La experiencia de ser persona: reflexiones sobre la identidad y la libertad

Enviado por Chuletator online y clasificado en Filosofía y ética

Escrito el en español con un tamaño de 3,87 KB

La experiencia de ser persona quién hay en el espejo:

En ocasiones cuando nos observamos al espejo descubrimos el misterio y la profundidad de la propiedad entidad. De algún modo, desde que tenemos uso de razón, cada uno de nosotros experimenta esa riqueza interior del propio yo y del de los demás. Sin embargo, saber esto no significa que aceptemos definir con precisión qué somos exactamente las personas. Ante todo, captamos que la persona es un ser singular y distinto de cualquier otro. En definitiva, percibimos que somos alguien y no una mera cosa. De este hecho arrancan numerosas consecuencias para nuestra vida.

Alguien y no algo:

Cada persona es alguien único e irrepetible, que no puede ser sustituido por otro. Así se convierte en el autor y actor principal de su biografía: la historia de su vida. Por una parte, notamos que se cumple el modo de ser propio de toda una especie en nosotros, de que formamos parte de los humanos. Al mismo tiempo, cada persona se experimenta como alguien único e irrepetible. La persona, ante la pregunta 'quién soy', estamos matizando nuestra singularidad.

La persona: un intento de definición

La persona: conocimiento y libertad: está autociencia nos permite superar la propia subjetividad. Siguiendo con el ejemplo del actor antiguo, los seres humanos podemos dejar de lado nuestro yo, nuestras preocupaciones, nuestros intereses y problemas, para subir libremente la personalidad (el yo) del personaje que interpretamos, es decir, la persona que queremos llegar a ser. De alguna manera nos podemos distanciar para proyectarnos hacia otras tendencias (una persona puede salirse de las cosas que estén pasando y pensar más allá). El ser humano es libre, ya que marcamos nuestras metas y decidimos qué queremos hacer. La razón y la libertad capacitan al ser humano para ser señor de sí mismo, administrador de su existencia. Solo él es el centro de su mundo y excéntrico al mundo.

La intimidad, el núcleo de la persona:

La intimidad es el núcleo de la persona. Los seres humanos no somos matemáticos, frutos de teoremas, siendo que tenemos algo más, el corazón, que actúa de manera que la razón no comprende, sus sentimientos. Blaise Pascal expresaba esta intuición cuando señalaba que el corazón tiene razones que la razón no comprende. Y dar cuenta de lo humano no puede limitarse a lo que nuestra mente puede demostrar a partir de principios indudables, como pretendían Descartes y el racionalismo. No somos capaces de conocer en toda su profundidad nuestra propia intimidad, y cada ser humano es un misterio hasta el punto de que se considera buen juez de sí mismo, solo para acabar cayendo en la presunción.

Somos personas: el yo y la autoconciencia:

El humano sabe qué es un yo, alguien que no había existido con anterioridad y que, en consecuencia, aporta algo nuevo al mundo. El Yo psicológico es el yo del que estoy consciente. Por el Yo psicológico conozco mi identidad personal y puedo reflexionar sobre ella, como le sucede a Samsa. Los psicólogos hablan del estado arousal, que es el estado del que está despierto o consciente. Es evidente que, si se es persona, se identificará tan solo con sentirse consciente de que se es persona, cualquiera de nosotros dejaría de serlo cada vez que se durmiera o desvaneciera. El yo real, es decir, primero soy alguien y por eso luego puedo hacer las cosas que hago. Si yo soy consciente de mi yo, se debe a que en mi ser ya hay un yo, antes de que lo sepa, y por eso puedo llegar a conocerlo. Ocurre algo similar con el ver y la vista, el hecho de que un individuo tenga los ojos cerrados o esté durmiendo no es razón para concluir que es ciego. Por lo tanto, el hecho de ser una persona no exige la conciencia actual de serlo. Esto dependerá de la edad que tenga, ya que por ejemplo una persona con Alzheimer no ejercita un Yo psicológico.

Entradas relacionadas: