Evolucionismo: Orígenes y exponentes principales

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Evolucionismo

Los orígenes del evolucionismo cultural datan desde mediados hasta finales del siglo XIX, cuyos principales exponentes fueron Lewis Henry Morgan y Edward Burnet Tylor, considerados como fundadores de la moderna Antropología. Ambos autores sostienen que las etapas de la evolución avanzan desde el salvajismo, barbarie y civilización.

A partir de la observación de campo y de la descolonización, se abandona por arbitraria la supuesta ineluctabilidad de este esquema. En la actualidad perdura la evidencia de la evolución de las culturas sin jerarquización alguna, interesándose por tanto por los fenómenos de aculturación. En el siglo XIX los estudios sobre las sociedades consideradas primitivas aumentaron. Los datos obtenidos de dichos estudios empíricos se utilizaron para realizar cuadros evolutivos en los que se ubicaban estos tipos de sociedades cazadoras recolectoras en la base de los mismos. Lewis Henry Morgan (1818-1881) y Edward Burnet Tylor (1832-1917) fueron los famosos exponentes del evolucionismo cultural.

Lewis Henry Morgan

Tres aspectos del trabajo de Morgan aún persisten: su descubrimiento del sistema clasificatorio del parentesco, su distinción analítica entre familia y casa, y sus contribuciones a una teoría antropológica más amplia.

Sociedad Antigua es uno de los trabajos más importantes e influyentes en el pensamiento evolutivo; en el que Morgan expone un esquema evolutivo en el que cada etapa evolutiva se corresponde con ciertos tipos de tecnología y subsistencia. Así, por ejemplo, la etapa de Barbarie Media comienza con el desarrollo del arco y la flecha y finaliza con el uso de cacharros. Cada etapa de la evolución no solo debe tener una tecnología específica, sino además un tipo de vida sociocultural que corresponda a la tecnología.

Morgan elaboró un esquema caracterizado por siete etapas que se suceden unas a otras. Cada una de ellas cubre una cultura distinta y representa un modo particular de vida.

El período de salvajismo puede dividirse en tres subperíodos. Estos pueden llamarse respectivamente Antiguo, Medio y último período de salvajismo; y la condición de la sociedad en cada uno se puede distinguir respectivamente como el estado inferior, medio y superior del salvajismo.

Una de las contribuciones más importantes es el estudio del parentesco. Realizó estudios comparativos de los términos empleados para designar las relaciones sociales en diversas sociedades. Morgan suponía que estas terminologías eran producto de las diferentes formas de la familia y de la organización del grupo. Con el tiempo, los antropólogos han probado esta visión. Además, subrayó la importancia de las reglas de matrimonio y demostró que el matrimonio es un intercambio de mujeres entre los distintos grupos.

Edward Burnet Tylor

El evolucionismo de Tylor es diferente al evolucionismo de Spencer o Morgan. Estos últimos se interesaron por el desarrollo de la organización social y la complejidad ligada a tal desarrollo. Taylor se centra más en problemas relativos a la cultura que a la sociedad, y particularmente en el desarrollo de la religión a través del animismo.

Su argumento principal describe acerca de la evolución de la religión, sobre una base cognitiva en tres etapas básicas: animismo, politeísmo y monoteísmo.

Tylor creía en la similitud básica de todas las mentes humanas, la llamada doctrina de la unidad psíquica de la humanidad. Su teoría evolutiva del animismo no es una teoría racista que afirma que la gente con religiones más simples tiene mentes más simples; solo afirma que tienen religiones menos complejas. Asimismo, afirmó que “las sociedades con culturas más avanzadas podían tener rasgos primitivos dentro de su cultura”; denominó a estos rasgos supervivencias. Este concepto clave se basa en la consideración de fenómenos que se originaron en un conjunto de condiciones causales específicas y en una época anterior y sobreviven en una época posterior pero sin las condiciones originarias.

En la obra de Tylor, Cultura Primitiva, se encuentran bastantes ejemplos que demuestran que han pasado de tener un carácter utilitario a desempeñar funciones recreativas o estéticas como ejemplos de supervivencias.

El evolucionismo ha sido la teoría dominante empleada a la hora de explicar la diversidad de las culturas existentes en el mundo, sin embargo, coexistió con ella el difusionismo que explicaba las semejanzas y diferencias de las culturas existentes en el mundo.

