Fases y Consecuencias de la Guerra Civil Española (1936-1939)

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Desarrollo y Consecuencias de la Guerra Civil Española (1936-1939)

Los sublevados controlaron Galicia, Castilla y León, Navarra, la mayor parte de Aragón, Cáceres, Oviedo, Sevilla, Córdoba, Granada, Cádiz, Mallorca, Canarias y el protectorado español de Marruecos; los republicanos dominaron Madrid, Cataluña, Valencia, Murcia, Castilla-La Mancha, Badajoz, gran parte de Andalucía, Asturias, Santander, Guipúzcoa y Vizcaya.

Fases de la Guerra Civil

En la guerra se distinguen varias fases:

Guerra de Columnas (julio-agosto de 1936)

En el bando republicano se formaron columnas de milicianos que partieron desde Barcelona hacia Zaragoza, desde Madrid a la sierra de Guadarrama, y en Andalucía intentaron ocupar Córdoba; siendo incapaces por la falta de armamento, de preparación militar, disciplina y coordinación en el mando. En el bando sublevado trataron de tomar Madrid, desde el norte al mando de Mola fueron detenidos en Guadarrama, pero tomaron Irún y San Sebastián, y desde el sur al mando de Franco, el ejército de África llegó a Sevilla y las fuerzas de la Legión y de los Regulares avanzaron por Extremadura para enlazar con las fuerzas del norte, pero se desviaron hacia Toledo para ayudar a Moscardó.

Lucha por Madrid (noviembre de 1936 - marzo de 1937)

A comienzos de noviembre, Madrid fue cercada por los sublevados, en tanto que el Gobierno republicano se trasladó a Valencia, quedando en Madrid una Junta de Defensa. Aun así, las tropas de Franco, con el apoyo italiano, no consiguieron dominar la capital. Las tropas y milicias republicanas, dirigidas por Miaja y Rojo, con el apoyo de las Brigadas Internacionales, resistieron y realizaron contraofensivas, mientras que en el sur el bando nacional conquistó Málaga.

Campaña del Norte y Contraofensivas Republicanas (abril-octubre de 1937)

Franco decidió conquistar Asturias, Santander y Bilbao, zonas industriales densamente pobladas, con apoyo aéreo y de la Legión Cóndor alemana, y con éxito. En octubre de 1937 desapareció el frente del norte y el bando nacional concentró los recursos efectivos sobre Aragón y Cataluña. Las tropas republicanas respondieron con ataques a los frentes de Madrid y Aragón, sin grandes consecuencias para Franco y el bando nacional.

Grandes Ofensivas Republicanas (noviembre de 1937 - noviembre de 1938)

El fortalecimiento de la unidad, la mobilización de quintas y el equipamiento bélico de procedencia soviética permitió a las fuerzas republicanas realizar la ofensiva de Teruel (diciembre de 1937 - febrero de 1938), que finalizó con la victoria de Franco, permitiéndole avanzar hacia Cataluña y el Mediterráneo, y la ofensiva del Ebro (julio-noviembre de 1938), que finalizó con el triunfo del bando nacional.

Caída de Cataluña y Fin de la Guerra (diciembre de 1938 - abril de 1939)

Franco se abasteció de material proporcionado por Hitler y Mussolini y desencadenó una ofensiva sobre Cataluña, tomando finalmente Barcelona, hecho ante el cual muchas personas y las autoridades republicanas marcharon a Francia. En la zona republicana se enfrentaron los partidarios de buscar una solución negociada o de resistir a toda costa. Así, el 5 de marzo de 1939, Segismundo Casado dio un golpe de Estado, se formó un Consejo Nacional de Defensa presidido por Miaja, que fracasó al intentar buscar la paz. El 28 de marzo, las tropas de Franco entraron en Madrid mientras miles de personas trataban de huir, y el 1 de abril Franco firmó el último parte de guerra.

Consecuencias de la Guerra

La guerra provocó más de 600.000 muertos y numerosos heridos y mutilados, grandes destrucciones, sobre todo en ciudades y zonas industriales, se redujeron los niveles de producción, el desarrollo quedó truncado, muchos españoles marcharon hacia el exilio y en España se instauró un régimen dictatorial que duró casi 40 años.

En la zona republicana, las masas populares desarrollaron una persecución de militares, eclesiásticos, políticos e intelectuales de derechas, empresarios y terratenientes. Muchos fueron encarcelados en las checas y otros tantos ejecutados sin juicio, destacando los fusilamientos de la cárcel Modelo, las matanzas de clérigos y las ejecuciones en Paracuellos del Jarama. Para evitar estos abusos se crearon los Tribunales Populares, pero solo consiguieron reducir la intensidad.

En la zona nacional, se llevó a cabo una represión sistemática y violenta de todas las fuerzas opositoras con el fin de crear un clima de terror. Así, las consecuencias las sufrieron las autoridades civiles y militares fieles al Gobierno republicano, y las personas vinculadas con el Frente Popular que fueron ejecutadas. Hubo fusilamientos nocturnos, se aplicó la ley de fugas a los detenidos y los juicios sumarísimos se multiplicaron. Finalizada la guerra, los fusilamientos continuaron y muchos de los detenidos fueron condenados a trabajos forzados durante años.

Gobiernos de la Zona Republicana

La desorganización de las instituciones republicanas y la distribución de armas al pueblo provocó una disminución de la autoridad y del poder del Estado republicano, mientras que en las ciudades surgían comités revolucionarios controlados por las fuerzas de izquierdas que se hicieron cargo del poder en su zona. Durante los años de guerra se sucedieron estos gobiernos:

  • Gobierno de José Giral (19 de julio - 4 de septiembre de 1936). Formado por republicanos de izquierda, no pudo hacer frente a la fragmentación del poder del Estado ni evitar las acciones revolucionarias del proletariado.
  • Gobierno de Francisco Largo Caballero (5 de septiembre de 1936 - 17 de mayo de 1937). Integrado por republicanos de izquierda, socialistas, comunistas y anarquistas; tenía como principal objetivo unificar los esfuerzos de todas las fuerzas políticas para hacer frente a la guerra y reconstruir el Estado republicano. El PCE y un sector del PSOE defendían que primero había que ganar la guerra y después hacer la revolución, significando la centralización del mando, el respeto a la propiedad privada y la colaboración con las fuerzas republicanas; el POUM y sectores de la CNT y de la FAI, defendían que no se podía ganar la guerra sin hacer antes una revolución.

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