Evolución de la Literatura Española: Posguerra a Finales del Siglo XX
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La Novela Española de Posguerra
Al igual que en poesía y en teatro, la Guerra Civil española (1936-1939) marcó la novela que se escribió en el período de posguerra, donde el exilio también estuvo presente, destacando autores como Francisco Ayala con obras como Muerte de perro, Max Aub con El laberinto mágico, Rosa Chacel con Teresa o Ramón J. Sender, por su ideología republicana, con Réquiem por un campesino español.
Primeros Años de Posguerra
Durante los primeros años de posguerra, al igual que ocurría en poesía, se distingue una corriente que exalta los valores del franquismo e ideas falangistas, donde destaca la obra Javier Mariño de Gonzalo Torrente Ballester, conocida como novela idealista. Tras ella, marcando la pauta, surge otra corriente conocida como realismo existencial. Esta corriente refleja la amargura de la vida cotidiana, cuyos temas son la soledad, la frustración de las ilusiones, el desarraigo de los personajes en una sociedad vulgar y miserable, y la presencia constante de la muerte, es decir, mostrar el malestar social. De esta corriente podemos destacar obras como La familia de Pascual Duarte (1942) de Camilo José Cela, de carácter tremendista con la muestra de las conductas humanas más aberrantes; Nada (1944) de Carmen Laforet, que ganó el Premio Nadal y muestra la frustración de las ilusiones; o La sombra del ciprés es alargada (1948) de Miguel Delibes, con la presencia de la muerte.
Década de los 50: Novela Social
A partir de 1951 (década de los 50) hay una pequeña apertura del régimen franquista en busca de un reconocimiento internacional que repercute de manera positiva en la literatura y su desarrollo. La publicación de La colmena de Camilo José Cela es el paso de la novela existencial a la novela social, que tiene por objetivo dar testimonio de los problemas y contribuir, mediante la denuncia de la injusticia, a la transformación social. Los rasgos más significativos de esta novela de la década de los 50 son la temática e innovaciones técnicas; con influencias del Realismo decimonónico, el Naturalismo o el existencialismo; enfoque realista entre el objetivismo o neorrealismo, donde el autor se limita a dar testimonio de la conducta y los diálogos, siendo un espectador de la realidad como en la obra El Jarama de Sánchez Ferlosio, y el idealismo crítico, donde interviene el autor y se denuncian las injusticias con Central eléctrica de López Pacheco, La zanja de Alfonso Grosso o Los bravos de Jesús Fernández Santos; temas que reflejan la realidad de la sociedad española contemporánea a través de la vida rural, la vida en la ciudad, las relaciones de trabajo y la juventud burguesa abúlica y desocupada; técnicas donde predomina la narración lineal, el lenguaje sin complicaciones y los diálogos; personaje colectivo sin demasiada complejidad psicológica, donde suele haber un personaje tipo de cada clase social; la concentración de la acción en un período de tiempo casi siempre contemporáneo al momento en que se escribe; y la aparente desaparición del autor para lograr la objetividad buscada. Autores que destacan son Ignacio Aldecoa y su obra Con el viento solano, Juan Goytisolo con Juegos de manos y García Hortelano con Nuevas amistades.
Década de los 60: Novela Experimental
En la década de los 60 conviven tres generaciones: la generación de posguerra, donde se encuentran Miguel Delibes y Camilo José Cela; la generación de medio siglo, con Sánchez Ferlosio, Goytisolo y García Hortelano, entre otros; y la generación del 68, compuesta por jóvenes narradores como Luis Martín Santos o Juan Marsé.
El agotamiento de las fórmulas del realismo social, la necesidad de recuperar la fantasía en los relatos (ficción por la ficción), la renovada preocupación por el lenguaje, la influencia de escritores europeos y americanos (Proust, Kafka o Joyce) y el surgimiento de la novela hispanoamericana (Borges o Alejo Carpentier) confluyen en la novela experimental, iniciada con la publicación en 1962 de Tiempo de silencio de Luis Martín Santos.
De esta novela podemos destacar:
- Los temas, que recurren a la infancia, la adolescencia, la guerra, el paso del tiempo y la reconstrucción de la memoria, pero no se abandonan los problemas sociales y se da cabida a lo irracional, lo onírico, la ironía y el humor.
- Las técnicas, con enfoque histórico desde la perspectiva de un personaje o desde la del personaje colectivo; la exploración del lenguaje con recursos múltiples y variados.
- El protagonista individual audaz, contradictorio, en conflicto con lo que le rodea y consigo mismo.
- El estilo indirecto libre y el monólogo interior, como es el caso de Cinco horas con Mario de Miguel Delibes.
- El desorden cronológico con técnicas como la elipsis, la analepsis o la prolepsis.
- La estructura, usualmente en secuencias.
