La Filosofía de Kant: Un Análisis de la Razón, la Moral y la Libertad
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Kant.La filosofía de Kant tiene su origen en la filosofía racionalista, en el intento cartesiano de explorar la propia raíz del conocimiento.
Pero también está en deuda con el Empirismo del que dijo Kant que , lo despertó del sueño dogmático racionalista. La facultad que otorga los objetos de la experiencia se llama sensibilidad.
A estos los llamaremos fenómenos.
La transformación de tales objetos en conocimiento, en conceptos, será tarea del entendimiento.
La sensibilidad es la capacidad, pues, de ser afectado nuestro conocimiento por objetos. El entendimiento será la de relacionar unos con otros, según ciertas reglas, de formar conceptos.
La cosa en sí, lo que Kant llama noúmeno, resultará incognoscible.
Para Descartes y el Racionalismo la estructura del mundo era matemática y racional. El conocimiento humano llega hasta donde pueda llegar su poder matemático y racional. . Esta visión optimista de la razón contrasta con la de los grandes rivales del optimismo racionalista, los empiristas. Para estos la razón no es más que una generalización de ideas que proceden de nuestra experiencia, de los sentidos en último termino. Kant comparte, sin embargo, la confianza racionalista en la verdad de la ciencia, basada esencialmente en su carácter matemático, y, por otro lado, ve la experiencia como límite para la razón. Los cimientos de la ciencia serían racionales, a priori, y por ello seguros, pero su contenido no puede ser más que empírico. Tales cimientos no son las condiciones de posibilidad de nuestro saber. Kant limita el saber a la experiencia y a la estructura de nuestro conocimiento que la hace posible. Tal limitación de nuestro saber le parece que reporta una ventaja fundamental: nos permite dejar fuera del conocimiento humano- de la experiencia- ideas como la de libertad, presupuesto de todo nuestros juicios morales, pues si pudiésemos conocer mediante la experiencia en qué consiste la libertad podríamos saber a qué leyes de la experiencia está sometida y así qué condiciones se deben dar para que se produzca un acto libre, lo que resulta contradictorio con aquello que consideramos libre, pues por definición sólo lo que no está condicionado o sometido a ley alguna exterior, que no proceda de sí, sería realmente libre. A la totalidad de la experiencia posible Kant lo llama naturaleza. Entender la naturaleza sería lo que podemos hacer con un uso correcto de la razón. Pero no resulta posible ampliar más allá nuestro conocimiento.
El estudio de la razón y del conocimiento son la base de filosofía de Kant.El titulo de su obra “Crítica de la Razón Pura” significa eso: estudio de las condiciones de posibilidad, o sea, del ser mismo de la razón, de su poder y sus límites; razón pura, es decir, independiente de la experiencia. Tres serán las preguntas objeto de su investigación general. Sus tres críticas-Critica de la razón pura,Crítica de la razón práctica y Crítica del juicio-intentarán aclarar estas cuestiones. La primera atañe al problema de si nuestro entendimiento esta capacitado y hasta dónde para conocer. La segunda al de si los hombres son o no libres en sus acciones, cuestión crucial para delimitar el problema ético-
Moral
Dado que sólo la responsabilidad, es decir, la libertad, le parece a Kant fundamento veraz de una moral. La tercera se interroga sobre el fundamento de nuestros juicio estéticos y de finalidad. La filosofía sería, para Kant, pues un saber crítico que se ocupa de las posibilidades del conocimiento, de sus límites, de las condiciones a priori, independientes de la experiencia. Pero no puede ser el conocimiento de los principios últimos de todas las cosas. Esta limitación reportará una gran ventaja: pues al negarnos la posibilidad de acceder a un conocimiento de la totalidad de las cosas deja espacio para entender la verdad de aquello que permite la justificación de nuestro juicios morales: la libertad como ideal racional de un comportamiento humano absolutamente incondicionado y por ello soberano, no sometido a las leyes de la naturaleza, sino obediente a la ley que de sí mismo emana. Existirán, pues, para Kant, dos usos esenciales de la razón: el teórico, que pretende conocer lo que es, propio de la ciencia, y el práctico, cuyo objeto es lo que deber ser, fin de la ética. Del mismo modo que nos preguntamos, dice Kant, por aquello que hace posible un conocimiento como ciencia, también lo podemos hacer por lo que permite la existencia de los juicios morales, por la libertad. Si hacemos juicios morales, es porque nos consideramos libres. Luego consideramos que el ser humano no es sólo un ser natural, sino también alguien capaz de darse leyes con las que dirigir su conducta.
Junto a la capacidad de conocer, propia del entendimiento (Verstand), existe en nosotros la de pensar (Vernunf), la razón propiamente: la primera se basa en conceptos que ordenan los datos que recibimos de los sentidos, la segunda en la capacidad de guiar nuestro entendimiento por ideas que no proceden de la experiencia sensible. . La capacidad de dirigirse por ideas, principios, será lo propio de la razón. La libertad como acción incondicionada se convierte para Kant en el ideal que rige la acción humana: aquello que deberíamos ser(en sí) más allá de aquello que somos(naturaleza). Esta idea de la razón es el intento de regir nuestra conducta por la propia razón y no por la naturaleza. Ser libre no es hacer lo que nos viene en gana sino dictarse a sí mismo como ser pensante y racional las máximas y leyes que deben regir nuestra conducta. Es obedecer al deber más que buscar la felicidad o el placer. Las éticas tradicionales, prekantianas, habían establecido sólo en la búsqueda de la felicidad o del placer el fin de la conducta humana. Kant será formal, porque no muestra algo concreto que debe guiar la conducta sino sólo el ideal mismo del deber. Y lo universal en nosotros sería justamente la razón, la capacidad de pensar en base a ideas. La ética kantiana pretende mostrar que solo quien cumple el deber por el deber mismo, sin otra consideración, obra moralmente, y, por ello, libremente, obedeciendo su razón y no su naturaleza, le lleva a ser moral. Ser libre es pues actuar moralmente y actuar moralmente es hacer lo que debes en base a nuestra común condición racional: actuar de tal modo que la razón de tu conducta pueda convertirse en ley universal. ). Sólo de este modo obras libremente y moralmente. Es decir, tu voluntad de obrar será moral cuando la razón que la guía no sea el interés, el placer, o cualquier otra consideración ajena al deber.
El hombre no es, dice Kant, ciertamente santo pero la humanidad en su persona es sagrada. Dentro de todo lo creado lo que vemos y sobre lo que se puede ejercer algún poder puede ser empleado como medio para otra cosa, solo el hombre y todo criatura razonable es fin en si mismo. Lo que en el es sagrado es su libertad. El hombre es el fin de la creación. El deber que tiene cada uno hacia si mismo es conservar esta dignidad en su propia persona. Hacia los otros, tratarlos como fines en si mismos, y no como meros medios de los que nos serviríamos. Solo de esta manera puede nacer una ligazón sistemática de los seres razonables por leyes objetivas comunes. Un reino que pueda ser llamado reino de fines. En tal reino de fines los seres racionales en tanto personas tienen dignidad porque partcipan de la legislación universal que determina todo valor. Es decir en el que ningún ser humano fuese tomado como medio o intrumento de otros sino como fin en si mismo. Un tal reino de indviduos sobreanos y racionales se realizaría si las máximas, que se imponen así mismos fueran universalmente seguidas. En esta Concepción del ser humano como fin en si mismo encontramos un eco refinado de las ideas de Rousseau en contrato social. Esta Concepción de libertad discrepa de la defendida por la tradición liberal de Locke que considera irreductibles los intereses individuales y sus diferencias