Evolución de la Literatura: Del Renacimiento al Siglo XX

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Cambios del Mundo y Nueva Visión del Hombre

Entre los siglos XIV y XVI se desarrolla en Europa un fenómeno histórico y cultural que recibe el nombre de Renacimiento, que supuso una nueva forma de concebir el mundo y se caracterizó por el renacer de la cultura clásica. Fue tan fuerte este renacer cultural que marcó el inicio de una nueva etapa histórica: la Edad Moderna. El movimiento intelectual al que dio lugar, el Humanismo, determinará el pensamiento y la cultura europea hasta finales del siglo XVIII. Entre los principales humanistas destacan el italiano Francesco Petrarca y los españoles Antonio de Nebrija, Juan de Valdés y Francisco Sánchez de las Brozas.

El Renacimiento surge tempranamente en Italia, heredera de la civilización romana, de donde se extenderá al resto de Europa durante el siglo XVI. Desde el punto de vista literario se caracteriza por:

  • El interés por el hombre y su importancia fundamental en el Universo (antropocentrismo).
  • El resurgir de los clásicos, que se toman como modelo.
  • La atracción por la naturaleza.
  • El aprendizaje del latín y el griego, que se convierten en el vehículo de la tradición literaria, a la vez que se promueve la dignificación de las lenguas vulgares.

Los hechos sociales que favorecieron la aparición del Renacimiento fueron:

  • La desintegración del sistema feudal característico de la Edad Media.
  • El fortalecimiento del poder real que dio lugar a monarquías fuertemente autoritarias.
  • La importancia adquirida por la burguesía.
  • La invención de la imprenta por Gutenberg (1450).
  • El fomento del mecenazgo.

Influyeron también hechos de tipo económico, religioso, científico y demográfico como:

  • El desarrollo del comercio y de la industria.
  • Los conflictos religiosos.
  • Los avances científicos como el descubrimiento de la circulación de la sangre de Miguel Servet.
  • Los descubrimientos geográficos más allá de Europa (descubrimiento de América).

Dante, Petrarca y Boccaccio, literalmente hablando, podría decirse que representan la cima del Renacimiento literario italiano, pudiendo añadir que también del Renacimiento en general; ya que ellos y sus obras sentaron las bases del movimiento.

La Ilustración: El Siglo de las Luces

El término Ilustración sugería el amanecer a una era de luz después de una larga noche de oscuridad, ignorancia, superstición e intolerancia. Se dio en todos los países de Europa durante el siglo XVIII, sin embargo, este movimiento internacional se centró en Francia.

Durante este siglo, apareció una generación con nuevas ideas acerca de la religión y la organización social, pudiéndose resumir en cinco las características del movimiento ilustrado: razón, naturaleza, felicidad, progreso y libertad.

Es preciso recordar que durante este periodo convivieron diferentes corrientes (Posbarroco, Neoclasicismo y Prerromanticismo) que se superpusieron e influyeron mutuamente.

La era de la razón fue principalmente una era de prosa. Ensayos, fábulas satíricas, novelas, cartas e historias fueron las formas literarias características del siglo XVIII. Dichas formas literarias se caracterizaron por:

  • Su carácter didáctico, cuyo fin era enseñar valores filosóficos, sociales o morales.
  • La anteposición de lo racional a lo emocional.
  • La discusión de ideas y valores tradicionales, con renovado espíritu crítico.
  • La aparición de nuevas ideas políticas poniendo en tela de juicio los principios del Antiguo Régimen.
  • El predominio del laicismo en materia religiosa.
  • La imitación de los modelos clásicos.

Los autores dedicaron sus obras a la descripción y a la narrativa (influida por las ideas del nuevo movimiento) en vez de a la imaginación. Mientras el siglo avanzaba, la novela surgía como la forma favorita de expresión literaria.

