Explorando la Identidad, el Conocimiento y el Propósito Humano

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La Identidad Personal: Perspectivas Filosóficas y Científicas

Definir la identidad personal ha sido una de las tareas tradicionales de la filosofía. Históricamente, la posesión del alma o espíritu significaba la singularidad del individuo, aquello que lo hacía distinto de los demás seres.

Hoy en día, la identidad personal está relacionada con la distinción entre cerebro y mente, abordando el aspecto biológico y el aspecto consciente. Desde esta perspectiva, el ser humano es interpretado en una dirección naturalista, incluyendo las llamadas actividades inteligentes.

Aun así, se puede seguir admitiendo esta dualidad de planos en la vida personal para superar las limitaciones del conocimiento o la incomprensión de las explicaciones científicas. Por ello, la respuesta a la pregunta por la identidad personal no es «científica», pero sí radical.

Realismo e Idealismo: Enfoques Gnoseológicos

La forma en que respondemos a ciertas cuestiones fundamentales nos lleva a adoptar el realismo o el idealismo. Esta dualidad aparece prominentemente en el problema de conocer el mundo, donde hablamos específicamente de realismo o idealismo gnoseológicos.

  • El realismo gnoseológico sostiene que el sujeto es capaz de conocer una realidad que es exterior, a través de los datos recibidos por la experiencia sensible.
  • El idealismo gnoseológico, por su parte, afirma que lo que se conoce es lo que se manifiesta en la conciencia, sin que sea posible ir más allá de los datos que esta contiene.

Algunos exponentes clave de estas corrientes son:

  • Idealismo: Platón, Descartes, Kant.
  • Realismo: Bacon, Aristóteles, Locke.

Lo que se busca fundamentalmente es una teoría que permita entender mejor la realidad. Esta teoría pretende ser verdadera, pero, muchas veces, no es más que verosímil.

Sentidos de la Existencia Humana: Evolución del Pensamiento

En la antigüedad, diversas corrientes filosóficas ponían el sentido de la existencia humana en la contemplación de los universales o conceptos de las cosas, dado el papel atribuido al alma en sus sistemas.

En la Edad Media, el sentido de la existencia se estableció a partir de Dios. Es Él quien determina los valores que rigen la conducta y el propósito del tránsito por este mundo, incluyéndolos en la propia naturaleza humana como un sello dejado en el acto de creación individual de cada alma.

Tanto en el terreno religioso como en el ámbito civil, surge la necesidad de organizar la propia existencia y establecer los valores y el sentido de la vida. Será durante el siglo XIX y, sobre todo, el siglo XX, cuando aparece una nueva forma de establecer el sentido de la existencia.

Así, emerge un nuevo movimiento humanista que pretende reflexionar sobre la naturaleza propia del ser humano. El humanismo entiende que, a partir de la razón humana, se pueden establecer valores independientemente de cualquier autoridad religiosa o revelación. Una de las corrientes más radicales en esta dirección humanista fue el movimiento existencialista, que postula que el ser humano debe encontrar su propio sentido individual.

El Ser Material y la Percepción del Mundo

La respuesta al sentido de la existencia, como acabamos de ver, nos implica tanto en el terreno personal como en la colectividad humana y la totalidad de los seres entre los que se desarrolla nuestra existencia.

Detrás del término «mundo» se esconde una pluralidad de objetos que se nos muestran como realidades independientes de nuestra existencia.

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