Géneros de la prosa renacentista

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1. La variedad de la prosa renacentista

Durante el Siglo XVI, distintas circunstancias propician el florecimiento de una gran variedad de textos en prosa -narrativos o no- que desbordan los límites genéricos establecidos hasta entonces. Entre esos factores cabe destacar la curiosidad y el vitalismo propios del humanismo, y la voluntad de adaptar modelos clásicos e italianos, en paralelo a lo que sucede en el ámbito de la lírica.

Las siguientes páginas se centran en el estudio de los diversos subgéneros en prosa que se desarrollan durante el Renacimiento en España: La prosa no narrativa, que incluye las misceláneas y los diálogos.

La prosa narrativa, en la que se en marcan la novela de caballerías, la novela morisca, los géneros breves -facecia y novela corta-, la prosa celestinesca, la novela pastoril, la novela bizantina y la novela picaresca.

2. La prosa no narrativaLa prosa no narrativa, de carácter didáctico, es fiel reflejo del cambio de mentalidad -en particular, del interés por el mundo natural y de la importancia otorgada al conocimiento por el humanismo.

2.1. Las misceláneasLas misceláneas son obras de divulgación científica e histórica, cercanas a una moderna enciclopedia, en las que se mezclan temas diversos.

El objetivo de estas producciones era entretener al lector, presentando ante sus ojos la complejidad del ser humano, que el antropocentrismo renacentista había convertido en eje de toda reflexión.

Sus fuentes principales fueron la Biblia, los autores clásicos (Aristóteles, Plinio -Historia natural—, Plutarco Moralia-) y algunas misceláneas anteriores, principalmente italianas. Sin embargo, en las españolas se añaden sentencias, refranes o leyendas y, con frecuencia, elementos misteriosos y extraños, en una peculiar combinación de ciencia y magia, gravedad y humor.

Aunque se trata de textos informativos, en ellos cobra importancia el componente narrativo: los autores, Conscientes de que se dirigen a un lector no especializado, envuelven los datos en narraciones para lograr un efecto de mayor variedad y amenidad. Las principales misceláneas renacentistas españolas son las siguientes:

Silva de varia lección, de Pedro Mexía. Fue la primera escrita en lengua moderna, y se convirtió en uno de los libros más leídos y consultados de Europa. Sus 148 capítulos, en los que no existe un orden preestablecido, aunque sí cierta progresión temática, trazan un panorama de cuáles eran los intereses del lector de mediados del XVI: desde por qué anda el hombre derecho o por qué sueña, hasta quién inventó las letras o las campanas.

Miscelánea, de Luis de Zapata. En ella, las citas y ejemplos de la Antigüedad clásica se sustituyen por testimonios directos, en primera persona (y quien lo vio me dijo que...», «y así diré lo que vi...»), acercando la obra a un libro de memorias.

Jardín de flores curiosas, de Antonio de Torquemada. Estructurada en forma de diálogo, se caracteriza por una mayor presencia de lo extraordinario y lo fabuloso: brujas y fantasmas, tapices voladores, casos de licantropía...

2.2 Los diálogos

El diálogo es un subgénero didáctico en el que distintos personajes intercambian puntos de vista sobre un tema determinado.

El diálogo en prosa, que alcanzó gran popularidad en el Siglo XVI, sirvió como cauce de reflexión sobre los asuntos más diversos: desde los distintos nombres que recibe Jesucristo en las Escrituras (De los nombres de Cristo, de fray Luis de León), hasta las circunstancias y consecuencias del saqueo de Roma perpetrado por las tropas de Carlos V en 1527 (Diálogo de las cosas ocurridas en Roma, de Alfonso de Valdés).(Sigue con tipos y fuentes)


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