Feuerbach y Nietzsche: Una exploración del ateísmo y el superhombre

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Feuerbach: El Hombre como Esencia

Su vida y obra

Nacido en Landshut (Baviera) en 1804, Feuerbach fue discípulo de Hegel en su juventud. Evolucionó hacia una concepción antropológica materialista de la filosofía. En 1839, escribió Crítica de la filosofía hegeliana, ofreciendo una interpretación materialista. Su obra Esencia del cristianismo (1841) argumenta que el único objeto de la religión es el hombre, y que Dios es el ideal de un pueblo. Falleció en 1872.

Sus ideas

Feuerbach es fundamental en las críticas contemporáneas a la religión. Afirma que el centro de toda filosofía es el hombre. Él mismo resumió su evolución: "Mi primer pensamiento fue Dios; el segundo, la razón; el tercero y el último, el hombre. El sujeto de la divinidad es la razón, pero el de la razón es el hombre." (Citado por J. Ferrater Mora, Diccionario de filosofía II, Alianza Editorial. Madrid 1981, p. 1157).

Critica el idealismo y espiritualismo de Hegel, afirmando que hay que partir de lo concreto, de la realidad, no del pensamiento. Feuerbach es materialista: toda la existencia debe comprenderse sensiblemente. Lo inmediato es la naturaleza, y en ella, el hombre ocupa un lugar especial como realidad absoluta. Por eso, toda filosofía debe partir del hombre real y concreto.

"El momento decisivo necesario de la historia es, pues, esa confesión y reconocimiento paladino de que… el hombre no puede pensar, presentar, imaginar, sentir, creer, querer, amar y venerar a ningún otro ser absoluto como divino que al ser humano."

Para Feuerbach, lo primero es el hombre material y concreto, superior a los animales por su conciencia. El hombre se distingue por su capacidad de desarrollar conciencia de sí mismo y de humanidad. Cada hombre percibe la grandeza humana (inteligencia, bondad, justicia, amor…), pero se percibe limitado. Entonces imagina un ser al que atribuye esos valores de forma perfecta e infinita: Dios.

El fracaso del hombre religioso es proyectar su conciencia fuera de sí y atribuir a Dios lo que él mismo es. La religión es negación, empobrecimiento y alienación del hombre.

"Yo niego a Dios. Esto quiere decir, en mi caso: yo niego la negación del hombre… La cuestión sobre el ser o no ser de Dios es en mi caso únicamente la cuestión sobre el ser o no ser del hombre."

Dios es un espejo donde el hombre se refleja. "El objeto del hombre es su propia esencia objetiva. Tal como el hombre piensa y siente, así es su Dios; lo que el hombre vale, lo vale su Dios y nada más… La religión es la escisión del hombre consigo mismo; considera a Dios como un ser que le es opuesto." (La esencia del cristianismo. Sígueme, Salamanca 1975, pp. 61 y ss.)

Dios es una fantasía del hombre; no Dios creó al hombre, sino el hombre a Dios. La grandeza humana no reside en Dios, sino en la humanidad. Dios es sustituido por el hombre: el hombre es Dios. La religión ha cumplido su función histórica, y se transforma en antropología y ética. La tarea humana es construir el reino del amor en la tierra.

El cristianismo, para Feuerbach, es la religión más evolucionada, donde Dios y el hombre coinciden en Cristo. La religión será superada cuando el hombre se reconozca a sí mismo y se realice la comunidad entre todos los hombres. Dios es el obstáculo para la realización plena del hombre.

Una perspectiva creyente sobre la teoría de Feuerbach

Si bien la imaginación interviene en la religión, el deseo humano de un dios no demuestra ni refuta su existencia real. Feuerbach reduce la realidad a lo sensible, donde Dios no tiene cabida. Supone que prescindir de Dios lleva a la felicidad, pero esto no está demostrado. La necesidad de proyectar deseos en un ser superior podría responder a la llamada de un Ser creador. La posibilidad de un Ser trascendente es tan aceptable como su negación.

La crítica de Feuerbach advierte sobre el riesgo de basar la fe en los propios deseos y de caer en un falso espiritualismo que desvaloriza lo corporal y sensible, cuando todo ha sido creado por Dios como bueno.

Nietzsche: La Muerte de Dios y el Superhombre

Su vida y obra

Nacido cerca de Leipzig en 1844, Nietzsche estudió filología clásica. A los 24 años fue profesor en Basilea. Admiraba a Schopenhauer y era amigo íntimo de Wagner. Enfermo desde 1871, viajó por Europa buscando salud. Sufrió un ataque de locura en 1899 y murió en 1900.