El instrumento de difusión de las ideas de la Ilustración fue la Enciclopedia, síntesis de todos los conocimientos de la época organizados por artículos dispuestos por orden alfabético en diecisiete volúmenes. Sus directores fueron Diderot (que además escribió numerosos artículos filosóficos, muchos influidos por corrientes como el empirismo y deísmo) y D'Alembert; pero en su creación colaboraron grandes pensadores como Voltaire (autor de Cándido), Montesquieu (autor de obras como Las cartas persas y El espíritu de las leyes, en la que expone su doctrina sobre la separación de poderes para evitar llegar al despotismo) y Rousseau (conocido por obras como Emilio y El contrato social, en el que trata el tema de la libertad y la igualdad).

En el siglo XVIII, apareció la prensa escrita como medio de difusión del ensayo (vehículo de transmisión de las ideas ilustradas) que se dio en Italia (donde destacan pensadores como Cesare Beccaria, Antonio Genovesi y Giambattista Vico), Inglaterra (donde sobresalen los filósofos y pensadores Locke y Hume) y Alemania (destacando figuras como Gotthold Lessing y Johann Gottfried Herder).

La Consolidación de la Novela en el Siglo XX

En la primera mitad del siglo XX, entra en crisis la narrativa realista del siglo anterior y se origina una novela que pretende dar cuenta del caos, a partir de una gran renovación de las técnicas narrativas: se multiplican los puntos de vista, empleo del monólogo interior, saltos cronológicos, ausencia de un argumento claro y cerrado…

Autores Destacados

  • Henry James: Su estilo se caracteriza por el empleo de oraciones largas y barrocas y por el uso abundante de descripciones. Esta preocupación por la forma es característica de la novela del siglo XX, si bien la importancia de la trama en sus novelas lo vincula todavía al Realismo. Escribió Otra vuelta de tuerca, que es una historia de fantasmas.

  • Joseph Conrad: Presenta personajes en lucha incansable contra la naturaleza. Los continuos saltos temporales combaten la linealidad de los relatos realistas. Destaca su obra El corazón de las tinieblas, en la que denuncia la barbarie de los colonizadores blancos en África.

  • Marcel Proust: Es uno de los escritores modernos que más ha influido en la novelística posterior. Destaca su obra En busca del tiempo perdido. En ella evoca con detalle las peripecias vitales y sentimentales del protagonista y de la sociedad burguesa y aristocrática que le rodea, en un intento de crear una obra de arte total. Llama la atención en la obra la descripción minuciosa de los objetos, la profundización en la caracterización de los personajes, la incorporación de sensaciones y recuerdos y la inclusión de reflexiones sobre la muerte, el dolor, el amor, el paso del tiempo… En cuanto a la forma, destaca la complejidad estructural: se producen rupturas temporales, fragmentarismo en la caracterización de los personajes y el empleo de oraciones largas y complejas, que dificultan la lectura de la obra.

  • James Joyce: Escribe Dublineses y Retrato de un artista adolescente, pero su obra más importante es Ulises, esta novela viene a ser modelo de todas las técnicas narrativas del siglo XX. Concebida como el reverso de la Odisea, Leopold Bloom sería el nuevo Ulises, ahora no un astuto y valiente héroe, sino un vulgar empleado; la fiel Penélope se ha convertido en la infiel Molly; y el hijo de Ulises, Telémaco, estará representado por Dedalus. La mediocridad del ambiente y de los personajes refleja cómo nuestra civilización ha convertido en vulgaridad la grandeza de los héroes antiguos. Destacará por el empleo de rasgos innovadores como: empleo del monólogo interior sin ningún tipo de puntuación, fluyen sentimientos, sensaciones y diálogos de los personajes, desorden cronológico y mezcla realidad e imaginación, etc.

  • Franz Kafka: En sus obras se respira un mundo angustioso y oprimente, en el que los personajes se encuentran perdidos ante situaciones incomprensibles y absurdas. La frustración de los personajes contrasta con una prosa fría y sin adornos. Destacan sus obras: La metamorfosis, El proceso, El castillo.

Sobresalen también Virginia Woolf con su obra Al faro y Thomas Mann con Muerte en Venecia, Doctor Faustus y La montaña mágica.