- El narrador partícipe, que interviene con sus comentarios sobre los hechos.
- El lector activo, que participa en la recreación interpretativa.
Autores que destacan son: Juan Marsé con Últimas tardes con Teresa, Juan Benet con Volverás a Región o Juan Goytisolo con Juegos de manos.
Último Tercio del Siglo XX
La novela española tardó en encontrar una vía de salida del experimentalismo de finales de los 60 y el comienzo del cambio se produjo gracias a la publicación de La verdad sobre el caso Savolta de Eduardo Mendoza, con la vuelta al interés por la trama, el placer de contar y leer historias. Se trata de una vuelta al interés por la historia contada, donde se produce un incremento del número de escritoras, como Almudena Grandes o Ana María Matute.
Las tendencias más sobresalientes son:
- Novela de intriga
- Novela histórica
- Metanovela
- Novela intimista
- Novela testimonial
- Novela experimental
Entre los autores de la novela desde el último tercio del siglo XX encontramos a: Manuel Vázquez Montalbán, Antonio Muñoz Molina, Juan José Millás, Soledad Puértolas, Arturo Pérez-Reverte, José Luis Sampedro, Eduardo Mendoza, Luis Mateo Díez, Javier Marías, Lucía Etxebarría y Almudena Grandes.
La Poesía Española de Posguerra
Década de los 40
La poesía de posguerra de los 40 estuvo marcada por la Guerra Civil. Con esta guerra, la generación del 27 queda obsoleta: algunos de sus grandes maestros mueren (Lorca), tienen que exiliarse (Emilio Prados, Gil-Albert) o permanecen en el país luchando a través de la literatura por España. Todos los creadores del momento tenían un aspecto en común: continuaron la línea rehumanizadora. No podemos olvidar al poeta Miguel Hernández; se le considera como puente de unión entre la generación del 27 y la del 36. Pertenecía al bando de los Republicanos y muere en el 42. Dentro de su creación literaria se caracterizan dos etapas: la primera con Perito en lunas o El rayo que no cesa, con temas como el amor, la muerte… acercándose a una poesía más rehumanizada; y una segunda etapa, poesía más comprometida políticamente (Viento del pueblo o El hombre acecha). La generación del 36 dará lugar a los poetas arraigados y desarraigados.
Poesía Arraigada
Muchos poetas de posguerra hicieron una poesía técnicamente muy bien construida y alejada de la problemática existencial y social del momento. El dolor humano, la miseria y la injusticia de aquellos tiempos no encontraron cabida en sus obras. Los poetas de esta tendencia (Luis Rosales y su obra Abril) se agruparon en torno a la revistas Escorial y Garcilaso.
Poesía Desarraigada
Manifiesta su angustia ante una realidad incapaz de ofrecer consuelo; sus poetas hablan de las miserias sociales, injusticias. Es una poesía de estilo directo y sencillo, dominada por un tono angustiado. La religión también está presente, pero asociada con la duda o la desesperada interrogación a Dios sobre el sentido del dolor humano. Tienen una importancia decisiva los libros de dos autores que actúan como puente entre la generación del 27 y los nuevos poetas, como Sombra del paraíso de Aleixandre e Hijos de la ira de Dámaso Alonso, publicadas en el 44. También destacan Libro de Gabriel Celaya y Ángel fieramente humano y Redoble de conciencia de Blas de Otero. En el ámbito de la revista Espadaña, que propone una poesía cercana a los problemas humanos, escriben autores como Crémer y Eugenio de Nora. Se desarrollan otras corrientes poéticas como la que surge en torno a la revista Cántico, influenciada por San Juan y los poetas del 27 (Cernuda), caracterizadas por el refinamiento formal, intimismo y gusto por la expresión barroca. También destacan otros como los postistas, que recogen la tradición de la poética vanguardista. Se centra en el poder creador de la imaginación y en la importancia del humor en la obra literaria. Autores como Gloria Fuertes o Ángel Crespo.
Década de los 50: Poesía Social
La poesía española pasará de la preocupación existencial por los problemas del individuo a una preocupación por los problemas en colectividad. Eso es lo que llamamos poesía social. Continuarán su labor poética muchos poetas de posguerra. Es dominante el realismo social, se va a convertir en una vía de comunicación, un instrumento para ayudar a la toma de conciencia social y ha de colaborar a la transformación de la realidad. Se reivindica una literatura cuyo destinatario sea la mayoría. De forma significativa, se revaloriza la poesía de Machado, Neruda o Vallejo. El lenguaje adopta un tono llano y conversacional, será uno de los inconvenientes que a la larga acaba resultando incómodo. Los poetas más destacados son Blas de Otero (Pido la paz y la palabra), Gabriel Celaya (Cantos iberos) y José Hierro (Canto a España).