Evolución del Teatro Español en la Posguerra: Tendencias y Autores Clave
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El Teatro Español en la Posguerra: Un Recorrido por sus Etapas y Figuras
En lo que se refiere al contexto socio-político, la posguerra española abarca cuatro décadas, que se corresponden con las distintas etapas de la dictadura franquista. A lo largo de estos años, España experimenta una lenta evolución política y social, desde el aislamiento y la penuria, hasta la apertura cultural y el regreso de las libertades democráticas. Anteriormente, durante la guerra, destacaron algunos dramaturgos que desarrollarían después determinados estilos. Estos se dividían en dos zonas; la republicana, de corte revolucionario con Miguel Hernández como máximo representante (Teatro en la Guerra), y la nacional, con influencias del teatro burgués con autores como Luna de Tena o José María Pemán. En el teatro de posguerra se puede fragmentar en cuatro periodos en virtud de las etapas que tuvieron lugar durante la dictadura franquista. Se denominaron años 40, 50, 60 y 70.
La Década de los Años 40
La década de los años 40 es la sucesiva a la Guerra Civil. Por este motivo, se pueden diferenciar dos grupos. El grupo de los vencidos, también conocido como el teatro en el exilio, por lo que los autores recibían gran cantidad de influencias vanguardistas de otras partes de Europa. Algunos autores destacados fueron Max Aub (Morir por cerrar los ojos, de teatro realista), o Rafael Alberti, que incorporó elementos surrealistas (La gallarda). Por otro lado, se encuentra el bando de los vencedores, que se separa en dos tendencias: la comedia burguesa, que es una crítica suave y cómica a dicha clase burguesa, con el dramaturgo por excelencia, Jacinto Benavente (La infanzona) y J. Calvo Sotelo (La muralla); el teatro cómico está caracterizado por situaciones inverosímiles y diálogos poco lógicos. Los autores más destacados fueron Enrique Jardiel Poncela (Los ladrones somos gente honrada) con rasgos de misterio y de locura, y M. Mihura (Tres sombreros de copa).
La Década de los Años 50
En los 50 predominan dos corrientes literarias principales. Una de ellas era el surrealismo, cuyo objetivo principal es la crítica hacia la situación española de la época. Los autores más importantes fueron Buero Vallejo (El tragaluz, que ya había escrito en los años 40 Historia de una escalera y volverá a hacerlo en los años 60 (La fundación)), y Alfonso Sastre, creador del teatro de agitación social (Escuadra hacia la muerte). Otra corriente fue una de carácter burgués de carácter escapista. El autor más destacado fue Alfonso Paso, que trató temas como la felicidad y el amor romántico, y cuya obra se dividía en el teatro social (Los pobrecitos) y el teatro burgués (Vamos a contar mentiras).
La Década de los Años 60
En la tercera etapa, en los años 60, las corrientes más predominantes fueron: una segunda ola surrealista que denuncia las injusticias sociales, cuyos autores más destacados fueron Larra, de corte expresionista (La Camisa) o Carlos Muñiz, con un teatro realista (El grillo) y otro expresionista (Los infractores); el teatro simbolista está caracterizado por la utilización de alegorías, con Jerónimo López de Mozo (Collage accidental); el teatro del pánico, con atributos grotescos, busca impactar al espectador, en el que el máximo representante fue F. Arrabal (Pic-Nic).
La Década de los Años 70
Para finalizar, a mediados de los años 70 desaparece la censura, aparece el Centro Dramático Nacional y se recuperan algunos clásicos. Las tendencias principales de este periodo fueron el teatro en la transición, con Buero Vallejo (La detención) o Laura Olmo (La condecoración), el teatro independiente, que se reveló contra el comercial creando otro diferente. Las compañías de este teatro fueron Els Comediants (Catracrot) o Els Joglars (Mimodrama); y el teatro neorrealista, que rompe con la moralidad tradicional, con autores como José Sanchís Sinisterra (¡Ay, Carmela!). Aparte, aparece Francisco Nieva, un dramaturgo que no se corresponde con ninguno de los teatros de la década, siendo el suyo antirrealista, surrealista, imaginativo y fantástico. Su obra se divide en tres etapas: “de crónica y estampa” (Sombra y quimera de Larra), “de farsa y calamidad” (Delirio del amor hostil) y “furiosa” (Nosferatu).
Para concluir, el teatro de posguerra comprende cuatro décadas, en las que las tendencias literarias se adecuan a la mentalidad de la población en referencia a la situación española. Por este motivo, los dramaturgos de posguerra tratan una gran variedad de movimientos, en especial, el realista y las vanguardias.