Evolución de la lírica romana: Catulo, Horacio y la influencia griega

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Poesía Lírica Romana

Orígenes y primeros poetas

La lírica romana surge a finales del siglo II a. C. Los primeros poetas, conocidos como el círculo de Lutacio Catulo, se reunían en torno a este orador, poeta y hombre de gran cultura literaria. El género lírico que cultivaban estos poetas era el epigrama erótico, alejado de la seriedad y los altos ideales que habían caracterizado la producción del círculo de Escipión.

Manieristas y neotéricos

En el siglo I a. C. aparece un grupo de poetas importantes: los neotéricos. Buscaban innovar la poesía latina y emprendieron una revolución literaria con resultados significativos, sin romper del todo con la tradición. Influirían posteriormente en Virgilio y Horacio. Destaca Catulo, el primer poeta lírico de Roma.

Catulo

Su obra está formada por 116 poemas, ordenados en tres secciones:

  • 1 a 60: Nugae, compuestos en metros variados y tratan temas diversos de la vida cotidiana.
  • 61 a 68: Poemas doctos, donde abunda el tema mitológico y son los más largos de su producción.
  • 69 a 116: Epigramas con temas de la vida diaria.

Entre los poemas de los bloques primero y tercero destacan los poemas amorosos. Catulo vivió amores tempestuosos con Clodia, una dama romana de vida poco ejemplar, a quien cantó bajo el nombre de Lesbia. En los poemas se puede seguir la curva de estos amores, desde una primera etapa de exaltación jubilosa, pasando por los malentendidos y las infidelidades, hasta la ruptura total con su poso de amargura. Dos de sus poemas han despertado especial atención: el 68, considerado como la primera elegía, y el 76, en el que se ha querido ver el cambio de Catulo desde el ateísmo a la religiosidad. El poeta se vuelve a los dioses desde la amargura de su desengaño amoroso y les pide ayuda para superar el dolor. Reelaboró de forma personalísima los temas de la poesía alejandrina. Por primera vez se admite el amor, la pasión, el deseo y la satisfacción como elementos capaces de crear lazos morales, derechos y deberes entre dos personas, frente a la tradición romana que admitía la piedad filial y paterna, los deberes de los esposos y el respeto mutuo, pero ocultaba el amor carnal. La lengua de Catulo es una mezcla de elementos cultos y populares, con abundancia de diminutivos. Introduce nuevos ritmos tomados de la lírica griega, que luego perfeccionaría Horacio.

Horacio

Epodos

Horacio no imitaba a los poetas alejandrinos, sino a los líricos griegos de los siglos VII y VI a.C. Escribió un libro de Yambos, que se llamaron epodos. A diferencia de Arquíloco, Horacio es menos duro y más variado:

  • El epodo I es un canto de amistad a Mecenas.
  • El II, Beatus ille, imitado por Fray Luis de León, es un precioso elogio del campo, pero con la sorpresa final de estar en boca de un usurero que no piensa dejar la ciudad y la usura.
  • El VII es una apasionada invocación a sus conciudadanos para que pongan fin a las guerras civiles que los llevan a la destrucción.

Odas (Carminas)

Constituye la obra cumbre de la lírica latina. Son cuatro libros de 104 odas.

  • Libro I: Dedicado a Mecenas, Horacio reafirma su vocación por la poesía. La última oda del libro III se jacta de haber sido el primero en trasplantar al latín la lírica eolia, imitando los temas y metros griegos. Los temas incluyen la discordia civil, las desventuras tras el asesinato de César, la despedida a Virgilio, declaraciones recíprocas, carpe diem y consolaciones a amigos.
  • Libro II: Expone su filosofía de vida: hay que saber hacer uso de las riquezas y ser generoso; la dorada medianía es la clave para la felicidad.
  • Libro III: Destacan las seis primeras odas romanas, donde se manifiesta su patriotismo con elogios al imperio de Augusto.
  • Libro IV: Invocaciones a divinidades, invitación a gozar del presente.

Las mejores odas son las filosóficas, que desarrollan ideas estoicas y epicúreas, reflexiones sobre el paso del tiempo y la muerte. Invita a gozar de la vida, pero la verdadera felicidad consiste en la conformidad con lo modesto. En cuanto al amor, Horacio muestra la misma templanza que en otras facetas de su vida. Dentro de su producción se encuentra el Carmen Saeculare, compuesto para los juegos seculares, un himno a Apolo y Diana pidiendo protección para Roma. Su característica es el equilibrio, la contención y la perfecta concordancia entre pensamiento y expresión. Su preocupación constante es el labor limae, el pulir el verso hasta alcanzar la perfección formal. Igualmente perfecto es su manejo de los metros griegos.

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