Evolución de la Novela Española: Del Realismo Social a la Actualidad
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La Novela Española: Del Realismo Social a la Actualidad
Realismo Social en la Década de 1950
De la novela tremendista e introspectiva se evoluciona hacia una novela social, en la que se busca la objetividad mediante la descripción pormenorizada de ambientes y en la que, paralelamente, se manifiesta una actitud crítica hacia el modelo de sociedad. La mayoría de los novelistas, opuestos al régimen, sienten la necesidad de compromiso de transformación del sistema político. Este giro en la renovación de la narrativa lo encabeza La colmena (1951) de Camilo José Cela (1926), que, por causa de la censura, no se publicó en España hasta 1962. La acción se desarrolla en Madrid, en un ambiente sórdido, dominado por la miseria, la insolidaridad, el miedo y el sexo, y donde apenas queda un resquicio para la esperanza. De esta manera, La colmena ponía en tela de juicio la idea triunfalista que el régimen de Franco quería transmitir a la sociedad española.
Un perfecto ejemplo de técnica “objetivista” lo constituye El Jarama (1956) de Rafael Sánchez Ferlosio, donde el escritor describe con minuciosidad qué hace una pandilla de amigos durante un día de ocio y recrea la vulgaridad y alineación de sus vidas a través de un diálogo fiel a la realidad.
Engrosan las filas del realismo obras como: El fulgor y la sangre (1954) de Ignacio Aldecoa (1925-69) que relata la vida de un grupo de mujeres de guardias civiles; La noria (1951) de Luis Romero (1916), en la que se muestran las distintas capas sociales de Barcelona después de la guerra civil; y dos obras de Miguel Delibes que tuvieron éxito: El camino (1950), evocación infantil de la vida de un pueblo, y La hoja roja (1959) que aborda el tema de la vejez a través de la descripción minuciosa de la vida de un jubilado.
La Novela en la Década de 1960
A partir de 1962 empieza a decaer el realismo social y a surgir nuevas tendencias en la novela. A esta evolución contribuyen varios factores:
- Atenuación de la ley de censura (1966).
- La publicación de las primeras novelas de autores en el exilio.
- El boom de la narrativa hispanoamericana que abre nuevos horizontes temáticos y formales.
- El auge del estructuralismo y formalismo sobre el lenguaje que pone énfasis en la autonomía estética y formal con independencia del contenido.
En consecuencia, los autores:
- Aumentan el subjetivismo.
- Se irán despreocupando de las temáticas sociales.
- Cuidarán los aspectos técnicos y de organización de la novela: uso de la primera persona, estilo indirecto, saltos bruscos en el tiempo narrativo.
Estas innovaciones las iniciará Luis Martín Santos (1924-1964) con la publicación de Tiempo de silencio (1962), que relata el fracaso de un joven investigador que acaba como médico de un pueblo, y donde incorpora las nuevas técnicas antes aludidas.
Esta misma línea siguen: Cinco horas con Mario (1966) de Miguel Delibes, en el que una mujer, ante el cadáver de su marido, evoca su vida en un largo monólogo interior; San Camilo 1936 (1966) de Camilo José Cela, con personajes sórdidos en el Madrid de comienzos de la Guerra Civil. Se incorporan a los nuevos rumbos narrativos autores de la generación del medio siglo (nacidos en los 30). En 1966 se publican Volverás a Región de Juan Benet, con estructura y técnica muy compleja que describe la decadencia de una región española; Últimas tardes con Teresa (1966) de Juan Marsé, aunque de contenido social (crítica dura de la sociedad barcelonesa), la técnica narrativa no responde a los modelos del realismo; y Señas de identidad (1968) de Juan Goytisolo, donde hay un gran despliegue de las nuevas técnicas.
La Novela a partir de 1975
La publicación de La verdad sobre el caso Savolta (1975) de Eduardo Mendoza inicia un cambio en la tendencia narrativa, que sin renegar de las técnicas experimentales, valorará la importancia de un buen argumento. Se moderaron, pues, los experimentos novelísticos y se volvió a la concepción tradicional del relato, a contar historias. Este cambio lo llevará a cabo la generación del 68, algunos prefieren llamarla la del 75. Entre sus componentes cabe citar a:
- Eduardo Mendoza con La ciudad de los prodigios (1987), con grandes dosis de humor y fantasía.
- Manuel Vázquez Montalbán con su serie de novelas de intriga protagonizadas por el detective Carvalho, como La soledad del mánager.
- José María Merino con El oro de los sueños (1986), con gran influencia de los relatos de tradición oral.
- Juan José Millás con La soledad era esto (1990) donde se insiste en el tema de las relaciones personales, la sociedad y el desasosiego.
- Javier Marías con Todas las almas (1987), de marcado carácter intimista.
La generación del 80 confirma la variedad del panorama novelístico en España. Sus obras muestran cierto distanciamiento de los temas políticos y nacionales, son más cosmopolitas y universales. Incluye autores como:
- Arturo Pérez Reverte (El maestro de esgrima, La tabla de Flandes y El capitán Alatriste).
- Antonio Muñoz Molina (Beltenebros, El jinete polaco).
En esta década comienza el auge de la novela escrita por mujeres. Destacan:
- Soledad Puértolas (Si al atardecer llegara el mensajero).
- Almudena Grandes (Las edades de Lulú).
- Esther Tusquets (Con la miel en los labios).
- Rosa Montero (La hija del caníbal).
En el panorama actual, siguen escribiendo autores ya consagrados como Camilo José Cela (Madera de boj), Delibes (Los santos inocentes), Arturo Pérez Reverte (Señoritas de Aviñón) y Antonio Gala (El manuscrito carmesí, premio Planeta en 1990).