Lírica del Amor: De la Edad Media al Petrarquismo

“Lírica” es como se define todo aquello perteneciente a la poesía propia para el canto. De este modo, la poesía medieval es la poesía lírica, poesía cantada que el público recibe por el oído, siendo sus autores músicos y poetas (ya sean anónimos o conocidos), y buena muestra de ello son sus libros, denominados Cancioneros, donde recogen este tipo de poesía.

Junto a esta lírica popular, anónima y transmitida oralmente, se desarrolló durante la Edad Media una lírica culta que tuvo su máximo exponente en la poesía provenzal o trovadoresca, e implicó un cambio de sensibilidad respecto a la épica, dando lugar a las novelas de caballerías.

Así, a comienzos del siglo XII aparece en el sur de Francia la primera escuela de lírica culta en una lengua románica, el provenzal. Su enorme influjo provocó imitaciones en otras lenguas europeas, sobre todo en francés, catalán, gallego-portugués (cantigas) o alemán (minnesang).

Estas nuevas composiciones presentaron autores conocidos como trovadores, que componían poemas acompañados de música con su respectivo público, una aristocracia menos guerrera y refinada. Además, dichos trovadores dieron cabida a una concepción del amor, el amor cortés (una adaptación del feudalismo a la relación amorosa, un amor imposible que hace sufrir al enamorado, pero también lo perfecciona).

Subgéneros de la Lírica Trovadoresca

Según fuera el tema, en la lírica trovadoresca se distinguían los siguientes subgéneros: cansó, sirvientes, pastorela, planh, tensó y alba, siendo durante los siglos XII, XIII y XIV. Bernat de Ventadorn, Arnaut Daniel y Guillem de Berguedà algunos de los autores más representativos de esta poesía.

El fenómeno trovadoresco pronto se extendió por otros países donde acogió con agrado y cortesía a los trovadores provenzales.

Dolce Stil Novo

A mediados del siglo XIII apareció la primera escuela poética culta en lengua vulgar italiana, la escuela siciliana, que “inventa” el soneto, adaptando una métrica de origen popular. Esta escuela se extenderá con gran éxito por el resto de la península italiana en un ambiente urbano y universitario donde surgió la renovación poética del Dolce Stil Novo (“dulce estilo nuevo”), expresión toscana con la que se denominó a los poetas italianos herederos de la poesía trovadoresca siciliana: Guido Guinizelli, Guido Cavalcanti y el mismo Dante Alighieri entre otros.

El amor que se entendía en el Dolce Stil Novo superaba los límites del amor cortés, y la poesía era una poesía de alabanza a la dama cuyos autores la entendían como el resultado de un impulso del corazón.

Petrarquismo

Además, el Dolce Stil Novo ejerció un extenso influjo sobre poetas posteriores como Petrarca, lírico y humanista italiano, cuya poesía dio lugar a una corriente literaria que influyó a su vez en autores como Garcilaso de la Vega (en España), William Shakespeare y Edmund Spenser, en Inglaterra, bajo el sobrenombre genérico de Petrarquismo.

Asimismo, su libro el Canzoniere introdujo innovaciones muy importantes en la lírica amorosa con respecto a los movimientos que le precedieron. El libro rompe el silencio cortés, ofreciendo los rasgos esenciales e idealizados de la dama, mencionando su nombre. La dama ya no será denominada la donna angelicata, se convierte en una mujer de carne y hueso, aunque idealizada. El amor es neoplatónico, la lengua es bella y huye de lo artificial buscando la naturalidad trabajada (vocablos, adjetivo cromático, metáforas, sinestesias), utiliza la mitología como motivo literario o símbolos de las fuerzas de la naturaleza reflejándose el propio poeta en los mitos y el verdadero tema es el análisis hondo y lúcido de las pasiones del escritor y de los variados estados de ánimo por los que el alma masculina pasa: pasión, celos, tristeza, esperanza, olvido… Y es que a través de los poemas del Canzoniere logramos comprender la sensibilidad y la inteligencia con la que Petrarca nos mostraba su poesía a lo cancioneril.

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