Explorando la Generación del 27 y la Literatura Española

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Federico García Lorca (1898-1936)

La lírica de Federico es de una gran musicalidad, tanto cuando el poeta emplea la métrica tradicional (el octosílabo, en el Romancero gitano) como en las composiciones de corte vanguardista (Poeta en Nueva York), en las que predomina la presencia del verso libre. Otro de sus rasgos de estilo es la plasticidad de sus imágenes, que tiene una clara relación con el movimiento surrealista. Federico García Lorca plasmó en sus poemas la tragedia del ser humano al que unas fuerzas superiores, representadas por las convenciones sociales, por las tendencias políticas y, sobre todo, por la muerte, le impiden realizarse y ser feliz. Otras obras líricas de este poeta, que es quizás el más conocido de su generación, son Poema del cante jondo y la elegía Llanto por Ignacio Sánchez Mejías.

Vicente Aleixandre (1898-1984)

A Vicente Aleixandre, que permaneció en España tras la Guerra Civil y que recibió el Premio Nobel de Literatura en 1977, se le considera uno de los poetas de la Generación del 27 que más influyó en los autores líricos de la posguerra española. La producción de este autor contiene obras pesimistas, en las que destacan las sucesivas pérdidas (de libertad, juventud, de belleza...) que supone la vida, y a pesar de las dificultades. Entre las primeras destacan Ámbito y sombra del paraíso, y entre las segundas, Historia del corazón y En un vasto dominio. Los rasgos de estilo más frecuentes en la obra de Vicente Aleixandre son el verso libre, la ánfora, las enumeraciones, las reiteraciones y el uso de la conjunción con valor identificativo.

El Teatro en el Periodo Anterior a la Guerra Civil Española

La Guerra Civil (1936-1939) interrumpió la línea de renovación teatral que, tras Ramón del Valle-Inclán, continuaron algunos dramaturgos. Dentro de la Generación del 27, destaca, sobre todo, la figura de Federico García Lorca, aunque también escribieron obras dramáticas Pedro Salinas y Rafael Alberti. Entre los que no pertenecieron a dicha generación, pero son coetáneos de la misma, se encuentran Alejandro Casona, cuyo teatro tiene rasgos poéticos; Enrique Jardiel Poncela, que cultiva el teatro humorístico, y Max Aub, que experimentó con las vanguardias. Durante los años previos a la guerra, uno de los objetivos de la política cultural de la República fue llevar la literatura a las zonas rurales, mediante bibliotecas ambulantes y compañías teatrales, compuestas en gran parte por jóvenes universitarios. Un ejemplo de este teatro lo constituye La Barraca, compañía de aficionados que dirigió Lorca, y el Teatro Ambulante o Teatro del Pueblo que dirigió Casona.

El Teatro de Federico García Lorca

No resulta fácil establecer la frontera entre la obra lírica y la obra dramática de este autor, ya que en sus poemas se inicia a menudo el diálogo y en las piezas teatrales son frecuentes pasajes de una gran fuerza lírica. En cualquier caso, los personajes del teatro de Federico García Lorca responden a la misma concepción del mundo que el poeta muestra en su producción lírica, pues luchan ante la adversidad de los acontecimientos y representan a las víctimas de una sociedad injusta y llena de normas que coartan la libertad. Las obras más representativas de García Lorca son Mariana Pineda, Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores, Bodas de sangre, Yerma y La casa de Bernarda Alba. En el estilo dramático de Federico García Lorca hay que destacar el uso indistintivo del verso y la prosa, el carácter universal y simbólico de algunos personajes, un lenguaje poético, lleno de imágenes y la presencia de algunos elementos del teatro clásico, como el coro, o del teatro popular, como las canciones.

La Literatura desde la Posguerra hasta la Actualidad: La Lírica

El periodo literario que se extiende desde la Guerra Civil Española (1936-1939) hasta la actualidad se suele fraccionar en décadas para facilitar la comprensión de su complejidad. En la década de los años cuarenta, la muerte y el exilio empobrecieron el ambiente literario de España. En esta etapa tienen mucho peso la censura y los autores, que forman dos grupos según su afinidad o su rechazo al régimen político, optan por tratar en sus obras temas religiosos o de la vida íntima y cotidiana. En el estilo se distinguen básicamente dos tendencias: una, de respeto por las formas clásicas, y otra, más espontánea y directa. En la década de los cincuenta aproximadamente, los autores reflejan poco a poco en sus obras el mundo que les rodea. El realismo es considerado una forma de denuncia social y alcanza a otras manifestaciones artísticas, como el cine y la pintura. A partir de la década de los sesenta aparecen nuevas tendencias literarias que se alejan del realismo. En la década de los setenta se instaura en España un régimen político y democrático y se revitalizan todas las áreas de la cultura. Se generaliza en todos los géneros literarios la aparición de vanguardismos y las lenguas peninsulares experimentan un gran impulso. A partir de la década de los ochenta se puede decir que algunos autores y autoras de la posguerra se han convertido ya en clásicos y que en el panorama literario coexisten varias tendencias estéticas y temáticas que, aunque todavía son difíciles de clasificar por falta de perspectiva histórica, demuestran su gran vitalidad.

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