La Guerra de Independencia en España

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Los franceses entraron con sus tropas pero mandaron dos: una por Burgos dirección Portugal y otra por Barcelona para conquistar la PI. Napoleón propuso a Godoy un intercambio de los territorios portugueses por Cataluña y Aragón, y al rechazarlo se rompen las alianzas convirtiéndose en enemigos. De este modo, España se une a Inglaterra.

Desarrollo de la guerra

En 1808 se desarrolla la Guerra de Independencia hasta 1814. El levantamiento comienza el 2 de mayo y entre el 17-19 de marzo de 1808 tiene lugar el Motín de Aranjuez, en el que Fernando VII hace abdicar a Carlos IV y se suprime a Godoy. Esta guerra se hace con ideales del AR por España, esta contienda hace que Napoleón secuestre a la familia real y obligue a Fernando a abdicar, dejando la corona española a su hermano José Bonaparte. El abdicamiento de este constituye la renuncia de Bayona. Durante la guerra de independencia, el pueblo español jugó un papel decisivo, el 2 de mayo 1808 se levantan llevan a cabo la Guerra de Guerrillas donde la gente se arma y forma partidos guerrilleros contra los franceses. En este se producirán asedios de ciudades por parte de Francia, lanzando cañones contra ellas, y sucedió en Zaragoza y Gerona.

Los afrancesados

Eran personas partidarias de las ideas de Napoleón y que estaban en contra del absolutismo. Tenían ideales liberales, pero en España fueron minoría. El mayor afrancesado fue Fernando VII, y sin embargo, era el deseado. La población española era analfabeta y seguían viendo natural que el rey mandase y ser los súbditos. Con las cartas otorgadas se daban ciertos derechos, al igual que las cartas de Bayona que poseían limitaciones del poder religioso. Buena parte de los españoles no aceptarán a José I como monarca español, dando lugar a un vacío de poder. A este le apoyaron los afrancesados, que aunque estaban en contra de la Constitución de Bayona, preferían la tendencia antiabsolutista a ser súbditos. A través de la constitución de juntas se crean las provincias que buscarán asegurar asuntos, sobre todo en relación a la guerra, y otra junta central, ambas buscaban acabar con el vacío de poder.

Experiencias políticas

En 1810 surge en España una experiencia política que se aproxima a los principios liberales de la Revolución Francesa: Cortes de Cádiz, elaboraron leyes contra el AR haciendo avanzar al liberalismo, crearán la Constitución de la Pepa. Estas cortes se elaborarán hasta 1813, además suprimieron la unión campesina a la tierra y llevaron a cabo la desamortización, pero también el 19 suprimirán la inquisición.

Restauración del absolutismo

Aprovechando la derrota de Trafalgar, comienzan a proliferar las independencias de las colonias en América, las cuales la consiguen. En 1814 vuelve Fernando VII, suprime la tarea legislativa de las Cortes de Cádiz y vuelve a implantar el absolutismo, lo cual estaba puesto en el Manifiesto de los Persas de 1814. En 1820 hubo una nueva experiencia liberal, el Trienio Liberal hasta 1823, que buscará de nuevo el avance al liberalismo, pero volverá a suprimirse. Se produce por Europa la I Revolución Industrial. España carece de una burguesía mayoritaria, por lo que los ideales liberales y con ellas la revolución industrial no se asentarán y se darán solo en pequeñas áreas de Cataluña y las Vascongadas. En 1833 muere Fernando VII, último monarca absolutista. Con la llegada de Fernando VII y la reinstauración del AR tiene lugar la persecución de liberales, dando lugar a un exilio, sobre todo hacia Inglaterra. Además de la situación liberal del Trienio Liberal en 1820, se producen nuevos momentos de exaltación liberal que pretendían acabar con el espíritu de restauración del AR y volver al liberalismo 1830-1848. 1820 traerá un momento revolucionario en toda Europa que trajo consecuencias como la independencia de Grecia del Imperio Turco. En España se produce un golpe de estado en cabeza de San Juan por Rafael Riego, que se reveló contra las tropas que estaban destinadas a solventar la independencia de América. Hará un pronunciamiento donde obligará a Fernando VII a jurar la Constitución de 1812, viniendo de nuevo la tarea de las Cortes de Cádiz, pero poco después la Santa Alianza volverá a suprimir el liberalismo, instaurando el absolutismo con Fernando VII. Los Cien Mil Hijos de San Luis lucharán por la defensa de España del AR en 1823, al mando del Duque de Angulema. Esta fue una especie de alianza restaurando el absolutismo, pero ya no la inquisición.

La Ley Sálica y la I Guerra Carlista

La Ley Sálica no permitía a las mujeres gobernar, por lo que Fernando VII, que sólo tuvo descendencia mediante una amiga, tuvo que derogarla. Este hecho da lugar a la I Guerra Carlista (1833-1840), debido a que Carlos, hermano de Fernando, era quien aspiraría a la corona de no haber sido derogada dicha ley. Esa guerra constituye un enfrentamiento ideológico entre isabelinos o cristinos (liberales) y los carlistas (absolutistas). El carlismo se ubica principalmente en el País Vasco, Cataluña y Aragón, lugar donde abundaron los fueros que se derogaron por Fernando con los Decretos de Nueva Planta. Debido a que Isabel, hija de Fernando, era un bebé, necesitó un regente, siendo este su madre María Cristina, que constituía el bando aparentemente liberal, ya que realmente era una oposición a Carlos que el ser verdadera-liberales. En España ya se habían instaurado completamente los ideales liberales asentados en la burguesía, posibilitando la I Revolución Industrial. En España, debido a la escasez burguesa, los principios liberales fueron más difíciles respecto a su asentamiento. Detrás de esto se producen las Guerras Carlistas en 1833-1840, 1846-1846, 1872-1876. En ellas, los carlistas resultaron derrotados, sin embargo, los ideales persistieron a pesar de ello. Al mismo tiempo que se desarrolla la guerra carlista, se produce un conflicto entre isabelinos liberales moderados o progresistas que se hace con la realización de sucesivos pronunciamientos. En la 1 parte de la guerra gobernarán los moderados y en la 2 los progresistas. Dentro de la etapa liberal encontramos el Estatuto Real de 1834 concedida por María Cristina, aunque muy limitada. En 1837 se promulgará una nueva constitución que será un intento de postura intermedia entre moderados y progresistas, estableciéndose la bicameralidad de las Cortes (Congreso y Senado), soberanía compartida (Cortes y Rey), compartición del poder ejecutivo y legislativo y confesionalidad católica.

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