, el 15 de abril de 1881, se embarcaron en el tren de la estación de Viterbo (evadiendo la vigilancia de los soldados chilenos), con destino final la ciudad de Jauja. Así, y en gran medida ayudado por su profundo conocimiento de la lengua quechua, Cáceres organizó la defensa entre la población civil de la Sierra Central y el coronel Gregorio Albarracín en la Sierra Sur, quienes ejecutaron una efectiva guerra de guerrillas durante tres años. Eligieron la breña de los Andes Centrales porque presentaba una topografía excelente para aplicar la estrategia de guerra de guerrillas. Asimismo, porque existían nuevos elementos humanos, aunque sin entrenamiento y con escaso armamento para una lucha prolongada.
La resistencia militar liderada por Cáceres en las regiones sur y centro andinas obtuvo varias victorias contra las fuerzas invasoras chilenas hasta que sufrió una derrota decisiva en Huamachuco el 10 de julio de 1883, en la región de la sierra norte, lo que abrió el camino para la culminación de la guerra por el encumbramiento del general peruano Miguel Iglesias, que acercó posiciones con la autoridad militar chilena para erigirse como nuevo presidente. Finalmente, pese a la resistencia de Cáceres y Montero, firmó un tratado de paz con Chile que involucraba cesión territorial, con lo que se pondría fin a la contienda.
Luego de la guerra, las diferencias entre Cáceres e Iglesias dieron origen a una guerra civil entre los partidarios de ambos líderes, que finalizó en 1885 con el triunfo del primero.