El Expresionismo: una búsqueda de emociones

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El Expresionismo es una corriente artística que busca la expresión de los sentimientos y las emociones del autor más que la representación de la realidad objetiva. Revela el lado pesimista de la vida generado por las circunstancias históricas del momento. En las grandes ciudades y los artistas, creyeron que debían captar los sentimientos más íntimos del ser humano. La angustia existencial es el principal motor de su estética. El fin es potenciar el impacto emocional del espectador distorsionando y exagerando los temas. Representan las emociones sin preocuparse de la realidad externa, sino de la naturaleza interna y de las impresiones que despierta en el observador. La fuerza psicológica y expresiva se plasma a través de los colores fuertes y puros, las formas retorcidas y la composición agresiva. No importa ni la luz ni la perspectiva, que se altera intencionadamente. La obra de arte expresionista presenta una escena dramática, una tragedia interior. De aquí que los personajes que aparecen más que seres humanos concretos reproduzcan tipos. El primitivismo de las esculturas y máscaras de África y Oceanía también supuso para los artistas una gran fuente de inspiración.

Precedentes del Expresionismo

Encontramos algunas raíces del Expresionismo en las pinturas negras de Goya, que rompe con las convicciones con las que se representaban las anatomías para sumergirse en el mundo interior. Sin embargo, los referentes inmediatos son Van Gogh y Gaugain, tanto por la técnica como por la profundidad psicológica. Otro grupo de gran influencia es el simbolismo, entendido como la búsqueda en la cual el artista, limitando la pintura objetiva, concreta los sentimientos, los estados del alma, los miedos subjetivos, las fantasías y los sueños. El Expresionismo se inicia con un periodo preliminar representado por el belga Ensor y el noruego Munch. (“El Grito”)

Expresionismo Alemán(El puente y el jinete azul)

Durante la aparición del expresionismo, nuevos conocimientos decisivos a las ciencias humanísticas y naturales aparecieron. Los nuevos conocimientos pusieron de manifiesto que detrás de la realidad se esconde mucho más de lo que puede percibirse mediante el sentido de la vista. Querían arrancar el velo de la percepción visual a la realidad con el fin de pintar una imagen real del mundo. La rapidez y el tiempo requerían percepción es mucho más aceleradas. Estos cambios no fueron aceptados por los artistas jóvenes. Los expresionistas buscaban un arte nuevo para un mundo nuevo y deseaban reactivar las necesidades más esenciales del hombre. Querían preocuparse por la libertad de vivir y actuar frente a las fuerzas tradicionales. En este movimiento cuatro jóvenes alemanes Kirchner, Heckel, Schmidt-Rottluff y Bleyl hicieron frente a la enmohecida escena artística del imperio y guillermino. Se rebelaron contra está creando un arte que tiraba por toda la borda las reglas académicas válidas hasta el momento, así como siguiendo un estilo de vida manifestantemente bohemio. Los artistas lucian apariencia totalmente escandalosa. Este movimiento floreció en bares y cafés, no siempre fueron únicamente las características artísticas comunes las que engloban a estos pintores sino también las dependencias psicológicas y económicas. En los primeros años los cuadros se parecía mucho entre sí, con esto todos ellos se rebelaron contra la concepción burguesa y tradicional de que la artista era un genio individual. Empleaban vocabulario estético muy simplificado con pocas formas y sin perspectiva, unos colores brillantes y saturados que estaban desprendidos del colorido local y pintados superficialmente con un pincel grueso. Los colores se reformaban en su luminosidad, sentían el deseo de conceder al color una nueva relevancia emocional y composicional bajo aspectos estéticos únicamente internos, para poder componer un cuadro solo a base de colores, también rechazaron la estilización y la codificación simbólica y redujeron su idioma pictórico a formas simples y primitivas. Para ellos el fondo solo era una excusa para pintar el contenido del cuadro, mediante la deformación pretendían representar la realidad real, la esencia de las cosas, lo que no puede verse si no sólo sentirse. Herwarth Walden dio el nombre de expresionismo que derivaba de la palabra francesa expression.

Redescubrieron para sus fines la pintura del Greco y Grünewald, encontraron la fuerza expresiva que buscaban en el arte de otras culturas, las esculturas y las máscaras de África y Oceanía les provocaban inspiración, ya que tenían tendencia hacia el primitivismo. El estilo alemán de Max Beckmann era muy violento rudo y despreocupado a la hora de representar la realidad, utilizaba colores claros y brillantes con líneas de contorno negras y duras. Tras la Primera Guerra Mundial encontró su forma de configuración expresionista y desarrolló un estilo completamente propio. Sus cuadros son profundas alegorías de la existencia humana que están codificados y llenos de señales simbólicas y parecen surrealistas.

También hubo otro movimiento llamado El Jinete Azul. En su primera exposición, se publicó un almanaque con ensayos internacionales referentes al arte contemporáneo, que se titulaba El Jinete Azul. Según la leyenda surgió de la predisposición personal por el color azul y la debilidad por los jinetes de Franz Marc y Vasily Kandinsky, designó desde entonces un grupo de artistas en el que participaron Marc, Kandinsky, Yavlensky, Weferkin, Macke, Münter y Klee. El Jinete Azul es más exquisito, subjetivo y espiritual que el puente. Los artistas de este movimiento estaban unidos por la convicción de que una obra de arte ya no podía ser la fiel reproducción ilusionista de la realidad, puesto que ésta se había vuelto más inconcebible que nunca en su complejidad. Como dijo Klee “el arte ya no debía reproducir lo visible sino hacer visible”. Esta concepción artística desvinculo la pintura de cualquier comparación de parecido con la realidad. Los artistas ganaron la libertad artística que los ánimos a pintar cuadros cada vez más abstractos. Marc y Kandinsky querían pintar cuadros que pusieran en movimiento las almas. Fue un cuadro de Monet el que llevó al artista esta convicción. El abandono del objeto por si yo a Kandinsky hasta llegar a la renuncia total de la representación de las figuras. A los otros artistas de El Jinete Azul les importaba más el como de la representación que el que, el efecto no parte del objeto, sino de la composición. Los artistas concedían a sus cuadros ritmo y melodía mediante los censos contrastes entre líneas fuertes y suaves, formas abiertas y cerradas y colores metálicos y aterciopelados. Kandinsky solía comparar sus cuadros con la música. Los artistas ya no querían transmitir con sus obras ninguna idea palpable, sino que el cuadro era para ellos la superficie de proyección y el determinante de los sentimientos. Se imaginaban la transmisión de los sentimientos como una cadena entre artista y el espectador, pero a su vez, el cuadro causa en quien lo observa determinados sentimientos, con lo cual se convierte en el agente responsable de la sensibilización del alma del espectador. Este proceso permite a cada cual interpretar libremente lo que ve, así como dirigir con toda independencia el flujo de sentimientos a la hora de la percepción visual del cuadro. La comunicación entre el cuadro y quien lo contempla quieren cada vez más importancia a lo largo de todo el arte del siglo XX especialmente durante el expresionismo abstracto. Expresiones artísticas de aquel tiempo eran tan contradictorias como variadas y diferenciadas en su disposición anímica.

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