Factores que Influyen en la Religiosidad Infantil y el Rol del Profesor de Religión

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Factores que Influyen en la Religiosidad Infantil

La Religiosidad Natural

Hay dos elementos que debemos considerar en el pensamiento religioso del niño:

  1. La religiosidad natural: El niño posee una disponibilidad religiosa muy grande que se va desarrollando con la contribución natural del medio que le rodea. La precocidad del sentimiento religioso posee una disposición genética, pero está plenamente condicionada por la educación que recibe el propio sujeto.

La Influencia Familiar en el Pensamiento Religioso

La familia es, sin duda, la primera estructura socializadora del sujeto. La dimensión religiosa no escapa a esta influencia precoz. Hay una unión perfecta entre la estructura familiar y la creencia religiosa que es preciso tener en cuenta a la hora de elaborar las programaciones didácticas. La relación entre familia y actitud religiosa es tan estrecha porque no solo se transmiten valores religiosos, sino que estos se rodean de una experiencia afectiva y de una participación familiar que le hace sentirse miembro de esa primera comunidad. En las celebraciones religiosas, el niño ve una fuerte cohesión, así como un vínculo de pertenencia. El niño tiene necesidad vital de un mundo bien hecho, feliz, tranquilizador y estable. Lo sagrado se sitúa para él en una perspectiva de crecimiento vital y, junto a la familia, le ofrece una satisfacción de sus propios deseos.

El Profesor de Religión: Sembrador de Fraternidad

El profesor de religión, como educador, no se queda solo en los sistemas, los programas y los métodos, sino que establece una interrelación con los educandos; una relación de empatía que les ayudará a constatar sus propios valores.

Esta relación ha de estar impregnada de gratuidad, de aprecio e interés por la persona del educando, de respeto a su libertad y a su misterio; compromiso con sus preocupaciones más vitales y profundas. El alumno es una persona en crecimiento constante, con dudas, conflictos y esperanzas que necesita modelos donde mirarse, aprender, ser orientado y, en libertad, poder optar por el bien y la verdad.

Hay actitudes educativas que cualifican a todo profesor creyente: ser servidor, realizar un ministerio regulado por la ley del amor y, por tanto, ser sembrador de la fraternidad en este mundo.

Esta actitud es básica en el profesor de religión; es consciente de que ha recibido el encargo de dar a conocer el amor a Dios y los valores de su reino.

En consecuencia, en el profesor de religión es prioritario el amor a la persona, la confianza en la bondad fundamental del ser humano, la comprensión de sus habilidades y de la realidad concreta de cada uno en torno a la cual dialoga y realiza propuestas educativas y orientadoras. Su enseñanza tiene un carácter formativo, "rica de amistad y de diálogo", capaz de suscitar en el más amplio número de alumnos, incluso no creyentes.

Su trabajo, dentro y fuera de la clase, tiene que llevar "el sello del amor cristiano, que es sencillez, veracidad, fidelidad, mansedumbre, generosidad, solidaridad y alegría".

(Confederación Episcopal Española)

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