Fundamentos de la Poética Clasicista: Horacio, Aristóteles y su Legado en la Literatura
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La Poética Clasicista: Génesis y Componentes Esenciales
El Clasicismo se caracterizó por una enérgica defensa de la poesía mediante diversos argumentos. Entre ellos, destacaban:
- El argumento religioso: Se creía que la poesía provenía de una inspiración divina.
- El argumento de autoridad: Se ofrecía un catálogo de grandes poetas y personajes célebres que cultivaron el verso para probar la legitimidad de la poesía.
- El poder civilizador-educador: La poesía influía en la sociedad y la educaba.
- La universalidad de la poesía: Se la consideraba la ciencia de las ciencias, y el poeta debía poseer conocimientos de todos los ámbitos para poder transmitirlos.
Influencias Fundamentales: Aristóteles y Horacio
Gran parte de los textos de este periodo se dedicaron a la interpretación de la Poética de Aristóteles y del Ars Poética de Horacio, cuya influencia fue central en el Clasicismo. La imitación se consideraba una necesidad: no se podía ser un buen poeta sin emular a los antiguos. Existía la convicción de que la originalidad podía alcanzarse imitando los modelos clásicos y desarrollando, a partir de ellos, un estilo propio. La imitación estaba intrínsecamente ligada a la erudición, pues solo el poeta que conocía profundamente a los clásicos estaba verdaderamente preparado para emularlos.
El Racionalismo y el Espíritu Crítico del Siglo XVII
El pensamiento racionalista dominó Europa en el siglo XVII, con la convicción de que, siguiendo los dictados de la razón, podían alcanzarse grandes logros. Se propusieron nuevas formas de buscar la felicidad, y fue entonces cuando emergió el espíritu crítico en todos los ámbitos. Se descubrió que el mundo estaba lleno de errores derivados de tradiciones aceptadas como verdades, y la razón se esgrimió como herramienta para combatir dichos errores.
Principios del Clasicismo Francés y el Buen Gusto
En este siglo, se siguieron los principios del Clasicismo francés. El buen gusto siguió siendo el criterio fundamental para enjuiciar las obras, apoyándose en la razón y el sentido común. Esto acercó la crítica literaria a la filosofía. Cuando se hablaba de razón, se pensaba en la perfección del método de las matemáticas y de la física; las artes y las ciencias se basaban en los mismos principios racionales. Principios que nacían del estudio de los fenómenos naturales, pues los clasicistas pensaban que así se regía la dinámica de la naturaleza. Cada género literario poseía sus propias leyes, y el Clasicismo ofrecía una visión estática de ellos, defendiendo su invariabilidad y considerando absurdo separarse de las normas fijadas en la antigüedad.
La Imaginación y la Naturaleza Humana
En este contexto, la imaginación debía ser controlada, regulada y disciplinada. Sin embargo, en la segunda mitad del siglo, la deducción fue sustituida por la descripción. La naturaleza siguió interesando como modelo que el artista debía seguir, pero ahora importaba, sobre todo, la naturaleza humana.
La Relatividad del Gusto en la Estética Clasicista
En materia de gusto, no existía una demostración lógica válida, pero sí una cierta cualidad que solo algunos poseían: la délicatesse o agilidad del pensamiento para captar los más finos matices. La idea de que el buen gusto no podía aprenderse hizo que el sentimiento se impusiera a la razón en la estética. El Neoclasicismo se sostenía sobre la convicción de que había un gusto perfecto, pero esa idea se volvió dudosa. El Clasicismo creía en la uniformidad y no en la relatividad del gusto, y fueron los empiristas ingleses los primeros en darse cuenta de que la universalidad del gusto no podía demostrarse empíricamente, sino a través de la experiencia.