James Frazer

Para Frazer, la humanidad ha recorrido tres etapas en la formulación de su pensamiento: magia, religión y ciencia. La magia se fundamenta en la existencia de cierto orden en la naturaleza, que es percibido por el salvaje al tratar de descubrir las leyes de la naturaleza para servirse de ella y para librarse de las cosas que le amenazan. Esta magia es simpática o simpatética. No se refiere a la emotividad, sino a la afinidad entre los seres y las cosas de la naturaleza. Para Frazer, la magia es falsificación de la ley natural y guía engañosa de la conducta, por lo que puede denominársele una ciencia mentirosa y la hermana bastarda de la ciencia. Aunque la magia ha sido utilizada por los más astutos para explotar a sus semejantes, ha cumplido también funciones positivas, apuntalando instituciones claves de una sociedad, como el poder real o la propiedad. El fracaso de la magia lleva a los hombres más clarividentes a refugiarse en la religión.

La religión nace del fracaso de la magia. La creencia y la práctica son esenciales para la religión, aunque la práctica no se exprese necesariamente en el rito (sacrificios, oraciones o ceremonias externas), sino en el comportamiento ético (caridad, compasión o castidad), para imitar la naturaleza divina. Para Frazer, la religión es una súplica a un ser superior, que suele acceder a la misma, aunque no necesariamente, mientras que la magia es una manipulación de un poder en una relación de causa y efecto. Tal diversidad de principios explica la innegable rivalidad que se ha dado en la historia de la humanidad entre el sacerdote y el mago.

Poco a poco la explicación religiosa comienza a ser menos satisfactoria... por eso las mentes más perspicaces, al profundizar en los misterios del universo, llegan a rechazar la teoría religiosa como inadecuada y, en consecuencia, la religión considerada como una explicación de la naturaleza es desplazada por la ciencia.

Para Frazer, que refleja el optimismo positivista de fines del S. XIX, la esperanza del progreso, tanto moral e intelectual como material, en el futuro está condicionado por la ciencia. Pero este optimismo tiene sus límites, porque no se trata de un ciclo totalmente cerrado. En su último análisis, magia, religión y ciencia no son más que teorías del pensamiento, y así, como la ciencia ha desplazado a sus predecesores, así también puede reemplazarla más tarde otra hipótesis más perfecta. Frazer se imagina la historia de la humanidad como un tejido de tres hilos, el negro de la magia, el rojo de la religión y el blanco de la ciencia, y se pregunta: ¿de qué color será el tejido que las Parcas están hilando en el telar incansable del tiempo? ¿Blanco o rojo? No podemos saberlo. Una luz débil y vacilante ilumina a lo lejos el principio del tejido. Nubes y tinieblas ocultan la otra extremidad.

Respecto a su teoría sobre el totemismo, dice que un totem es cierta clase de objetos materiales a los que el salvaje profesa una veneración supersticiosa, en la creencia de que existe entre él y cada uno de esos objetos una relación íntima perfectamente determinada. El totem, a diferencia del fetiche, no es un individuo, sino una clase de seres, ordinariamente de animales o de plantas, a los que el primitivo no mata ni come, y a veces, de cosas inanimadas y aún artificiales. Hay al menos tres clases de totem: el del clan, que se transmite por herencia a todos los miembros del clan; el sexual, que es común a los varones o mujeres de la tribu; y el individual, que es exclusivo de un individuo y que no se transmite.

La relación totemismo-sociedad es muy clara. El totemismo ha hecho mucho para fortificar los lazos sociales y, por lo tanto, para servir a la causa de la civilización. El progreso de ésta depende, en efecto, de la cooperación cordial de los hombres en sociedad, de su confianza y buena voluntad mutuas, de su disposición a sacrificar los intereses personales a los intereses de la comunidad. Una sociedad así unificada es fuerte por sí misma y puede sobrevivir. Los individuos que tienen el mismo totem se miran como parientes unos a otros, y están prestos a ser amigos y a asistirse recíprocamente, en caso de dificultad o de peligro. Y el lazo totémico es a veces sentido más eficazmente que el de la sangre. Un sentimiento de obligaciones y de responsabilidades comunes abarca a todo el clan totémico. Cada uno es responsable, aun a costa de su vida, de los actos de todos los demás. Cada uno siente y está dispuesto a vengar la herida infligida a otro, como hecha a él mismo.

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