Explorando los Paisajes Vegetales de España: Atlántico y Mediterráneo

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Los Paisajes Vegetales de España

3.1 Paisajes Vegetales Atlánticos

Estas formaciones vegetales pertenecen a la región biogeográfica eurosiberiana, caracterizadas por condiciones climáticas templadas oceánicas. En zonas de mayor altitud, se adaptan a un clima de montaña fresca y húmeda. El bosque de frondosas o caducifolio es predominante, aunque su extensión se ha visto reducida debido a su conversión en prados. No obstante, algunas especies del bosque original persisten en los límites.

Este tipo de bosque se caracteriza por una escasa biodiversidad y un sotobosque muy umbrío. La densa cobertura de los árboles, especialmente en los hayedos, impide el paso de la luz. Las dos especies más representativas son el roble y el haya. El haya es muy valorada por su madera dura y de buena calidad, utilizada en ebanistería, mientras que la madera del roble se emplea en la fabricación de muebles y barcos.

La desaparición del roble se debe, en parte, a su sustitución por especies de rápido crecimiento como el pino (madera y resina), el eucalipto (celulosa y pasta de papel) y el castaño (ebanistería y fruto). Aunque estas especies tienen un valor económico, generan problemas medioambientales como la acidificación y el empobrecimiento del suelo, alto riesgo de incendio y deficiente capacidad de regeneración.

Las formaciones de sustitución se desarrollan por la degradación del bosque atlántico. Existen dos tipos principales:

  • La landa: Formación vegetal densa y de porte alto, que aparece por la sobreexplotación o incendios del bosque.
  • El prado: Se origina al deforestar el bosque para destinar la zona a pasto de ganado vacuno, tras la roturación, abonado y sembrado. La hierba se suele segar para almacenarla de cara al invierno.

3.2 Paisajes Vegetales de la España Mediterránea

Se distinguen varias subzonas: el interior, la costa mediterránea y la zona subdesértica del sureste, todas ellas en la Península y las Islas Baleares. Esta región está influida por el clima mediterráneo, con periodos de sequía, escasa lluvia y gran amplitud térmica. La vegetación es esclerófila, adaptada a la sequía estival, con mecanismos como:

  • Desarrollo de largas raíces para captar agua.
  • Hojas duras, pequeñas, perennes y coriáceas para evitar la evaporización.
  • Pequeño porte, revestimientos y espinas para evitar la transpiración.

Los bosques climácicos son encinares y alcornocales. El encinar, con troncos gruesos y robustos, es el árbol mediterráneo más característico. Se adapta bien a condiciones climáticas adversas y a todo tipo de suelos. Su madera se ha utilizado en carpintería y carboneo, y su fruto (bellota) alimenta al cerdo ibérico. Los encinares mejor conservados se encuentran en Sierra Morena, Extremadura y la sierra de Guadarrama.

En zonas llanas, el encinar ha sido sustituido por cultivos de vid, olivo o cereal, permaneciendo en zonas marginales o de altura. También ha sido reemplazado por pino o eucalipto para la obtención de madera y papel.

El alcornoque es similar a la encina, pero con un tronco de corcho más grueso, hojas más claras y un follaje menos denso. Es más exigente que la encina y tiene mala recuperación tras un incendio. Puede alternarse con encinas en solanas y zonas secas, y con quejigos en laderas húmedas y umbrosas. El alcornoque se ha mantenido por su interés económico, tanto por su madera como por su corteza (corcho), que se extrae cada ocho años. Los alcornocales ocupan alrededor de un millón de hectáreas en la Península, más de la mitad de la extensión mundial de este tipo de bosque.

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