Nietzsche realizó una crítica radical a la cultura occidental: religión, filosofía, ciencia, moral, arte… Su pensamiento es irracional, contrario a la razón lógica y científica.

Su obra es una reacción contra la mediocridad de la moral tradicional y una crítica a su sistema de valores. Influenciado por la decadencia de la sociedad cristiano-burguesa y los movimientos revolucionarios, Nietzsche busca un nuevo tipo de hombre que sustituya al hombre cristiano y a Dios. Sus obras fundamentales son: Así habló Zaratustra (1883), Ecce Homo (1888), y La Voluntad de Poder (póstuma).

Su pensamiento se desarrolla en la tensión entre "Dios ha muerto" y "Caminamos hacia la aparición del Superhombre."

La muerte de Dios

Durante siglos, los valores de la humanidad se fundamentaron en Dios y la religión. Pero en los últimos siglos, el interés por el hombre ha crecido, proclamándose sus derechos y pidiendo su liberación total. Paralelamente, ha habido un abandono de Dios, reduciéndolo a una idea abstracta.

Nietzsche anuncia la muerte de Dios y su sustitución por el superhombre: "Dios ha muerto… queremos ahora que viva el Superhombre." La idea de Dios impide que el hombre se convierta en superhombre. Si vive Dios, ha de morir el hombre.

"Dios ha muerto" significa el derrumbe de los pilares de la tradición occidental: religión, derecho, moral, etc. Se subvierten los valores y nace el Superhombre. El hombre se libera de ideales y valores que impedían su realización. La muerte de Dios es el acontecimiento más importante de la época contemporánea.

Sin embargo, muerto Dios, el edificio humano amenaza con derrumbarse. El hombre debe asumir la tarea de crear sus propios valores.

Nuevo sistema de valores

Nietzsche critica la moral cristiana, considerándola un narcótico que adormece las energías vitales del hombre. Rechaza la moral idealista y cristiana para proponer la moral de la vida, como transmutación de todos los valores vigentes. El valor básico es el ansia de poder, fundamento de cualquier valoración y pauta de comportamiento humano:

"¿Qué es lo bueno? Todo lo que eleva el sentimiento de poder, la voluntad de dominio. ¿Qué es lo malo? Todo lo que viene de la debilidad… No conformidad ni resignación, sino más poder; no paz, sino guerra; no virtud sino destreza. Los débiles y fracasados deben perecer. ¿Qué es más perjudicial que cualquier vicio? La obra de misericordia con toda suerte de desgraciados y débiles, el cristianismo."

La moral de la vida es una explosión de lo instintivo y natural, contraria a la moral cristiana. La moral de señores (la vida) se contrapone a la moral de esclavos (valores cristianos).

El Superhombre

Nietzsche crea el Superhombre, un nuevo tipo de hombre con fuerzas vitalistas y criterios terrenos. La transformación pasa por tres etapas:

  1. El hombre-camello, que obedece.
  2. El hombre-león, que se rebela.
  3. El hombre-niño, creador de sus propios valores.

El Superhombre es ansia de vivir, superación de la moralidad, voluntad de poder, fidelidad a la tierra y eterno retorno. No hay un retrato preciso del Superhombre en los escritos de Nietzsche.

Valoración desde la perspectiva cristiana

El eterno retorno, como solución al deseo de inmortalidad, no se puede probar. Nietzsche acepta las tesis de Feuerbach: Dios es una proyección del ansia de poder y la debilidad humana. Pero esto es una afirmación, no una tesis probada. Es voluntad de poder, reclamo de libertad absoluta para el hombre.

"Dios es una suposición; pero yo quiero que vuestro suponer no vaya más lejos que vuestra voluntad creadora… Mas el superhombre sí podríais crearlo… Dios es una suposición; mas yo quiero que vuestro suponer se mantenga dentro de los límites de lo pensable… Mas para revelaros totalmente mi corazón a vosotros, amigos: si hubiera dioses, ¡cómo soportaría yo el no ser Dios! Por tanto, no hay dioses." (Así habló Zaratustra)

Nietzsche identifica religión y cristianismo con el luteranismo de su época. La vida sin control, anulando normas morales, podría conducir a la destrucción del hombre por el hombre. El sentido de la vida que propugna es un sinsentido, una falta de orientación.

Sin embargo, la crítica de Nietzsche puede enseñar a los creyentes a vivir de acuerdo con la vida de Jesús, evitando la dicotomía entre la figura de Jesús y la vida de la Iglesia. Un Dios enemigo del hombre no es el Dios cristiano. El más allá no debe alejar al cristiano del compromiso en el mundo. La crítica de Nietzsche obliga a recuperar lo positivo, vital y alegre de la fe, dejando la tristeza y la obligación.

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